viernes, julio 24, 2009

La cantera de Doña Lupe

Está visto que Salva y yo estamos gafados para las vacaciones. Nuestro primer año de matrimonio nos fue bien porque cerramos el chiringuito y no volvimos a contactar hasta el día de reapertura; pero, a partir de ahí, nuestras vacaciones han sido un desastre.

Por cuestiones de estabilidad económica decidimos que no podíamos cerrar el quiosco un mes seguido y en 2007 tomamos las vacaciones en alternancia. Primero las tomé yo y, entrado el mes de octubre, Salva se fue con su familia a hacer las Américas. Creo que todavía su avión buscaba pista cuando yo aterricé en mitad del quiosco, tras leve pisotón a un ejemplar de "Qué me dices", y me destrocé la rodilla. Tres meses y medio entre pata tiesa y recuperación.

En 2008 el desastre no se hizo de rogar. Volví a ser yo quien eligiera turno y, días antes de consumirlo, acabé en una camilla del Sant Jordi con un muelle dentro de una coronaria. Como uno intenta ser empresario pero no quiere pasar por hijoputa, metí la pata; en cuanto me creí recuperado, volví al quiosco y mandé a Salva a que disfrutara de sus vacaciones. Error. No sólo no estaba recuperado sino que agravé mi estado, intenté no hacerle caso y acabé inhabilitado para el trabajo durante siete meses y medio.

Nuevamente me he hecho el machote y pedí el alta voluntaria para que Salva pudiera descansar. Esta vez las vacaciones las empezó él. Las he pasado más putas que Caín, básicamente por la falta de entrenamiento, pero lo he dado por bien empleado porque el chico se había ganado el descanso. El día de mi partida pasé por el quiosco a primera hora, recogí el portátil por si las moscas y levanté el dedo en señal de advertencia:
- Ya lo sé –se me adelantó-; le prometo que únicamente lo molestaré en caso de urgencia.

Era jueves. Llegué a Aguadulce 10 horas después y tardé poco en meterme en la cama. A las seis sonó el despertador y me maldije por no haber tenido la precaución de cambiarle la hora; lo apagué y seguí durmiendo. Cinco minutos después, sonó de nuevo y repetí la operación, maldición incluida. Volvió a sonar. No podía ser posible ya que lo tengo programado para dos intentos. Aclaro que uso el móvil como despertador aunque con sintonías distintas, pero no estaba yo en condiciones de distinguir a Mozart de Beethoven a horas tan intempestivas. Agarré el aparato y me lo acerqué a la oreja.
- Señor Quiosquero –se me puso la piel de gallina-, le dije que sólo lo llamaría en caso de máxima urgencia y hay una urgencia: esta noche he tenido que llamar una ambulancia porque Lupita se ha puesto muy mala.
- ¿Lupita o Doña Lupe?
- Doña Lupe. No sabemos qué tiene; los médicos dicen que puede ser apendicitis o algo de riñón. Yo he pensado recoger los periódicos y decirle al Súper que se haga cargo de las revistas cuando lleguen.
- No hay problema, Salva. Más tarde hablamos.
No fue posible localizarlo durante el día. A la noche dimos con él.
- Seguimos sin saber nada. La mandan a casa y le irán haciendo pruebas hasta ver qué tiene.

Hemos ido hablando cada día. El domingo se le repitió el dolor y de nuevo hizo el viaje en ambulancia. Seguían sin saber qué pasaba. Uno de los días hablamos con la madre de Salva.
- Le están haciendo pruebas pero no lo ven claro. También podría ser cosa de vesícula pero en las radiografías no sale nada.

Y así hasta el miércoles. Tenía una llamada perdida de Salva y no contestaba ni el quiosco, ni en casa, ni en su móvil.
- Han operado a Doña Lupe –dije a Quiosquera-.
- Habría insistido en la llamada.
- Conozco a Salva, si no está en el quiosco es que está en el hospital.

No dimos con ellos hasta el jueves. Hablamos con la madre de Salva.
- Se volvió a poner muy mal. La pobrecilla me decía “!Ay, yayita, que me estoy muriendo!”. Y la han abierto sin estar muy seguros de lo que tenía; la vesícula llena de piedras, la pobre. Pero ya pasó lo peor.

