Pies para quiosquero
Si hace unos meses alguien me hubiera dicho que un servidor iba a levantarse seis días a la semana a las cinco y media de la mañana, me hubiera partido de risa. Nunca me ha gustado madrugar (creía que, simplemente, mi cuerpo no estaba preparado para eso) y mucho menos madrugar para trabajar. Sin embargo aquí me tenéis. Levantándome a esas horas en que aún no han puesto las calles, metiendo la cabeza debajo del grifo para despejarme algo, poniéndome lo primero que encuentro, echándome al estómago lo primero que pillo y saliendo, pies para que os quiero, hacia un cubículo juanto al que ya me esperan unos cuantos quilos de periódicos que han dejado ya un par de distribuidores (lo sé, siempre hay alguien que se levanta antes que tú...).
Lo cierto es que esto del quiosco no está tan mal. Sería mejor si no hubiera que madrugar; si los paquetes de diarios no pesaran tanto; si a media mañana no se te agolparan cuarenta cajas con tropecientasmil revistas que no sabes cómo han llegado hasta allí; si tuvieras un par de metros cuadrados más para moverte; si fuera posible colocar todas las revistas de forma que se vieran; si no te volvieras loco a la hora de preparar las devoluciones (¿qué distribuidora dijiste que traía ESTO?); si los clientes no se pusieran de acuerdo para pedir la loto todos a la misma hora; si los niños no pidieran veintisietemil tipos de caramelos distintos; si tuviera algo más de tiempo para sentarme y descansar estos pies, ay, que me están matando. Los pies...
Lo bueno del asunto, eso sí, es que el día da para multitud de anecdotillas. Historias cotidianas que sólo pueden descubrirse en la calle y que, qué diablos, hacen que la vida sea más interesante. Porque la vida no se agolpa solo en los nutridos estantes del quiosco, impreso en papel satinado. Pasa por delante y está a la vista de todo el que quiera verla.
2 Comments:
Bueno, pues salvo error u omisión, acabo de meterme entre pecho y espalda el blog.
No tengo palabras, Dalr, quiosquera, quiosquero, para expresaros mi enhorabuena. Así que para no irme por las ramas, ya está, enhorabuena.
Elijo este primero post tuyo, Dalr, para reparar en lo posible la injusticia que supone que no hubiera en su momento ningún comentario, justo el día que posiblemente te hubiera hecho más ilusión, aunque a tí, a vosotros, maldita la falta que os hace el estímulo externo, según he podido ver.
Lo que pasa es que jode ver algunos blogs en los que la entrada más peregrina, cursi y sin fuste, genera cantidad de comentarios, eso sí, del mismo tenor. Qué pena. Es el tanto tienes tanto vales aplicado a este mundillo, que, no lo olvidemos, no es tan virtual. Do ut des, eso aquí también funciona. En fin, alla cada uno. Casi, casi merece la pena que esto se quede como está, como estuvo, aunque haya metido yo la zarpa.
El caso es que hasta os he conocido, porque hay en esta misma página una foto de Dalr en su primera mensuación. Por cierto, no sólo inventas palabras, además lo haces con panvocálicas. De vivir Cela se la tendrías que haber regalado.
Hasta casi creo que tengo ubicado el quiosco, así que si algún día me dejara caer por Barcelona, iría allí exclusivamente a preguntar pues, yo qué sé, por dónde se va a Andorra. Algo. El caso es dar por saco.
También habéis contado algo de vuestra familia. Una sucinta y entrañable retrospectiva. Un recuerdo obligado que la gente de bien siempre tiene para los suyos. Y eso, como decía aquél, a todos nos va.
Y vosotros tres, en una justa de perfectos narradores, hacéis que veamos a vuestros clientes, menos clientes, amigos y toda la tropa que desfila por el microcosmos de colorines que es un quiosco.
Y no hace falta hacerse el gracioso para arrancar carcajadas, eso no funciona.
La carcajada surge de la perfecta captación de cada personaje y de cómo lo plasmáis.
Pero ojo, que los clientes también podemos vengarnos. Esta mañana lo hablaba yo con mi quiosquera,(que es más fea que un dolor, aunque yo la quiero porque después de un periodo sin aparecer por sus dominios por una efermedad-mía-, me recibió a besos), que os tenemos que aguantar muchas cabronadas; muchas faltas por el pásate más tarde, y hasta accidentes por no estar en lo suyo, que un día me trabé con una cinta de esas blancas de los paquetes, que no se rompen ni pa dios, y acabé en urgencias creyendo que me había fastidiado las rodillas.
Pero seguimos siendo fieles.
Bueno, que me estoy poniendo pesao, que un abrazo muy fuerte, mis respetos a quiosquera, y a seguir.
Voy a verificarla palabrica de los cojones. A la segunda saldrá.
Coño Marti! Con eso de que te has pasado a las siglas (debíd arme cuenta...) de entrada no te ubicaba. Muchísimas gracias por los comentarios. Espero que nos sigamos viendo a menudo por aquí y por el zompo. Y por supuesto, si nos localizas estaremos encontados de recibirte quiosquero, quiosquera, Salva o un servidor. Muchas gracias, y seguimos en la brecha.
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