martes, agosto 23, 2005

La Cartoná (1ª entrega)


Ya ha llegado lo que más temíamos. Conforme se acerca Septiembre, llega la Cartoná. Un aluvión de cartones que ya lo quisiera el gremio de bingueros aterrizando sin piedad en los quioscos. En el proceso participan varios protagonistas.

Cartonistas: Dícese de las empresas, llamadas editoriales el resto del año, que durante un mes se dedican a pegar cosas absurdas en enormes cartones con el único objetivo de hacerse un huequecito en la cartera de los asombrados transeúntes.

Llenaquioscos: Empresas que distribuyen (por eso también se las llama distribuidoras) los cartones de los cartonistas del modo más absurdo posible. Su principal objetivo es determinar aquello que no hay manera de vender y mandárselo a los quiosqueros por docenas. Envían lo que les da la gana. Si das a entender que algo te interesa o puedes venderlo fácilmente no vuelven a mandártelo nunca. Si vendes algunos ejemplares de algo que te han mandado por error, nunca recibirás el siguiente ejemplar.

Mandaos: También conocidos como repartidores, porteadores o incluso mamporreros. Son los que recogen los cartones de los almacenes de los llenaquioscos y los introducen por la fuerza en los quioscos. Como además son los que recogen las devoluciones para mandarlas de nuevo al llenaquioscos están siempre llevando arriba y abajo los mismos cartones, lo que los pone de muchísima mala leche. Como son la cara visible de los llenaquioscos (que se ocultan en la sombra), son el objetivo de multitud de insultos y maldiciones del pobre quiosquero que cuando ya empieza a tener las cosas organizadas ve como le traen un nuevo aluvión de cartones. Ellos ponen esa cara de "si supieras la gracia que me hacen a mí los p... cartones" mientras se limitan a decir: "y yo qué quieres que le haga, soy sólo un mandao".

Mr. Tetris: Nombre que recibe el quiosquero en el mes de septiembre dado que su principal ocupación es buscar el huequecito donde quepa cada revista, coleccionable o cartón que recibe. Los que antes de la acción se pasan tres horas haciendo esquemas de los estantes y planificando donde van a colocarlo todo se autollaman Mariscales de Campo, aunque todo el mundo los conoce como "infelices" o simplemente "novatos".

Víctimas: Son aquellos que normalmente llamaríamos clientes pero que en estos días te dan una pena cuando compran según que cosa... hasta que te piden que te quedes con el cartón y estás a punto de hacérselo tragar. Las víctimas son como los niños pequeños: se ilusionan con cualquier gilipollez, piden cosas absurdas, patalean cuando no consiguen lo que quieren, se sienten atraidos por los objetos voluminosos y de colores chillones y, por mucho que los mires, nunca dejan de sorprenderte. Además pueden ser clasificados en distintos grupos entre los que destacan los remolones (dan vueltas y más vueltas, mirando a los cartones de reojo, hasta que se deciden por uno), los cazadores furtivos (parece que van a pasar de largo sin mirar los cartones cuando dan un tirón, agarran un ejemplar tremendamente llamativo, lanzan el dinero exacto al mostrador y desaparecen), los jiñaos (de entrada parecen remolones, pero su particularidad es que no se atreven a tocar el cartón en cuestión y van haciendo nulos intentos hasta que el quiosquero, harto, agarra el cartón, se lo pone en la mano y le dice el precio), los indecisos (estos son los peores pues parecen actuar como cualquiera de los anteriores pero al final nunca están seguros de si se lo quedan o no, teniéndote media hora bajando un subiendo cartones), los quisquillosos (estos también son chungos pues hacen mil preguntas sobre el número de entregas, su precio, periodicidad, se quejan de todo, te hacen cambiar veinte veces de ejemplar porque el que no está arrugado está sucio o no le parece bien impreso..., para al final llevarse el que está en peor estado)... Existe un grupo muy escaso pero que es el sueño de todo quiosquero. Se conoce como el mecenas y se caracteriza por escoger una colección, normalmente abusrda e inútile, pero larga y cara. Con un porte espectacular te pide que te quedes con el cartón y que le reserves los ejemplares siguientes. Se comenta que en alguna ciudad se ha visto algún mecenas que además deja pagados los próximos tres meses y va pasando regularmente para recoger las reseras y reponer dinero. Un rara avis en peligro de extinción...

Pero la cartoná es mucho más que los personajes implicados... aunque eso es otra historia.

(continuará)