La vuelta al cole
La incorporación al trabajo después de vacaciones sienta mal; si, además, uno se incorpora con horario intensivo y extensivo, bordea los límites del código penal por lo menos de pensamiento. Pues de esa guisa me encontraba ayer cuando apagaron las farolas de la calle, más aún habida cuenta de que, por motivos de ahorro energético, las farolas se apagan antes de despuntar el día. Mis amigos los repartidores se lo tomaron con calma y llegaron de forma escalonada, la cual cosa es buena para que los nervios no se disparen. Siempre, claro está, que a las 8 haya llegado Pronto, que nunca entenderé cómo llevando ese nombre no aparezca hasta las 10 de la mañana. A esa hora ya habría vendido la mitad de las existencias a tenor de las veces que por él me habían preguntado. A esa hora la gente ya no me preguntaba por Pronto: lo cogía y ya está. A esa hora, un poquito más tarde, la gente me preguntaba dónde estaba El Periódico (Catalán y Castellano) o El País que ya habían fenecido. Las distribuidoras ajustan sus programas de servicio a la demanda y han supuesto que todo el mundo está de vacaciones en agosto; y así debe ser, pero con la crisis los veraneantes han cambiado Platja d’Haro por el balcón de su casa. Cuando vayan a darse cuenta (las distribuidoras), la gente se habrá acostumbrado a no leer el diario y tendremos un largo periodo de recuperación de lectores.
Por lo demás, nada ha cambiado durante estos días. La gente compra las mismas publicaciones y hace las mismas preguntas, sólo que con mayor parsimonia.
- Ehte, ¿el trehsientoh sicuenta y siete?
Ya hasta me lo traen escrito en un papelillo.
- Zry estrís p’allá.
- Zry blocs?
- Eso, zry bloc p’allá y en la acera de ap.
Y se van tan contentos; los de fuera, porque los de dentro se van mosqueados.
Ayer se me acercó una parejita.
- Gran eglís.
- ¿Cátidral o Sagrada Familia?
- Gran eglís –levantaba la mano al cielo mostrando las torres-.
- Cátidral… barrio gótico… daun. Sagrada Familia… zry estrís ap and seven rait.
- In eglís an contrusión.
- ¡Hombre! Si tu le dé nu parlón fransé, quesque nu fesón an parlan anglé? Truá gui an o e seta druá.
No sé si se dice así o no pero el gabacho me entendió y encima se sabía el chiste porque se rió a la vez que me daba un cachete en el brazo y me dejaba el hombro entumecío.
Por lo demás, nada ha cambiado durante estos días. La gente compra las mismas publicaciones y hace las mismas preguntas, sólo que con mayor parsimonia.
- Ehte, ¿el trehsientoh sicuenta y siete?
Ya hasta me lo traen escrito en un papelillo.
- Zry estrís p’allá.
- Zry blocs?
- Eso, zry bloc p’allá y en la acera de ap.
Y se van tan contentos; los de fuera, porque los de dentro se van mosqueados.
Ayer se me acercó una parejita.
- Gran eglís.
- ¿Cátidral o Sagrada Familia?
- Gran eglís –levantaba la mano al cielo mostrando las torres-.
- Cátidral… barrio gótico… daun. Sagrada Familia… zry estrís ap and seven rait.
- In eglís an contrusión.
- ¡Hombre! Si tu le dé nu parlón fransé, quesque nu fesón an parlan anglé? Truá gui an o e seta druá.
No sé si se dice así o no pero el gabacho me entendió y encima se sabía el chiste porque se rió a la vez que me daba un cachete en el brazo y me dejaba el hombro entumecío.
5 Comments:
Pos si, aburrido de mi quiosquero habitual, que me trataba mal, y me miraba hosco desde que había reducido mi lectura diaria de Prensa, me mudé de quiosco.
Yo venía por la calle que siempre habia sido del Consejjjo de Ciento, pasaba el instituto, sus bedeles orondos y sus virgenes celestiales, hasta que llegaba a mi comercio de diarios y revistas habitual, no un quiosco, una tienda que ocupaba (eso si, igual que un quiosco), las aceras que pago.
Y alli, feliz y despreocupado, compraba mi País (que no era el pais de la Mestressa, abonada desde siempre a l'Avui) y seguia mi ruta, con una sonrisa en la cara, y una canción en mi corazón porque iba provisto de alimento para el alma con el que nutrirla durante la pausa sagrada del desayuno.
Y a menudo, con El País, caía algun Pronto, que movía mis pasiones terrenas, y algun Intervíu, si mostraba en portada alguna tetuda que llamase mi atención, y de cuya lectura saldria sin duda con mis facultades mentales fortalecidas.
Pero ¡ay! murió Don Jesús Polanco. Mis argumentos para discutir con la Mestressa a la hora de la cena sobre la utilidad para el pais (el suyo y el mio) de los pactos entre el Principe de Shrek y Bambi para conseguir el poder quedaban cojos, descafeinados, y, sobre todo, sectarios. Casi tanto como los de la Mestressa.
Y mi quiosquero/a habitual me empezó a mirar hosco, como decia al principio.
Veia en mi al enemigo, al que ya no leia la prensa, el que se habia pasado con armas y bagajes al ADN, al 20 minutos, y que, como ya no compraba prensa, tampoco se llevaba el fasciculo de la coleccion de vehiculos de la segunda guerra mundial a escala 1:1, ni tampoco el de zapatillas regionales, y, oh horror, ya no le pedia los numeros atrasados de la colección de cetáceos del mundo acompañados del ejemplar correspondiente conservado en formol y blisterizado.
