lunes, mayo 12, 2008

¡Serán inútiles!




26 Comments:

At 13/5/08 01:01, Blogger E. Sierra said...

Si es que de donde no hay, no se puede sacar... Habrá que mandarles a las clases de Coco, nuestro queridísimo amigo de Barrio Sésamo, para que les enseñe de nuevo los números...

 
At 13/5/08 05:27, Blogger Javier.LL said...

Después de meses leyéndoos me he decidido a escribir aquí. Saludos a quiosquera y quiosquero especialmente y al resto de compañeras/os.
La revista Sportlife de Mayo viene con fecha de Abril y hace dos semanas el diario As venía con fecha del día anterior, aquéllo de que los diarios solamente dicen la verdad en la fecha y en el precio se reduce a la mitad

 
At 13/5/08 06:48, Anonymous Anónimo said...

No tan inútiles: esa revista fue fundada en 1998, y es natural que ordenen (según el sistema de numeración romano) la aparición de sus números -Si ha pasado una década desde aquella fecha inaugural, "es" el año X. Lo mismo ocurre con la cabecera de "ABC". donde figura "año CV": desde su fundación en 1903, han transcurrido 105 años de su existencia.

Un saludo.

 
At 13/5/08 06:51, Anonymous Anónimo said...

Y el detalle del código de barras es ya algo casi natural, no veo más que una urgencia o un desliz en la composición de la revista.

 
At 13/5/08 08:22, Blogger quiosquera said...

Para Anónimo:
Sí, realmente, al número nos referíamos y, tal como dices, debe de ser un deslitz que no debería tener mayor importancia pero resulta que nuestras "amigas" las distribuidoras pasan su escáner por las revistas y si les devuelves más de las que trajeron del mismo número, se las quedan y no te abonan el importe porque consideran que les querías estafar y que vaya Ud. a saber de dónde las habremos sacado.
Parece una historia de ciencia ficción pero es cierto. Los quiosqueros estamos quemados , pero con razón. De ahí que a veces explotemos.
La historia que acabo de contar nos pasó con unas revistas infantiles hace más de un año. Tuvimos que demostrarles que eran ellos quienes habían hecho las cosas mal (y además les costó de entender). Las distribuidoras parten de la idea que los quiosqueros somos un colectivo de ignorantes y que no sabemos ni qué es un código de barras. Te lo aseguro!
Un saludo,

Quiosquera

 
At 13/5/08 08:38, Anonymous Anónimo said...

Entiendo, pero también supongo que Ud. dispondrá de un albarán de entrega o de servicio donde se le indicará las publicaciones que le entregan, la cantidad y la numeración. Y si -pongamos por caso- recibe 10 ejemplares de ese título es imposible que devuelva 12. Bueno, también dicen que es un error creer que uno está rodeado de inútiles... aunque sea verdad :)

Que pasen un buen día.

 
At 13/5/08 08:59, Anonymous Anónimo said...

No sé que pondría en el albaran pero me imagino que el nº que figuraba era el 249 por el código de barras si no es así ya la hemos fastidiado. Ellos van a pasar el lector y si el código de barras dice 249 y el albarán 250 a la porra todo porque no van a entrar en razón así que no es que sean inútiles, directamente es que son unos incompetentes derromados y encima tacaños porque contratan a gente aún más incompetente para pagarles lo menos posible. Al final siempre pagamos nosotros...
Cris.

 
At 13/5/08 09:28, Anonymous Anónimo said...

Tampoco creo que sea el Apocalipsis: yo he llamado a SADE y me han atendido más que correctamente tomando nota de la incidencia. Es un ejercicio de comunicación, c´est tout -Aunque se trate de SADE :DDDDD

¡Au revoir!

 
At 13/5/08 14:15, Anonymous Anónimo said...

no si correctamente te etienden, cuando te cogen. Pero, porque tengo que perder yo mi tiempo y mi dinero cuando ellos se equivocan?
No si al final resultara que los malos del cuento vamos a ser nosotros y las distribuidoras van a ser las haditas del bosque... Mientras cuele...
Cris.

