jueves, junio 01, 2006

Las mismas cosas, las mismas gentes. No cambiamos!

Ante todo pido disculpas por mi larga ausencia en este blog. El empleo (a jornada completa), los quehaceres domésticos (que siendo esposa de quiosquero que trabaja 16 horas diarias, caen enteros) y los ratitos de refuerzo en el quisco, una no da más de sí.
Hoy quiero contaros una anécdota que me ocurrió meses atrás, cuando sufríamos la escasez de "cartas de Pokémon".
Los peques iban como locos preguntando de quiosco en quiosco, a la espera de que alguien respondiera con un SÍ a su pregunta de "¿tienen cartas de Pokémon?
Como siempre ha ocurrido -y seguirá ocurriendo porque la especie es así-, existen los especuladores. Aquellos que pretenden hacer acopio de cualquier cosa por negocio o, simplemente, por tener de aquello que los demás no pueden tener. Éste último es el caso que nos ocupa: el de un padre que en una ocasión aprovechó el momento de la entrega de una nueva caja de cromos, por parte de la distribuidora, para intentar comprársela "enterita" a su vástago (dejando, por supuesto, a otros niños sin su oportunidad). Imaginaos cómo fardaria el niño en el cole diciendo a sus amiguitos que su papá le había comprado una caja entera de cartas de Pokémon, cuando nadie encontraba en ningún sitio.
Quiosquero, que de "eso" ya entiende un rato puesto que la experiencia bien dicen que es un grado, advirtiendo la maniobra le respondió que eso no era posible; que había muchos pequeñines que estaban esperando los famosos cromos, y que tenía muchos encargos por lo que no podía venderle más de 10 sobres del producto. El cliente, no vamos a decir que se lo tomó con mucha elegancia, pero aceptó el trato.
Una semana más tarde, a última hora me pasé por el quiosco para ayudar en la dura tarea del cierre y, cuando llegué, quiosquero estaba hablando de forma desenfadada con un amable cliente de aspecto afable y bonachón. "Menda", sin encomendarme a dios ni al diablo, me introduje de lleno en la conversación que derivó en una crítica "light" a la forma de actuar de algunos padres en cuanto a la educación de sus retoños. Sin ir más lejos, dije: - hace unos días, se acercó un cliente y, viendo que acabábamos de recibir una nueva caja de cromos de los que nos están sirviendo con cuentagotas, pretendía comprarla entera para sus hijos... - Inmediatamente, recibí un fuerte pisotón por parte de quiosquero. Me pilló de sorpresa y exclamé ¡jolín, me has pisado! Hubo un silencio sepulcral.
No recibí ni tan sólo una disculpa por parte de quiosquero, quien siguió hablando con el muchacho. Aparentemente, no se había percatado de lo ocurrido (habiendo sido él, el autor de semejante "accidente"). No entendí lo que pasaba pero la prudencia llegó a tiempo y no comenté nada más.
Cuando el cliente se marchó, quiosquero sin poder contener la risa ni un momento más me dijo: cariño, sabes quién era ese joven que se acaba de ir?... ji, ji...
He reflexionado mucho sobre el incidente y he podido comprobar, una vez más, que la prudencia es básica en todas cosas de la vida. Mucho más cuando se está de cara alpúblico.
Para terminar, y puesto que estamos hablando de prudencia, seria fantástico que los padres supiéramos enseñar a nuestros hijos a ser prudentes a todos los niveles. Deberíamos enseñarles a no ser ostentosos, sino generosos. Enseñarlos a compartir, no a individualizar. En definitiva, enseñarlos a ser mejores personas; porque mientras nos empeñemos en tenerlo todo aún a costa de que haya quien se queden sin nada, el ser humano seguirá siendo egoista ¡Aprendamos a pensar un poco en los demás!

1 Comments:

At 1/6/06 17:30, Blogger dalr said...

Bueno. Yo la conclusión que extraje de esta anécdota es que el quiosquero, ante todo, debe ser discreto. La gente viene y hace y dice cosas que dan para pasarse horas contando historias y riendo a carcajadas (comprobado). Pero hay que tener muchísimo cuidado con qué se cuenta, cómo se cuenta y sobre todo a quién se cuenta.

A nosotros nuestros clientes, en general, nos caen bien. Y cuando contamos algo lo solemos hacer con cariño. Que le sacamos punta y nos reímos, por supuesto, ahí está la gracia. Pero una cosa es tomarnos las cosas con sentido del humor y otra presuponérselo al afectado. La gente, muchas veces, tiene una concepción de la intimidad un tanto extraña y se ofende si persupone que se revelan sus historias, por mucho que se oculten nombres o se omitan detalles para evitar dar pistas.

Por eso ningún cliente del quiosco sabe de la existencia de este blog. Y por eso el amigo de las cartas pokemon no ha vuelto.

 

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