jueves, agosto 13, 2009

Competir consigo mismo

¿Qué pensaríamos del dueño de un bar que cobra 1,35€ por un café con leche y 1,35€ por un café con leche más el consiguiente cruasán? ¿Y qué cara se nos quedaría si al pedir un café con leche nos pusieran un café con leche y nos cobrasen 1,35, igual que a nuestro vecino de mostrador que ha tomado la misma bebida y además se comió una pasta?

Claro que esto es, en todo caso, problema de Superwaiter. Lo que me preocupa a mí es qué pensará el papá del niño al que ayer vendí el álbum de la Liga Este y le cobré 2,50€ cuando pase hoy y vea que por los mismos 2,50 le entra el álbum y cuatro sobres de cromos (2€). Y además se entere que el álbum lo ha regalado o lo regalará Mundo Deportivo.

Los clientes de Superwaiter pensarían de él que es idiota. Mis clientes pensarían de mí que soy un chorizo. Digo mal, mis clientes habituales jamás pensarán eso de mí porque llevo más de cuatro años explicándoles cada día cómo funciona este mundillo y saben de las lumbreras que lo manejan, pero el que fabrica los cromos, o sea Panini, debería saber que lo importante es que los niños inicien la colección y tomen la costumbre de pegarlos en el álbum y se vuelvan adictos. Entiendo, por tanto, que las rebajas en este caso han de hacerse al principio y no al final. Puede que sólo sea cuestión de pareceres pero servidor no tiene a la venta, y al mismo tiempo, las dos versiones del álbum de la Liga Este. El modelo “sin cromos” ya está empaquetadito esperando la recogida de devoluciones.

Luego está el tema de las cucharas de Pronto. Durante unas semanas, creo que cuatro, Pronto ha regalado una pieza distinta de una cubertería. Durante las cuatro semanas que ha durado la promoción, Pronto ha permanecido en la misma caja de cartón donde me lo trajeron y sólo se ha servido bajo pedido. A partir de la quinta semana, la estrategia cambia: ahora ha de rellenarse una cartilla con los cupones que irán saliendo en la revista. Una cartilla por cada tipo de cubierto. Luego, la cartilla se canjea por una caja que contiene el número de piezas que faltan.
- A ver… -me dice una señora-, yo tengo que rellenar la cartilla y luego usted me da los cubiertos.
- Me parece que no.
- Debo haberlo entendido mal.
- Creo que lo ha entendido perfectamente, lo que pasa es que la editora me paga un real por cada caja de cubiertos que entregue y me advierte que me cobrará cuatro euros por cada caja o cartilla que pierda. Como usted comprenderá yo no participo en un juego cuyas reglas establecen que si gano, ganaré 25 cts., y si pierdo, perderé cuatro euros.
- Es clá. Llavors, com u fem?
- Vusté ompli la cartilla y ya hablaremos.
Según como sea la mecánica final así actuaré porque ya estoy harto de pagar la cubertería, la vajilla y la cristalería de medio barrio.

En el post del martes, Passatemps lamentaba que los pequeños anunciantes de estas revistas que no lee nadie pero que nos llegan a montones, estén echando por el retrete su inversión en publicidad. Eso les pasa por iletrados y por fiarse de los datos que distribuye el EGM, cuando todo el mundo sabe que para estar al día de qué se mueve en torno al quiosco hay que leer Pies para quiosquero y otros blogs al uso.

1 Comments:

At 15/8/09 13:44, Blogger kioskero said...

Se puede decir mas alto pero no mas claro.
Un saludo.

 

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