Quiosco Jurásico: Er bisho
Apenas repuestos de la cartoná de septiembre hemos entrado en época de cartonaílla. Y como el tiempo está revuelto, este año se ha adelantado. En principio las colecciones de siempre: Testimonios de mujer, Arqueología, Tarot, Magic, La abeja Maya, Dragon Ball, II Guerra Mundial, Danielle Steel… Pero a medida que pasan los días, la cartonaílla está perdiendo el diminutivo y se va transformando en la gran cartoná. Al menos por el tamaño de los cartones. Bratz y Rebelde, puestas en pie, sobrepasan la altura del ombligo, aunque son “Los carteles metálicos de Coca Cola” quienes se llevan el premio a la superficie más extensa. Como dice el Sevilla (de los Mojinos Escocíos), er cartón eh máh grande qu’er tesho der quiohco. Y si no que se lo pregunten a Salva y a Dalr que son los encargados del reciclaje de cartones a mediodía y a la noche respectivamente.
La primera novedad que despertó mi atención, y que da título a este post, es T-REX, construye el rey de los depredadores, al que califiqué de bodrio. Error. Steven Salvat Spielberg sabe bastante de bichos antediluvianos y la colección está saliendo bien. No creo, sin embargo, que los aficionados sigan construyendo mucho más allá de la cabeza.. Según la web de Salvat, el bicharraco tiene una envergadura de 90 cm y una longitud de cola a cabeza de 1,40 m. Un angelito, vamos.
Hay un total de 90 entregas semanales, salvo las 6 primeras que serán quincenales. Cada entrega, a partir de la tercera, cuesta 5,95€. La primera va de regalo. Sólo se paga 1€ por el gasto de cartón. La segunda, a 2,95€. O sea, que dentro de 2 años, el amante de animales prehistóricos podrá decorar el salón de su casa con un Brrzsaurius por el que habrá pagado 500€ y mandíbula. Y yo encantado de que así sea si lo compraron en este quiosco.
Desde el punto de vista del quiosquero, er bisho tiene un problema grave: el hocico sobresale un palmo del cartón y no hay manera de apilarlo. Los ejemplares que me quedan, pocos, los tengo enjaulados en el almacén ambulante y, cada vez que meto la mano, ¡me da un yu-yu….! Un mordisco del animalito puede suponer un transplante de garfio para toda la vida. Lo digo casi por experiencia porque, hace unas cuantas noches, me cayó en la cabeza desde el altillo y me ha dejado pelona la cocorota.
7 Comments:
Ve concuidado con el ataque prehistórico, no te dejes desgraciar la cabecita, que si pillas la baja... nos quedamos sin tus artículos, y ¿qué hago yo entre las 2:50 h. y las 3:00 h., esos minutillos de recreo que me sobran después de comer, justo antes de volver al curro? He de confesar que estoy pillá a Pies pa kioskero. Hace dos semanas que hecho campana, y se me ha acumulado la lectura, soys muy prolíferos.
ERF
Este comentario sirve tanto para er Godzila como para los excesos de la cartonailla, a saber:
MADRE DEL AMOR HERMOSO!!!!!!
Saludos a los que sacan los cartones dos veces al día, en especial a D@rl.
Hooooooooooooola!!!!
Hola Norma! Hoy te encuentro por todas partes, qué bien! Agradezco tu saludo especial y lo hago extensible a todos los quiosqueros y quiosqueras que sufren en silencio (o no) los rigores de las cartonás y cartonaíllas. ¡Viva el respeto por el medio ambiente!
Podía ser peor. Imaginate que brillara en la oscuridad y fueras a las seis de la mañana a abrir el almacén ambulante y te encontraras la cabeza der bisho mirandote toda fosforito.
Un saludo.
alvarhillo,no me quieras mal que no tengo el corazón para sustos y encontrarse con el fosforito a las seis de la mañana podría ser de infarto.
Saludos
Si no fuera por el coste, haría un atado con todos esos cartones y se lo devolvería a las editoriales con una nota en la que le indicaría por qué parte de su anatomía pueden metérselos.
Si el bisho es grande y sobresale, el cartón de Rebelde supera cualquier tamaño imaginado por un quiosquero en sus peores pesadillas.
Cuando le preguntas al clientes si quiere el cartón pone cara de pánico y te dice que no, que si estás loco. Al terminar el día tengo tantos cartones tras el mostrador que apenas me queda sitio para moverme. Cualquier día van a encontrar mi cadáver debajo de ellos, aplastado y asfixiado por el tonelaje.
Eso sí, hay que reconocer que una vez pasado el número uno, ni Dios compra ninguna colección, al menos en el quiosco. Los pocos que las hacen se suscriben y las editoriales pasan de nosotros, que solo les servimos de publicidad y para hacer llegar al cliente las instrucciones de suscripción.
El día que nos pongamos de acuerdo y devolvamos todos los números uno sin vender, cambiará la cosa. Mientras, seguiremos siendo utilizados por las editoriales.
Alfonso J. Garrido
Vigo
Totalmente de acuerdo, Alfonso. Nosotros lo que proponíamos es que nos pagaran por superficie de exposición, volúmen y peso de lo que nos traen, independientemente de si se vende o no. Así se lo pensarían mejor a la hora de diseñar el paquete.
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