Urbanidad
En can Superwaiter se montan tertulias de muy alto nivel. Obviamente los temas preferidos son la politica y el fútbol.
En política, los tertulianos se confiesan simpatizantes de diversos grupos políticos que van desde CiU hasta ERC. Por raro que parezca nadie reconoce simpatizar con el PP aunque determinadas posiciones los delaten. Superwaiter y yo, sin acuerdo previo, andamos conchabados y cuando la discusión se calienta Superwaiter levanta el brazo al cielo y grita un ¡Viva Franco! al que yo, desde la otra esquina, respondo ¡Arriba España!. La discusión se corta en seco hasta que los tertulianos advierten que estamos de cachondeo... o no.
Pero el tema preferido del Catedrático es la juventud y su poca educación.
Le suelo recordar que, a fin de cuentas, a los jóvenes de hoy los hemos educado nosotros. No se da por aludido. En cierta ocasión en que Darl era testigo de la tertulia, el Catedrático le preguntó si había escuchado alguna vez algo de zarzuela. "No sólo he escuchado zarzuela sino que he visto Luisa Fernanda, La Tabernera del Puerto, Los Gavilanes,... Tengo abono en el Liceo y he asistido a óperas como Carmen, La Traviata, La Bohème...". "Bueno -siguió en sus trece el Catedrático-, todos los jóvenes menos éste son unos incultos y unos maleducados".
Puede que el Catedrático tuviera una cierta razón.
A los niños de la postguerra nos educaron. A bofetadas, pero nos educaron. Nos machacaban continuamente con las normas de urbanidad que conocían: No hay que hacer ruido al masticar; antes de beber se limpia uno el hocico; está feo regoldar delante de los demás; no se habla con la boca llena; los mocos no se limpian en la manga; cuando uno entra en una casa se quita el sombrero y se dan los buenos días; no hay que sacar burla a los viejos; no se debe apedrear a los mendigos; cuando mees contra la pared te la agarras tal que así para que no te la vean los que pasan... Y crecían niños obedientes y apocados. Dicen.
Con el tardofranquismo llegaron aires de libertad y cambiaron las mentalidades. Los niños habían de crecer felices y sin complejos y se los educaba en colegios de enseñanza activa. Se enterró el protocolo, se redujo a un mínimo la urbanidad, se tuteaba a todo el mundo... Y crecieron cafres.
Vayamos por partes.
Mi madre, como muestra de respeto, trataba de usted a sus padres y a sus abuelos. Yo trataba de usted a mis abuelos y tuteaba a mis padres. Mi hijo tutea a sus padres y a sus abuelos. Y no por ello se ha perdido el respeto.
Los jóvenes de hoy vociferan, destrozan el lenguaje y dicen un taco tras otro. Los jóvenes de los años 60 hablaban a gritos, utilizaban un lenguaje bastante vulgar y, si bien los tacos eran más suaves, soltaban un ¡leche! que para sí lo quisiera Ruiz Mateos. O sea, que en todas épocas se cuecen habas.
Vengo a referir que, aunque las formas hayan cambiado, los jóvenes siguen siendo jóvenes, alegres y despreocupados como los de antes y vociferan para hacerse notar, sobre todo, si hay alguna jóvena por los andurriales.
Al quiosco se acercan personas de todas las edades: niños, mozalbetes, jóvenes, maduros, mayores y ancianos; exquisitamente educados, educados, ni fu ni fa, maleducados y groseros, Revuelvan ustedes y comprueben la cantidad de combinaciones que salen. Hay niños o jovencitos que te sueltan “Tío, dame un chicle de menta que la boca me huele a mierda”. Le das el chicle, te tira los 5 cts. y se va por donde había venido. Otros, si embargo, te dicen “Me da un chicle de menta, por favor”. Te da los 5 cts. en la mano y se despide con un “Gracias” que parece que yo le hubiera regalado el chicle. Eso sí, ni uno te da los buenos días.
