Subvenciones
Vaya por delante que, aunque en general esté en desacuerdo con cualquier tipo de subvención, he recurrido a ellas cuando las he necesitado y han sido de ley. Y digo “en general” porque hay veces que la subvención no sólo es de ley sino de justicia.
Llevamos días discutiendo las subvenciones del Ministerio de Industria para informatizar los quioscos mediante la aplicación del Plan Avanza, cuya finalidad se extiende mucho más allá del mero chiringuito donde se vende prensa y pretende potenciar las TIC (tecnologías de información y comunicaciones) de la pequeña y mediana empresa. Lo que a mí me sorprende es la adhesión inquebrantable al plan o la oposición formal al mismo, siempre en función de quienes lo ofrecen o lo gestionan y sin entrar para nada en discutir el quid de la cuestión: ¿Ayuda este plan al desarrollo del quiosco? ¿Hay otras alternativas? ¿Los equipos y programas presentados constituyen una buena opción?
Lo único que sabemos es que, al menos en Barcelona, hay dos ofertas de hardware parecidas pero diferentes y la tira de ofertas de software. Incluso agrupaciones que habían permanecido al margen de esta lucha, anuncian un programa que, sin ser de fabricación propia, van a apoyar si su funcionamiento es correcto. Y todo ello sin que le cueste un duro al quiosquero. Si la subvención del Ministerio sólo alcanza el 60% del coste me pregunto qué se pretende conseguir de los vendedores de prensa apoquinando el 40% restante.
Repito el aserto: el Plan Avanza está dirigido a la pequeña y mediana empresa y, como tal, los vendedores de prensa pueden beneficiarse. Pero ha sido tal la campaña que se ha montado en torno al quiosco que el titular de la noticia en libertaddigital.com es: Los contribuyentes TAMBIÉN pagarán la informatización de los quioscos.
Estamos en un país, España, que lleva siglos viviendo de la picaresca, de las leyes de proteccionismo y de las subvenciones estatales y ahora va a resultar que los quiosqueros vamos a arruinar al contribuyente porque también nos enganchamos a la teta de la vaca. Aunque si todas las subvenciones son iguales a la que a continuación relato, empiezo a entender que todo el mundo esté interesado en intervenir en el “negocio”.
Hace algo más de dos años se me rompió el aparato ortopédico y tuve que hacerme otro. Lo de hacerme otro era necesario porque yo apuro bastante estos cacharros pero aunque se hubiera podido arreglar, a mí, persona interesada, me salía más a cuenta comprar uno nuevo ya que el nuevo está subvencionado y los arreglos no; ¿por qué?. En medio del trasiego por la ortopedia, me enteré de que el Ministerio también me subvencionaba unos zapatos o botas nuevas cada año y, ya puestos, pedí que me adaptaran unas. Puedo asegurar que han sido las botas más cómodas que jamás he tenido.
Al cabo de los dos años, la ortopedia me recordó, mediante misiva ad hoc, que ya me tocaba otra subvención y me pasé por sus locales para hacer las gestiones pertinentes. Advierto que la primera vez que me compré unas botas subvencionadas, las sacaron de una caja de zapatos, me las probé, tomaron medidas y a la bota izquierda le añadieron un alza de X centímetros, forrada de cuero suave.
La chica que me atendió me apuntó en un papel el código que correspondía a la transacción para que el traumatólogo de la Seguridad Social firmara el conforme.
- Ha de tener en cuenta –me dijo- que la subvención sólo le cubre una parte.
- Ya lo suponía. ¿Por cuánto me saldrá?
- Las botas más la adaptación cuestan 1100€. La Seguridad Social le pagará casi 600.
Se me pusieron los pelos de punta. ¡Casi 200.000 pts. por unas botas! Unas botas que le cuestan al estado 600€. Hice dos cosas:
· La primera es que fui a la Inspección de la Seguridad Social a preguntar si puedo obtener la subvención presentando las facturas de la zapatería (botas) y el zapatero (arreglo). No. Para evitar fraudes la Seguridad Social sólo trabaja con centros especializados.
· Lo segundo es que fui a una zapatería, me compré unas botas (fabricadas en Inca) por 150€ y las llevé a un zapatero que me las ajustó por 120€. Total 270€ por unas botas menos cómodas (incomodidad que se traduce en callos) pero que cumplen su función con cierto decoro. Y todo ello ahorrando a los contribuyentes 600€ y a mí mismo unos 200.
