Tarde de toros
Soy tan poco amante de los animales que, si no tenemos en cuenta al mejor amigo del hombre, sólo me gusta la elegancia del caballo de pura raza, preferentemente andaluza, y la estampa del toro de lidia. Yo sería un asiduo de las corridas de rejones si no hubiese sangre por medio; habiendo sangre, he estado cuatro veces en una plaza de toros y una de ellas fue para ver a Torrebruno. Pero, en ocasiones, hay compromisos ineludibles y ayer me vi obligado a asistir a una corrida. Ésta es la crónica.
Monumental de L'Hospitalet. Toros de la ganadería de Publio de los Píos para el Niño de la Muesca, Miguelín y Gitanillo de Arimana. Como mandan los cánones taurinos, el paseíllo se inició a las 10 en punto de la tarde (10 am, o sea A Mediatarde). Y empezó mal: uno de los alguacilillos se lesionó y hubo de ser retirado con la ayuda de los monosabios.
Al primero de la tarde, un toro negro bragado meano, de nombre “Atontao”, lo recibió en los medios el Niño de la Muesca. De grana y oro. Intentó fijarlo pero el bicho salía suelto; aun así, pudo sacarle unas chicuelinas que avalan la clase del maestro. En el tercio de varas, el animal rehuía al caballo; el Niño de la Muesca pidió el cambio de tercio y brindó la muerte del toro a los espectadores de sombra. Con la muleta estuvo aseado, marcando los tiempos, pero como el toro no colaboraba, acabó haciendo una faena de aliño, rematada con un afarolao. Cuadró al animal con unos pases de castigo y entro a matar sin convicción; como si quisiera perdonarle la vida al bicho. Pinchazo hondo y descabello. Palmas y algunos pitos.
Miguelín, de verde y oro, recibió a “Despistao”, negro zahíno, con una serie de verónicas. Sin excederse; lo justo para acercarlo al caballo y marcar una pica, con lo que pidió el cambio. El público pidió que las banderillas las pusiera el maestro. Citó desde los medios hasta fijar la atención del bicho, que arrancó sin que se moviera el torero; un quiebro en el último instante y dejó un magnífico par, que adornó correteando por delante del toro. Desde el centro de la plaza, brindó al público. Con la muleta toreó al límite que le permiten las ordenanzas: pases de rodillas, naturales, sobrenaturales, de pecho, de espalda… Hasta deleitó al respetable con el número de teléfono. Estocada y descabello. Ovación.
En el que cierra plaza, Gitanillo de Arimana, totalmente de blanco, parecía como si no estuviera. El morlaco, de nombre “Yyoaquiquehago”, cárdeno y bizco de un cuerno, derrotaba por la izquierda. Gitanillo templó y dejó que sus peones lo llevaran al caballo. Incluso aquí cedió a Miguelín el honor de tantear al toro tras la pica. El público empezó a impacientarse. Entonces se acercó al tendido 201, al sol, y brindó a sus incondicionales. Faena corta pero intensa: un par de manoletinas, un molinete y una serie de naturales, rematada por un gran pase de pecho. Citó al volapié y dejó una estocada hasta la cruz en todo lo alto. Cerrada ovación mientras el público, puesto en pie, gritaba ¡Torero, torero!
Salió, junto a Miguelín, por la puerta grande.
Una buena tarde de toros. Sólo falta que el presidente determine a quién le concede las orejas y a quienes les corta el rabo.
Monumental de L'Hospitalet. Toros de la ganadería de Publio de los Píos para el Niño de la Muesca, Miguelín y Gitanillo de Arimana. Como mandan los cánones taurinos, el paseíllo se inició a las 10 en punto de la tarde (10 am, o sea A Mediatarde). Y empezó mal: uno de los alguacilillos se lesionó y hubo de ser retirado con la ayuda de los monosabios.
Al primero de la tarde, un toro negro bragado meano, de nombre “Atontao”, lo recibió en los medios el Niño de la Muesca. De grana y oro. Intentó fijarlo pero el bicho salía suelto; aun así, pudo sacarle unas chicuelinas que avalan la clase del maestro. En el tercio de varas, el animal rehuía al caballo; el Niño de la Muesca pidió el cambio de tercio y brindó la muerte del toro a los espectadores de sombra. Con la muleta estuvo aseado, marcando los tiempos, pero como el toro no colaboraba, acabó haciendo una faena de aliño, rematada con un afarolao. Cuadró al animal con unos pases de castigo y entro a matar sin convicción; como si quisiera perdonarle la vida al bicho. Pinchazo hondo y descabello. Palmas y algunos pitos.
