jueves, noviembre 30, 2006

Mobiliario urbano I

Barcelona lleva unos cuantos años luchando por vender internacionalmente una imagen de modernidad con el diseño como eje fundamental. Para ello ha explotado, por un lado, las joyas que nos legaron los modernistas, y por otro ha hecho una fuerte apuesta por los diseñadores y arquitectos más innovadores. Un elemento fundamental en toda esta campaña ha sido el llamado "mobiliario urbano", que podríamos definir como el conjunto de elementos que equipan espacios públicos exteriores. No voy a entrar en la polémica sobre la reñida disputa entre modernidad y funcionalidad de los citados elementos, que ya genera suficientes debates públicos en otros foros. Me centraré en algunos aspectos de este debate que nos afectan directamente.

Y es que, además de las marquesinas de los autobuses, las papleras, los bancos y las farolas, los quioscos son también mobiliario urbano. Esto supone, por ejemplo, que todos tengan que ser (más o menos) iguales; que no podamos hacer ningún tipo de modificación externa; que incluso algunas modificaciones internas puedan ser "retiradas" por el Ayuntamiento... El quiosco está en mitad de la calle y es lógico que el Ayuntamiento se preocupe porque haya una cierta uniformidad y porque se evite lo máximo posible dañar la sensibilidad visual del ciudadano o entorpecer su pasear por las calles. Sin embargo hay cosas que molestan más que otras.

Los actuales quioscos de Barcelona se aprobaron hacia el año 92. Se decidió que debían cambiarse todos y, dado que no todos los quiosqueros (casi ninguno) podían permitirse el lujo de pagar un garito nuevo, se optó por buscar un proveedor común que montara los quioscos a coste cero para el quiosquero. Los quioscos se pagarían con los beneficios de la publicidad estática en sus laterales durante una larga serie de años. Pensemos que el quiosco, precisamente por el hecho de estar en mitad de la calle, es un caramelito para los anunciantes (al igual que las marquesinas, los autobuses o incluso los taxis).

Así pues, hemos gozado de los nuevos quioscos todos estos años sin ver un duro de publicidad. Unos años en los que el negocio del quiosco ha cambiado radicalmente. Si antiguamente el quiosquero podía subsistir con lo que dejaban los periódicos y las revistas, la cosa ha ido poniéndose más complicada cada vez. Actualmente estos productos típicos del quiosco en muchos casos apenas llegan para cubrir gastos (especialmente los de personal, dado que el quiosco está abierto unas 14 horas diarias y, legalmente, sólo se pueden trabajar ocho por lo que en teoría han de salir dos sueldos, y medio más para cubrir el fin de semana). La respueta la hemos encontrado precisamente en el hecho de que el quiosco está en mitad de la calle y es un caramelito para los anunciantes. Todas las empresas quieren tener sus productos en el quiosco. Y digo tener, que no vender. Si se venden, mejor, pero con estar es suficiente para que la gente los vea y generar así demanda.

Por ese motivo las marcas de chicles nos dan puntos por producto expuesto y no por producto vendido. Por ese motivo cada día nos llegan más expositores de productos de todo tipo que nada tienen que ver con el quiosco, como juguetes, adornos para el móvil, llaveros, linternas, bufandas, gorras... Por ese motivo, en definitiva, todas las editoriales nos bombardean con cartones para empapelar la ciudad con sus productos. Y, si esta debe ser la nueva política de ventas del quiosco, el model actual se ha quedado obsoleto. Falta espacio de exposición, falta una normativa adaptada a los nuevos tiempos y, sobre todo, falta un sistema de retribución que permita al quiosquero beneficiarse de las ventajas de su negocio.


Nuevo modelo, nueva normativa

La cartoná, por ejemplo, nos obliga a invadir el espacio de los paseantes con cartones y cartones que dificultan el paso de la gente. Las autoridades se muestran benevolentes y no dicen nada, pero es algo ilegal y molesto tanto para el quiosquero como para el cliente o el transeúnte (si le sumamos los que pasan en bici o en moto por el medio metro que queda entre el quiosco y los cartones, las parejitas con el carrito de los gemelos, los abueletes con los perros, los mirones que se detienen a ojear las portadas o los que buscan refugio en los días de lluvia...). Mientras tanto, el mostrador se llena de los objetos más diversos: expositores para chocolatinas, chicles y chupachuses; el zapatófono para hacer las recargas de móviles; el ordenador con su lector de código de barras y la impresora de tickets; la máquina de la loto; la nevera para las bebidas fresquitas; las cajas de cromos y pegatinas; los expositores de las promociones varias que acompañan a diarios y revistas; la puñetera máquina de tabaco... Y lo que no cabe en el mostrador lo colgamos del techo (más chicles, pegatinas y caramelos; tatuajes de quita y pon; adornos para el móvil, llaveros y otros colgajos; mapas turísticos...)Se hace evidente la necesidad de cambiar el modelo de los quioscos para adaptarlos a los nuevos productos.

