Sor Paciencia
La mayoría de personas que han estudiado en colegios de curas, frailes o monjas, suelen salir con tal hartazgo que no vuelven a pisar una iglesia salvo para asistir a una boda o funeral y se declaran abiertamente anticlericales.
Yo me mamé 5 años 5 interno en un colegio de curas donde la primera hostia te la daban a las 6 y media de la mañana en la capilla y el resto se iba repartiendo a lo largo del día en clases y pasillos o allá donde el cura te pillara haciendo el ganso y, aunque he renunciado a la hostia matutina, no soy anticlerical. Bien es cierto que yo era un chavea modosito (algo apabullado) y tuve la suerte de no comulgar nunca ni en clases ni pasillos.
En cuanto a las monjas sólo las conozco de las veces que iba a visitar a mi hermana a su internado y me pareció correcto el dicho de que "las monjas son unas mujeres que se casan con Dios porque que no hay dios que se case con ellas".
Dicho esto concluyo que los curas me caen más o menos bien salvo cuando se ponen místicos y a las monjas les tengo un cierto recelo.
A Sor Paciencia la conocí el viernes 6 de mayo. ´Habíamos debutado como quiosqueros el lunes anterior y me encontraba atendiendo a Luís, el chico que me provee de pilas, mecheros y tarjetas de teléfono. Sor Paciencia hizo su entrada en escena por la izquierda. Cara larga y huesuda, rictus de practicar poco la sonrisa, hábito gris hasta media espinilla. "Déme lo de la semana", escupió más que dijo. Darl, solícito, le tendió un ejemplar de Semana. Sor Paciencia pareció haber visto a Belcebú. "No, no, no, ESO no" y las monedas tintineaban en su mano, tal era el temblor. Darl le fue enseñando distintas revistas: Hola, Qué me dices, Lecturas... La monja ya no ´veía a Satanás sino a toda una legión de diablos: "Lo que ese señor me guarda todas las semanas". Silencio. "Lo de las palabras que hay que poner en cuadritos". ¡Pasatiempos! Cuando dimos con el que buscaba, Quiz, soltó el 1,65 y se volvió refunfuñando. Levanté la cabeza y espeté: "Qué mal le ha sentado el matrimonio a esta señora". Luís empezó a hacerme señas con los ojos. Redios, la monja se había parado detrás de Luís y éste me la tapaba. No me percaté hasta que echó a andar de nuevo y salió de detrás del parapeto. ¡Primer cliente que me cargo!
No volví a pensar en Sor Paciencia durante toda la semana pero al viernes siguiente sentí un cierto regomeyo por si la pobre se había sentido ofendida. "Déme lo de la semana". Me levanté como un tiro con la mejor de mis sonrisas y le tendí el Quiz. Mientras rebuscaba en el bolsillo me pareció prudente hacerme un poco el agradable y le pregunté ¿Le gusta hacer crucigramas? "No es para mí. Es para una hermana..." Vaya, dos hermanas en el convento. "... en el Señor. Está impedida la pobre". Bien. Hablamos de la caridad cristiana, de las dificultades que nos pone la vida... al menos cuatro o cinco minutos de cháchara y Sor Paciencia hizo mutis por el foro sonriendo.
Han pasado varios meses y Sor Paciencia acude puntualmente cada viernes a su cita con Quiz. Aparece por la esquina con paso cansino y cara seria que va suavizando a medida que se acerca al quiosco hasta dibujar una amplia sonrisa. Nuestras charlas son breves pero agradables y ella sonríe cada vez más. Incluso se atreve a picardías como el día que me dijo que la había atendido un joven muy agradable.
- Es mi hijo.
- Eso es algo que los hombres no pueden afirmar con seguridad.
- En mi caso sí. Tanto mi libro de familia como su partida de nacimiento atestiguan que es hijo mío.
Y se marcha riendo abiertamente.
Sor Paciencia me gusta.
1 Comments:
Me parece muy bien que escribas en el blog y hasta que los lectores, que aún no se han enterado que ahora somos dos, me feliciten por tus escritos pensando que son míos. Lo que no puede ser es que no te hayas leído lo que ya había publicado. Concretamente: Personajes III: la revista de sor paciencia publicado en septiembre o así. Lo que me jode es que el tuyo está mejor y ahora van a salir las comparaciones y tal... Está claro que, donde hay quiosquero mayor, no manda quiosquerito.
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