Entre las personas mayores, los que pasan de los 60 suelen mostrar mejor educación. Saludan al llegar, cogen su periódico mientras intercambiamos un par de frases, te pagan, se despiden y se van. Otros, simplemente cogen la prensa, te alargan el euro y desaparecen. Tengo un cliente que cada día compra Sport.
Lo coge y te pone dos monedas de 50 cts. en la mano. En 10 meses aún no sé cual es su tono de voz.
La “buena educación” se masca cuando acaba de pasar el metro. Llegan diez o doce a la vez, se sirven y diez o doce manos se levantan a la vez. Hay alguno que espera su turno pero la mayoría, si no le coges rápidamente el euro, lo dejan donde les pilla.
La palma se la lleva Mr. Diamond.
Llega, pone dos euros encima de Cinemanía, coge un Avui y El Punt o Marca y desaparece. Ni una vez me ha pagado en mano. Hasta que un día llegó como siempre, puso un billete de 5 sobre Cinemanía y fue a recoger la prensa. ¡Ahora caíste, compadre! Me encontraba enormemente cansado; arrastrando los pies me acerqué a los 5 euros y los cogí. Continuaba estando cansado. Como pude llegué al portamonedas y empecé a reunir el cambio. Además estaba torpe y las monedas se me resbalaban. Mr. Diamond contemplaba impaciente mi torpeza. Al fin pude reunir los 3 euros y, arrastrando los pies, me acerqué a tiro de devolución. ¡Sufre, mamón!
Mr. Diamond no había dicho su última palabra. Tomo el cambio, destripó los periódicos sacando de su interior propagandas y cuadernillos y los desparramó sobre el mostrador cubriendo las revistas.
Mr. Diamond cumple los estándares de urbanidad que el Catedrático atribuye a los “jóvenes de ahora”.
4 Comments:
jejjee... podrías dejarlo algún día una nota secreta dentro del diario a Mr. Diamond, ¿cómo reaccionaría?
Con que abono el Liceu, que caña, mi padre hace unos años me daba pases y pufff... fue el principio de una de mis debilidades :) El otro día con mi hermana comentabamos la posiblidad del abono... A ver si cuando encuentre trabajo me llega :D
Y qué decir sobre lo de jóvene y educación, jejeje, es que estoy sonriéndo porque este texto me ha recordado un poco a Ignatus (sobretodo con lo de Franco jeje). La verdad es que es una relación de ideas muy antigua y no voy a ser yo quién la cambie y menos teniendo en cuenta mi mala educación jijiji
Una sonrisa enoooooooooorme
Bueno Kahlo, no hagas mucho caso al Quiosquero, que lleva una temporada un poco "abuelo cebolleta". Tomo nota de lo de dejar un anónimo a Mr. Diamond, aunque nuestra primera opción siempre ha sido ir a su joyería, agarrar una gargantilla de oro y largarnos tras tirarle un euro encima del mostrador. A ver qué cara pone...
Respecto al abono al Liceo, te recomiendo que te mires los abonos de precios populares. No cantan las primeras figuras, pero las representaciones están igualmente bien y te cuesta menos de la mitad. Yo cambié un abono normal por dos populares en su momento. Si te portas bien a lo mejor te pongo en la lista de "posibles acompañantes" ;-)
Siempre tuve ilusión por escribir pero soy tan malo que jamás lo intenté. Por eso ahora me encanta que algien me lea y no me abuchee a la primera.
En primicia te adelanto que hoy, por primera vez, Mr. Diamond me ha dado el dinero en mano. El hombre ha llegado con un billete de 20 euros y, como hace un viento fuertecillo, no se ha atrevido a dejarlo sobre el mostrador. "Nunca mandé a mis euros a luchar contra los elementos".
No sé si lo expresé bien pero en Urbanidad trataba de decir que los maleducados jóvenes de hoy no están ni mejor ni peor educados que los carrozas de ayer. Sólo estilos diferentes.
todavia existen chicles a ese precio?
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