Con respecto a la normativa, otro ejemplo. Uno de los gremios de quiosqueros (A.C.A.D.) negoció con una empresa la posibilidad de poner en los quioscos pantallas de ordenador con publicidad. La empresa ponía las máquinas y gestionaba la publicidad. El quiosquero sólo tenía que encontrar un espacio visible para la pantalla (que no es fácil) y poner la mano a final de mes para cobrar. E incluso se hablaba de que pudiera vender algún anuncio a las tiendas del barrio o a vecinos que quisieran venderse el coche, por ejemplo. En fin. Que mientras se hacía la prueba piloto, funcionarios del ayuntamiento obligaron a retirar las pantallas por contaminación lumínica.

Estos dos ejemplos, en mi opinión, dejan claro que es necesario repensar los quioscos que queremos (si los queremos). Debemos saber qué podemos y qué no podemos hacer. Pero con unas reglas de juego claras. Si somos un soporte publicitario, explotémoslo. Si somos un punto de venta en mitad de la calle, busquemos un modelo de quiosco que nos permita vender lo que la gente reclama. Y si somos un sitio donde se venden periódicos y revistas, que nos lo digan y nos buscaremos otra cosa, porque en este país, si tienes que vivir de lo que la gente paga por leer, estamos listos.

martes, noviembre 28, 2006

Mono de tertulias

Echo de menos las tertulias en Can Superwaiter.
Desde que Salva empezó a espabilarse en el manejo del quiosco, a eso de las 11 me voy a casa, repaso facturas (¡sentado!) y vuelvo comido. Así que me pierdo las tertulias.
Las tertulias de Can Superwaiter deberían televisarse. Por supuesto que se dicen barbaridades pero no mayores que en otros programas de la tele con éxito. Al menos los disparates que decimos no pretenden sentar cátedra (salvo los comentarios del Catedrático) y, encima, tienen su gracia. Ahora tengo que conformarme con esporádicas minitertulias mientras me tomo un café aprovechando una visita al retrete.

El otro día, sin ir más lejos, encontré a Superwaiter sentado en una mesa leyendo el periódico mientras que un único cliente tomaba un cortado en la barra.
- Si no es molestia –dije-, ¿haría el favor de ponerme un café?
- Voy –dijo Superwaiter-. Es que el chico ha salido hace un rato y todavía no ha vuelto (desde que lo conozco, Superwaiter jamás tuvo quien lo ayudara). ¡Y con el trabajo que hay…!
- ¿Te lo hace muy a menudo?
- Cada día. En cuanto llego sale a dar una vuelta y ya no le veo más el pelo en todo el día. Bueno, el último día de mes no se va hasta que cobra.
- Me parece que lo tratas demasiado bien.
- ¡Ya me dirás! Si así y todo me deja solo ¡fíjate qué pasaría si no lo trato bien…! ¿Cómo te las arreglas tú?
- Muy fácil. En cuanto llego le doy dos estacazos. “¡Ay!, me dice, ¿por qué me pega, señor Quiosquero, si yo no he hecho nada”. Le contesto: “¡Imagínate la que te va a caer el día que hagas algo!” Y va como una seda. Es igual que cuando pones una burra sacando agua de una noria. La burra es burra pero no tonta y, apenas nota que su caminar no le lleva a ningún lado, se para. Y si te pones a vigilarla siempre se para en el lado contrario al que estás. Tienes que desplazarte para arrearle. Lo mejor es no moverse de sitio y, de vez en cuando, se le pega un palo al pasar. No se para nunca. Y esa es la táctica que empleo con el esclavo.

El cliente leía el periódico y sorbía su cortado sin prestarle, al parecer, mucha atención a lo que se decía.
- No sé, no sé –continuó Superwaiter-. Quizá tengas razón pero es que los jóvenes de hoy no están hechos a la dureza de la vida y a mí me dan pena.
- Lo que pasa es que los jóvenes de hoy no saben lo quieren. Se pasan el tiempo quejándose de que no tienen trabajo. Yo les daría todo el trabajo que quisieran pero es que los tíos, encima de que les haces el favor, quieren cobrar.

El parroquiano empezó a regullirse en el taburete. Pensé que nos estábamos pasando.
- Hay que ver, Super –intenté arreglarlo-. Cualquiera que nos oiga pensará que estamos chalaos. Menos mal que los que nos conocen están seguros de que andamos siempre de cachondeo…
El tío del cortado levantó la cabeza, me miró y esbozó una sonrisa.
- … lo que no saben es que siempre hablamos en serio.

Esta vez el hombre no pudo aguantar más. Puso un euro sobre el mostrador y pilló la puerta sin dar siquiera los buenos días.

martes, noviembre 21, 2006

Cambio climático

Estoy asustado.
Hace unos días, en Decúbito supino y en clave de humor, hablaba del agujero de la capa de ozono, el efecto invernadero y la escasez de agua. La verdad es que esto me preocupa, me preocupaba, sólo relativamente porque, siguiendo los parámetros actuales, cuando la subida de temperaturas empiece a afectar perceptiblemente al cuerpo, mis cenizas hará tiempo que bailen libres al son del viento que las sople. Y respecto a la subida del nivel del agua del mar, otro tanto. Y si se adelanta ya tengo pensado comprarme una casilla en Capileira o Trevélez, donde hay mejor jamón. Así, mirando al norte, contemplaré una de las pocas montañas nevadas que quedarán en España y, mirando al sur, me deleitaré con la vista de las aguas plácidas del Mediterráneo.