Hay una cosa que me ha quedado clara: quien inicia las vacaciones es quien recibe las hostias. Y el jefe soy yo…

4 Comments:

At 27/7/09 17:43, Blogger Alvaro said...

Hola, Quiosqueros.
A fuerza de seguir este blog (uno edita revistas, y lo que le pase al quiosquero nos pasa a nosotros) y de reirme y preocuparme e indignarme, ha llegado el momento de dejar un comentario.

¿qué sucedería si los quiosqueros fuerais funcionarios?
Yo lo sé. Fui a comprar El País, no lo veía y le pregunto al quiosquero, que no tiene por qué ser amable ni estar de buen humor.
- "Sólo han llegado los periódicos que están expuestos".
- "Ya, yo no lo veo... ¿está expuesto El País?".
- "Ya le he dicho que sólo los que están expuestos han llegado". La situación era surrealista, para él yo tenía que recorrer visualmente todo el quiosco-librería, cuando a él le bastaría, en el improbable caso de que no lo supiera ya, con mirar en el estante adecuado.
- "Ya, mire, yo no trabajo aquí, así que me es difícil saber si está expuesto..."
- "No es tan difícil: si no está expuesto, es que no ha llegado..."

Alguien creerá que es imposible, tal como está el patio, que esto pase. ¿dónde está el truco?
Está en que el quiosco está en un vestíbulo enorme del que salen trenes de alta velocidad, y al que accedes después de saludar a unos Guardias Civiles, que te dejan entrar pero no salir, donde eres un comprador de periódicos cautivo. A partir de ahora, antes de entrar a coger el AVE, hay que acordarse de comprar El País. Que en Atocha está el único quiosquero funcionario de España.

 
At 27/7/09 19:09, Blogger kioskero said...

Hola Alvaro,no dudo que esa situación sea realmente como ha sido descrita.
Solo quiero puntualizar que habitualmente (y seguro que en este caso tambien es así)estos establecimientos son de empresas vinculadas a distribuidores nacionales ( que seguramente hacen la distribución de lo editado por ti) y son "atendidos" por empleados.
Un kioskero es completemente diferente a un "despachador de revistas", con todos mis respetos hacia ellos, de la misma manera que no es lo mismo un editor que un reportero.
Por lo que te agradecería tomases en cuenta esta diferencia sustancial la proxima vez que acudas a un punto de venta.
Un saludo y gracias por el comentario.

 
At 27/7/09 19:52, Blogger Intrépido said...

Yo, que soy dueño de mi negocio y el primero en poner interés en que el cliente pase por caja y me dé de comer, me acuso de que en alguna ocasión me he comportado de forma borde e inmisericorde con el que menos lo merecía.

Puede que cuando el cliente me hizo la pregunta yo llevara diez horas de pie; puede que antes hubieran pasado seis clientes idiotas preguntándome diez precios cada uno y no compraran nada; puede que la Distribuidora me hubiera perdido una o dos cajas de la devolución y no aparecieran por ninguna parte; puede que el banco hubiera devuelto alguna factura por falta de liquidez; puede que un poco antes hubiera tenido que echar a algún mangante al que se le pegaban las revistas a las manos...

Nada de esto, obviamente, justifica que el pobre hombre que me hizo una pregunta haya tenido que aguantar una respuesta borde. Pero se la dí y lo siento.

Como decía aquel gran maestro llamado Chiquito, una mala tarde la tiene cualquiera.

 
At 30/7/09 14:27, Blogger Enrique_kioscoelcano said...

Yo, que recuerdo con cariño a mi suegro, que en paz descanse, te voy a contar una anécdota si no de este compañero de otro cercano.

Me comentaba la respuesta airada del vendedor de prensa ante la pregunta por la situación de una calle, ¡¡Oiga, usted no creerá que yo me encuentro aquí para indicar la situación de las calles!!. Mi suegro se quejaba de lo grosero que había sido aquel señor de la estación de ATOCHA.
Siendo compañero de fatigas enseguida le entendí, - Suegro, imagínate que todo el que sale de un Tren te pregunta por una calle....

Please, ten en cuenta las circunstancias que puedan rodear a un vendedor, que puede estar sometido a múltiples tensiones. Un saludo a tod@s.

 

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