miércoles, abril 12, 2006

El quiosco de la esquina

En mi quiosco la venta de periódicos es bastante regular. Dejando a un lado sábados y domingos, que son días atípicos, la diferencia de periódicos vendidos entre el día que más se vende y el que menos, no llega a un 4%. No obstante, cada diario en particular puede sufrir cambios espectaculares de un día para otro. La Vanguardia, por ejemplo, puede pasar de una venta de 120 ejemplares a sólo 80, El Mundo Deportivo de 14 a 29, Avui de 11 a 23 y El Periódico de 38 a 51. Al final de la jornada la venta se compensa.
Hay dos diarios, sin embargo, que muestran una uniformidad casi insultante. Se trata de la Gaceta de los Negocios y de Cinco Días. Cada noche, al hacer el recuento, la misma canción. Gaceta de los Negocios: recibidos dos, devueltos dos. Cinco Días: recibidos uno, devueltos uno.

De vez en cuando estos periódicos lanzan alguna promoción y entonces las cosas cambian. La Gaceta de los Negocios: recibidos cuatro, devueltos cuatro. Cinco Días: recibidos tres, devueltos tres. Vamos, que las pocas veces que ha sonado la flauta y hemos vendido uno, Darl y yo nos hemos marcado un zapateado en el tablao del quiosco y lo hemos celebrado en Can Superwaiter tomándonos una cerveza.

Pero mire usted por donde, Cinco Días lanza a la calle La Gran Enciclopedia de Economía compuesta de XI volúmenes de 11,95 euros de precio y ¾ de kilo de peso cada uno. Al primer tomo, el baratito, se engancha uno de mis clientes habituales que, entusiasmado con la obra, nos pide que se la reservemos cada semana. ¡Voto a Brios, once semanas seguidas vendiendo un Cinco Días y, además, con estrambote! Pero no se habían acabado las alegrías. Tres semanas más tarde, a la altura del volumen IV, otro parroquiano, menos habitual, nos encarga otro ejemplar que pasará a recoger los lunes. En once semanas vamos a sacarle más rendimiento a la economía que en todo un año de los normales.

Y empieza el mosqueo. El primer lunes el parroquiano no se presenta. El segundo lunes, tampoco. ¿Devuelvo la reserva o espero?. El martes siguiente al tercer lunes el parroquiano aparece y se lleva La Vanguardia.
- Le tengo reservado tres volúmenes de La Gran Enciclopedia de Economía.
- No, se los lleva mi hijo cada sábado.
El sábado es un día relajado y Darl y yo nos vamos turnando: uno vende y el otro descansa en Can Superwaiter.
- Claro, se los daría Darl.
- No, no. Mi hijo me dice que se los dio usted.
¡Mierda! Ya me ha atacado el alemán. Sé que Alzheimer avanza deprisa pero no creí que yo fuese tan vulnerable como Polonia. Debe ser que desde el 39 hasta ahora la artillería ha progresado y los síndromes se disparan con ametralladora.

Cuando mi parroquiano se va, preocupado, hago recuento. Enciclopedia de economía volumen V: recibidos dos, vendidos uno. Volumen VI: recibidos cuatro, vendidos uno. Volumen VII: recibidos cuatro, vendidos uno. Respiro aliviado, aún no me han invadido los germanos. El alzhémico es el cliente. ¡Pobre hombre!

Al siguiente lunes las cosas se complican. El pobre hombre se presenta en el quiosco y me da 20 euros para que cobre el volumen VIII que su hijo se había llevado el sábado. Por suerte Darl todavía no se había ido y lo interrogo con la mirada. “Yo no he sido” leo en su expresión. Recuento. Volumen VII: recibidos cuatro, vendidos uno, existencias tres. Y allí estaban los tres volúmenes previstos.
- Creo que tenemos un problema.
- ¿Le debo alguno más?
- No. Es que creo que su hijo compra la enciclopedia en otro quiosco.
- ¡Hombre. no!. (Sarcástico) Mi hijo compra en el quiosco de la esquina.
- (Lacónico) Casi todos los quioscos están en la esquina.
- Vaya, no lo creo. Es que mi hijo está ahora en Alemania pero ya le preguntaré cuando vuelva.
- Sí, sí, pregúntele no vaya a ser que esté comprando en un quiosco y pagando en otro.
- Usted cobre y cuando venga mi hijo lo arreglamos.
¿Arreglamos la cuenta o arreglamos al mozo? –esto no lo dije pero lo pensé.

En efecto, a la semana siguiente se presentó el enciclopédico y era tal como yo había sospechado. Papá hablaba de un quiosco y el nene de otro
Al menos pude venderle los volúmenes restantes.

2 Comments:

At 25/5/06 18:35, Anonymous Anónimo said...

Estimado amigo:

Me alegra leer las notas y crónicas de sus labor quiosqueril, profesión por mí muy querida y apreciada, pues desde hace muchos años sigo fiel a mi quiosco, donde me guardan amablemente mis neuras: los miércoles me reservan uno de los pocos ejemplares de La Vanguardia quellegan a Córdoba (por el suplemento cultural,imprescindible), los jueves El Mundo, los sábados, el ABC y El País, y de vez en cuando, alguna revista. Los suplementos los colecciono como si estuviera enfermo, y en mi quiosco me entienden perfectamente esta enfermedad.

Y a seguir por muchos años.

 
At 26/6/06 15:02, Blogger Josep said...

tranquilo compañero que llegara quien te page un fasciculo o tomo de alguna enciclopedia y nunca mas vuelvas a saber de el.
yo siempre cobro los encargos por adelantado, al menos un numero, pido nombre y telefono, y todavia hay gente que tienes que ir detras de ellos.
el tiempo enseña un monton.
algunos capullos tambien.
sgel tambien.
y marina y logistica y sade y distrib y la vida..........un saludo.

 

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