 
At 13/5/08 15:27, Blogger Jose(Quiosquero Noubarris) said...

yo todavia tengo reclamaciones para abonar desde el mes de julio no se si tengo que ir a sade o a lurdes para solucionarlo.
el caso es que siempre perdemos los mismos el otro dia me vino un paquete de sgel con todo el fleje suelto faltaba un comic de los cab.del zodiaco que he reclamado 2 veces y me han contestado que la reclamacion ersta denegada

 
At 13/5/08 15:57, Blogger Quiosquero said...

Tal y como sucede en la prensa, muchas veces el titular supera el contenido de la noticia. El que un código de barras haya sido mal impreso no deja de ser anecdótico. Pero sucede que cuando el quiosquero se equivoca, paga el quiosquero; cuando el repartidor se equivoca, paga el quiosquero; cuando la distribuidora se equivoca, paga el quiosquero; y cuando la editorial se equivoca también paga el quiosquero.
Este quiosco utiliza la informática en sus quehaceres diarios y, por supuesto, en el momento de entrar el albarán detecta que el código de barras corresponde a la semana anterior lo que tiene en cuenta para sucesivas operaciones. ¿Dónde está el problema, pues? Respuesta lógica: en el funcionamiento de las distribuidoras. Contrariamente a lo que hacemos los quiosqueros, comprobar el albarán que nos envían, las distribuidoras se pasan nuestro albarán por el forrillo y se limitan a generar su propio albarán sin comprobar si al final coincide con el nuestro o no. ¿Qué pasará en el caso de Computer Hoy números 249 y 250? Supongamos que hemos recibido 10 ejemplares del número 249 y devuelto 8. Supongamos que hemos recibido otros 10 ejemplares del número 250 y devuelto 8. En la primera devolución, la distribuidora anotará 8 ejemplares devueltos del número 249. En la segunda, la distribuidora anotará 8 ejemplares del número 249: 8 y 8, 16; como sirvieron 10, no me abonarán 6 ejemplares de Computer Hoy, o sea, sobre las 1500 pesetillas (8,59€) se me habrán ido a hacer puñetas. Servidor reclamará el rehúse, presentará copia de sus albaranes y esperará pacientemente la respuesta: LAS REVISTAS PASAN POR EL LECTOR DE CÓDIGO DE BARRAS Y ES IMPOSIBLE CONFUNDIR UN NÚMERO CON OTRO. Y a reclamar al maestro armero. Y, tal como está el mundo del quiosco, 1500 pesetas es mucho dinero.
Esta vez, sin embargo, los remitiré a Pies para quiosquero.
Sin acritud…

 
At 13/5/08 17:44, Anonymous Anónimo said...

Por lo que veo las tragedias de Eurípides tienen su continuación natural en el mundo del quiosco: ya sólo falta el mártir que se inmole en las instalaciones de (no sé) Marina Press hábilmente escondido en una caja de devolución con cien kilos de trilita. O el que -siendo más sagaz todavía- envíe únicamente los explosivos y juguetee perversamente con el temporizador hasta el momento fatal XDDDD
Bromas aparte, en un mundo donde constantemente se están reformulando negocios tradicionales (el del quiosco no escapa a esas transformaciones) o donde el consumo de ciertos bienes o servicios está cada vez más deprimido o el cliente convencional sufre para satisfacer su bolsa de la compra más básica no es una sorpresa que el siglo XXI sea el de los nuevos filibusteros. En un bando, el que vende, se comprueba que en ese escenario los puntos de fuga son múltiples: clientes agotados y que ya no compran, cambios absurdos en el aspecto de los diarios, revistas que desaparecen, reducciones de plantilla... Demasiado tedio; creo que Uds. ya respondieron de un modo erróneo a ese reto -Id est, con huelgas. Y ahora (me temo) están acariciando el paladar con el revólver del sobreprecio.
Bien, están en su derecho de suicidarse como quieran, pero sin acritud... ni victimismos XD
Wilde decía que el buen humor es la última prenda que debería perderse en sociedad. Es lógico cuando ya se han perdido todas las demás :)

Un saludo.

 
At 13/5/08 20:16, Anonymous Anónimo said...

