viernes, enero 30, 2015

SGEL: ¿cómo se llama el aparato que mide las entregas?

El halago debilita. Quisimos tirarnos un detalle y mostrar que éramos capaces de reconocer cuando los demás hacían un buen trabajo y la hemos cagado. El artículo no ha afectado a SADE, pero lo que es SGEL… Veníamos diciendo que la distribuidora estaba funcionando bien, salvo en lo que se refería a determinadas entregas, precisamente las que  correspondían a paquetes que llevaban solamente una o dos revistas; de las caras, eso sí. Y decíamos que el problema parecía resuelto desde que, a principios de año, nos llegó un chorro de estos paquetes y comprobamos (seguramente, ellos también) que había un error en el número de ruta.
Poco dura la alegría en casa del pobre; 15 días apenas ha durado la mejora: la factura de SGEL del 25/01 incluye 6 ALBARANES 6 de los que no tenemos constancia, o sea, sin noticias de SGEL y sus entregas. Dos de estos paquetes deberían haber llegado el 19/01, y los otros cuatro, el 23. Esta vez no se han conformado con albaranes low cost; esta vez hay albaranes que duelen un poco: hablamos de un importe de 108,05€ +IVA. Por si fuera poco, es la segunda vez en tres semanas que las devoluciones no llegan a tiempo de entrar en factura y quedan para la semana siguiente (eso esperamos). En resumen, ciento y pico euros que se van a tomar viento y casi otros mil que permanecen standby. Menos mal que el quiosco es rentable y su economía resiste perfectamente estas pequeñas escaramuzas… Y si no, contabilizamos la partida como pérdidas y encimas nos ahorramos impuestos. ¡Jo! No hay mal que por bien no venga.
Reclamaremos los 6 paquetes y en unos días, o semanas, recibiremos la correspondiente contestación:
-       Estimado cliente (ya es algo), una vez analizada su reclamación hemos resuelto rechazar las siguientes:
Revisados los pesos y configuración de la paquetería, procedemos a rechazar los siguientes títulos: (los que correspondan al paquete de cuya existencia nunca supimos)
o
-       Estimado cliente, una vez analizada su reclamación hemos resuelto rechazar las siguientes:
Revisadas la ruta y configuración de la paquetería, procedemos a rechazar los siguientes títulos porque están bien entregados: (los que correspondan al paquete de cuya existencia nunca supimos)
(Esta última redacción es mía; no tengo a mano las notas de rehúse)

¿Qué método o aparato sigue o utiliza SGEL para controlar que los paquetes están bien entregados?

sábado, enero 24, 2015

SOCIEDAD ANÓNIMA DISTRIBUIDORA EDICIONES

Del contenido de los tropecientos últimos post llegará el lector a la conclusión de que aquí sólo sabemos quejarnos y nos limitamos a denunciar todo aquello que a nosotros nos parece mal. Es cierto, pero no es menos cierto que apreciamos las medidas que las distribuidoras van tomando en aras de mejorar nuestra relación; tentados por el diablo, es seguro que pensaremos que tales medidas no se toman precisamente para favorecernos, sino para controlarnos mejor, pero, en todo caso, el resultado es el mismo: cuando una distribuidora mejora su gestión, esta mejora también beneficia a los vendedores.
Hace mucho tiempo, antes de que nos declarasen inútiles totales, SGEL implementó el método de doble pasada en el control de devoluciones y quienes nos acogimos al nuevo sistema salimos ganando en el sentido que lo que decían las facturas se parecía cada vez más a los paquetes recibidos y devueltos, y, aunque perdimos la posibilidad de reclamación, yo, particularmente, salí ganando.

