La cubeta de los "herrores"
Habíamos finalizado el año camino de Marina BCN a bordo de 9 submarinos amarillos, Beatles incluidos. Nunca se me ha dado bien ir en plan guerrero: primero, porque cuando ladro no muerdo, y segundo, porque cuando ladro acabo con el bozal puesto. Pero iba embalado.
Dejé el coche en una de las plazas destinadas a “visitas” y enfilé el ascensor con mis 9 submarinos en una caja de folios. La primera persona que encontré fue la señora de la limpieza que, al verme con las manos tan ocupadas, llamó el ascensor y sostuvo la puerta, es decir, metió la mano para interrumpir el paso de los fotones, mientras me obsequiaba con una luminosa sonrisa. Nos deseamos un próspero año nuevo.
En la planta 0 (cero) es donde debía iniciar la batalla. Recepcionista jovial, sonriente y amable. Escuchó mi rollo, hizo las averiguaciones oportunas y me envió a la planta 1. Como dos gotas de agua: en la planta 1 recepcionista jovial, sonriente y amable; escuchó mi rollo, hizo las averiguaciones oportunas y me mandó al primer cubículo del pasillo mientras avisaba a la persona que me había de atender. Como tres gotas de agua: administrativa jovial, sonriente y amable. Escuchó mi rollo, tomó nota y me aseguró que recibiría el abono oportuno. Cuando devolviese los sobrantes, ya fuesen submarinos o la taza blanca que los sustituyó, debía enviarlos en paquete aparte e indicar al repartidor que la devolución correspondía a un pedido mal entregado. Por si acaso, no estaría de más indicar en el albarán el nombre de la señorita que me había atendido; ella estaría al caso.
Y eso fue todo.
Me dio por filosofar. Durante bastante tiempo fui un defensor de la bondad humana; había malos, claro, pero eran los menos aunque hiciesen mucho ruido. Incluso rechacé a Hobbes y su célebre frase Homo homini lupus. Frase que, al leer “La traición de Roma” de Santiago Posteguillo, he descubierto (aprendido) que ya la había escrito Plauto unos cuantos años antes).
En una segunda fase, pasé al bando contrario. El término lupus se quedaba corto al definir la maldad del hombre: El lobo mata para comer, el hombre para hacer daño. Y las cuatro o cinco buenas personas que había por ahí eran errores de la naturaleza.
Hoy estoy en una fase contraria a la primera y a la segunda acepción, o sea, ando por el limbo, justo ahora que el Papa ha dicho que no existe. Los hombres no son ni buenos ni malos. Simplemente son. Y actúan en función de circunstancias y estados de ánimo, modulados por los vicios y virtudes que la genética y la educación hayan despertado en cada individuo. Uno de los vicios que, por parte de las distribuidoras, sufrimos los quiosqueros es la desidia. Dicho en plata, “paso de”, “me resbala”, “me la suda” o “me la trae floja”.
En mi relación con las distribuidoras intento localizar un nombre al que poder dirigirme. Lo de “muy señor mío”, “distinguido señor” o “apreciada señora” me resulta impersonal en exceso. A lo mejor decir “Hola, Juan” o “Ana María” a secas sea poco comercial, pero me expreso mejor imaginando una cara concreta al otro lado del teléfono o leyendo el fax que he enviado. En SGEL suelo dirigirme a dos personas, mujeres ambas, según se trate de albaranes de envío o devolución. Una tiene nombre de serie televisiva taurina y la otra es homónima de la concubina de un célebre doctor ruso.
En “Conjunción copulativa” contábamos cómo habíamos pedido dos números de la colección BICHOS y habíamos recibido 33. Una ligera confusión entre Y y HASTA. Desidia.
Como es normal entregamos al cliente los dos bichos que nos había pedido y empaquetamos los 31 restantes para enviarlos como devolución. La cronología de hechos es la siguiente:
1.- Fax a SGEL solicitando BICHOS, números 64 y 96.
2.- Recepción de la confirmación de pedido, enviado por personaje 1, que relaciona bicho a bicho los que vamos a recibir: DESDE el número 64 HASTA el número 96. Desidia.