Miguelín, de verde y oro, recibió a “Despistao”, negro zahíno, con una serie de verónicas. Sin excederse; lo justo para acercarlo al caballo y marcar una pica, con lo que pidió el cambio. El público pidió que las banderillas las pusiera el maestro. Citó desde los medios hasta fijar la atención del bicho, que arrancó sin que se moviera el torero; un quiebro en el último instante y dejó un magnífico par, que adornó correteando por delante del toro. Desde el centro de la plaza, brindó al público. Con la muleta toreó al límite que le permiten las ordenanzas: pases de rodillas, naturales, sobrenaturales, de pecho, de espalda… Hasta deleitó al respetable con el número de teléfono. Estocada y descabello. Ovación.
En el que cierra plaza, Gitanillo de Arimana, totalmente de blanco, parecía como si no estuviera. El morlaco, de nombre “Yyoaquiquehago”, cárdeno y bizco de un cuerno, derrotaba por la izquierda. Gitanillo templó y dejó que sus peones lo llevaran al caballo. Incluso aquí cedió a Miguelín el honor de tantear al toro tras la pica. El público empezó a impacientarse. Entonces se acercó al tendido 201, al sol, y brindó a sus incondicionales. Faena corta pero intensa: un par de manoletinas, un molinete y una serie de naturales, rematada por un gran pase de pecho. Citó al volapié y dejó una estocada hasta la cruz en todo lo alto. Cerrada ovación mientras el público, puesto en pie, gritaba ¡Torero, torero!
Salió, junto a Miguelín, por la puerta grande.
Una buena tarde de toros. Sólo falta que el presidente determine a quién le concede las orejas y a quienes les corta el rabo.
4 Comments:
1º.- antiguamente se les pagaba a los toreros en especie, es decir, se les pagaba con un trozo de la carne del toro; la oreja era la señal de que le correspondía, tanto a él como a su cuadrilla, 1/4 de la res; el rabo significaba el toro completo. otorgar la pata fué una moda efímera que pasó pronto y no se corresponde con lo anterior.
2º.- la primera oreja se otorga a petición del público; la segunda y el rabo, a criterio del juez de plaza, pero siempre teniendo en cuenta al respetable y la opinión de sus asesores. los criterios son los de una buena faena y el esfuerzo, la edad y hasta las dificultades que hayan tenido los diestros en el ejercicio de su función.
3º.- los silencios, los pitos y los aplausos son la forma en que manifiesta el público su acuerdo o desacuerdo con lo que está ocurriendo en el ruedo; se puede aplaudir, pitar u ovacionar al toro, al varilarguero, a los toreros de plata y oro, a la banda de música y a todo lo que sea susceptible de provocar una opinión. la salida a hombros, y por la puerta grande, es una respuesta espontánea de los aficionados a una faena excepcional.
4º.- los avisos, generalmente con un toque de clarín, son una indicación del juez de plaza de que el tiempo estipulado para la lidia ha transcurrido; pasado el tercer aviso, el toro será devuelto a los corrales con el consiguiente descrédito para el matador, que de alguna forma habrá demostrado su incapacidad para lidiar la res.
5º.- todo en la lidia está debidamente reglado y estipulado por el reglamento taurino nacional; los toros están en todo momento controlados, tanto por el mayoral desde el embarque y desencajonamiento, como por los veterinarios y delegados de la autoridad desde que llegan a la plaza y hasta que salen por la puerta de toriles.
Kioskero, igualito que los vendedores de prensa, donde todas las transacciones de llevan a efecto según indica la mutua confianza, el toro, independientemente de que la faena sea buena o mala, es para el ganadero o el que vende las entradas, y el rabo y las orejas es más que probable que se las corten a los quiosqueros. Y todo ello en base a evidencias circunstanciales y sin que se ponga sobre el tapete ni una sola prueba que demuestre de forma contundente qué torero había interpretado mejor el COSSÍO. Cuando los vientos sean favorables, nos explicaremos mejor.
Esperaremos con las velas prestas y dispuestas esos vientos.
Pues yo también lo espero, aunque habléis en clave taurina y no pille ni del revés...
Pero precavida que es una, tengo los dos tomazos esos del Ussía en cuestión intactos e impolutos, así que ya me veo buscándolos...
(Señor, qué dolor!!).
Un beso a los dos.
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