Crónicas cartónicas II: Quiosco ecológico
Uno de los aspectos menos comentados de la cartoná es su impacto ecológico. En el famoso estudio del emblemático quioscólogo Mich Kios Cooper (conocido mundialmente por su libro de autoayuda "Cómo aparcar un mini en medio quiosco" más que por sus sesudas investigaciones) "Septiembre caliente: embalajes y calentamiento global", se desarrolla la teoría de la influencia de los cartones en la desforestación del Amazonas y el aumento del efecto invernadero en los meses de septiembre y octubre. Según Kios, la tala indiscriminada de árboles para producir cartones, así como la generación de gases de efecto invernadereo durante la elaboración de las colas y pegamentos que se utilizan para pegar los productos al cartón de modo que el regalo se caiga al más mínimos soplo de viento mientras el fascículo se aferra al cartón hasta ser imposible separarlo del mismo sin destrozarlos (memorable su frase "el soporte es indisociable del conocimiento que acumula provocando un efecto imán que repele los complementos accesorios (N. del T.)), ponen en enorme riesgo el equilibrio ecológico del planeta y propicia el advenimiento de desastres naturales (no es de extrañar que Katrina coincidiera con el lanzamiento de "Casa de muñecas andaluza" y Wilma con el de "Construye tu propia estación meteorológica").
Todo ello implica una enorme responsabilidad para lectores y quiosqueros que deben esforzarse por minimizar estos dañinos efectos. Así pues, entre sesión de estiramientos y masaje con ungüentos de la abuela para recuperar los músculos destrozados de tanto menear cartones, en nuestro quiosco hemos puesto en marcha un completo programa de reciclaje cuyo obtetivo es facilitar a nuestros clientes el consumo responsable de coleccionables. Cada día realizamos un número variable de viajes a los contenedores de reciclaje (que prácticamente llenamos nosotros solitos) donde depositamos en nombre de nuestros clientes los cartones que amablemente nos han dejado con frases de apoyo del tipo "¿puedes quitarme eso?" o "me lo llevo pero el cartón te lo metes por el c...". En cada cargamento de cartones incluimos un recuerdo a los familiares y amigos de los amados clientes que han colaborado en el reciclaje, homenajeándolos con cariñosos apelativos, rezos por lo bajini y alusiones a editores, distribuidores, repartidores y todos los *ores que participan en este hermoso proceso.
Nos complace tener que recorrer el triple del camino hasta el contenedor de reciclaje de papel del que tendríamos que hacer para llevarlo al normal, ya que con ello hacemos a nuestros amados clientes subsidiarios activistas de un ecologismo concienzudo y emocionado. Y si tenemos que perder tres horas arrancando de los cartones los trocitos de plástico y goma que quedan adheridos y en realidad corresponden a otros contenedores lo hacemos gustosos, pues de ese modo garantizamos un futuro mejor para los niños, estas criaturitas cuyos cerebros alimentamos con la serie de los Lunnies y cuyos estómagos llenamos con chicles de a 5 céntimos, huevos Kinder y pipas. Contribuyendo todos de este modo, seguro que lograremos un futuro mejor. Sin casquetes polares ni bosques, pero con enormes reservas de cartón preparaditos para ser reconvertidos en papel de water.
2 Comments:
Realmente hay mucho cartón inútil en los quioscos... Es una pena que esto se haya puesto tan de moda y en parte creo que los diseñadores tenemos parte de culpa... Espero que sea una moda pasajera...
Sobre todo es culpa de los de marketing. Pero muy especialmente del gremio de quiosqueros. Si un quiosco es un escaparate de las editoriales debe cobrar por superficie ocupada. Además del porcentaje fijo por producto vendido, habría que cobrar un variable por superficio y peso de los productos recibidos que excedan unos máximos pactados, se vendan o no. El día que la editorial tenga que pagar por cada centímetro de más ya le pedirá a sus diseñadores que hagan cosas vistosas pero más pequeñitas.
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