No contaba con que el cambio climático pudiese afectar a la mente de las personas. Y no es que yo esté muy conforme con el género humano pero las gentes me gustan como son. ¿Qué sería de este blog si mutan o muto?
Es por esto por lo que estoy asustado. Las personas, mis personas, están cambiando. Y están cambiando a marchas forzadas. Cuento cambios percibidos en las últimas 48 horas y que el lector saque sus conclusiones.

En ocasiones me he referido a Mister Diamond que siempre deja el euro encima de los periódicos, a Millonetis que me paga con un billete de 50 o 100 euros o a Calderillas que paga su diario con un mínimo de 10 monedas. Es anormal, casi paranormal, que, un mismo día, Mister Diamond me entregue el euro en la mano, Millonetis me dé el importe justo y Calderillas me pague con un billete de 20 euros, repito, 20 euros, al adquirir su AS matutino.

El Economista es un periódico que, a pesar de su nombre, trata de economía. Desde que salió al mercado vendo uno a la semana (se lo lleva Millonetis los lunes). Ayer lo agoté. Sólo me trajeron 2 pero eso no justifica la anormalidad de la situación.

El Apocado sigue siempre la misma táctica: se para ante el quiosco, echa un vistazo al putiferio barato (2 películas por 9,95), duda, se va, vuelve a la media hora, entra a matar, se las guarda en el bolsillo, paga y desaparece. Ayer cambió el planteamiento. Llegó, observó el puteferio barato, levantó la mano y dijo: “esa”. Hot Video. Sólo 14,95 €. No es normal.

Recibo una nota de una de las distribuidoras. “Comprobado el peso de los paquetes hemos acordado ACEPTAR su reclamación”. Esto no es ni normal ni anormal. Es un milagro.

Esta misma mañana, desde que la memoria me alcanza, he cuadrado por primera vez, y a la primera, una factura. Miento un poco. Había un descuadre producido por el consabido error de suma de KIOSNET.

Las tarjetas de metro y autobús las compramos en paquetes de 100. En el mejor de los casos, de cada 100 vendo 99. Del último paquete me quedan 9 y el ordenador dice que quedan 9. ¡Asombroso!

Autocasión es una revista mensual que lleva precios de coches de segunda mano. Desde que me la traen no he vendido ni una pero perdí varias hasta que opté por devolverlas el mismo día que las recibía. Este mes he recibido una que he colocado en lugar preferente en la seguridad de que no la perderé.

Tengo un cliente que hace la colección de Waterloo. Los números que salieron durante mis vacaciones los fuimos recuperando durante el mes de septiembre pero había uno, el 34, correspondiente a la tercera semana de julio que no lográbamos conseguir. Por dos veces me apareció en factura. Sin embargo, los soldaditos no acababan de llegar a su destino. El cliente andaba desesperado y a mí me desesperaba no poder darle ninguna esperanza sólida. El lunes, por fin, llegó el dichoso paquetito. Hoy ha llegado otra vez. Estoy pensando en regalarle uno de los dos. Así irá haciendo banquillo por si se le lesiona alguno en medio de la batalla.

Hasta el saldo de la cartilla parece haberse estabilizado con ligera tendencia al alza. Tanta coincidencia no puede ser casual. El cambio climático nos afecta y no me gusta. Este “negocio” está perdiendo parte de su gracia.
Estoy asustado.

viernes, noviembre 17, 2006

Informática y quioscos II: KIOSNET

KIOSNET debería ser el programa estrella de Cyberpoint. KIOSNET es una mierda pinchá en un palo. A las pruebas nos remitimos.

Novedades

El análisis de la aplicación ha tenido en cuenta algunas de las dificultades que presentaba KIOS2001 y se han adoptado soluciones con muy buen criterio. Veamos las más espectaculares.

1. Código de barras. El código de barras estaba asignado al título y el número concreto de cada edición se ajustaba a la segunda parte del código. Como comentábamos en Informática y quioscos I, esto obligaba a que, sobre todo en las promociones, tuviésemos que crear un título diferente para número. KIOSNET asigna el código de barras completo a cada número en particular. Las revistas normales funcionan como siempre y si el escáner no detecta bien el número, basta pulsar el icono de “correlativo” y asunto concluido. Las colecciones/promociones con códigos distintos para cada número hay que buscarlas por el título, seleccionar “colección” y ya está. Para mi gusto, las colecciones deberían incluir un campo descriptivo. El cliente, por ejemplo, no pide el número 20 de Mis animales favoritos. Pide el Chimpancé y a ver quién averigua a que número corresponde.

2. Artículos con doble IVA. Comentábamos lo laborioso que resultaba tratar las revistas con regalo adjunto porque al papel se le aplica el 4% de IVA y al regalo el 16%. Sólo con marcar la casilla “doble IVA”, en una sola línea y sobre la marcha, podemos dar de alta el artículo. Problema: si la revista lleva unas veces doble IVA y otras no, el programa se encalla. Solucionable.

3. Prensa. Pasa a funcionar de forma similar a las revistas, manteniendo parte de las características anteriores.

4. Descarga de albaranes. Cuando el quiosquero llega por la mañana y conecta el ordenador, selecciona la opción “descarga de albaranes” y el aparato accede directamente a Internet bajando los albaranes de las empresas del grupo Legista. En esta zona, Distribarna. No es que Distribarna sea una empresa con excesivo volumen de entregas pero sí es posible que tenga más títulos que ninguna otra. El tiempo que se gana al no tener que introducir manualmente los albaranes es impagable. Cuando llega el repartidor sólo hay que comprobar que esté toda la mercancía. La maravilla es que elimina la posibilidad de que uno no se entere de que falta un paquete hasta que llega la factura.

