viernes, mayo 18, 2007

Diálogo para besugos

Son las 10 y pico de la mañana. Salva ha ido a soplarse un bocata y una manzanilla mientras acabo de introducir los albaranes de SGEL.
- ¿Tienes pa baco?
- Pa… ¿qué?
Junta los dedos anular e índice y se los lleva a los labios.
- Pa humar.
- Sí.
- Dame uno.
- ¿De cuál?
- Del mas barato
- ¿Rubio o negro?
- El rubio es más caro ¿no?
- No.
- ¿Por qué?
- Porque este rubio vale 2,35 y este negro 2,55.
- Dame el de 2 euros.
- No tengo
- Pues el rubio.
- Son 2,35.
- Tome –me da una moneda de 1 euro y dos de 50 céntimos-. ¿Cuánto sobra?
- No sobra. Faltan 35 céntimos.
Vuelve a meterse la mano en el bolsillo y saca un chorro de monedas. Coge calderilla y me la da.
- Ahora sí sobra ¿no?
- No. Faltan 10 céntimos.
- No tengo más.
- Sí tiene. Lleva 4 ó 5 euros.
- Pero no tengo cambio.
- Yo sí.
- Es que no quiero cambiar.
- …
- ¿No me puede hacer una rebajilla?
- No.
- ¿Y cómo lo hacemos?
- Vaya usted al estanco. Hay uno en la misma calle.
- ¿Queda muy lejos?
- Cien metros.
- ¿Cuánto es eso?
- Cien metros más o menos.
- ¿Tirando parriba? –señala en dirección sur y hacia donde la pendiente de la calle desciende.
- No. Tirando pabajo -digo extendiendo el brazo en la misma dirección.
- ¡Ah, pabajo! –y señala al norte.

Se aleja en la dirección correcta.

9 Comments:

At 18/5/07 16:00, Blogger Josep said...

Ostias tu¡ No me digas que las mandao para mi quiosco?.
Quita, quita cierro ahora mismo.

 
At 18/5/07 16:46, Blogger Quiosquero said...

Tranquilo, Josep. Encontró el estanco porque después volvió a pasar para preguntar si se había dejado un periodico.

 
At 18/5/07 18:05, Blogger quiosquera said...

El amigo tiene problemas de lateralidad. Jejeje

 
At 18/5/07 19:34, Blogger JM said...

Joer... lo que no os pase a vosotros....
Yo, de momento, me tengo que "pelear" con un niño que cada día me trae un montón de céntimos y me dice : "qué me puedo llevar hoy?"

 
At 19/5/07 07:40, Anonymous Anónimo said...

Es raro el día en que no aparece por el quiosco alguien con intención de venderme algo. Rifas, lotería o las cosas más inverosímiles.

- Buenos días, vendo calcetines...

- Vale, y yo periódicos.

- Es que son muy buenos.

- Ya, es que yo me dedico a vender, no a comprar. Además, ya tengo calcetines (y levanto el pie para que los vea)

- Mire, estos son de algodón cien por cien, no se rompen nunca... ¿No quiere unos? Son baratos y si compra un par le regalo otro.

- Mire, esto es El País, ¿No quiere uno? Es solo un euro.

- No, no, yo vengo a vender.

- ¡Hombre, qué casualidad! ¡Yo también? Le cambio los calcetines por El País y además le regalo el Faro de Vigo.

- Bueno, ya veo que no quiere usted comprar nada. Adiós.

Hace unos días entró un tipo con un periódico en la mano que, evidentemente, había comprado en otro quiosco.

- ¿Me puede cambiar este periódico por una cocacola?

Y es que los hay con una jeta impresionante. Como el que entra a las siete de la mañana y me quiere pagar el periódico con un billete de cien euros.

- Oiga, ¿No tiene un euro suelto? A estas horas no tengo cambio de cien.

- ¿Pero qué clase de negocio es este que no tiene cambio? Deme una hoja de reclamaciones.

- Aquí no hay de eso.

- Pues ahora mismo le denuncio a la Oficina del Comsumidor.

- Vale, denuncie, denuncie, pero si no tiene un billete más pequeño no hay periódico.

Los niños son un mundo aparte. Hay dos gemelos de unos ocho años -niño y niña- que tardan un cuarto de hora en decidir qué quieren, después de preguntar el precio de todo lo que hay a la vista. Y así todos los sábados y domingos, que ya podían haberse aprendido los precios de memoria, con las veces que se los tengo repetido. También tengo al que me trae todo en monedas de céntimo. Y Claudia, diez años, que por cada cosa que me pide pretende pagarme, que le dé el cambio para seguir pidiendo. Un chicle, cinco céntimos; me entrega un euro y le doy noventa y cinco. Entonces me pide dos gominolas, diez céntimos; me paga y sigue pidiendo... Lo de esta no son las matemáticas.

En fin, un día de estos voy a tener que ponerme a escribir yo también un libro. Anéctodas hay para llenar una enciclopedia.

 
At 19/5/07 10:03, Blogger Conxi said...

Es divertido leer vuestras vivencias diarias, supongo que no tanto el vivirlas pero de lo que si estoy segura es que disfrutais haciendonos participes de ellas.
No creais, tod@s tenemos nuestras batallitas para contar, pero como decis vosotr@s esa es otra historia.

 
At 19/5/07 18:14, Blogger dalr said...

Alfonso, cuidadín con los vendedores de calcetines que son peligrosos. Mi vendedor favorito era el cutrevendedor de mecheros, hasta que me amenazó de muerte el vendedor de calcetines... Es que la nuestra es una profesión de riesgo... ;)

 
At 20/5/07 00:59, Blogger xeanpaul said...

Parece que cada kiosco tiene asignado su vendedor de calcetines, el de aquí es un gitano que utiliza la técnica "capicua" (se me acaba de ocurrir), empieza ofreciendome un par por cinco euros y termina con cinco pares por un euro, una vez cedí y fue mi desgracia por varios meses hasta que me prometió que no iba a venir hasta fin de año, era julio mas o menos, se apareció en septiembre, le recordé su promesa y el hombre creo que se vio herido en su amor propio, se dio la vuelta y hasta navidad, ya no le compro calcetines porque mi mujer me ha amenazado con fuertes represalias si por la puerta de casa aparece algun calcetin más y esas son palabras mayores.

De todas formas debo reconocer que el gitano alguna vez me llegó a comprar algun coleccionables de flamenco o algo parecido hace mucho que no me visita porque hace mucho mas que no le compro

Saludos

 
At 21/5/07 17:24, Blogger kioskero said...

hola
yo tambien tengo mi vendedor de calcetines, tambien intenta venderme pijamas para mi mujer o para mi hija, pero lo mejor de todo es que lo suele hacer despues de que le revise la factura de compra, pues el hombre no sabe de cuentas como el diche, el caso es que se acerca, me saluda, me pregunta que tal estan las ventas, y acontinuacion me pide que le diga a cuento le han conrado los calcetines, los pijamas o los calzoncillos que le han enviado de valencia. Se lo digo en pesetas y el en voz alta lo repite, seguidamente memoriza el precio de venta, en voz alta tambien, de cada uno de los articulos y luego me hace la oferta de susu articulos a precio de venta, logicamente, alguna vez le he comprado por que me parece tan esperpentica la escena que me hace gracia.
Un saludo.

 

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