Apreciado anónimo,
Si en algo debo estar de acuerdo con Ud. es que los negocios deben de reinventarse día a día, y por supuesto los quioscos no se escapan en el mundo cambiante.

La realidad es que nuestro sector ha ido cambiando mucho estos últimos años, el problema, es que los cambios siempre han sido en perjuicio del vendedor, el cual, ha sufrido desde el interés de editor por reducir los precios como herramienta para aumentar sus ingresos publicitarios como la reconducción de las cuentas de resultados de los distribuidores mediante los portes, la inundación de productos sin interés comercial y los protocolos de decisión en lo que abona o deja de abonar.

Estoy también de acuerdo en que la opción de la huelga es errónea, aunque no por los mismos motivos que Ud., sino por el hecho de que el primer perjudicado económicamente es el propio vendedor, cuyos recursos son más que limitados, y la necesidad de pagar las facturas y hacer la compra en el “Macro” si quiere comer pesa más que el “plantar cara” a la bestia que tiene enfrente.

Lo que me sorprende es que el deseo del vendedor por aplicar estrictamente la Ley lo llame Ud. “..revólver del sobreprecio”, entiendo yo que la Ley establecerá quién tiene derecho a establecer el precio de los productos que vende por algo, y quiero pensar que no será por un súbito arrebato al “suicidio colectivo”.

En fin, que sí, que muchos vendedores pensamos tal como decía nuestro amigo Oscar Wilde que “A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante”, quizás porque tal como él decía “La única ventaja de jugar con fuego es que aprende uno a no quemarse” y los quiosqueros llevamos muchos años “chamuscados” por el fuego de los editores y distribuidores.

 
At 13/5/08 21:26, Anonymous Anónimo said...

Wilde fue un autor tremendamente camaleónico y de una lucidez extraordinaria, querido amigo. El juego inofensivo con sus citas puede invitarnos, también, a recordar esta otra: "El valor de una idea no tiene nada que ver con la sinceridad del hombre que la expresa". Yo creo que merece una cirugía especial...
A mí no me interesa tanto la "ley" como la conveniencia o la oportunidad de esa ley. Me explico: si el perjuicio o los pulsos con las distribuidoras se van a trasladar directamente al cliente, si pretendes involucrar en tu cruzada a un comprador, si realmente crees que imputar tal o cual cantidad al consumidor final porque tus facturas no cuadran ya te anuncio que has fracasado y sin examinar un solo naipe.
A tus inquietudes ya están respondiendo los editores y de forma contundente. Igual te has pasado tres semanas como yo explicando a varios clientes por qué El Periódico del sábado vale 20 cts. más, o La Vanguardia un incremento análogo los domingos, o La Razón,o aquella revista de allí o aquella otra de allá. Igual la defunción de ciertos títulos de fondos editoriales, o las fusiones, o todo ese ajetreo del mercado no significan gran cosa para ti. Sí para mí. ¿Sabes por qué la gente no suele llenar las salas donde se proyecta cine español? Porque no gusta, qué le vamos a hacer. ¿Sabes por qué incluso mediando la administración y tratando de establecer unas cuotas mínimas la gente sigue sin ocupar sus butacas? PORQUE NO LES GUSTA, qué le vamos a hacer. ¿Puedes garantizarte que con la aplicación de tal o de cual ley tu mercancía tendrá más difusión o aliviará esos márgenes tan estrechos de beneficio? ¿Qué es para ti el comercio justo, la urgencia de un marco legal para frenar la caída de las ventas o un pacto de caballeros? La solidaridad de un cliente termina cuando le transfieres tus problemas: el cliente es una pieza autónoma en este panorama, y de su comportamiento depende que tú o yo tengamos mayor o menor éxito en nuestras empresas.
El cliente, querido amigo, ha decidido (y esto no es una novedad) que no le apetecen ciertos productos. Aquí no tienen nada que ver los diarios de difusión gratuitos, o las radios y televisiones, o Internet. ¿Crees que un tipo que no consume prensa se va a detener en el portal electrónico de "El País"? ¿Tienes muchos clientes menores de treinta años que compren tal o cual cabecera? ¿Cuántas mujeres se detienen a leer la portada de "El Mundo"? ¿Puedes cambiar unos hábitos, una regularidad, puedes hacer magia? ¿Puedes reanimar a un moribundo... o concederle la extremaunción?.
Lo siento por el diagnóstico, pero es ése: el paciente, nuestro producto, se muere. Es una suerte de cáncer lento: trabaja en silencio pero con una eficacia escalofriante; igual nos concede el plazo de un par o tres de años de agonía. Y en ese tiempo tú podrás comprobar que tu derecho a establecer un precio es completamente legítimo. Y completamente inútil.
Somos grandes tipos en un panorama desolador, moun amic: cuando las soluciones no dependen de uno mismo sólo queda una breve oración murmurada...