Desde que he vuelto a implicarme un poco en la marcha del quiosco, observo la enorme mejora en el funcionamiento de una distribuidora a la que, sarcásticamente, denominamos SADIBARNA por haber conseguido aunar en una sola empresa los defectos que aquejaban a SADE y DISTRIBARNA. En este tiempo SADE ha cambiado. Da gusto cuadrar una factura de esta distribuidora; podemos discrepar de la forma de hacer, pero de lo que no cabe duda es que la diferencia entre la factura que nos mandan y la que propone nuestro sistema informático apenas supera unos pocos céntimos. Y cuando estas diferencias son sustanciales, muchas veces podemos comprobar que el error ha sido nuestro. Por si fuera poco, las reclamaciones que enviamos suelen tener una respuesta rápida y positiva.
Yo, por lo menos, estoy de enhorabuena.


Dicho esto, prosigamos…

lunes, enero 19, 2015

Logística de Medios: Molt bé

Pasada la Navidad, consumidos los turrones, digeridos los mantecados y con el colesterol por las nubes, pensaba que este año me había librado de hablar del aguinaldo de los quiosqueros. No ha sido así.
A base de machacar cada 23 de diciembre, sabemos que, en cumplimiento de la norma de abril del 72, los editores pagarán al quiosquero, dos veces al año, una comisión doble de la habitual. Hemos aprendido también que el incremento de la comisión es repercutida en el cliente por los editores de Cataluña y por alguno de Madrid (resumiendo: por todos los diarios menos los de economía, ABC y La Razón), y que éstos nos echan al público encima cuando, en portada, los diarios le explican que el incremento de precio es para la limosna debida a los desgraciados de los vendedores, lo cual se traduce en que, de vez en cuando, un lector nos tire el periódico a la cara y nos diga que él el aguinaldo lo da a quien le da la gana y no por obligación.


Siempre he tenido la duda de qué hacer con los suscriptores y con quienes pagan con un vale. He pensado que mis suscriptores tienen su periódico pagado y que yo no puedo retenérselo si no contribuyen con el aguinaldo; por eso, nunca he reclamado tal estipendio aunque he visto que otros quiosqueros sí lo hacen.

Este año se me ha aclarado un poco el panorama. Las dos distribuidoras de prensa han avisado por adelantado el precio que debía cobrarse el día 23 de diciembre por los diarios que distribuía; nada nuevo en el firmamento: lo hacen todos los años. Pero Logística incluye una nota adicional: Si usted canjea ejemplares de cualquier publicación por vales de suscriptores, en ningún caso deberá cobrar suplemento alguno al suscriptor, el abono de estos vales se le efectuará teniendo en cuenta el precio real de esta edición.
Así, con dos cojones (por lo menos).


O sea, que yo pensaba bien y los suscriptores no estaban obligados a darme aguinaldo alguno. Faltaba ver qué entendía Logística por “precio real de esta edición”. En la pertinente factura lo comprobamos: Logística ha pagado las suscripciones, tanto las domiciliadas en quiosco como las retiradas mediante vale, a precio de portada, es decir, Logística nos ha pagado de su bolsillo el aguinaldo de sus suscriptores.
Así, con otros dos cojones (por lo menos).

No ha hecho igual la distribuidora del Sr. Conde (y Grande de España).
Por sus obras los conoceréis.



sábado, enero 17, 2015

SGEL: Sistema Internacional de Pesos y Medidas II

Probablemente no he entrado con buen pie en el año; quizá mejor debería decir que salí del otro a trompezones. Salvo pequeños problemas de ajuste, SGEL me venía funcionando bastante bien: unos cuantos paquetes que no llegaban, la balanza más o menos desajustada y poco más. En las últimas semanas todos los cacharros electrónicos, y no sólo la báscula, la han tomado con este quiosquero. En abril de 2006 (Feina ben feta) y diciembre del mismo año (SGEL ¡Olé tus cojones!) ya me quejaba del lío que los lectores de códigos de barras se hacían al pasarlos sobre los rayajos identificativos que incorporan las revistas. La vida sigue igual, cantaba Julio Iglesias; me parece que vuelve a suceder lo mismo. 
 Hace unos días, dalr llegó ligeramente cabreado. 
- SGEL me ha mandado una revista rehusada por fuera de plazo. Y no es de las baratas: 14€. Salva jura por sus muertos que las revistas caras que no se venden las devuelve la misma semana que llegan. 
- Bueno, a veces alguna se queda escondida y aparece cuando ya no se está a tiempo de devolverla. De todos modos échale un vistazo, ya sabes que a menudo mandan un ejemplar del año de la catapún y luego la electrónica se vuelve loca con la fecha de defunción. 


