El Cártel de Cali
Cuando entro la conversación ya está iniciada.
- … entonces si que había movimiento en Can Superwaiter.
- ¿Te acuerdas –dice el Super- cuando aquí éramos 7 camareros?
No entiendo cómo pueden caber 7 personas en el local pero escucho atento.
- Dos en la cocina, dos en el mostrador y uno llevando cafés a las oficinas.
- Eso son 5, Súper.
- Hacíamos turnos. Pero aquí siempre había 7. En esas mesas, 12 tías. ¡Y qué tías!
- Jó, aquella alta, catalana. Tenía las caderas escurridas como todas las catalanas pero ¡estaba…!
- Hay que ver, fulano. Con lo nacionalista que tú eres y nunca te gustaron las mujeres de tu tierra…
- ¡Coño, Super! La patria es la patria y la cama es la cama. Ya aguanté 40 años a una y me hizo sufrir hasta para morirse. Es que las catalanas –se dirige a mí- en la cama son un desastre. Tú, chacha chaca chaca chaca, esforzándote y la tía “Acaba ya, Pep, que mañana hay que madrugar”. Así no hay manera. Cuando murió mi mujer me dije “ahora es la mía” y me busqué una colombiana. Piel dorada. Mire, mire, aquí tengo la foto.
Me la enseña. La chica está bien; como de telenovela. Pero de dorada más bien no; tirando a antracita.
- Está oxidada –me arriesgo-.
- No, es que en la foto se oscurece algo. Bueno, tampoco es que fuese dorada. Bronce viejo. Pero como las colombianas no hay. Suaves, mimosas… Empiezan a dar mordisquitos en el cuello y… me pongo como si tuviera 20 años.
- No jodas –interviene el Súper-. No vengas fardando con setenta y tantos años.
- No fardo, coño. Hablo de lo que hay. Otra cosa es que me quede a medio camino pero para eso está la técnica.
- Joder, ya me enseñarás porque yo la mando que se ponga en posición de firmes y ni caso.
- La tecnología, Súper, la tecnología. Pichas de plástico, vibradores…
- ¡Ah, no había caído!
- Lo malo de esto –interviene otro parroquiano- es que estas tías sólo miran la cartera.
- ¡Qué coño cartera! Vivo con mi pensión de jubilado, ya me dirá usted. De vez en cuando le compro en Zara un conjunto de vestir y por 60 euros he hecho la faena. Ahora tengo otra colombiana de 35 años y el año pasado estuve con ella en Colombia.
- ¿A buscar droga de consumo o entrar en un cártel? –pregunto.
- ¡Bah! Eso son cosas que se dicen. Allí se vive de puta de madre. Lo de los cárteles es para llenar periódicos. Mire, me compré 7 pantalones blancos y alquilé un coche: era San Dios. Fui a buscar a la hija de mi chombi al colegio. La niña tiene 17 años y le llevaba un collar para regalarle. La chombi me dijo que se lo diera luego porque si no las compañeras pensarían que era rico y vendrían en mi busca. Para la cama, claro. Porque las colombianas han aprendido. Antes se liaban con uno como ellas, un desgraciado que le hacía tres hijos y se largaba. Las madres le han enseñado que es mejor un tío mayor que les da pasta y ningún problema. Lo que pasa es que no puedes presumir porque como se huelan que tienes euros lo más fácil es que te secuestren. Los de las FARC o los paramilitares. Estos son peor.
- Entonces si hay problemas.
- ¡Nada, hombre! Es cuestión de tener vista. Y con cuatro chavos vives de puta madre. Fíjese que con mil euros le pague dos años de alquiler a la madre de la chombi… ¡que estaba!... 56 años. Lo intenté pero me dijo que nones, que ella quería mucho a su hija y no le quitaba el chorvo. Es que las colombianas tienen un estilo… No como las niñas de aquí que llevan los vaqueros con agujeros. Visten impecablemente y andan… Yo las conozco por los andares. Voy detrás de una y me fijo en el meneíllo del culo… ¡la leche, oiga!
Salva me llama. Acaba de llegar el repartidor de Sadibarna y tengo que interrumpir la conferencia.
- … entonces si que había movimiento en Can Superwaiter.
- ¿Te acuerdas –dice el Super- cuando aquí éramos 7 camareros?
No entiendo cómo pueden caber 7 personas en el local pero escucho atento.
- Dos en la cocina, dos en el mostrador y uno llevando cafés a las oficinas.
- Eso son 5, Súper.