Mucha suerte y cuídate.

 
At 13/5/08 21:57, Blogger Quiosquero said...

Llego a casa después de un nuevo día de trabajo y releo los comentarios a este post. Estoy perplejo y gratísimamente sorprendido al comprobar que es posible mantener una discusión discrepante a la vez que educada e inteligente.
Querido anónimo, querido Haddock, gracias por participar. Este es el tono que nos gustaría mantener en el blog.
Quiosquero, quiosquera y dalr.

 
At 13/5/08 22:17, Anonymous Anónimo said...

Bueno, yo no quisiera transmitir ese pesimismo o esa amargura esencial en mis comentarios, pero mi examen de las circunstancias que nos rodean no me invita precisamente a descorchar una botella de cava. En el fondo, yo también soy un figurante en esta trama: sólo pretendí razonar la inquietud que los argumentos de Haddock me sugieren. Ojalá un día pueda mirarle a los ojos y decirle "Tenías razón, compañero".

Que pasen una buena noche.

 
At 14/5/08 00:09, Anonymous Anónimo said...

Gracias a vosotros Quiosquero, Quiosquera y Dalr por mantener el tono, siempre es agradable participar si te sientes cómodo haciéndolo.
Siguiendo en parafrasear a Wilde, también citaría “En el mundo común de los hechos, los malos no son castigados y los buenos recompensados. El éxito se lo llevan los fuertes y el fracaso los débiles”. No sé si se mueren los productos editoriales o no, hay informes para todo, pero lo que si tengo claro es que sea lo que sea no me pillará durmiendo.
El único poder que tiene el editor con el punto de venta es la fijación del precio de venta, la perdida de ESE PODER le hará cuestionar en que condiciones llega su producto a su canal de venta y a la vez consensuaremos editores-vendedores dos realidades, el negocio publicitario del editor con los costes de difusión del soporte que contiene su publicidad y del que hoy por hoy vivimos los vendedores
Finalmente y ya que no todos tenemos que tener un mismo juicio sobre nuestra realidad y volviendo al amigo Wilde “Cuando la gente está de acuerdo conmigo siempre siento que debo estar equivocado”.

 
At 14/5/08 07:56, Anonymous Anónimo said...

Verás: un debate sobre la fijación de precios incluso ya me haría sentir nostalgia de mis años de facultad. Fundamentalmente un precio viene definido por la oferta y la demanda; tú quieres poder de mercado, a la manera del editor. Supongo que ya sabrás que la figura del editor tiene competidores, que venden a otros precios... Menos el dumping o los acuerdos de precios, creo que todo está permitido. Incluso que tú empieces a vender (pongamos por caso) una cabecera a 1,20 y otro punto de venta -digamos que dos o tres calles más abajo- decida que el precio del editor (un euro) ya es válido. Obtener una cuota en el mercado no equivale a dominarlo, y menos en este caso: tu competidor te arruinaría.
Detentar ese poder también significa -o debería significar- controlar sus canales, el medio al través del que se expresa: ¿canales propios, canales ajenos, con qué longitud...? Estoy hablando de distribución, creo.
Ya dije que apuntas a la modificación de un modelo de poder donde el ciclo de vida del producto está apurando su última fase. Se llama declive, por obsolescencia, porque aparecen nuevos participantes que son mucho mejores, por cambios en las preferencias del consumidor... No creo que sea sencillo manejar ese poder, pero (desde luego) siempre puedes intentarlo.
Wilde también lo intentó, y con el mayor de los entusiasmos. Murió después de varios años de presidio, a la temprana edad de 46 años.

