miércoles, julio 20, 2011

La fachada de enfrente

Cuando un quiosquero, o ex, pasea por cualquier ciudad, va fijándose cómo los colegas resuelven su falta de espacio, y envidia a aquellos que tienen una buena plataforma frente a la caseta. A mí siempre me llamó la atención un quiosco cercano al que fue el Instituto de Enseñanza Media de Almería. Tiene delante un jardincillo que alegra la vista y oxigena el ambiente; antes de instalar el último modelo (de quiosco, se entiende), y aún ahora con espacio mejorado, me encantaba ver cómo los cartones se colocan alrededor de la valla que lo delimita. La valla no tiene más de 40 cm. y le va al quiosquero como dedo en culo para apoyar los cartones sobre ella y sujetarlos con una goma elástica a prueba de viento y descuideros.

Con la compra de la licencia de mi quiosco heredé una fachada que dista apenas dos metros del mostrador. El edificio había sido una sucursal del Banco de Santander y una fuente de clientes, que compraban el periódico a la vez que resolvían sus trámites de dinero. Cuando yo llegué, hacía algún tiempo que la sucursal se había trasladado a la esquina del otro extremo del cruce, un poco por encima del chaflán que ocupa la diagonal; con él se secó la fuente de los clientes pero me quedó un espacio adecuado para exposición. El local fue ocupado por una especie de editorial que hacía poco caso de los cartones apoyados en su fachada. Al mismo tiempo compensó la falta de clientes del Banco de Santander; no es que gastasen mucho en prensa pero lo compensaban adquiriendo tabaco, chicles y otras marranadas comestibles o chupables. Justo enfrente del vano del quiosco había una puerta metálica, enorme, que siempre permanecía cerrada y que no presentaba visos de que fuera a utilizarse. Medí la anchura del marco y fabriqué dos expositores de madera de forma que encajasen perfectamente en la puerta; maté varios pájaros de un tiro: en dos viajes sacaba a la calle todos los cartones, no había problema de que el viento los tirase, podía ponerles la goma a prueba de descuideros, si llovía los cartones no se mojaban, no eran un estorbo para quienes pasaban…
Es cierto que, durante la cartoná, apoyaba en la fachada los modelos din-E1, din-E2 y din-E-3 (primera entrega, segunda entrega, tercera entrega), y, como he dicho en ocasiones, colocándolos del más grande al más chico para potenciar la publicidad de los que molestaban menos y rentaban más, pero cuando el ayuntamiento mandó una carta diciendo que los cartones eran un peligro para invidentes, discapacitados y señoras en estado de buena esperanza, esto es, ciegos, personas en silla de ruedas y preñadas, me limité a sacar a la calle los expositores de fabricación propia. Pesándolo ahora, me parece una chorrada la normativa: si SM usa muletas con amortiguadores, luz de cruce y bocina, bien podía recetar la Seguridad Social bastones y sillas de ruedas con GPS y detector de obstáculos en la punta.

La cuestión es que la editorial se ha trasladado o ha desaparecido y en su lugar han abierto una oficina de no sé qué consejería de la Generalidad. Por si faltaba poco, los Ángeles de Dalry han vuelto a antiguas usanzas y ponen los cartones en fila india, apoyados en la fachada. Como era de esperar, la puerta que no servía para nada ha sido sustituida por otra, que tampoco sirve para nada dado que es fija, pero decora. Los Ángeles han entendido el mensaje y colocan los expositores a ambos lados de la puerta y apoyados en la pared.
El día de la inauguración de la oficina (o el siguiente) el jefe se acercó al quiosco.
- Senyoreta, està prohibit utilitzar aquest lloc per exposar les revistes. Les publicacions no poden ocupar un espai que quedi fos dels límits del quiosc.
- Sí señor, tiene usted razón, pero vea que ponemos las revistas bien pegadas a la pared e incluso hemos fabricado estos artilugios para que estorben menos.
- Tanmateix els han de treure o em veuré obligat a cursar la corresponent denúncia.
Se volvió para irse y antes de entrar en la oficina lo pensó mejor y se volvió.
- Estan bé aquests cacharrus… molt bé fets. Miri, poden posar els expositors però els cartrons en la paret no.
Esta vez si se fue. Ciudadano y funcionario ejemplar que, además, es condescendiente con quien intenta ganarse la vida. Sólo que...
• "Aquests cacharrus" ahora sobresalen un palmo de la pared y son más consistentes que el simple cartón ante la embestida de una persona.
• Si hace viento se corre el riesgo de que le caigan a algún crío en la cocorota.

No sé que harán los Ángeles de Dalry; yo los retiraría para evitar problemas.

Sería estupendo que todas las autoridades hicieran cumplir la ley con la misma diligencia, incluso echando de la esquina a los que mangan junto al semáforo o descuidamente se apropian una revista o navaja en mano asaltan los comercios de la zona. Claro que todo no se puede pedir a la vez.

4 Comments:

At 21/7/11 12:29, Blogger kioskero said...

Y volverán los intrepidos kioskeros a las fachadas sus cartones a colgar............

 
At 22/7/11 11:38, Blogger Quiosquero said...

... y otra vez por las putas distribuidoras
sudando palmarán.

 
At 23/7/11 12:21, Blogger Jose Malo said...

Esta claro que pagarla con los ciudadanos que cumplen la ley es mucho mas cómodo al final tendremos que salir todos a robar así tendremos derecho a paro sin necesidad de cotizar

 
At 26/7/11 13:27, Blogger BANDOLERA said...

El tema es muy antiguo: hay que pelearse por el palafito.....

Me ha encantado vuestro encadenamiento "becqueriano".

Lo que yo digo. Al final, todos artistas, hasta Kioskero. Ese hace de Toro Sentado, nos da las clases de economía y finanzas, y a correr.

La "cartoná" también es arte... :((

 

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