Desastres

Cuando el técnico instala KIOSNET, lo primero que hace es convertir la base de datos al nuevo diseño. Habrá creado un nuevo proveedor, DISTRIBARNA ONLINE, que será el receptor de los nuevos albaranes. Durante un tiempo ambos proveedores convivirán. Tendremos problemas al vender y al hacer las devoluciones porque cuando se introduce un código, el quiosquero no sabrá a cual de las dos Distribarna pertenece. No problem. En unas cuantas semanas se habrán vendido o devuelto todos los productos de DISTRIBARNA OLD y podremos “despromocionar el proveedor”.

1. La conversión de la base de datos funciona mal, básicamente en los productos de doble IVA. En bastantes casos, el programa sólo adquiere el precio del producto base y, si el quiosquero no se da cuenta, estará vendiendo por debajo del precio de coste. La mayoría de listados estadísticos no funcionan Se limitan a dar el mensaje “Es necesario realizar una depuración de los datos” pero no hay ninguna opción para realizar tal depuración.

2. Se han suprimido la mayoría de estadísticas o no funcionan.
• Informe de stocks. Este listado era de mucha utilidad porque cuando no te salían las cuentas uno sacaba el listado valorado y, quizá, el problema estaba en que tenía demasiado género en el quiosco. Ha desaparecido.
• Movimientos de almacén. Ayudaba a ver las entradas y salidas de un título, lo que permitía averiguar muchas veces por qué algún producto no cuadraba.
• Informe de beneficios. No existe
• Informes en general. Sólo pueden obtenerse para un producto concreto. Los pocos genéricos que quedan, no funcionan por incoherencias en la base de datos.

3. Precios. La estrella de los desastres. Las distribuidoras utilizan hasta 6 decimales en sus precios de coste y así lo entendía KIOS2001.
KIOSNET capa los precios hasta un máximo de 2 decimales. No hay albarán ni factura que cuadre. Si el quiosquero atribuye el descuadre a problemas del programa, cagada: seguro que hay una ligera variación en algún precio, descuenta o porcentaje de IVA. Si el quiosquero repasa a fondo el albarán, cagada: la mayoría de los descuadres lo serán por problemas del programa y habrá perdido un tiempo precioso.

4. KIOSNET no sabe sumar. No he tenido tiempo de ponerme a averiguar en qué circunstancias se produce, pero, cuando se genera una factura, podemos ver un resumen de los albaranes que la componen: La suma de la base imponible más el IVA más el recargo de equivalencia es, en muchos casos, inferior al importe total del albarán.
El quiosquero poco escrupuloso encontrará que el importe de la factura generada por el ordenador es superior al que le ha enviado la distribuidora y la dará por buena. Cagada. Se la habrán colado por retaguardia.

Hay más cosas que no funcionan pero creo que es suficiente con lo expuesto.

Arreglos imprescindibles

1. Depuración de la base de datos.
2. Precios con 4 decimales
3. Ajuste de los códigos de barras de los títulos recibidos vía Internet a los códigos reales que aparecen en las portadas. Esto no es problema del programa sino de la distribuidora y merece, por su importancia, un artículo monográfico.

Mejoras deseables

1. Que funcione y se recuperen los informes que se podían obtener en KIOS2001
2. Actualmente podemos ver la existencia de un título y el número de ejemplares recibidos y devueltos, pero en pantallas diferentes. Necesitaríamos la visualización conjunta de recibidos, vendidos, devueltos y existencias. Y, por supuesto, el número de ejemplares apartados, que uno las pasa magras buscando la revista que le falta y peor si la encuentra y la devuelve. En informática utilizamos el término de stock disponible que, para este caso, vendría muy bien.
3. Plazos de devolución. Cuando el usuario de KIOSNET solicita el informe de títulos que debe devolver, el programa le muestra todos los títulos que vencen en el plazo pedido, independientemente de que haya existencias o no. Sale un listado kilométrico que poco o nada ayuda. Debe existir la opción de que sólo se muestren las portadas con sobrantes y que se pueda elegir si queremos que se incluya la prensa.
4. Los informes valoran los artículos a precio de coste o a precio de venta (sin posibilidad de elección) y, la mayoría, no da suma total. Eso está bien, pero lo que el quiosquero necesita es saber lo que gana. Deberían incluir el beneficio que es, en realidad, lo que interesa.
5. La entrada de la prensa diaria ha de ser más ágil.