Un saludo.

 
At 14/5/08 19:54, Blogger quiosquera said...

Bueno, yo también estoy encantada de poder leer, por fin en nuestro blog, opiniones y puntos de vista dispares, pero razonados.
Leyendo, no es precisamente nostalgia lo que me invade, sino una cierta angustia (a pesar de que llevamos poco tiempo en esto, y no hemos vivido la época de las vacas gordas, por lo que no podemos echarlas de menos). De todas maneras y quizás para luchar contra ese amago de angustia, me vale el pensar que es de todos conocida la frase de "si este producto no sale, mándalo a los quioscos. Allí se acaba vendiendo todo".
No sé, quizás ahora estén cambiando las cosas y en lugar de hablar de los quioscos, tendremos que hacerlo de las "grandes superficies".
Miren, yo no soy economista (aunque ya me gustaría. Trabajo a diario con algunos de ellos y su sueldo no tiene demasiado que ver con el mío). Como decía, aunque no sea economista, el sentido común me lleva a ver que, si entre unos y otros dejan morir los quioscos, en un futuro no muy lejano lamentarán el error. La figura del quiosco no debería desaparecer (y en manos de los ayuntamientos y editoriales / distribuidoras está el evitarlo).
Un punto de venta en un lugar tan privilegiado como es plena calle; sin puertas, abierto de 6 de la mañana a 8 de la tarde ininterrumpidamente, debería de tenerse en cuenta. Por eso, sería interesante que mi humilde opinión llegase también al Ayuntamiento con esta llamada:
- señores, si las editoriales y periódicos pueden vivir (y por lo que se cuenta, vivir bien) dependiendo de la publicidad y no de sus publicaciones -puesto que pueden dar a 0,50 o 1,00 € algunas de ellas, impresas en un papel de gran calidad, por poner un ejemplo- ¿por qué no lo probamos los quioscos también? Por lo que se desprende de algún comentario de “Anónimo”, los quioscos están viviendo sus últimos años como tales: la prensa gratuita, noticias contínuas desde internet, los cotilleos de los famosos en muchos canales de TV...tiene sentido el comentario. Por todo ello, déjennos vivir de la publicidad también. Destinen nuestro espacio a ello y que los anunciantes ofrezcan su publicidad y podamos elegir al mejor postor. Prometemos que para entretenernos, seguiremos vendiendo chicles, caramelos, cromos y demás zarandajas de las que no interesen a las grandes cadenas de supermercados ya que no podemos competir con sus precios, amén de seguir siendo el principal punto de información ciudadana, gratuíta y vocacional para el transeunte nacional o el turista despistado.
Dejemos que las grandes áreas sigan apoderándose del mercado en todos los sectores: alimentación, materiales de construcción, muebles, juguetes, perfumería y un largo etc. Dejemos que sigan hundiendo al pequeño y mediano comerciante... ¿a quién le importa realmente eso? La ley del más fuerte impera y seguirá imperando porque el poder es dinero y, a la vez, el dinero es poder. A los hechos me remito. No hace muchos días, se hablaba a bombo y platillo de una interesantísima fusión dentro del mundo editorial ¿Acaso eso no es poder y viceversa? Pues sí, mientras se consolidan los grandes negocios, a nadie le tiembla la mano al dejar en entredicho el futuro de un colectivo como el nuestro.
¡Recapaciten! Ahora sí que empiezo a sentir nostalgia.

Un saludo,
Quiosquera

 
At 14/5/08 21:09, Anonymous Anónimo said...

