jueves, diciembre 18, 2014

Pecado de vanidad

Estoy preocupado. Sé, porque me lo han repetido a menudo, que mis neuronas no son de cromo-vanadio y que con la edad se desgastan con mayor rapidez que las de otras personas más dotadas. Aun así me molesta comprobar que ande falto de inteligencia, que se me olviden las cosas y que mis razonamientos rayen en lo ridículo.
Hace poco más de un mes escribí el post “La guerra de los cupones” en el que denunciaba que los esbirros del Sr. Conde me soplaban 22 cts. en cada ejemplar de Cinco Días que vendía amparado en un cupón de El País y, debido a un subidón de mi vanidad, me quedé la mar de ancho al subtitularlo “el retorno del Jedi”, tal como si en un héroe de las galaxias me hubiese convertido.

Durante varias semanas he venido en reclamar el abono erróneo de los cupones, sin fijarme siquiera que los 22 cts del post eran, en realidad 18; hasta las tablas de restar me fallan… Y, como estaba convencido de la lógica y veracidad de mis razonamientos, encima me he permitido un nuevo arranque de arrogancia. Sobre la fotocopia de la hoja de factura que, yo consideraba, estaba mal, incluí el siguiente comentario chulesco:


Han tardado algunas semanas en contestarme y, ¡hay que ver si seré iluso!, que incluso había supuesto que mi clase magistral de matemáticas había hecho saltar chispas en los bien amueblados cerebros de los esbirros del Sr. Conde (y Grande de España). La respuesta, no obstante, ha sido de una claridad meridiana:
- Los cálculos [del valor abonable del vale] son correctos

¡Mísero de mí! No había caído en que EL PAÍS es una notable ONG que le ofrece a sus clientes la posibilidad de culturizarse en economía a un precio subsahariano. Por eso, les regala una parte del diario CINCO DÍAS y cuenta que sus colaboradores, los quiosqueros, añadan su ganancia para que las Hermanitas del País puedan llevar su caridad a los necesitados.
Aunque bien pudiera ser que en esta apreciación también yo estuviera equivocado y todo lo anterior sólo fuese una mala elucubración de mis alzhéimicas neuronas, en cuyo caso, la parte que aún funciona de mí pide humildemente disculpas.