Y como tenemos libertad de mudarnos de quiosco, decidí que compraba mi ejemplar dominical del Mundo (¡tan bajo hemos caido!) en un extraño quiosco, pintado de gris, que no okupa (casi) las aceras, y que como da la espalda al trafico, parece siempre cerrado cuando uno pasa apresurado en el coche.
Y vi que estaba ante un quiosco ilustrado porque EL QUIOSQUERO HABIA PUBLICADO UN LIBRO!!!!. Y cuando pregunté por el libro, me dijeron: "ah, eso es cosa del jefe". Pero como vi que el jefe tenia un blog, pues aqui estoy.
Aunque cuando se preste ya apostillaré como usuario los comentarios del Quiosquero, si que, desgraciadamente, debo decirle que veo poco claro el futuro de su profesion, como veo poco claro el de la prensa en general.
Yo, que sigo cobrando igual que antes de la crisis, que no he perdido mi empleo, que no temo mas perderlo de lo que lo temia antes (ya me han despedido tres veces por mi mala cabeza), he dejado de comprar Prensa.
Yo, que estaba suscrito a dos revistas, a un diario (bueno, la mestressa lo estaba), y que compraba Prensa todos los dias, incluso los que no eran de guardar, me aburri.
Si algo me interesa lo recibo por los feeds a los que estoy suscrito. Lo que no se si me interesará, lo leo on-line, por cero euros.
Ya no enciendo la chimenea con papel de periodico, ni lo uso para taparme el pecho en invierno cuando voy en moto.
Asi que, Quiosquero, en mi tiene un fan, dispuesto a hacerle perder el tiempo dandole conversación, cantandole, si se presta a ello, alegres canciones alegoricas, incluso comprandole algun dominical si resulta que el tiempo lo permite, para leer en la playa.
Y en mi tiene un hermano en la internez, pero como cliente, soy de lo peorcito... con decirle que los fasciculos de microbios mortales e, incluso la de elementos de tortura estan, llenos de polvo como el arpa de Becquer, en un rincon de mi casa, esperando la mano de nieve que sepa desenblistarlas.
Carlos, después de tu comentario no me queda más remedio que echarle un rapapolvo a Salva. Si este quiosquero publica libros es para tener la oportunidad de hacer una cosa diferente intentando, si es posible, que no le cueste dinero, lo que ha conseguido en sus dos primeros libros; no así en el tercero donde continúa sin cubrir costes. Por eso es obligación de Salva encasquetarle el libro a todo el que se acerque al quiosco aunque sea para preguntar la hora.
Por lo demás, no coincidimos en las espectativas de futuro de la profesión; para mí están clarísimas: nos vamos a pique. Lo que no sé es que haremos cuando lleguemos a pique.
Encantado de tenerlo en nuestras páginas.
Huy, tampoco era mi intención que el esforzado Salva se ganase nada.
Digamos en su descargo que probablemente el hecho que viese en mis manos la calderilla precisa y justa para pagar el periódico, junto con algun trozo de fango de la alcancia del cerdito que mi hijo anda, aun hoy, pobrecito, buscando desesperadamente, todo eso unido a mi declaración jurada de que no llevaba aquel dia la cartera pudo refrenarlo en su obligación de colocarme el ejemplar.
Ahora bien, hoy he podido apreciar que estaba el libro colocado en forma mu propia y aparente, y prometo, si logro sisar algo de la compra y no se entera la Mestressa, dedicar la sisa a mejorar sus finanzas.
¡Dios mío, Dios mío! Con el cabello erizado por la emoción y recorriéndome la espalda un escalofrío de tal magnitud que alcanzó hasta donde don Miguel decía que perdía su santo nombre; así me he sentido leyendo por fin un texto que no atenta contra las leyes de la gramática ni de la ortografía. ¿Será cierto lo que ven mis ojos? ¿Será un milagro? ¿Qué será, será?
Lo sé, soy un radical, un integrista lingüístico que se marea leyendo a ciertos personajillos que pululan por aquí -y por otros lares- y que sin dudar de su buena intención, asesinan el idioma de manera inmisericorde cada día. A don Calos se le puede perdonar hasta ese nihilismo periodístico en el que está cayendo, se le puede perdonar que sea el peor cliente del mundo; pero se le agradece que sepa hilar frases coherentes y hasta ponga los puntos y comas -esos grandes desconocidos- donde deben de ir.
¡Alabado sea el Señor!
¡Qué razón tienes, Intrépido! Después de un período de insultos y frases burdas y punzantes (escritas en un lenguaje de lo más deplorable, tal como apuntas), los comentarios de Carlos nos llegan como una brisa fresca con la fragancia del campo en una mañana húmeda.
De todas maneras, y si te remotas a tiempos ya pasados, verás que hemos tenido, y creo que seguimos teniendo aunque ahora no escriban, gentes de mucho nivel en el manejo de "la pluma".
Afortunadamente para aquéllos que nos gusta el lenguaje, todavía hay muchas personas que lo dominan.
Así, pues, insto a todos ellos (los que hace tiempo nos deleitaban con su buen escribir), a que lo hagan de nuevo. Echamos de menos a Aberrón, Alvarillo, Kutuklú, Shelley, y tantos otros que ahora no recuerdo sus nombres, pero que saben lo que dicen y, lo más importante, saben cómo decirlo.
Desde aquí, un saludo para los amigos que nos leéis y espero que nos sigáis leyendo por mucho, mucho tiempo.
Un abrazo y paciencia para seguir aguantando el calor de este bochornoso verano.
Quiosquera
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