Y así es, Señora: la refundación de los quioscos como plataformas de la nueva publicidad sería una tabla de salvación y una oportunidad de negocio ajena a las presiones tan convencionales de este sector. Yo creo que hay suficientes signos como para pensar que la prensa tradicional será un artículo más exclusivo y pensado para un público "real": menos cantidad, más caro (el soporte de papel no es precisamente un ejemplo de ahorro, y más cuando es reciclado) y en cierto modo elitista. No es casualidad que el apetito de los anunciantes se haya desplazado hacia medios más seguros, más rápidos y más eficaces como los portales de Internet: habida cuenta de las devoluciones masivas de invendidos que provoca la crisis de nuestro negocio, la publicidad busca fórmulas mas eficientes de lanzar su mensaje, radialmente, de un modo global.
Es por eso que no creo en incrementos de precio, porque no coincide con el VALOR real del producto. Valor y precio son dos cosas distintas y el cliente, día a día, se aleja de forma progresiva de los contenidos de la prensa: no me parece natural -en un periodismo de calidad- que la noticia tenga menor cuerpo que un anuncio de tal o de cual inmobiliaria o que la mitad de las páginas de la revista "Muy Interesante" (por poner un ejemplo) sean una sucesión de estampas que reclaman un interés puramente comercial. Y no me parece acertado ese sesgo de la contabilidad de costes: un producto terminado como es un diario ya los lleva imputados -y además con descuento, que podrá ser menor o mayor, negociable o innegociable, pero que es el que es- y no es lógico volver a repercutirlos en el lector, que ya los paga en el precio de portada. Un precio no es un azar ni un capricho ni un juego de la codicia: es una cifra perfectamente calculada y equilibrada, y cualquier variación implica unos factores de riesgo difíciles de asumir. Ya se probó con la liberalización de los libros de texto y el resultado fue catastrófico: las grandes superficies podían ofertarlos incluso a precio de coste y arrasaron a las pequeñas librerías.
Las propuestas del estilo canalkiosc sí me parecen atendibles, pero deben salvar ordenanzas municipales y demostrar una rentabilidad a corto o medio plazo, porque la publicidad busca la inmediatez de un resultado, no ejemplares que se sirven en segundas vueltas y que llegan a las diez de la mañana.
Es un placer hablar con Ustedes, que tengan suerte en todo su empeño.

 
At 14/5/08 22:32, Anonymous Anónimo said...

Hola o todos, Quiosquero, Quiosquera, Dalr y anónimo,
Yo no apunto a un cambio de modelo, asevero que la normativa actual lleva intrínsecamente que el modelo legal actual permite al vendedor establecer los precios de venta, y que el no hacerlo sabemos a la perfección donde nos lleva.

Hay un proverbio chino que dice “si no cambias de dirección llegarás a donde te diriges” y el lugar donde nos dirigimos creo que todos lo tenemos claro.

El libro de texto nada tiene que ver con las revistas, su compra es puntual y de golpe, representa un fuerte desembolso para las economías familiares, factor que implica que estas estén dispuestas a cualquier tipo de desplazamiento para ahorrar en esa partida. Al mismo tiempo significa un fuerte reclamo para las grandes superficies que conocen perfectamente la disposición de las familias a desplazarse para realizar esa compra.

Es un argumento fantástico no sólo para aglutinar la totalidad del gasto parejo (uniformes, material escolar,…) sino para adquirir posicionamiento en el consumidor, pero siempre partiendo de que la familia está dispuesta a desplazarse para realizar dicho dispendio. No veo a ninguno de nuestros clientes, ya no a desplazarse a la superficie, sino a realizar cola o pasar por una barrera para comprar el diario o la revista. El mejor ejemplo es que cuando lo han hecho (porque ya lo hacen porque la ley lo permite) no les ha servido de nada y no ha servido ni como reclamo.

El canibalismo entre los propios vendedores es otra cuestión. Yo confío en las asociaciones y en el manejo de negociación que estas tengan con los editores cuando dispongan de algo que ofrecer.

Respecto a desarrollar todos tipo de ingresos adicionales y ojala principales en los quioscos (sea publicidad dinámica, samplings, promociones, …) donde hay que firmar. No confundamos la gimnasia con la magnesia yo hablo del modelo de venta de publicaciones periódicas no de las alternativas comerciales de los puntos de venta para desarrollar nuevos negocios basados en el espacio existente.

Finalmente anónimo da por hecho que el modelo de papel de la prensa está en decadencia y la difusión de los diarios en OJD dicen lo contrario y estudios recientes parecen contradecir también esta tendencia. Yo personalmente creo que el papel gozará todavía durante muchos años de buena salud.

