Marina Press y la gramática
Esta semana debería estar contento y no lo estoy. Debería estar contento porque hemos tenido cosas positivas: profesionales y particulares.
La primera se produjo el domingo. Tengo un cliente que hace tres colecciones, a saber, Relojes de cuerda y plata, Érase la música y Magic English. Mi cliente viaja constantemente y cada vez que se pasa por el quiosco se va cargadito. Es fiel; hasta ahora no me ha fallado nunca pero siempre que me llega un relojito echo un vistazo a la lista de apartados y se me ponen los pelos de punta: como un día le dé un telele tengo cubiertos los regalos para el resto de mis días. El domingo pasó cuando ya estábamos cerrando, bueno, cuando Dalr estaba cerrando. En ese momento yo contemplaba como Alonso intentaba un adelantamiento imposible y daba al traste con sus ilusiones de hacer una buena carrera en Mónaco.
- ¿Dónde tienes los relojes? –Dalr al teléfono-.
- Tranquilo, no te pongas nervioso –puse la neurona en funcionamiento-. Ponte mirando la pantalla del ordenador. Fíjate hacia dónde apuntan los dedos de tus pies y sigue la flecha. Hay una caja y dos bolsas.
- Lo tengo.
- Trescientos cincuenta y tantos... –respiré aliviado.
La segunda fue el lunes. Otro de mis clientes colecciona Waterloo (piedresita a piedresita) y estamos teniendo mala suerte. Me han cortado la colección tres veces y cada una ha sido una odisea para repescar los números atrasados. Del último corte tenía pendientes los números 107, 109 y 110. Y el cliente estaba nervioso. Dos veces por semana mantenemos la misma conversación.
- ¿Sabemos algo?
- No me han dicho ni mu.
- ¿Ya los va reclamando usted?
- Cada semana.
No es verdad. Aprovecho cuando tengo que hacer un pedido para recordarles que estoy a la espera de tres soldaditos pero esto no sucede cada semana; un par de veces al mes, sí.
- ¿Usted que haría?
- Hombre, hasta ahora, aunque sea con sufrimiento, los tenemos todos. Ahora que sólo faltan seis entregas no creo que nos dejen colgados. Además, en medio de la batalla no creo que se note la ausencia de unos cuantos soldados –esto último no lo dije, lo pensé-.
El lunes Salva me dio la noticia: han llegado. Misión cumplida y cliente contento. Tengo unas ganas de que Wellintong se decida a atacar de una puñetera vez...
Y el martes...
No me dormí. Quiosquera me tiró de la cama.
No olvidé cargar el teléfono. Quiosquera se encargó de recordármelo.
No se me pegó la lengua al cielo de la boca. Aproveché un descuido de Salva y robé un chicle en el quiosco.
La entrevista en “El matí a 4 bandes” no fue brillante. Tampoco lo esperaba. Pero creo que salí bien.
Utilicé de telonero a Artur Más ¡ahí es nada! Claro que me quedó un regustillo amargo: estos políticos aprovechan cualquier circunstancia para salir a la palestra; debió enterarse que participaba Quiosquero y aprovechó el tirón para chupar micro. En su favor he de decir que, durante el rato que lo escuché, estuvo muy atinado.
Lo que más ilusión me hizo fue cuando el director del programa leyó unas frases del blog y acabó hablando de “este quiosquero poeta”. No tiene mayor importancia que las frases leídas no fueran mías sino de Dalr pero ya se sabe “de tal astilla, tal palo”.
Y sin embargo llevo una semana de muy mala leche. Como decía mi amigo Andresillo el Huyo, los tengo chiquitillos y pegaíllos al culo, como los tigres. O sea, que para verlos me tengo que asomar. Esta semana no. Los tengo tan hinchados que parece que estoy con paperas. ¿El virus? Marina Press.
Días pasados afirmé que Marina Press no roba y, para demostrarlo, echaba mano al diccionario. Acudo de nuevo a la Real Academia y tomo la segunda acepción.
Robar: 2. tr. Tomar para sí lo ajeno
El 21 de mayo contabilizamos 733€ reclamados a Marina Press sin que hubiésemos recibido ninguna contestación por su parte. Una semana después hablo de MIL TRESCIENTOS SESENTA Y NUEVE EUROS CON TREINTA CÉNTIMOS. Admito que ha de haber errores por mi parte, admito que parte de lo que reclamo quizá ya me lo hayan abonado, admito que debo de estar equivocándome al hacer la devolución, admito que habrá productos que todavía no han vencido, admito todo lo que se puede admitir. Pero en esa suma está todo lo que he reclamado y no aparece en factura como pendiente.
Si a esto unimos que por dos veces he solicitado mediante fax que se me conceda una entrevista para tratar de estas y otras cosas y no he recibido contestación, he de deducir que algo oscuro hay en el tema. Quizá esperan que diga lo que no debo.
Pues vamos a decirlo.
Soy absolutamente lego en leyes y no sé qué se entiende por robar pero GRAMATICALMENTE, MARINA PRESS ME ROBA.