- Hacíamos turnos. Pero aquí siempre había 7. En esas mesas, 12 tías. ¡Y qué tías!
- Jó, aquella alta, catalana. Tenía las caderas escurridas como todas las catalanas pero ¡estaba…!
- Hay que ver, fulano. Con lo nacionalista que tú eres y nunca te gustaron las mujeres de tu tierra…
- ¡Coño, Super! La patria es la patria y la cama es la cama. Ya aguanté 40 años a una y me hizo sufrir hasta para morirse. Es que las catalanas –se dirige a mí- en la cama son un desastre. Tú, chacha chaca chaca chaca, esforzándote y la tía “Acaba ya, Pep, que mañana hay que madrugar”. Así no hay manera. Cuando murió mi mujer me dije “ahora es la mía” y me busqué una colombiana. Piel dorada. Mire, mire, aquí tengo la foto.
Me la enseña. La chica está bien; como de telenovela. Pero de dorada más bien no; tirando a antracita.
- Está oxidada –me arriesgo-.
- No, es que en la foto se oscurece algo. Bueno, tampoco es que fuese dorada. Bronce viejo. Pero como las colombianas no hay. Suaves, mimosas… Empiezan a dar mordisquitos en el cuello y… me pongo como si tuviera 20 años.
- No jodas –interviene el Súper-. No vengas fardando con setenta y tantos años.
- No fardo, coño. Hablo de lo que hay. Otra cosa es que me quede a medio camino pero para eso está la técnica.
- Joder, ya me enseñarás porque yo la mando que se ponga en posición de firmes y ni caso.
- La tecnología, Súper, la tecnología. Pichas de plástico, vibradores…
- ¡Ah, no había caído!
- Lo malo de esto –interviene otro parroquiano- es que estas tías sólo miran la cartera.
- ¡Qué coño cartera! Vivo con mi pensión de jubilado, ya me dirá usted. De vez en cuando le compro en Zara un conjunto de vestir y por 60 euros he hecho la faena. Ahora tengo otra colombiana de 35 años y el año pasado estuve con ella en Colombia.
- ¿A buscar droga de consumo o entrar en un cártel? –pregunto.
- ¡Bah! Eso son cosas que se dicen. Allí se vive de puta de madre. Lo de los cárteles es para llenar periódicos. Mire, me compré 7 pantalones blancos y alquilé un coche: era San Dios. Fui a buscar a la hija de mi chombi al colegio. La niña tiene 17 años y le llevaba un collar para regalarle. La chombi me dijo que se lo diera luego porque si no las compañeras pensarían que era rico y vendrían en mi busca. Para la cama, claro. Porque las colombianas han aprendido. Antes se liaban con uno como ellas, un desgraciado que le hacía tres hijos y se largaba. Las madres le han enseñado que es mejor un tío mayor que les da pasta y ningún problema. Lo que pasa es que no puedes presumir porque como se huelan que tienes euros lo más fácil es que te secuestren. Los de las FARC o los paramilitares. Estos son peor.
- Entonces si hay problemas.
- ¡Nada, hombre! Es cuestión de tener vista. Y con cuatro chavos vives de puta madre. Fíjese que con mil euros le pague dos años de alquiler a la madre de la chombi… ¡que estaba!... 56 años. Lo intenté pero me dijo que nones, que ella quería mucho a su hija y no le quitaba el chorvo. Es que las colombianas tienen un estilo… No como las niñas de aquí que llevan los vaqueros con agujeros. Visten impecablemente y andan… Yo las conozco por los andares. Voy detrás de una y me fijo en el meneíllo del culo… ¡la leche, oiga!
Salva me llama. Acaba de llegar el repartidor de Sadibarna y tengo que interrumpir la conferencia.
3 Comments:
Quiro felicitar desde estas paginas al señor PEDRO COLLADO NEBOT en el día de su santo, y , a demás, felicitarle por la brillante labor al frente de la ASOCIACIÓN PROFESIONAL DE VENDEDORES DE PRENSA DE BARCELONA Y PROVINCIA.
Un Abrazo
Caballo Rojo
Mi mAS gran felicitacion al señor Collado en el dia de San Pedro. Hay mas Pedros, pero para ese en especial NI AGUA, sienyo ser tan claro pero de ser bueno se cansa uno, BESITOS
JUSTICIERO
Felicidades al sr. Pedro Collado
Yo en su momento dije que san Pedro tenía las llaves matarile rile ron, chim pomm!
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