Lo que da de sí una boda...
La gente de mi barrio, la que se acerca al quiosco, se declara liberal, tolerante y abierta. No son racistas ni xenófobos y los gueis les parecen personas de lo más normal. Y así es, en cuanto a la normalidad de los gueis. De los que compran en este quiosco, la mayoría está por encima de la media en amabilidad, educación y cultura. Hay unos cuantos que, si no fuera por el producto que compran o porque otros clientes te lo chivan, pasarían totalmente desapercibidos y nadie diría que son del gremio. Finalmente, hay uno o dos que coinciden con el estereotipo de la maricona o mariposón tópico. Es decir, los maricones de mi barrio son, en su inmensa mayoría, gueis. Utilizo la palabra “maricón” en su acepción de homosexual y punto, y la palabra guei porque es así como los homosexuales normales (no las mariconas) gustan de denominarse.
No sucede lo mismo entre los “hetero” que se declaran liberales, tolerantes y abiertos. La revista Zero ocupa en mis estantes un lugar de un cierto privilegio. Primero porque tiene buena salida; segundo porque algunos no se atreven a pedirla y es mejor que la tengan a mano; tercero porque a mí me da la gana. Los clientes “normales” se la miran de reojo pero no hacen ningún comentario. Si acaso le explican a otros clientes de qué va.
- ¡Uy! ¿Qué revista es esta?
- El Zero, hija. Es una revista de ambiente guei.
- ¡Ahhh!
Y continúan con absoluta normalidad.
Pero estas dos mismas chicas pasan frente al quiosco días después y, a grito pelado, espetan:
- ¡Mira, mira! El Gallardón en portada de la revista de los maricones.
Siguen su camino cachondeándose de la circunstancia.
El día de la boda de Salva y Lupita, al cerrar, puse un cartel en el quiosco: “NOS ESTAMOS CASANDO”. Ha traído cola.
Cuando al día siguiente llegué a tomarme mi café en Can Superwaiter, Super, el Catedrático y Don Vito comentaban el citado cartel.
- No, decía “nos estamos casando” –comentaba el Catedrático.
- No has leído bien –le rectificaba el Super-. Decía “nos estamos cansando”.
- No sabéis leer –intervine-. Yo soy de alcurnia y acostumbro a usar el plural mayestático. El cartel decía “nos, estamos cansado”.
A medida que la gente pasaba a recoger su prensa diaria aprovechaban para recabar información.
- Bueno, el lunes ¿quién se casaba?
- Salva.
- ¿Su hijo?
- No, mi hijo es el que viene los domingos. Salva es el que está aquí todos los días.
- ¡El grandón! ¿Y se ha casado con una española?
- Sí señora.
- Pues parece sudamericana –dice señalando la foto que puse en primera fila.
- Es que nació allá pero ahora está acá.
Lupita todavía no tiene la nacionalidad pero no tenía ganas de extenderme.
- ¡Ah, pues yo creía que estaba usted casado!
- Es que estaba casado.
- ¿Y se ha casado en segundas?
- No señora. Yo me casé en primeras y tengo la sensación de que va para largo.
- ¿Quién se casó entonces?
- Salva.
- Como ponía “nos estamos casando…”
- Es que Salva también es del quiosco.
Tropecientas preguntas de este tipo. Hasta que se acercó una señora a la que conozco de verla pasar frente al quiosco pero que jamás ha comprado nada.
- ¿Quién se casó el lunes?
- Este y yo –contesté.
- ¡Ah, son pareja!
- Sí señora. Formamos una buena pareja de quiosqueros.
- No, si a mí me da igual. Me parece muy bien que dos hombres se enamoren.
- Claro, mujer. La cuestión es ser feliz.
Sigue pasando por aquí, saluda con una sonrisa amplia pero no ha vuelto a comprar.
No tenemos constancia de que nos llamen “el quiosquero maricón”, aunque nunca se sabe.
* * *
Lupita, en adelante Doña Lupe, está embarazada. Esperamos el nacimiento de la beba para el mes de marzo.