Volveré (General MacArthur, 1942).
La primera se produjo el domingo. Tengo un cliente que hace tres colecciones, a saber, Relojes de cuerda y plata, Érase la música y Magic English. Mi cliente viaja constantemente y cada vez que se pasa por el quiosco se va cargadito. Es fiel; hasta ahora no me ha fallado nunca pero siempre que me llega un relojito echo un vistazo a la lista de apartados y se me ponen los pelos de punta: como un día le dé un telele tengo cubiertos los regalos para el resto de mis días. El domingo pasó cuando ya estábamos cerrando, bueno, cuando Dalr estaba cerrando. En ese momento yo contemplaba como Alonso intentaba un adelantamiento imposible y daba al traste con sus ilusiones de hacer una buena carrera en Mónaco.
- ¿Dónde tienes los relojes? –Dalr al teléfono-.
- Tranquilo, no te pongas nervioso –puse la neurona en funcionamiento-. Ponte mirando la pantalla del ordenador. Fíjate hacia dónde apuntan los dedos de tus pies y sigue la flecha. Hay una caja y dos bolsas.
- Lo tengo.
- Trescientos cincuenta y tantos... –respiré aliviado.
La segunda fue el lunes. Otro de mis clientes colecciona Waterloo (piedresita a piedresita) y estamos teniendo mala suerte. Me han cortado la colección tres veces y cada una ha sido una odisea para repescar los números atrasados. Del último corte tenía pendientes los números 107, 109 y 110. Y el cliente estaba nervioso. Dos veces por semana mantenemos la misma conversación.
- ¿Sabemos algo?
- No me han dicho ni mu.
- ¿Ya los va reclamando usted?
- Cada semana.
No es verdad. Aprovecho cuando tengo que hacer un pedido para recordarles que estoy a la espera de tres soldaditos pero esto no sucede cada semana; un par de veces al mes, sí.
- ¿Usted que haría?
- Hombre, hasta ahora, aunque sea con sufrimiento, los tenemos todos. Ahora que sólo faltan seis entregas no creo que nos dejen colgados. Además, en medio de la batalla no creo que se note la ausencia de unos cuantos soldados –esto último no lo dije, lo pensé-.
El lunes Salva me dio la noticia: han llegado. Misión cumplida y cliente contento. Tengo unas ganas de que Wellintong se decida a atacar de una puñetera vez...
Y el martes...
No me dormí. Quiosquera me tiró de la cama.
No olvidé cargar el teléfono. Quiosquera se encargó de recordármelo.
No se me pegó la lengua al cielo de la boca. Aproveché un descuido de Salva y robé un chicle en el quiosco.
La entrevista en “El matí a 4 bandes” no fue brillante. Tampoco lo esperaba. Pero creo que salí bien.
Utilicé de telonero a Artur Más ¡ahí es nada! Claro que me quedó un regustillo amargo: estos políticos aprovechan cualquier circunstancia para salir a la palestra; debió enterarse que participaba Quiosquero y aprovechó el tirón para chupar micro. En su favor he de decir que, durante el rato que lo escuché, estuvo muy atinado.
Lo que más ilusión me hizo fue cuando el director del programa leyó unas frases del blog y acabó hablando de “este quiosquero poeta”. No tiene mayor importancia que las frases leídas no fueran mías sino de Dalr pero ya se sabe “de tal astilla, tal palo”.
Y sin embargo llevo una semana de muy mala leche. Como decía mi amigo Andresillo el Huyo, los tengo chiquitillos y pegaíllos al culo, como los tigres. O sea, que para verlos me tengo que asomar. Esta semana no. Los tengo tan hinchados que parece que estoy con paperas. ¿El virus? Marina Press.
Días pasados afirmé que Marina Press no roba y, para demostrarlo, echaba mano al diccionario. Acudo de nuevo a la Real Academia y tomo la segunda acepción.
Robar: 2. tr. Tomar para sí lo ajeno
El 21 de mayo contabilizamos 733€ reclamados a Marina Press sin que hubiésemos recibido ninguna contestación por su parte. Una semana después hablo de MIL TRESCIENTOS SESENTA Y NUEVE EUROS CON TREINTA CÉNTIMOS. Admito que ha de haber errores por mi parte, admito que parte de lo que reclamo quizá ya me lo hayan abonado, admito que debo de estar equivocándome al hacer la devolución, admito que habrá productos que todavía no han vencido, admito todo lo que se puede admitir. Pero en esa suma está todo lo que he reclamado y no aparece en factura como pendiente.
Si a esto unimos que por dos veces he solicitado mediante fax que se me conceda una entrevista para tratar de estas y otras cosas y no he recibido contestación, he de deducir que algo oscuro hay en el tema. Quizá esperan que diga lo que no debo.
Pues vamos a decirlo.
Soy absolutamente lego en leyes y no sé qué se entiende por robar pero GRAMATICALMENTE, MARINA PRESS ME ROBA.
Volveré (General MacArthur, 1942).
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