sábado, septiembre 17, 2005

Cartoning in the rain

Si hay una cosa peor que la cartoná sin duda es una cartoná pasada por agua. La lluvia, tan solicitada por los trabajadores del campo, es uno de los peores enemigos del quiosquero. Primero porque todo el que puede se queda en casa y el que no tiene más remedio que salir, va tan obsesionado por ponerse a cubierto que pasa de comprar periódicos. Es decir, que cuando llueve es una auténtica ruina.

Pero es que además el papel tiene la jodida costumbre de reaccionar mal ante el agua, y más aún el papel de periódico tan supermegabsorvente. Y claro, uno se desvive por proteger los diarios y revistas del agua y pone todos los toldos que puede, coloca plásticos por aquí y por allá... Pero claro, lo que no podemos controlar es al cliente. Y es que el cliente de día de lluvia tiene la puñetera manía de ir con paraguas. Y también tiene la puñetera manía de guarecerse de la lluvia bajo el toldo del quiosco mientras hace tiempo mirando, como el que no quiere la cosa, las portadas de revistas y periódicos, el monedero a ver si llevo un euro para el pronto... Estas dos manías no serían tan puñeteras si no acostumbraran a combinarse. Así, lo habitual es que el quiosquero, después de haber sudado la gota gorda para evitar que se mojen los periódicos (con la única intención de ofrecer al cliente un producto seco y de apariencia curiosa), observe estupefacto como el clientito de marras pasea su paraguas abierto sobre los periódicos chorreándolos todos. Y para más INRI el muy hijodesumadre encima levanta con cara de asco el periódico mojado y se lleva uno seco. Como si fuera a una frutería, le pegara un lametón a las manzanas y luego se llevara las que no ha chupado. Menudo c...

Y claro. Si la lluvia jode en un día normal, qué decir de la época de la cartoná. Los cartones se mojan. No se pueden tener en la calle. Y si no se pueden sacar a la calle... ¿Donde se mete uno los cartones? Nos pasamos la mañana pegando saltos sobre casas de muñecas, la abeja maya y el alerón trasero del coche de Fernando Alonso. Qué estresssss.

Y es que los días de lluvia pasa de todo. Para acabar de arreglar este fantástico día , tuve que pasar por el mercado a hacer el reparto de prensa y revistas. Cargado de periódicos, bien tapaditos con bolsas de plástico, me adentré en la tormenta con la intención de ir lo más rápido posible y mojarme lo justo e imprescindible. Para empezar, cuando más lo necesitas no hay un maldito balcón o soportal bajo el que guarecerse. No queda más remedio que ir buscando los portales y escaparates para buscar refugio en sus dos palmos de escalón cubierto. Pero claro, a todos se nos ocurre lo mismo. Y no veas cómo jode estar llegando a un portal y encontrártelo ocupado por dos cotorras ¡que además llevan paraguas! Cabreado por semejante falta de solidaridad, llegué al mercado para darme cuenta que me había dejado un periódico (el Sport, para más señas). Y ya me tenéis volviendo a hacer todo el recorrido para colocar un tebeo. Y es que odio la lluvia, la odio, la odio muuuuuchooooooo.