3.- Fax dirigido a personaje 1 aclarando el primer fax. Desglosamos el pedido completo que consta de 2 BICHOS (número 64 y número 96) y C. DIBUJO Y PINTURA NUEVO (números 20, 32, 33 y 45). Es en este fax donde cometí el error gramatical de tomar el término Y como preposición. De C. DIBUJO Y PINTURA NUEVO todavía estoy esperando contestación. Desidia.
4.- Recepción de los 33 BICHOS (desde el número 64 hasta el número 96). Desidia.
5.- Devolución de los 31 bichos sobrantes.
6.- En la factura de la semana no se abona el importe de los bichos devueltos.
7.- Fax al personaje número 2 en el que explicamos las peripecias por donde han pasado los bichos y reclamamos su pago.
El 30 de diciembre, Salva amanece con la rodilla como un tambor y el médico le manda reposo. Aprovechamos que Quiosquera tiene unos días de vacaciones por disfrutar y se los gasta en el quiosco a la espera de que sean suficientes para que Salva se recupere. El día 31 llevo a Quiosquera al trabajo (a MI trabajo, no al suyo) y me encuentro los alrededores del quiosco llenos de bichos. He recibido el rehúse de los 31 bichos enviados, en base a que su devolución se produce fuera de plazo. Desidia.
Ayer, 4 de enero, Salva se incorporó al trabajo. El descanso no le ha servido de nada y sigue quejándose de la rodilla pero va a intentar aguantar hasta que el médico diagnostique después de ver las radiografías que le han hecho. Quiosquera y yo cogemos el paquete de bichos y nos vamos a SGEL. Llevo toda la documentación que el caso ha generado. En la primera planta hay dos señoritas hablando y una de ellas nos atiende.
- Queríamos ver a “personaje 1” o “personaje 2” porque hay un problema con una devolución.
- ¡Ah, los bichos! –y entra en las oficinas-.
Quiosquera y yo nos miramos.
- Esta sabe lo de los bichos –me dice-.
- Eso parece.
La misma chica sale y nos dice que nos atenderán enseguida y que, si hace falta, nos pasarán con la jefa (personaje 2).
No hace falta. La señorita que nos atiende nos da la clave.
- Tienen que enviar el paquete aparte de la devolución normal. Le dicen al chófer que la ponga en la cubeta de errores en pedidos.
¡Coño, hay que ser idiota! ¡Mira que no darme cuenta que los bichos eran un error y que tenían que ir a la otra cubeta!
- Y añada usted la explicación de todo lo que ha pasado para que no le vuelvan a rehusar la devolución.
Evidente. Pero la explicación de lo que ha pasado la llevo encima. ¿No podría dejarlo todo ya que estoy allí?
No. Los paquetes van al almacén y aquello son oficinas.
Así es que tengo el quiosco lleno de bichos. Sólo faltaría que Salva les eche un chiflotazo de Raid y los deje bien muertos.
La historia tiene su gracia. Pero si la unimos a que mis devoluciones para llegar a feliz término dependen de la desidia o interés de la persona que me las repasa, entonces la comedia se transforma en drama. Resulta que mi supervivencia depende de la profesionalidad de tres o cuatro personas. Y, visto lo visto, son muy poco profesionales.
¡Que sean muy felices en 2010 y posteriores! (Ustedes que me leen, claro)
Dejé el coche en una de las plazas destinadas a “visitas” y enfilé el ascensor con mis 9 submarinos en una caja de folios. La primera persona que encontré fue la señora de la limpieza que, al verme con las manos tan ocupadas, llamó el ascensor y sostuvo la puerta, es decir, metió la mano para interrumpir el paso de los fotones, mientras me obsequiaba con una luminosa sonrisa. Nos deseamos un próspero año nuevo.
En la planta 0 (cero) es donde debía iniciar la batalla. Recepcionista jovial, sonriente y amable. Escuchó mi rollo, hizo las averiguaciones oportunas y me envió a la planta 1. Como dos gotas de agua: en la planta 1 recepcionista jovial, sonriente y amable; escuchó mi rollo, hizo las averiguaciones oportunas y me mandó al primer cubículo del pasillo mientras avisaba a la persona que me había de atender. Como tres gotas de agua: administrativa jovial, sonriente y amable. Escuchó mi rollo, tomó nota y me aseguró que recibiría el abono oportuno. Cuando devolviese los sobrantes, ya fuesen submarinos o la taza blanca que los sustituyó, debía enviarlos en paquete aparte e indicar al repartidor que la devolución correspondía a un pedido mal entregado. Por si acaso, no estaría de más indicar en el albarán el nombre de la señorita que me había atendido; ella estaría al caso.