No sucede lo mismo entre los “hetero” que se declaran liberales, tolerantes y abiertos. La revista Zero ocupa en mis estantes un lugar de un cierto privilegio. Primero porque tiene buena salida; segundo porque algunos no se atreven a pedirla y es mejor que la tengan a mano; tercero porque a mí me da la gana. Los clientes “normales” se la miran de reojo pero no hacen ningún comentario. Si acaso le explican a otros clientes de qué va.
- ¡Uy! ¿Qué revista es esta?
- El Zero, hija. Es una revista de ambiente guei.
- ¡Ahhh!
Y continúan con absoluta normalidad.
Pero estas dos mismas chicas pasan frente al quiosco días después y, a grito pelado, espetan:
- ¡Mira, mira! El Gallardón en portada de la revista de los maricones.
Siguen su camino cachondeándose de la circunstancia.
El día de la boda de Salva y Lupita, al cerrar, puse un cartel en el quiosco: “NOS ESTAMOS CASANDO”. Ha traído cola.
Cuando al día siguiente llegué a tomarme mi café en Can Superwaiter, Super, el Catedrático y Don Vito comentaban el citado cartel.
- No, decía “nos estamos casando” –comentaba el Catedrático.
- No has leído bien –le rectificaba el Super-. Decía “nos estamos cansando”.
- No sabéis leer –intervine-. Yo soy de alcurnia y acostumbro a usar el plural mayestático. El cartel decía “nos, estamos cansado”.
A medida que la gente pasaba a recoger su prensa diaria aprovechaban para recabar información.
- Bueno, el lunes ¿quién se casaba?
- Salva.
- ¿Su hijo?
- No, mi hijo es el que viene los domingos. Salva es el que está aquí todos los días.
- ¡El grandón! ¿Y se ha casado con una española?
- Sí señora.
- Pues parece sudamericana –dice señalando la foto que puse en primera fila.
- Es que nació allá pero ahora está acá.
Lupita todavía no tiene la nacionalidad pero no tenía ganas de extenderme.
- ¡Ah, pues yo creía que estaba usted casado!
- Es que estaba casado.
- ¿Y se ha casado en segundas?
- No señora. Yo me casé en primeras y tengo la sensación de que va para largo.
- ¿Quién se casó entonces?
- Salva.
- Como ponía “nos estamos casando…”
- Es que Salva también es del quiosco.
Tropecientas preguntas de este tipo. Hasta que se acercó una señora a la que conozco de verla pasar frente al quiosco pero que jamás ha comprado nada.
- ¿Quién se casó el lunes?
- Este y yo –contesté.
- ¡Ah, son pareja!
- Sí señora. Formamos una buena pareja de quiosqueros.
- No, si a mí me da igual. Me parece muy bien que dos hombres se enamoren.
- Claro, mujer. La cuestión es ser feliz.
Sigue pasando por aquí, saluda con una sonrisa amplia pero no ha vuelto a comprar.
No tenemos constancia de que nos llamen “el quiosquero maricón”, aunque nunca se sabe.
* * *
Lupita, en adelante Doña Lupe, está embarazada. Esperamos el nacimiento de la beba para el mes de marzo.
7 Comments:
Un quiosco de alcurnia, el tuyo. ;-)
La llegada de un bebito al mundo siempre es una buena noticia. Muchas felicidades a los futuros padres!!!
Y quiosquero, ese bigote siempre me había hecho sospechar ;)
Sens dubte, veí de dalt. Aquest quiosc és especial. No podia ser d'una altra manera!
Salutacions.
Muchas felicidades para los futuros padres!
por cierto, quién distribuye Zero?
Gracias!
Zero la distribuye SGEL
Pues nada, que muchas felicidades a Salva Lupita... Y que todo vaya bien... Quisquero: Ya has "fichado" al bebé para el quiosco???
bueno, por aqui tambien se dice que no hay preconcepto contra gays. Tenemos en San Pablo, segun los periodicos, la mayor parada gay del mundo. Son millones de personas.
Pero creo que son millones de personas que van a las calles por la fiesta y la musica. Esta semana un deputado me salió con un projecto de ley de hacer el "dia de orgullo hetero". Una provocación pero tambien una realidade. Tenemos mucho preconcepto, solamente no asumimos.
maray
www.gardenal.org/checaribe
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