Nos conectamos al ordenador del quiosco y comprobamos la cadencia de llegada de la revista (ECONOMÍA EXTERIOR). En efecto, la revista llega cada tres meses más o menos. En julio llegó el número 69 y se devolvió en el mismo mes de julio; este año hemos cerrado por vacaciones y dejamos el quiosco vacío (aseguro que se ha aprovechado la circunstancia y Salva ha hecho una limpieza a fondo), por tanto, es muy difícil que se dejase la revista olvidada. El número 70 llegó el 13 de octubre y se devolvió el 4 de noviembre y, tal como dijo Salva, el 29 diciembre llegó el número 71 y se devolvió el mismo día 29 (devolución G501.01). 
(Los otros dos movimientos del número 71 que aparecen en pantalla tienen la siguiente explicación: 
• G501.F: movimiento negativo para cuadrar la factura 
• G503.7: la revista se ha devuelto nuevamente)

 - Esto debe ser un error similar a los que antes se daban en SADE; acuérdate que si se devolvía una revista la misma semana que llegaba, los registros de entrega aún no habían llegado al departamento de devoluciones y nos rechazaban la revista porque la cantidad devuelta superaba a la entregada. A veces hasta nos indicaban que la revista era NO FONDO –me atreví a aventurar-. 
- No lo sé, ya veremos. 
 Al día siguiente volvió con el albarán de rehúse: 


ECONOMIA EXTERIOR.69 1 ej. FUERA DE PLAZO 
FECHA DISTRIBUCION 4/7/14 
FECHA FIN DE VENTA 17/10/14 
Estaba clarísimo: una revista recibida a primeros de julio no se puede devolver en diciembre. Lo extraño es que Salva había registrado el número 71 y no el 69, y Salva no se inventa los números, que para eso utiliza un lector de códigos de los caros. 
- La revista que nos han devuelto ¿es nueva o vieja? 
- No lo sé –dijo dalr-, arrugada sí que estaba. 
- Entonces la hemos cagado; no podemos demostrar que recibimos el número 71, enviamos el número 71 y nos devuelven el número 69. De todos modos hazme una fotocopia de la revista. 
- Tengo una foto de la portada. 
¡Maravillas del progreso! Así se ha de utilizar el móvil. 
- Ya me la estás guasapeando. 
Y me la guasapeó. 


ECONOMIA EXTERIOR 
Núm. 71. Invierno 2014-2015. 

Hombre, ya no es sólo que el lector de código de barras de SGEL esté escacharrao, es que el tío que decide si yo cobro o no cobro, y si dalr es o no un tramposo, no hace bien su trabajo. Y eso que una de las coletillas de SGEL para rechazar mis reclamaciones es que yo me he acogido a sistema de doble pasada, en cuyo caso se supone que este individuo se va a mirar con lupa mi devolución en caso de que no cuadren el número de revistas enviadas y el que Salva escribe en el albarán. 
Aunque resulte trágico decirlo, nuestra economía está en manos de esta gente.