Un saludo.

 
At 15/5/08 07:35, Anonymous Anónimo said...

De abajo hacia arriba:
El papel o la prensa escrita gozará de buena salud siempre que las mentiras auditadas de la OJD así lo digan. Es como la contabilidad de las empresas, la A y la B; si yo pago por publicar el volumen de difusión de mis productos (y sólo lo conozco yo) se me antoja natural inflar artificialmente una cifra para no alarmar al cliente regular y al potencial en una situación delicada. En otro orden de cosas, y si esa aseveración tuya de fortaleza del paciente es tal, ¿para qué un alza de precios por parte del vendedor, si el mercado se regula perfectamente y "parece" sano? ¿Porque lo permite la ley o porque la sangría económica y nuestras cuentas de resultados dicen exactamente lo contrario? Hacer de la necesidad una virtud no me parece coherente.
Enlazando el tema de los ingresos convencionales y los "extras", es evidente que el modelo es bastante elástico: unos años atrás nadie hubiera imaginado que una sartén o un edredón fueran consustanciales a la venta de prensa. O que un gormiti, vamos: si esos atípicos o promociones salvan muchas veces la venta convencional, es que la venta convencional no funciona -Podemos probar a vender diarios "sin" extras o promociones y esperar el resultado o el cuadre de caja. Si es que queda caja, claro.
El ejemplo de los libros de texto fue una licencia para ilustrar los peligros de mover un precio, en un sentido o en otro. Naturalmente, un cliente de desplaza para realizar compras puntuales en instalaciones de gran envergadura. También para comprar una barra de pan, un brick de leche... o un diario. Bueno, el diario igual ni lo compra, porque ya se lo regalan. Y el universitario que acude a su facultad a comprar tal o cual manual puede encontrar torres enteras de "El País" en esta o en aquella zona del campus. En este punto, si te apetece, volvemos a hablar de las excelencias de la OJD...
Si la fe en tu propia idea no presenta ninguna clase de fisuras, yo creo que debe dejar de ser idea y trasladarse al terreno de lo empírico. Si es legal y te asiste la razón... sencillamente empieza a operar con ella. Así de fácil.

Un saludo.

 
At 15/5/08 09:03, Blogger quiosquera said...

Buenos días, Haddock y Anónimo:
Mal que me pese, las teorías de Anónimo son más entendibles y razonables a mi modo de ver. No quiero decir por eso que Haddock no piense en soluciones interesantes pero, con lo de liberar los precios, no he estado nunca demasiado de acuerdo. No olvidemos que nosotros, en nuestra vida diaria, también somos clientes y yo, por lo menos, busco siempre el mejor precio. No digo que en un momento de prisas no compre lo que necesite en la tienda más cercana pero, por lo general, la economía de mi hogar se base, en parte, en saber aprovechar el mejor precio siempre que hablemos del mismo producto.
En cuanto a la decadencia del papel también opino como Anónimo, aunque no por eso diga que lo acepto de buen grado. El boom de Internet ha vuelto loco al mundo. Es cierto. Yo vivo rodeada de publicaciones (trabajo en una biblioteca) y día a día, compruebo que se está intentando por todos los medios, que la pantalla substituya al papel. Esta idea no la comparto porque soy de las que aman a los libros y, aunque me sirvo del gran invento del ordenador durante toda la jornada laboral (y también a ratos en casa), para leer que me den un libro. Me gusta el papel aún sabiendo lo que ello comporta para el medio ambiete, aunque por desgracia, poca gente piensa en ello. Si no, sólo tenemos que ver el dispendio de cartones dos veces al año durante las "cartonás" como les llama Quiosquero.
Pensando con la razón, veo que tendríamos que cambiar nuestros hábitos y aceptar más la pantalla por el bien de todos. Pensando con el corazón, que el paper siga teniendo el peso que siempre tuvo. No me negarán que tenemos conocimiento de muchos momentos históricos y datos importantísimos gracias al pergamino en un principio y al papel después ¿Qué pasará con los CD dentro de un tiempo? Quizás lo mismo que ya ahora con los disquettes. Por cierto ¿están todavía preparados sus ordenadores para poderlos leer? ...
Y ya para terminar ¿cuánto tiempo deben dejarse "colgados" en Internet datos o información como pudieran ser las series estadísticas? sólo por poner un ejemplo...
Que tengan un buen día.
Quiosquera

 
At 15/5/08 16:15, Blogger Quiosquero said...

