Personajes I - Las tres gracias
Por separado, las tres gracias son unas abuelitas adorables. Llegan al quiosco cada mañana, más o menos a la misma hora, y tras regalarnos una cariñosa sonrisa nos saludan afectuosamente. Piden su revista (siempre lo mismo, mejor Hola que Diez Minutos, La Vanguardia antes que El Periódico, algún caramelo pero sin azúcar…) Después comentan cualquier cosilla, aparentemente al azar, y si ven que les sigues la corriente pueden estar hasta veinte minutos explicando sus aventuras en el mercado, su indignación ante el abusivo precio de tal o cual producto, o incluso las penurias de aquellos años en que las cosas no eran tan fáciles como ahora. Descucharlas es normalmente entretenido y casi siempre interesante. Sólo existe un riesgo: que coincidan.
Porque si bien las tres gracias son maravillosas por separado, cuando se juntan producen una reacción catastrófica. Tras saludarse agradablemente y recordar el tiempo que hace que no se ven, empiezan a charlar de las aventuras del mercado, los precios, el pasado y siempre, siempre, siempre, acaban llegando al presente y los horrores que les está tocando soportar a la vejez. Y aquí se lía. Parece como si lo hubieran ensayado. Se van dando pie la una a la otra, sin llegar a atropellarse pero sin que haya silencio ni para respirar. Que si la juventud esto, que si los inmigrantes aquello, que si las mujeres de ahora no saben lo que es trabajar de verdad, que si los hombres de ahora no saben absolutamente nada, y lo que viene, que nosotras ya no lo veremos pero es que con esta juventud que hay ahora la cosa va a peor, y eso si llegan a algo porque con tanto inmigrante…
Está claro que estas señoras saben muy bien cómo están las cosas y cómo arreglarlas. Yo, como soy un simple quiosquero que comercio con el saber sin dejar que me empape, callo, escucho y sigo vendiendo periódicos que es lo que sé hacer.
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