Cuando todo esto funcione, KIOSNET será un buen programa. Mientras tanto, si quiere informatizar su quiosco, busque, compare y si no encuentra nada mejor que KIOSNET, siga trabajando como hasta ahora. Y no se fíe si le dicen que esto se va a solucionar en breve. Yo estoy esperando desde abril.

martes, noviembre 14, 2006

Yúrnal espor

Ayer me levanté tarde y con el pie cambiado. En un cuarto de hora pasé por el aseo (lavado de gato) y desayuné (café y vas que te matas). Llegué al garaje con la lengua fuera y, ¡hostias!, con las prisas había cogido las llaves de la moto en lugar de las del coche. Y tenía que llevar el coche porque el almacén estaba repleto y el lunes recogen la devolución. Vuelta a casa y a empezar de nuevo. Estaba llegando al quiosco cuando sonó el móvil: “Señor Quiosquero, soy Salva. Me he dormido”. Pues como yo.
Si el día empieza jodido, no hay forma de recuperarse. A las 4 de la tarde estaba fundido y con un montón de revistas que reclamaban empaquetaje. Por delante pasó Miguel y, cinco pasos atrás, la Gallega. Se paró y se puso en posición de “hoy vamos a hablar un ratito”. Me cachis en la mar, pensé, con el trabajo de tengo. Rebuscó en el bolso y sacó el móvil.
- Écheme 20 euros a este chisme que no sé si tengo saldo y aquella me llama y me dice: “Mamá, llámame tú”. Y mire que la tía es arisca pero, cuando pago yo, se enrolla de mala manera: “Muchos besitos, un abrazo a papá…” Y la jodía cuando está aquí ni se nos acerca, la madre que la parió. Y es que el chisme este no sé lo que le he tocado que me dice que tengo mensajes y no los puedo leer. A ver si un día está su hijo, que sabe mucho, y me lo desatasca.
- Déjeme probar.
Me dio el móvil. ¿Dónde está la tecla de menú?. Ni flores. Apretando teclas llegué a la bandeja de entrada. Pulso. ¿Enviar? ¡Mierda! Quinientas veces y no había manera. Un chaval se acercó a comprar un chicle.
- Niño, prueba tú a leer los mensajes.
- Señora, primero hay que apretar la tecla del menú.
Ni flores. El chico desistió y siguió su camino.
- Este cacharro lo tendré que cambiar algún día y eso que sólo hace seis años que lo tengo y siempre me ha ido bien. Sencillito que si no me hago un lío.
- ¡Pi, pi..!
- ¡Anda la hostia! Ahora pita.
“¿Quiere leer mensajes entrantes?” O.K. “Su saldo es de 1,69 €”.
- Ponga 20 euros.
Recarga. Movistar. Número de teléfono. Importe. Confirmar.
- ¡Pi, pi..!
Me guardé el móvil en el bolsillo.
- ¡Ay, hijo! Me voy a sentar un ratito que duelen las coyunturas.
Dejó caer el culo sobre Primeramà.
- ¿Yúrnal espor?
- No señora. De extranjero sólo tenemos Le Monde.
La señora me mira extrañada.
- Yúrnal espor.
- Jefe, esta quiere el periódico que se lleva el tarugo, el del Barça.
- ¡Ah! El Espor.
Se lo señalo a la extranjera y me paga.
- Grache tante.
- Chao.
Y se va.
- Menos mal – le digo a la Gallega- que usted saber idiomas que si no ésta se me escapa.
El quiosco empezó a agitarse al ritmo de sus carcajadas.
- ¿Idiomas, jefe? Español y mal hablao. El que es un hacha es el Miguel. Cuando estaba en el hotel, había un tío que venía de Nueva Yor y el único que lo entendía era él. Medio quilo se gastaba el fulano en la habitación pero a comer, a mi casa. Decía que no le gustaba lo que le ponían por ahí. Y yo le ponía un arroz de marisco… No le gustaba el mixto. Y por la mañana venía y me decía: “Sanduich” y yo lo mandaba al bar de la esquina pero ni caso. Lo llevamos a Carballeria y el morlaco va y pide patatas fritas con güevos, la madre que lo parió, que comer eso en Carballeira es pecado. Y se acercó una señorita y le dejó una tarjeta. Bueno, eso fue en un puticlub al que lo llevaba Miguel. La señorita dejaba la tarjeta para que llamaran si querían cachondeo y el Miguel le preguntaba si quería una. Que yo no sé si la mindungui era para el americano o para mi marido, allá se las componga. Y el tío decía que nones que él no se gastaba 5.000 pts. que me parece que valía entonces. Y el Miguel le dice: “Eres feo, estás viudo, pues si quieres retozar con una tía tendrás que pagar ¿no? Y el otro le contestaba, en inglés ¿eh?: “¿Ves? –se metía las 5.000 pts en un bolsillo-. Me voy al servicio, me saco la tita, una palmadita por aquí, una por allá, otra por arriba, otra por abajo, me cambio el billete de bolsillo y ya está. Acabo de ganar 1.000 duros”. Todas las noches venía a cenar a casa y se ponía morao. El Miguel en cuanto le da sueño se acuesta y a aquí me tiene a mí entreteniendo al americano. Mientras, doblo la ropa y la plancho. Pero a las 2 de la mañana estoy hecha unos zorros y le digo “Mister, pasillo”. El tío me entiende: “Tumoro”. Eso, tumoro, tumoro. Pero ve pillando las escaleras. Mes y medio se pasaba cada año el tío.

