Quiosquera y el humor
Los tópicos sólo son eso: tópicos. Pero todo el mundo da por supuesto que un andaluz ha de ser simpático y que en Galicia llueve siempre. Pero cuando el río suena… No es lo mismo que un gaditano te diga “Pisha, me cago en tu puta madre” que “La mara que’t va parí” en boca de un catalán. Del gaditano no se sabe si lo dice en serio o en broma y del catalán, aunque lo diga sonriendo, suena duro. Y es que la simpatía se aprende.
En Andalucía, desde muy pequeños, escuchamos a menudo lo que llamamos los golpes o caías de la gente, esto es, la frase (simpática) justa en el momento oportuno. Y de tanto oír las memorizamos y aprendemos a utilizarlas. No sólo eso. Llegamos a desarrollar el ingenio para inventar caías nuevas.
Cuando conocí a Quiosquera, me pareció una chica agradable, educada, cultita para los tiempos que corrían, sensata, inteligente, lista… Me enamoré de su cabeza. Por supuesto, también de su culo. Con el tiempo fui descubriendo que, además, tenía carácter, no se fiaba ni de su padre y podía ser francamente desagradable si se le ahumaba el pan. Luego todo quedaba en agua de borrajas.
Pero Quiosquera es como el buen vino: mejora con la edad. Ahora empieza a entender si hablo en broma o en serio, sabe sacarle punta a las cosas que nos ocurren y tiene caías. Por eso no me ha sorprendido la gracia de su post “Si La Vanguardia pudiera hablar”. Catalana por varios costados, acabó de educarse en salero en el rinconcillo andaluz que le monto en la cocina, la habitación o el comedor cuando vuelvo del trabajo. En nuestra casa son frecuentes esperpentos como el que relato.
Un día cualquiera. A las siete de la mañana el despertador hace su segunda llamada. Salva abre hoy y no tengo excesiva prisa. Unos toquecitos a Quiosquera para que no se duerma (al fin y al cabo es la que trae a casa las habichuelas) y me doy media vuelta en la cama. Me despierto cuando ella se sienta en el borde y empieza a vestirse. Ataco por el flaco derecho.
- Te tengo dicho que a esta hora no me apetece que me toques las tetas –dice mientras me suelta un sopapo en la mano libidinosa.
En Andalucía, desde muy pequeños, escuchamos a menudo lo que llamamos los golpes o caías de la gente, esto es, la frase (simpática) justa en el momento oportuno. Y de tanto oír las memorizamos y aprendemos a utilizarlas. No sólo eso. Llegamos a desarrollar el ingenio para inventar caías nuevas.
Cuando conocí a Quiosquera, me pareció una chica agradable, educada, cultita para los tiempos que corrían, sensata, inteligente, lista… Me enamoré de su cabeza. Por supuesto, también de su culo. Con el tiempo fui descubriendo que, además, tenía carácter, no se fiaba ni de su padre y podía ser francamente desagradable si se le ahumaba el pan. Luego todo quedaba en agua de borrajas.
Pero Quiosquera es como el buen vino: mejora con la edad. Ahora empieza a entender si hablo en broma o en serio, sabe sacarle punta a las cosas que nos ocurren y tiene caías. Por eso no me ha sorprendido la gracia de su post “Si La Vanguardia pudiera hablar”. Catalana por varios costados, acabó de educarse en salero en el rinconcillo andaluz que le monto en la cocina, la habitación o el comedor cuando vuelvo del trabajo. En nuestra casa son frecuentes esperpentos como el que relato.
Un día cualquiera. A las siete de la mañana el despertador hace su segunda llamada. Salva abre hoy y no tengo excesiva prisa. Unos toquecitos a Quiosquera para que no se duerma (al fin y al cabo es la que trae a casa las habichuelas) y me doy media vuelta en la cama. Me despierto cuando ella se sienta en el borde y empieza a vestirse. Ataco por el flaco derecho.
- Te tengo dicho que a esta hora no me apetece que me toques las tetas –dice mientras me suelta un sopapo en la mano libidinosa.
Mientras emprendo una humillante retirada, la mano izquierda ataca por el otro flanco. Ahora no hay sopapo pero Quiosquera da un salto y sigue vistiéndose de pie. Cuando abandona la habitación oteo sus pertenencias. El reloj de pulsera descansa sobre la mesita de noche y lo pongo bajo su almohada.