jueves, enero 08, 2015

SGEL: Sistema Internacional de Pesos y Medidas


Debido a la profesión de mi padre y a las circunstancias de mi yo, a lo largo de mi vida he tenido que pelearme a menudo con los artilugios homologados para obtener el peso y/o masa de las cosas.
Mi primera definición de kilo la obtuve de la Enciclopedia Álvarez y venía a decir que “era la masa de 1 litro de agua destilada a la temperatura de 4 grados centígrados”; por entonces, yo no sabía lo que era “agua destilada” ni “grado centígrado”, y “temperatura” era sinónimo de fiebre. En primero de bachiller se me aclararon las cosas cuando el nuevo libro de matemáticas le definió kilo como “la masa de un cilindro de platino iridiado que se conserva en la Oficina Internacional de Pesos y Medidas de París”; esto era más comprensible dado que lo único que no me sonaba era lo de “iridiado” y supuse que debía ser un sistema de niquelado propio de los franceses, muy caro, por supuesto, ya que se guardaba bajo dos campanas de cristal que yo imaginé blindado.
Aun sin conocer con exactitud qué era un kilo, en mi casa estábamos familiarizados con los instrumentos de pesar; describo alguno de los aparatos más utilizados:

La romana: la utilizaba mi madre para comprobar el peso del pescado, de una papada de marrano o de harina necesaria para los mantecados de Navidad.
En otras casas había una romana grande colgada de una cadena que pendía del techo y que se utilizaba para obtener el peso de un cerdo (en arrobas), un saco de trigo o un pellejo de aceite. Digo pesar y digo bien: en mi pueblo las cosas pesaban; la masa era la mezcla de harina, agua y levadura que utilizábamos para hacer pan. La romana es una palanca con un brazo más largo que otro, con un gancho en el brazo corto y un pilón en el brazo largo que, a su vez, está marcado por la escala de pesos; lo habitual en los años cincuenta es que, por un lado, la escala marcase kilos y, por el otro, libras.

La balanza de platillos: su utilidad era muy variada, desde pesar judías, lentejas o garbanzos hasta preparar los cucuruchos de simiente de pepino o paletadas de azufre en polvo para desinfectar viñas.
El aparato se basa otra vez en la ley de la palanca, en este caso con el punto de apoyo en el centro del brazo; en los extremos del brazo hay sendos platillos, destinado uno a contener el producto que se pesa, y, el otro, un juego de pesas que, equilibrado el fiel, indiquen el peso perseguido. El juego de pesas, si no recuerdo mal, era capaz para 4 kilos, con pesas de 2, 1 y ½ kilo, y las combinaciones de pesas suficientes para obtener una precisión de unos pocos gramos.
Mucho más tarde, en la Universidad tuve ocasión de aprender el manejo de una balanza de precisión en clase de prácticas de Física y practicar lo aprendido en el Laboratorio de Química.

La báscula: cuando de obtener el peso de un cuerpo voluminoso se trata, hay que recurrir a otro tipo de aparatos que permitan depositar el objeto activo.
La báscula es un artefacto con una plataforma destinada a tal fin; el resto vuelve a beneficiarse de la ley de la palanca: la gravedad tira del objeto pesado, fuerza que se compensa moviendo un pilón a lo largo del brazo de resistencia, que está graduado en kilos. Este tipo de báscula no es muy precisa puesto que, para ello, debería disponer de un brazo excesivamente largo; se obtiene mayor precisión con básculas de muelle elástico (dinamómetro), que se basan en la deformación que la fuerza de la gravedad, aplicada a un objeto, ejerza sobre un resorte elástico. Este sistema es mucho más ágil, dado que no es necesario equilibrar masas usando pesas adicionales y es el que utilizan la mayoría de básculas que hoy encontramos en los supermercados o en las farmacias.

A partir de aquí, las pesadas son electrónicas; quiero decir que todos los aparatos que usamos para determinar el peso o la masa de un cuerpo tienen un mecanismo electrónico. No sé cómo se las arreglan las pilas para conseguirlo, pero el resultado es rápido y preciso, y nos podemos permitir el lujo de tener una balanza de cocina, una báscula de baño e, incluso, un pesacartas (el pesaleches es un aparato distinto, que se basa en un principio diferente).
Todo lo anterior viene a cuento por lo que sigue.