Se levanta.
- Bueno, jefe. Ya le he dado esta tarde la castaña. ¡Uuuuuy! ¿No oye las bielas como chillan? En un par de semanas tendré que ir al chino a que me las enderece un poco. En setiembre se me hincharon las manos y la dotora me decía que era una infección. ¡Una infeción! Y ¿por dónde se me había metido el bicho si no había ninguna llaga?. Me recetó un montón de antibióticos pero no me los tomé. Me fui al suraca y me lo arregló en un santiamén: “Le habrá dicho que era una inflamación”. ¡Inflamación! Coño, ni que estuviera sorda.
Mientras hablaba iba registrando el bolso.
- ¿Dónde leche he puesto el móvil?
- ¿Está buscando algo?
- El móvil, coño, que no lo encuentro.
- ¿Cómo lo va ha encontrar si lo tengo yo en el bolsillo?
- ¡Anda el cachondo jodío! Y yo creía que todavía no había nacido el que me tomara el pelo… ¡Será jodío!

viernes, noviembre 10, 2006

El timo de la estampita

Orbit ha sacado al mercado el chicle Orbit Box al precio de venta recomendado de 3,95 €. Tres sabores: menta, fresa y yerbabuena. El bote o frasco es ideal, dicen, para colocar en la mesa del despacho o en el posavasos del coche. Tiene, además, una hendidura en la tapa que invita a apoyar en ella el cigarrillo.

El bote contiene 70 grageas. El equivalente a 7 paquetes normales. El cliente se ahorra casi un euro y el quiosquero vende 70 chicles de una tacada. Hasta aquí, todo perfecto. Hasta que Dalr hizo la pregunta del millón:
- ¿El bote te deja el mismo porcentaje de beneficio que los paquetes?
- ¡Hombre, no! Es una especie de oferta. Pero espera que voy a ver si hay diferencia de coste.

¡Coño si la hay! 70 grageas de bote cuestan al quiosquero 52 cts más, IVA incluido, que 70 grageas de paquete. O sea, entre el coste que es más alto y el precio que es más bajo, un quiosco “pierde” casi 1,5 € (250 pts) por cada bote vendido. El representante me dice que eso es así porque un bote de plástico es más caro que siete papeles de envolver. ¿Y el bote lo tengo que pagar yo?

Por el momento he dejado de vender chicles en bote. A mis clientes habituales les diré que se guarden el bote y les venderé siete paquetes a precio de oferta. Así “pierdo” menos.

miércoles, noviembre 08, 2006

Informática y quioscos I: KIOS2001

Antes de entrar en materia, una advertencia:
Si es usted quiosquero, tiene intención de mecanizar el quiosco y le han ofrecido el programa KIOSNET de Cyberpoint, no tenga prisa y espérese. En estos momentos KIOSNET es un desastre.

Cuando iniciamos nuestra andadura en el quiosco, en el gremio nos ofrecieron un programa de gestión al precio de unas 60.000 pts. Nos dieron una muestra, para probarla durante 30 días, que se componía de un CD, un disquete y un número de teléfono. A tal fin y pensando en el ahorro de espacio, me había comprado un ordenador portátil que, mire usted por donde, no llevaba lector de disquetes. Probé a instalar el programa en el ordenador de casa. Todo fue bien hasta que se me solicitó que pusiese el disquete en el lector. Así lo hice. Intro. Al primer tapón, zurrapas: “El archivo z.x no se encuentra”. Entendí para qué valía el teléfono del pack y llamé. Me salió el contestador. No me gusta hablar con las máquinas. Colgué. Durante días sucesivos fui llamando a distintas horas y siempre se ponía al aparato el dichoso contestador. No tuve más remedio que dejar un mensaje. Todavía estoy esperando a que me llamen. Poco serios. Hay que buscarse la vida por otro lado.

Dalr descubrió que Cyberpoint del grupo Logista, grupo al que pertenece Distribarna, distribuía un programa para gestión de quioscos. Llamé al inspector y, a los pocos días, recibí la visita de un técnico que me explicó los fundamentos del programa y me dejó unos folletitos orientativos. Y su número de teléfono. Estábamos en vísperas de las vacaciones del verano de 2005 y le pedí que me cargase una biblioteca de pruebas para estudiarlo. Dediqué a ello buena parte del tiempo de descanso.

KIOSNET se compone, básicamente, de dos partes:
• Módulo de venta, KIOSTPV. Es la aplicación que nos permite registrar las ventas, apartar productos y acceder a las reservas de género.
• Módulo de gestión, KIOS o KIOS2001: Gestiona la entrada de albaranes, preparación de las devoluciones, hoja de prensa y control de facturas. Desde este módulo se mantiene la base de datos de clientes, proveedores, artículos y reservas e incluye distintas estadísticas, en consulta o listado, que nos ayudan a controlar la gestión del quiosco.

Aclaración
En la vida real no hay milagros y en el mundo laboral menos. La informática nunca es una solución; es una ayuda. Y al que algo quiere, algo le cuesta. Quiero decir que, cualquier aplicación que instalemos, nos exigirá un esfuerzo adicional en el inicio para que, después, las cosas sean más fáciles y las tengamos más controladas. El punto de inicio del trabajo en un quiosco es la recepción del género y, es aquí, donde hemos de emplear este esfuerzo adicional. En un quiosco manual, cuando el género se recibe, se coteja con el albarán de envío, se pone a la vista y puerta: a vender. En un quiosco informatizado habrá que introducir cada uno de los títulos que componen el albarán, dar de alta los títulos nuevos y comprobar que el importe que nos da el ordenador coincida con el que figura en el albarán. Y esto es sin duda más lento que el método tradicional. Pero, a partir de aquí, todo será más fácil, o casi.

