sábado, julio 18, 2009

Estaciones de servicio

Hace muchos años, tantos que ni me acuerdo, cuando un viajero llegaba a una estación de servicio o surtidor de gasolina, daba las llaves a un empleado y éste se encargaba de hacer su faena mientras el conductor aprovechaba para pasarse por el mingitorio. Y si no tenía ganas de mingitar, ni se bajaba del coche. El empleado ponía gasolina, limpiaba los cristales y hasta le daba unas pataditas a las ruedas para ver cómo iba de presión. Poner gasolina era cuestión de unos poquísimos minutos. Claro que, por entonces, sólo viajaban señores, camioneros (los llamados caballeros de la carretera) y tontos hartos de gachas, esto es, palurdos con el riñón forrado y ofrecían al gasolinero elegancia, camaradería y buenas propinas según el caso.

Cuando Quiosquera y yo empezamos a rodar por las carreteras de España con nuestro Mini 850 raso, estas costumbres habían empezado a perderse. Uno paraba junto al surtidor, daba las llaves al empleado, decía “Lleno, por favor” y con un trapo viejo intentaba arrancar los mosquitos que se habían aplanado en el parabrisas. Todo en cuestión de poquísimos minutos.

Con el progreso electrónico y el desarrollo del rebaño humano (cada día somos más borregos), el echar gasolina se ha convertido en un pequeño suplicio. La reconversión y la optimización de recursos mandaron al paro a los empleados de gasolineras, quedando sustituidos por una sola persona, que operaba la caja, y unos surtidores, manejados por el que pagaba, que chivaban al cajero el importe que debía cobrar. Y los españolitos veíamos eso como señal de progreso. Ahora, no sólo se ha de poner cada uno su gasolina, sino que debe esperar en colas impensables años ha, dirigirse a la ventanilla, calcular cuánta gasolina cabe en el depósito, pagar y regresar a poner la gasolina que ya ha pagado. Si, además, quiere limpiar los vidrios, habrá de hacer esperar unos minutos adicionales a los que aguardan en cola. Y los españolitos, que sabemos o deberíamos saber que nuestro colaboracionismo ha llevado al paro a cantidad de personas que se ganaban la vida como empleados de gasolineras, y que sabemos o deberíamos saber que nuestra colaboración no redunda en nuestro beneficio sino en el de los suministradores de carburante que se han ahorrado el personal, y que sabemos o deberíamos saber que estamos perdiendo miserablemente el tiempo, que es un bien escaso, agarramos la manguera, nos suministramos la gasolina y vamos mansamente a la taquilla a pagar el combustible cargado.

Debe ser que empiezo a tener la sangre quemada por mor del quiosco o por cualquier otro mor, pero cada día utilizo un poco más de mala leche. El jueves, camino de Almería paramos a repostar en el área de servicio de L’Hospitalet de l’Infant. Desde que en una ocasión se me derramó un cuarto de depósito de gasolina parado en una pendiente pronunciada, nunca lleno el depósito. Cuando viajo, sí. Al empuñar la maguera una voz me regañó:
- Este surtidor está en modo prepago. Pase antes por la ventanilla.
Mandé a Quiosquera.
- Pregúntale al de la caja a cuántos kilómetros está la próxima estación y entonces le dices que te ponga 5 euros. Y si, por casualidad, te permite llenar el depósito, una vez que me haya abierto el paso del carburante, desapareces. Si ellos no se fían de mí, yo tampoco tengo por qué fiarme de ellos.
Quiosquera, en efecto, llegó a la ventanilla.
- ¿Queda muy lejos la próxima estación de servicio?
- A unos 25 0 30 kilómetros.
- Bueno, entonces ponga 5 euros de gasolina 98 sin plomo. Íbamos a llenar pero mi marido no sabe cuánto le falta al depósito y prefiere repostar en otra área donde no sea necesario pagar por adelantado.
- No señora, no hace falta. Yo le abro el surtidor y ustedes llenan.

Cuando acabé de poner gasolina, Quiosquera había desaparecido. Como una señora de las de antes, se había pasado por la tualete y volvía como una rosa. A mí me dieron pena los que estaban en la cola y me fui sin mear. Pero yo tengo experiencia y aguante.

1 Comments:

At 20/7/09 16:34, Blogger llum said...

M'estic documentant per a un reportatge i m'agradaria contactar amb vostè. Li deixo el meu e-mail llum58@gmail.com.

 

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