Vuelve con prisas. He empezado a vestirme. Mira en la mesita, rebusca en los cajones y acaba trasteando entre las sábanas.
- ¿Qué coño haces que no me dejas dormir?
- Estoy buscando el reloj.
- ¿Has mirado bajo la almohada?
- ¿Por qué me haces esto? –dice entre enfadada y dolida.
- Como no me dejas que te toque las tetas te tendré que tocar los güevos, ¿no?
- La madre que te…
En otros tiempos se hubiera ido cabreada. Ahora, cambia el humor, se ríe y sale cagando leches.
10 Comments:
Muy bueno el blog che!
Los invito a http://seesloquesees.blogspot.com
Saludos !!!!
Vaya, vaya, vaya, quiosquero... Tendrías que crear una categoría titulada algo así como "Intimo y Personal" para este tipo de entradas... Me pregunto si a esa estupenda quiosquera le habrá hecho mucha gracia que hayas publicado todas esas intimidades... Pero bueno... Siempre os queda el recurso de acudir a Dalr, en caso de conflicto, no? Aunque la serie de calificativos -piropos- que la dedicas al inicio está muy bien, claro... Yo le pediría a la Quiosquera que hiciese un post con "sus" impresiones cuando te conoció a ti... Así tendríamos una visión completa, con las dos "visiones"... ¡Anímate, quiosquera!
Un abrazo para los dos!
Juan Manuel: no estoy de humor para hablar de Quiosquero en estos momentos. Seguro que sólo se me ocurrirían improperios. Lo que sí te diré es que ya le metí un buen rapapolvo. No cambiará nunca. Voy a ver si convenzo a mi suegra para devolvérselo. Ya una vez lo intenté y, la buena señora, me contestó que si había disfrutado de su juventud, "apechugara" con él cuando empezaba a hacerse viejo. Que ahora ya no "lo quería" ¿qué te parecen estas madres? Te sueltan las verdades y se quedan tan anchas ;-D
Quiosquera, yo en tu lugar le echaría una buena bronca; eso no quita para que me esté riendo de lo lindo... como dice una buena amiga: "....animalitos..., ¡hay que quererlos como son!"
Sí, Exlibris, sí. "Animalitos", pero me va a matar a disgustos.
A lo que se tiene que dedicar es a repasar las facturas (que por ahí es por donde se nos cuelan los euros y, luego, no llega para cobrar a final de mes).
Lo suyo es vender, quejarse todo lo que quiera (que también tiene derecho el pobre hombre)y mantener a raya a las distribuidoras para que no nos hundan el negocio.
Sin ambargo, en vez de eso, se dedica a poner tonterías en el blog, mostrando su lado menos serio.
Al final acabaré perdonándolo porque me ha hecho bastante "la pelota" con lo de que soy inteligente, seria, y otras nimiedades más que ha soltado por ahí.
¡Ay, hombres!!!
Desde mi punto de vista masculino, el post de quiosquero me parece divertido y gracioso,me recuerda a las conversaciones de barra de bar entre hombres, pero entiendo que a "su consorte" no le haga la mas minima gracia.
Si fuese yo el autor estoy seguro que tendria morros para comer y cenar durante un mes.
Hace algun tiempo le pregunte a mi suegro si le podia devolver a su hija, pues acababa de cumplir ya los cuarenta, y me contesto que este contrato era sin derecho a devolucion, que esto no era " a prueba y a cata como los melones".
Y no se volvio a hablar del tema.
Aclaro que, en el momento de los hechos, Quiosquera ya se había puesto los coletillos y la camiseta, por lo que no hay nada de intimidad. Eso se llama "entrar al trapo" porque lo que es "entrar a matar"... nada de nada (defecto del maestro).
Riéndome estaba en este mi despacho de 70 m2. mientras leía con lágrimas en los ojos, por la pena de volver de vacaciones, pero me habeis alegrado la tarde. Gracias guapetones!
Viva el humor catalanoandalus!
PD: Quiero más...
Hay un nuevo acuerdo entre los distribuidores y editores acerca de los tamaños máximos de los cartones de fascículo teniendo en cuenta la primera, segunda y posteriores entregas. Éste acuerdo será efectivo a partir de Enero de 2008.
Puedes bajar una copia del acuerdo en www.adi-cat.info, "Normativas y Contenciosos".
La verdad es que en Madrid creo que lo de los cartones está bastante solucionado. Alguien sabe algo seguro?
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