Módulo de ventas KIOSTPV

Desde esta pantalla se realizan todas las gestiones de venta. Aunque parezca que el programa solicita varios datos, con solo pasar el lector por el código de barras de una revista, automáticamente quedará registrada la venta de un ejemplar. Los problemas que se puedan presentar derivaran siempre de la mejor o peor legibilidad del código de barras.

Otras funciones del módulo:
• Acceder a las reservas pendientes de entrega y entregarlas.
• Apartar género para clientes con o sin entregas a cuenta.
• Generar albaranes de clientes.
• Servir el género apartado.
• Generar comprobantes de venta.
• Asignar un número de cliente a una venta para generar factura resumen.
• Comprobar en cada momento el estado de la caja desde el último cierre.
• Cierre del punto de venta. Operación a realizar al final del día. Inicia el contador de caja y puede emitir un listado de cierre por el global del día, desglosado por título o desglosado por movimientos.
• Arqueo. Situación global de la caja. Muestra el importe de las ventas del día, las cantidades cobradas por albaranes de clientes y las facturas pagadas por caja.
• Resultado. Calcula el beneficio teórico de las ventas en un periodo de tiempo.

La aplicación permite la venta de productos cuyo albarán de entrada todavía no ha sido registrado. Sólo es necesario que el artículo esté dado de alta.

Módulo de gestión KIOS2001

1. Hoja de prensa
Es la primera faena de la mañana. Se muestra una pantalla donde se visualizan los títulos de los periódicos que nos sirve el proveedor seleccionado, en el mismo orden en que figuran en el albarán de entrega. Sólo hay que teclear las cantidades recibidas. Al cerrar el programa se asignan las reservas que nos hayan hecho o el correspondiente albaran si es que el cliente no paga al contado.
La misma hoja sirve para generar la devolución. En otra columna se teclean las cantidades sobrantes y podemos ver al momento el número de periódicos vendidos.

2. Albaranes de proveedores
La faena es un poco más laboriosa. Se ha de seleccionar la distribuidora y teclear el número de albarán y la fecha de cargo. A partir de aquí, escanear el código de barras de cada título e indicar el número de ejemplares recibidos. Si el albarán no cuadra, céntimo arriba, céntimo abajo, hay un error en cantidad, precio o IVA. Rectificación o reclamación.
Hay una opción que permite ver si quedan ejemplares de números anteriores.
El cierre del albarán genera las reservas o albaranes pertinentes.

3. Devoluciones
Seguramente la estrella de la aplicación. Se coge el montón de revistas por devolver y se van pasando por el lector de códigos de barras. Si la revista no es del proveedor seleccionado, la rechaza. Incluso, a veces, indica de quién es en realidad. Cuando se ha acabado el montón o el paquete es lo suficientemente voluminoso, se cierra la devolución, indicando el número que la distribuidora le ha asignado, y se teclea la fecha de abono. Imprimimos el resultado, ponemos el papel encima del paquete, atamos y arreando… Por funcionamiento del programa no hay error posible.

4. Artículos
El mantenimiento de la base de artículos es, a mi modo de ver, la parte más floja y laboriosa del programa. Más, cuando los artículos son la madre del cordero.
- Prensa. A cada título se le asignan los días de la semana que sale el periódico y el porcentaje que recibe el quiosco. Sólo admite un precio de venta por lo que es necesario crear precios especiales para el domingo o cualquier otro día que salga con un precio diferente al establecido.
- Revistas. De igual modo hay que asignarle un IVA, un precio de venta y el porcentaje de comisión para el quiosco. Presenta un problema importante: cuando un título se compone de dos productos de diferente IVA, hay que crear dos títulos en la base de datos y, en programa aparte, anexarlos de modo que, al vender uno de ellos, se venda el conjunto.
- Otros. Agrupa a tabaco, chucherías, chicles…En general, a todos aquellos productos que no generan un precio de coste a partir de su precio de venta.

5. Facturas
Tanto en la entrada de albaranes como en la entrada de devoluciones hemos indicado la fecha de cobro o abono. Para generar la factura teórica basta con teclear el código del proveedor y la fecha de la factura. Si todo es correcto, la factura teórica y la real cuadraran salvo en los portes. Si no se produce el cuadre habrá que investigar qué albarán no recibido nos ha sido cobrado o qué devoluciones no aparecen en la factura.

6. Otras funciones
- Mantenimiento de clientes
- Mantenimiento de proveedores
- Gestión de reservas
- Pedidos de clientes
- Albaranes de clientes
- Facturas de clientes
- Albaranes de otros productos
- Facturas de otros productos
- Pedidos a proveedores
- Movimientos de almacén
- Gestión de stocks
- Estadísticas
- Modulo de aparición de revistas. Permite visualizar en que fecha se han recibido los distintos números de una revista y cuando se produjo su devolución
- Plazos de devolución de revistas. En función de la fecha de llegada y la periodicidad de la revista, permite imprimir los títulos cuya fecha límite de devolución está comprendida dentro del periodo solicitado. Una funcionalidad permite que, al conectarse a KIOS2001, se visualicen automáticamente las revistas que vencen en el día de la fecha.
- Consulta de stocks. Desde varios puntos se puede acceder a la visualización de las existencias de cualquier número de una revista.