Y eso fue todo.
Me dio por filosofar. Durante bastante tiempo fui un defensor de la bondad humana; había malos, claro, pero eran los menos aunque hiciesen mucho ruido. Incluso rechacé a Hobbes y su célebre frase Homo homini lupus. Frase que, al leer “La traición de Roma” de Santiago Posteguillo, he descubierto (aprendido) que ya la había escrito Plauto unos cuantos años antes).
En una segunda fase, pasé al bando contrario. El término lupus se quedaba corto al definir la maldad del hombre: El lobo mata para comer, el hombre para hacer daño. Y las cuatro o cinco buenas personas que había por ahí eran errores de la naturaleza.
Hoy estoy en una fase contraria a la primera y a la segunda acepción, o sea, ando por el limbo, justo ahora que el Papa ha dicho que no existe. Los hombres no son ni buenos ni malos. Simplemente son. Y actúan en función de circunstancias y estados de ánimo, modulados por los vicios y virtudes que la genética y la educación hayan despertado en cada individuo. Uno de los vicios que, por parte de las distribuidoras, sufrimos los quiosqueros es la desidia. Dicho en plata, “paso de”, “me resbala”, “me la suda” o “me la trae floja”.
En mi relación con las distribuidoras intento localizar un nombre al que poder dirigirme. Lo de “muy señor mío”, “distinguido señor” o “apreciada señora” me resulta impersonal en exceso. A lo mejor decir “Hola, Juan” o “Ana María” a secas sea poco comercial, pero me expreso mejor imaginando una cara concreta al otro lado del teléfono o leyendo el fax que he enviado. En SGEL suelo dirigirme a dos personas, mujeres ambas, según se trate de albaranes de envío o devolución. Una tiene nombre de serie televisiva taurina y la otra es homónima de la concubina de un célebre doctor ruso.
En “Conjunción copulativa” contábamos cómo habíamos pedido dos números de la colección BICHOS y habíamos recibido 33. Una ligera confusión entre Y y HASTA. Desidia.
Como es normal entregamos al cliente los dos bichos que nos había pedido y empaquetamos los 31 restantes para enviarlos como devolución. La cronología de hechos es la siguiente:
1.- Fax a SGEL solicitando BICHOS, números 64 y 96.
2.- Recepción de la confirmación de pedido, enviado por personaje 1, que relaciona bicho a bicho los que vamos a recibir: DESDE el número 64 HASTA el número 96. Desidia.
3.- Fax dirigido a personaje 1 aclarando el primer fax. Desglosamos el pedido completo que consta de 2 BICHOS (número 64 y número 96) y C. DIBUJO Y PINTURA NUEVO (números 20, 32, 33 y 45). Es en este fax donde cometí el error gramatical de tomar el término Y como preposición. De C. DIBUJO Y PINTURA NUEVO todavía estoy esperando contestación. Desidia.
4.- Recepción de los 33 BICHOS (desde el número 64 hasta el número 96). Desidia.
5.- Devolución de los 31 bichos sobrantes.
6.- En la factura de la semana no se abona el importe de los bichos devueltos.
7.- Fax al personaje número 2 en el que explicamos las peripecias por donde han pasado los bichos y reclamamos su pago.
El 30 de diciembre, Salva amanece con la rodilla como un tambor y el médico le manda reposo. Aprovechamos que Quiosquera tiene unos días de vacaciones por disfrutar y se los gasta en el quiosco a la espera de que sean suficientes para que Salva se recupere. El día 31 llevo a Quiosquera al trabajo (a MI trabajo, no al suyo) y me encuentro los alrededores del quiosco llenos de bichos. He recibido el rehúse de los 31 bichos enviados, en base a que su devolución se produce fuera de plazo. Desidia.
Ayer, 4 de enero, Salva se incorporó al trabajo. El descanso no le ha servido de nada y sigue quejándose de la rodilla pero va a intentar aguantar hasta que el médico diagnostique después de ver las radiografías que le han hecho. Quiosquera y yo cogemos el paquete de bichos y nos vamos a SGEL. Llevo toda la documentación que el caso ha generado. En la primera planta hay dos señoritas hablando y una de ellas nos atiende.