¡Jo, qué pequeño me siento pero qué satisfecho!
¡Lo que es capaz de producir una idiotez escrita en un momento de cabreo por un humilde quiosquero que todavía toma el biberón en este apasionante oficio!
Creo que hemos asistido, o estamos asistiendo, en este post a una de las discusiones más inteligentes y razonadas que se han producido en el blog desde que hizo su aparición en el espacio virtual.
Hace tiempo dije que editoras, distribuidoras y quiosqueros navegamos en el mismo barco aunque unos lo hagan en suite y otros en cubierta pero que, si el barco se hunde, nos ahogamos todos. Creo que “hablando se entiende la gente” sólo es verdad si todos los interlocutores tienen intención de entenderse pero si no se empieza a hablar nunca sabremos si se hubiera podido llegar a un entendimiento. Los tres estamentos implicados tenemos problemas diferentes y soluciones diferentes para resolverlos. ¿Tan difícil resulta que, como aquí, pudiéramos sentarnos en una mesa, expresar nuestra postura y, quién sabe, encontrar remedios a nuestros males?
Toda guerra concluye con un armisticio o con la aniquilación del rival. ¿No se podría intentar el armisticio antes de iniciar la guerra?
Saludos.

 
At 15/5/08 21:20, Anonymous Anónimo said...

Son Ustedes muy amables al brindarme la oportunidad de expresar opiniones en este espacio. No se sienta pequeño: llevo explorando su blog desde sus inicios y me parece un trabajo magnífico, a la par que honrado y hospitalario con los distintos juicios que él se van dejando. Como cuaderno de bitácora personal y profesional yo diría que no tiene precio -Aunque el libro sí lo tenga XD
En esta encrucijada de impresiones (con su señora, con Haddock) hay la voluntad de poner fin a una situación que nos apura y apena: los interlocutores a los que debemos dirigirnos -ya sean editores, ya sean distribuidoras- también están desorientados en esta gran sala de espejos que se deslizan y agrietan. La metáfora me sirve porque observo que todo el mundo de mueve en una dirección o en otra, pero sin dejar de mirarse a sí mismos: los editores vigilando a los editores, en una pesadilla de tanteos de mercado y de pasos en falso con sus inversiones y sus activos, las distribuidoras en guerras interinas y en guerras casi exóticas, jugando a un ajedrez loco con un capital humano y deteriorando sus propios canales con las urgencias de la recuperación de costes... Y nosotros... Nosotros en una especie de punto ciego, mirándonos sin vernos, resistiendo casi con el instinto de la gacela que se ve acosada en sabana abierta. Todos estamos muy agotados, y creo que es por eso que sí habrá un armisticio. No sé cuándo ni en qué condiciones: después de la segunda gran guerra se produjo un equilibrio del terror, donde el poder no estaba tanto en su posible uso como en su tenencia. Pero después cayó el muro y ya no tuvo sentido almacenarlo, sino distribuirlo de un modo que, sin perder un ápice de su contundencia, todos sintieran que estaba ahí, omnipresente y dispuesto a asumir la apariencia más severa o la más blanda...
Las cosas cambiarán porque las cosas no están destinadas a perdurar, sino a buscar nuevos cristales. Pero lo que nunca debemos olvidar es que somos "tomadores" de precios, no "fijadores": si por mí fuera ya sería millonario, estipulando los precios a mi antojo, pero son los clientes (el mercado) quienes realmente clavan el precio. Y esa sala de espejos de la que yo he hablado nunca -repito: nunca- debe olvidar el auténtico reflejo: el cliente que se acerca con una moneda en la palma y que (a veces) te mira a los ojos.

Que pasen una buena noche.

 
At 16/5/08 10:51, Blogger Quiosquero said...

Gracias anónimo. Estos pequeños estímulos son los que nos ayudan a llevar una vida grande.
Saludos.

 

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