Ventajas• Mejor control del quiosco
• Podemos saber si queda o no un determinado número de una revista concreta
• Conocemos la fecha de llegada de cada revista
• Conocemos las revistas que hay que devolver cada semana
• Las devoluciones salen como churros
• Se puede evitar cierto papeleo
• Mayor facilidad en el cuadre de facturas
• No es necesario acordarse de los títulos reservados

Inconvenientes
• Lentitud en la entrada de albaranes, mucho más teniendo en cuenta que el reparto suele llegar a las horas de mayor afluencia de público
• Todo se ha de hacer en el quiosco. Aun en el caso de que el quiosquero tenga instalado el programa en el ordenador de su casa, la faena que haga fuera del quiosco no le valdrá de nada, salvo que, mientras él trabaja en casa, nadie trabaje con el ordenador del quiosco.
• Si hay dos o más personas vendiendo, solo una tendrá acceso al ordenador

Cagadas
• Doble IVA
El proceso de alta de títulos con doble IVA es latoso. Y hay muchos: las colecciones (la cartoná) y las revistas con regalo. En la entrada de albaranes, si un artículo no existe puede darse de alta sobre la marcha. Los que tienen doble IVA obligan a salirse del proceso de albaranes para poder anexarlos.
• Promociones
Alguna de las promociones que acompaña a los diarios tiene un código diferente para cada número. Es necesario que se cree un título por número. Cuando llega el papelito verde de Marina es para ponerse a temblar.
• Albaranes de vencimiento múltiple
La mayoría de las distribuidoras no mezclan en el mismo albarán publicaciones cuyo pago haya de realizarse en fechas distintas. SGEL, sí. Cuando se genera una factura, los albaranes se asignan según el primer vencimiento y la factura no cuadra. No es posible marcar, dentro del albarán, qué artículos no se han facturado para mantenerlos pendientes.
• Devoluciones no recogidas en factura
Sucede igual que con los albaranes. Cuando una publicación devuelta no aparece en la factura correspondiente hay que ingeniárselas para mantener viva la línea no devuelta. Y el ingenio se traduce en trabajo.
• Número de devolución
Cagada de principiantes. En el campo destinado a teclear el número de devolución que nos asigna la distribuidora no caben todos los dígitos (Marina). Sin embargo, una vez cerrada la devolución, accediendo por “devoluciones anteriores”, se puede teclear el número completo. Arreglar esto no debe llevarle a un programador más de 10 minutos.
· Precio medio. El beneficio por venta de los artículos denominados "otros" se calcula en función del precio medio de coste. Este precio medio, en la mayoría de los casos, está mal calculado.
• Hay bastantes más, pero no merece la pena dedicarles más tiempo. El programa que ahora se instala es una nueva versión y ésta si que es de Premio Nobel. Hablaremos de ella en el próximo capítulo.

domingo, noviembre 05, 2006

El repartidor de cruasanes

Me había olvidado de él y eso es imperdonable porque era uno de los personajes más carismáticos de mi quiosco. Lo heredé junto al chiringuito. Cada mañana traía una caja de cruasanes para un bar cercano que abría un poco más tarde. La mayoría de las veces pasaba antes de que yo hubiese llegado y dejaba la caja en el escalón de un portal cercano, hasta que una rica la recogía aeso de las 7,30. Alguna vez se los llevaba mojados porque a los perros madrugadores les encantaba levantar la pata justo sobre la caja. Lamento no haber llegado a probar un cruasán “espolvoreado con orines de perro”.

Por entonces yo llegaba a las 6,25 dado que la apertura oficial era a las 6, pero los clientes afluían antes de que hubiese colocado el material y eso me hacía ir de culo toda la mañana (Murphy), Sacrifiqué media horita de sueño y empecé a llegar a las 6. Entonces lo conocí. Era un tipo chaparrete, un poco rechoncho, gafas de culo de vaso y voz aguardentosa. ¡Ojo! Voz aguardentosa; asunto de cuerdas vocales porque jamás me dio la sensación ni el olor de que el buen hombre hubiese empinado el codo. Cuando coincidíamos hablábamos un par de minutos porque siempre iba con el cohete en el culo. Y el tema favorito de nuestra conversación era la putada que es trabajar y, más, a una hora en que lo normal sería estar calentito en la cama.
- Somos un par de vagos –me decía-. Y hay capullos que dicen que el trabajo dignifica.
- Yo sólo me he encontrado un tío más vago que yo y era mi padre. Yo le comentaba que jamás había tenido ganas de trabajar y él me decía: “Yo sí. Pero me las he aguantado”.
- Tu padre no era vago, hombre, era inteligente.

Y así nos íbamos animando mientras yo bajaba el toldo y él colocaba la caja de cruasanes en el escalón.
Un día me levanté inspirado.
Cuando el repartidor apareció inicié la conversación.
- ¡Mírame! ¿No me encuentras nada raro? –se paso un minuto de observación-.
- Pues la verdad es que no. Te veo como siempre.
- Pues estoy pensando en cerrar e irme al médico.
- ¿Y qué te pasa?
- Verás, es que esta mañana, durante un momento, sólo un momento, me ha parecido que tenía ganas de trabajar.
Echó a correr camino de la furgoneta.
- ¿A dónde vas?.
- ¡Coooño, que eso se pega!

No lo he vuelto a ver.