jueves, agosto 17, 2023

¿Quién domina la Gramática?

1942 fue un año transcendente en la historia del país que, pocos años después, sería conocido con el nombre de España. Importantes acontecimientos, algunos positivos, otros negativos, marcaron el devenir de los siglos; entre ellos, destacan 3:
1.- 2 de enero: los Reyes Católicos ponen fin a la secular guerra contra el moro y establecen (casi) las fronteras definitivas de España.
2.- 31 de marzo: se firma el Edicto de Granada, en virtud del cual los judíos no conversos disponen de cuatro meses para abandonar Castilla, aunque después se dio una prórroga hasta el 10 de agosto. No puede establecerse una cifra exacta de los judíos expulsados, pero parece que debió andar por los 100.000.
3.- 12 de octubre: Cristóbal Colón, financiado por Castilla, topa con las Indias Occidentales.
Hay un cuarto acontecimiento que quedó olvidado por la trascendencia de los anteriormente citados: el 18 de agosto, Antonio Martínez de Cala y Xarana, más conocido por Elio Antonio de Nebrixa (léase Nebrija, ya que tal era el sonido de la X castellana), publica la primera Gramática Castellana. Parece que la intención de mi tocayo era la de adecuar la escritura de la lengua a su pronunciación; por poco, pero no lo consiguió. Sin embargo, la primera consecuencia de la gramática fue cargarse el castellano (o castellano antiguo) y dar origen al español o castellano a secas. Obviamente, esto es una opinión.

La gramática castellana o española ha ido evolucionando a lo largo de los años al ritmo que han marcado los hablantes de la lengua. En 1713 se funda la Real Academia Española (de la Lengua), cuyo primer objetivo es el de editar un diccionario que recoja el conjunto de palabras que conforman el idioma, a imagen de lo que ya habían hecho Francia, Portugal e Italia. Al mismo tiempo, la Academia se arroga la potestad de vigilar la evolución y buen uso de la lengua; de ahí su lema “limpia, fija y da esplendor”. Los hablantes de español siguieron a su bola y no hicieron puñetero caso al diccionario. La Real Academia debió adaptarse al idioma y, como es de lógica, no fue al revés. Uno de los primeros disparates fue definir el leísmo como un vicio aceptado, mientras condenaba el laísmo y el loísmo como error gramatical.

Con la independencia de los países hispanos, muchos de ellos crearon su propia Academia y el idioma estuvo a punto de sufrir el mismo desmembramiento que, muchos años antes, sufrió el latín. Con el tiempo habrían surgido el argentino, el chileno, el cubano, el filipino, y un largo etcétera. Si no me he descontado, son 21 las Academias de la Lengua Española. Ahora colaboran todas y la única manera que han tenido de mantener la equidad es aceptando todas las variaciones que sobre el español había aceptado cada una de ellas.
Desde entonces los cambios que se han ido aceptando son básicamente ortográficos, y la mayoría, de acentuación: si en un país un diptongo no es diptongo o viceversa, acentúe usted según pronuncia, es decir, acentúe como le dé la gana. Si dos palabras se escriben igual y para distinguir su significado una de ellas se acentúa, no acentúe ninguna y jamás cometerá falta; es el caso de adjetivos y pronombres demostrativos (este/éste), verbos y preposiciones (dé/de), y otros casos. Cierto es que, cuando hablamos, no pronunciamos los acentos (o sí), pero el escribiente, a falta de entonación, debe facilitar al lector la comprensión del escrito. Al margen de que hay frases difícilmente interpretables:
“Voy solo a Madrid”
¿Va usted a Madrid sin compañía o sólo va a Madrid y a ninguna otra ciudad?
Es de suponer que no tardará en desaparecer la "hache (h)", que encima de que no se pronuncia, hace que cometamos muchas faltas al escribir.
Si de lo que se trata es de subir escalones en el informe PISA, la idea es/sería más que acertada.

De todas las mejoras establecidas por la Real Academia hay una que no ha acabado de convencerme: la conjugación de los verbos.
No sé la fecha exacta, pero hasta el siglo XXI (+/-), el presente de indicativo del verbo esturrear (pongamos por caso) era
yo esturreo
tú esturreas
él esturrea
nosotros esturreamos
vosotros esturreáis
ellos esturrean
y sabíamos que andaban incluidos ella, usted, nosotras, vosotras, ellas y ustedes y que usted y ustedes eran tercera persona

Según el drae, el mismo verbo se conjuga así:
Singular, primera persona: yo esturreo
Singular, segunda persona: tú/vos esturreas/esturreás
Singular, segunda persona: usted esturrea
Singular, tercera persona: él/ella esturrea
Plural, primera persona: nosotros/nosotras esturreamos
Plural, segunda persona: vosotros/vosotras esturreáis
Plural, segunda persona: ustedes esturrean
Plural, tercera persona: ellos/ellas esturrean

A esta nueva forma de conjugar le veo un par de fallos: en español, aunque en desuso, sigue vigente el plural mayestático (en realidad singular, ya que se refieren a una sola persona, aunque sea un tío gordo) y, por tanto, faltan las personas nos y vos (primera y segunda del singular. Habría que añadir, entonces:
1.- Singular, primera persona: NOS esturreamos
2.- Singular, segunda persona: VOS esturreáis.

Aún falta una; entiendo que no podemos comparar Andalucía con Argentina (aquí no hay academia), pero sí hay una conjugación, especialmente en la región de Córdoba, que suena de maravilla:
¿USTEDES HABÉIS visto pasar un niño corriendo detrás de una pelota?