Mi primera amenaza de muerte
Si creía que el escalafón más bajo en el mundo de los vendedores era el de vendedor de mecheros, estaba totalmente equivocado. ¡No contaba con el vendedor de calcetines!
El caso es que hoy se ha presentado uno mientras empezaba a recoger. Estaba solo y tenía algo de prisa, así que cuando he visto venir a un tipo desaliñado y con mirada perdida he rezado porque pasara de largo. No sólo se ha parado a mi lado sino que ha lanzado unos calcetines sobre el expositor que estaba recogiendo.
- Me vas a comprar tres pares hoy, que sólo valen 6 euros -ha dicho con el mismo tono que suena en el metro la vieja canción del tristesdepedí-. Mañana valdrán.., diez mil euros.
Sin levantar la cabeza de lo que estaba haciendo y muy atento, eso sí, a no tocar los calcetines que vete tú a saber quién se los habrá probado antes, le he dicho con una sonrisa:
- Pues entonces pasa mañana, que como voy a estar forrado me dará igual.
Ay infeliz del quiosquerito. Si te creías que con una bromita podrías ganarte la sonrisa del vendedor de calcetines estabas muy equivocado. El tío se ha quedado parado un momento. Ha mascullado un "así que te lo tomas a cachondeo, ¿eh?", y no había acabado aún de pronunciar el último interrogante cuando ha empezado a proferir insultos a gritos. Se ha acordado de mi madre, me ha comparado con el macho de un animal de cornuda testa y, muy especialmente, ha manifestado su intención de acabar con las penalidades de mi vida despidiendo mis despojos en una pira fúnebre de letras y papel couché. Vamos que sus palabras más o menos han venido a decir algo así como "Te voy a matar hijodeputa, pedazo cabrón, a ver si te quemo el quiosco contigo dentro".
Me hubiera impresionado bastante si en la segunda ondanada de insultos no hubiera recogido el calcetín (si llego a recogerlo yo cual caballero andante la liamos) y emprendido la marcha hacia la otra acera donde la proximidad de unos municipales le ha disuadido de gritar, aunque no de seguir cagándose en mis muertos por lo bajo. Lo cierto es que para ser mi primera amenaza de muerto ha sido curiosa y poco convincente. Me sabe mal que el buen hombre se haya tomado a mal mi broma, que sólo respondía a lo que creía había sido una primera broma suya. Ahora no puedo dormir pensando que si hablaba en serio he perdido la oportunidad de comprar por seis euros lo que valía diez mil. Y es que no tengo yo espíritu de comerciante, está claro...
2 Comments:
Jajajaja... madre mía. Esto sería el principio de una película buenísima, la podríamos titular "La maldición de los calcetines"...
Tú que eres artista, a ver si te animas a preparar un guión y nos ponemos manos a la obra. Seguro que nos sale un psicothriller de lo más inquietante. Otros títulos posibles serían "el vendedor asesino", "Por un puñado de calcetines" o "la venganza del cutrevendedor". En cualquier caso, si algún día aparezco ahorcado con un calcetín raído ya sabéis por donde empezar a buscar... Glups!
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