¿Cómo serán las botas que subvenciona el Plan Avanza y quién cobrará la subvención?
Llevamos días discutiendo las subvenciones del Ministerio de Industria para informatizar los quioscos mediante la aplicación del Plan Avanza, cuya finalidad se extiende mucho más allá del mero chiringuito donde se vende prensa y pretende potenciar las TIC (tecnologías de información y comunicaciones) de la pequeña y mediana empresa. Lo que a mí me sorprende es la adhesión inquebrantable al plan o la oposición formal al mismo, siempre en función de quienes lo ofrecen o lo gestionan y sin entrar para nada en discutir el quid de la cuestión: ¿Ayuda este plan al desarrollo del quiosco? ¿Hay otras alternativas? ¿Los equipos y programas presentados constituyen una buena opción?
Lo único que sabemos es que, al menos en Barcelona, hay dos ofertas de hardware parecidas pero diferentes y la tira de ofertas de software. Incluso agrupaciones que habían permanecido al margen de esta lucha, anuncian un programa que, sin ser de fabricación propia, van a apoyar si su funcionamiento es correcto. Y todo ello sin que le cueste un duro al quiosquero. Si la subvención del Ministerio sólo alcanza el 60% del coste me pregunto qué se pretende conseguir de los vendedores de prensa apoquinando el 40% restante.
Repito el aserto: el Plan Avanza está dirigido a la pequeña y mediana empresa y, como tal, los vendedores de prensa pueden beneficiarse. Pero ha sido tal la campaña que se ha montado en torno al quiosco que el titular de la noticia en libertaddigital.com es: Los contribuyentes TAMBIÉN pagarán la informatización de los quioscos.
Estamos en un país, España, que lleva siglos viviendo de la picaresca, de las leyes de proteccionismo y de las subvenciones estatales y ahora va a resultar que los quiosqueros vamos a arruinar al contribuyente porque también nos enganchamos a la teta de la vaca. Aunque si todas las subvenciones son iguales a la que a continuación relato, empiezo a entender que todo el mundo esté interesado en intervenir en el “negocio”.
Hace algo más de dos años se me rompió el aparato ortopédico y tuve que hacerme otro. Lo de hacerme otro era necesario porque yo apuro bastante estos cacharros pero aunque se hubiera podido arreglar, a mí, persona interesada, me salía más a cuenta comprar uno nuevo ya que el nuevo está subvencionado y los arreglos no; ¿por qué?. En medio del trasiego por la ortopedia, me enteré de que el Ministerio también me subvencionaba unos zapatos o botas nuevas cada año y, ya puestos, pedí que me adaptaran unas. Puedo asegurar que han sido las botas más cómodas que jamás he tenido.
Al cabo de los dos años, la ortopedia me recordó, mediante misiva ad hoc, que ya me tocaba otra subvención y me pasé por sus locales para hacer las gestiones pertinentes. Advierto que la primera vez que me compré unas botas subvencionadas, las sacaron de una caja de zapatos, me las probé, tomaron medidas y a la bota izquierda le añadieron un alza de X centímetros, forrada de cuero suave.
La chica que me atendió me apuntó en un papel el código que correspondía a la transacción para que el traumatólogo de la Seguridad Social firmara el conforme.
- Ha de tener en cuenta –me dijo- que la subvención sólo le cubre una parte.
- Ya lo suponía. ¿Por cuánto me saldrá?
- Las botas más la adaptación cuestan 1100€. La Seguridad Social le pagará casi 600.
Se me pusieron los pelos de punta. ¡Casi 200.000 pts. por unas botas! Unas botas que le cuestan al estado 600€. Hice dos cosas:
· La primera es que fui a la Inspección de la Seguridad Social a preguntar si puedo obtener la subvención presentando las facturas de la zapatería (botas) y el zapatero (arreglo). No. Para evitar fraudes la Seguridad Social sólo trabaja con centros especializados.
· Lo segundo es que fui a una zapatería, me compré unas botas (fabricadas en Inca) por 150€ y las llevé a un zapatero que me las ajustó por 120€. Total 270€ por unas botas menos cómodas (incomodidad que se traduce en callos) pero que cumplen su función con cierto decoro. Y todo ello ahorrando a los contribuyentes 600€ y a mí mismo unos 200.
¿Cómo serán las botas que subvenciona el Plan Avanza y quién cobrará la subvención?
1 Comments:
Jodó, serían marca Manolo Blahnik por lo menos!
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