Desde primeros de septiembre vengo observando que las facturas de SGEL incorporan cada semana 2 ó 3 albaranes de los que no hay constancia en el quiosco: ni existe el papel que lo soporta ni el género que nos cobran; observo asimismo que, en algunas ocasiones, tanto el albarán como el género llegan con varias semanas de retraso; en otras ocasiones no llega nunca. Por lo general, se trata de un paquete con un solo ejemplar de una sola revista. El protocolo de control de facturas y derramas varias del quiosco prevé y detecta tal incidencia y Dalr hace la correspondiente reclamación vía web y, “como no podía ser de otra manera”, la mentada reclamación queda registrada en los anales de SGEL.


En el apartado de observaciones solemos indicar que el motivo de la reclamación es que “el paquete no ha llegado”. SGEL es más lenta que el Ferrari de Fernando Alonso, pero antes o después llega la contestación:
“Estimado Cliente, una vez Analizada su Reclamación, hemos resuelto RECHAZAR las siguientes:
- Revisados los pesos y configuración de la paquetería, procedemos a rechazar los siguientes títulos… … …”



¡LA BÁSCULA…! SGEL pesa los paquetes. Ya lo sabíamos. Una vez confeccionado el paquete, se pesa; como se conoce el peso de cada revista, es fácil calcular lo que debía pesar el paquete y, si el resultado de cálculo coincide con el que dice LA BÁSCULA, está claro que cualquier reclamación de faltas realizada por el quiosquero es un intento de chorizada por parte del mismo. Chorizada que queda registrada en el histórico de SGEL exactamente igual que ocurre cuando un quiosquero devuelve más género del recibido; este histórico vale, y eso lo pongo de mi cosecha, para medir la honestidad del vendedor en el caso de reclamaciones que queden poco claras.
Dalr debe liderar el ranking de chorizos, toda vez que a mí no se me escapa una y vamos a razón de 2 ó 3 reclamaciones por semana; servidor cuadra los albaranes por ejemplares (Salva) e importe y es harto complicado que Salva se olvide de registrar en el ordenador el contenido de un paquete y, a la vez, pierda el papel del albarán. Por si acaso, cuando una revista no me cuadra, hago que Salva cuente los ejemplares existentes mientras que yo obtengo las ventas registradas. O sea, con BÁSCULA o sin BÁSCULA, cuando ordeno una reclamación es porque me he asegurado que el riesgo de error por nuestra parte es mínimo (a pesar de Ana Mato, el riesgo 0 no existe). Claro que, en nuestro caso, LA BÁSCULA poco o nada tiene que ver: me importa un pepino que los pesos comprobados en paquetería sean correctos; lo que reclamamos es que no llegan los paquetes.


Se dice que el tiempo pone las cosas en su sitio. No es verdad; quien pone las cosas en su sitio es la casualidad y ha sido seguramente la casualidad la que ha hecho que nuestro repartidor haya limpiado la furgoneta y encontrado un montón de paquetitos y el 02/01 se nos hace entrega de nada menos que de 10 mini paquetes de los cuales 9 han sido objeto de reclamación; el décimo, ¡oh, casualidad!, era de fecha 02/01 (precisamente). Ahora devolveremos un montón de revistas que dijimos no haber recibido: Dalr tendrá otros 9  intentos de choriceo detectados por el nuevo modelo de BÁSCULA que, mediante pesada, es capaz de detectar cuándo un paquete llega a destino y cuándo  no.

Claro que, luego, uno se fija en el albarán y ve cosas raras; por ejemplo, todos los albaranes reclamados porque no se habían llegado al quiosco mostraban a la derecha el número 6605 en letras grandes y retintadas; alguien había tachado el número y anotado a su lado 5602. Observando este y otros albaranes resulta que 6605 parece ser la ruta que había seguido el paquete y 5602 la ruta que siguen casi todos los demás paquetes que sí llegaron.

De todos modos, el ordenador de SGEL y su BALANZA indicarán que el tramposo es Dalr.