- Queríamos ver a “personaje 1” o “personaje 2” porque hay un problema con una devolución.
- ¡Ah, los bichos! –y entra en las oficinas-.
Quiosquera y yo nos miramos.
- Esta sabe lo de los bichos –me dice-.
- Eso parece.
La misma chica sale y nos dice que nos atenderán enseguida y que, si hace falta, nos pasarán con la jefa (personaje 2).
No hace falta. La señorita que nos atiende nos da la clave.
- Tienen que enviar el paquete aparte de la devolución normal. Le dicen al chófer que la ponga en la cubeta de errores en pedidos.
¡Coño, hay que ser idiota! ¡Mira que no darme cuenta que los bichos eran un error y que tenían que ir a la otra cubeta!
- Y añada usted la explicación de todo lo que ha pasado para que no le vuelvan a rehusar la devolución.
Evidente. Pero la explicación de lo que ha pasado la llevo encima. ¿No podría dejarlo todo ya que estoy allí?
No. Los paquetes van al almacén y aquello son oficinas.
Así es que tengo el quiosco lleno de bichos. Sólo faltaría que Salva les eche un chiflotazo de Raid y los deje bien muertos.
La historia tiene su gracia. Pero si la unimos a que mis devoluciones para llegar a feliz término dependen de la desidia o interés de la persona que me las repasa, entonces la comedia se transforma en drama. Resulta que mi supervivencia depende de la profesionalidad de tres o cuatro personas. Y, visto lo visto, son muy poco profesionales.
¡Que sean muy felices en 2010 y posteriores! (Ustedes que me leen, claro)
7 Comments:
Enhorabuena por solventar los dos problemas, pero me he quedado con un detalle: la señorita que le atiende en SGEL sabe el tema de Los Bichos ¿Pueden acordarse de todos los fallos o es que sólo se han equivocado con usted? Me da que no són tan incompetentes como parecen.
Saludos y Feliz Año 2010 y posteriores.
Jaume: Un pedido de 33 bichos más el fax que les envié explicando la diferencia entre Y y HASTA debió correr por toda la oficina de SGEL.
Y tienes razón, no son inútiles en absoluto; simplemente los problemas de los quiosqueros se la/lo suda.
Quiosquero, veo que todo sigue igual en el 2010... Una simple fecha en el calendario. Me encantaría que los "bichos" de SGEL (me refiero a los de carne y hueso) leyeran tu Blog habitualmente. Quizás empezarían a intuir lo que es la vergüenza, sólo quizás. Y me refiero a los administrativos de turno, los directivos, por lo que sé, no tienen solución. Rayan en lo abyecto. saludos. PD- Dile please a quiosquera que le mandaré correo para ir a veros. Merci.
PD- Espero que la rodilla de Salva vaya bien....
Hola, Bandolera.
Veo que has recibido mi correo. Estupendo. Cuando tú quieras nos vemos. Los festivos son "todos nuestros" en el quiosco.
En cuanto a lo que comentas de si nos leen los trabajadores de las distribuidoras puedo asegurarte que sí. Incluso también te diré que nos leen los vips y estoy segura de que la mayoría (tanto de unos como de otros, son majetes). El problema quizás no esté tanto en las personas sino el trabajo en sí mismo: un trabajo hecho con pocas ganas y no precisamente en las mejores condiciones. Me imagino que tendrán horarios largos, trabajo por un tubo, sueldos de risa y, encima, están "olvidados" en un polígono industrial de Zona Franca ¿Tú crees que en esas condiciones se puede estar siempre de buen humor? Yo creo que NO. Lo cierto es que, tal como cuenta Quiosquero, nos recibieron amable y educadamente y, ten por seguro, que sabían qué "clase de bichos" llevábamos en la caja.
En lo referente a la rodilla de Salva, hoy me ha confirmado que la cosa pinta a ir mejor.
Un saludito.
Quiosquera
Os va bien el domingo que viene?? Un saludo.
Hola, Bandolera.
Acabo de leer tu escueta notita y ¡por supuesto que nos va bien! Ya sabes que hay un cafetito caliente a punto de ser servido en tanto aparezcas por allí, porque si el frío aprieta como el domingo pasado, nos vamos a "pelear" por acompañarte a la cafetería.
Te esperamos.
Un abrazo.
Quiosquera
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