lunes, diciembre 04, 2006

Sábado, sabadete...

A primeros de año los Reyes Magos me trajeron un móvil chupipiruli. Cámara digital con posibilidad de filmación, blutuz, 14 jeugos, tropecientas melodías polifónicas, tribanda, marcación por voz… Hasta servía como teléfono.
Una mañana de abril lo encontré apagado. Pulsar ON.
- Introduzca pin.
- ****
- ¿Cómo estás?
Pulsé el botón “De P.M. La pantallita se apagó, volvió a encenderse, hizo unas cuantas cosas raras y…
- ¿Cómo estás?
- De P.M.
Igualito. Y así hasta que me harté y pulsé el botón “”Vete a freír espárragos”. Estuvo 15 días en la UVI. Cuando me lo devolvieron, lo cargué (venía seco) y empezó con la misma martingala.
- Introduzca pin.
- ****
- ¿Cómo estás?
Mosqueado, esta vez le contesté con un “Bien” a secas.
Pantalla que se apaga, pantalla que se enciende y vuelve a entrar en un bucle. Ahora me mandaron al servicio técnico. Le cambiaron la batería. Funcionaba. Sólo que antes la carga me duraba dos o tres días y ahora a las dos o tres horas ya estaba agotada. No habían pasado cinco días cuando volvió a las andadas. Fui otra vez al servicio técnico y el chico que me atendió le cambió el software. Sin resultado. “Cosa de la placa –me dijo-. Hay que mandarlo a Madrid”.

A mediados de agosto volvía a disponer de móvil. A primeros de septiembre volvió a las andadas. Total que invertí 45 € y me compré uno que sólo valía para llamar y recibir llamadas. Eso sí, dispone de reloj digital y despertador oral, es decir, que hay una señora o señorita que cada mañana me recuerda que tengo que ir al quiosco.

Sábado 2 de diciembre

- Son las… cinco… horas y… cincuenta… minutos. Es hora de despertarse.
Con suavidad, fuéramos a leches, pulso el botón “Un ratito más” y acurruco. No he acabado de dar la vuelta y…
- Son las… seis… en punto. Es hora de despertarse.
Me enchufo el cohete y salgo zumbando camino del cuarto de baño. Meada de 5 minutos para neutralizar los efectos del Seguril, afeitado, cepillado, un par de “garfás” de agua en los ojos, masaje de pelos a mano llena y arreando a la cocina. Naranja, rebanada de plumcaque alemán, café y a recoger los arreos para salir pitando. Los sábados Quiosquera me acompaña a abrir. Cuando entro en la habitación oigo la ducha al otro lado del pasillo. No sé que cara pongo al asomarme pero me la imagino.
- Ve tú delante –dice Quiosquera-. Yo voy enseguida.

Camino del quiosco voy pensando en el Yo Dona que ya me habrán chorizado y, como voy un poco tarde, en el esturreo de periódicos que encontraré. Los chorizos, encima de que joden, también dan trabajo. Llego a las 7 y 5. No hay un puñetero periódico y con calma empiezo el montaje.
- La Vanguardia, por favor.
- Todavía no ha llegado.
- ¿Y aquel paquete?
- Son de ayer pero si quiere una…

Quiosquera llega sobre las 7 y media y, 20 minutos después, Logística y Marina con su carga. Los paquetes se amontonan y en nuestro intento de colocarlos rápido lo que hacemos es estorbarnos. A las 8 y 20 nos hemos aclarado. Yo voy ya acelerado y Quiosquera me manda a Villabragas para que me hagan una transfusión de café. No es que el café me aplaque los nervios pero 5 minutillos de cháchara con la valdepeñera me sientan bien.

Mientras bajo el escaloncillo del quiosco aparece Xavi de Barbón. Se ha suscrito al Punt y quiere recogerlo en este quiosco. Café pospuesto. Hay que hacer el trámite.
Esta vez llego hasta la calle. Ante las revistas del corazón se para un fulano que mete la cabeza entre el Sie7e e Interviú. Parece que es corto de vista y desde lejos no ve bien las tetas de las portadas. Error. Agarra Qué me dices.
- ¿Cuantovaleesto? –pregunta con sonrisa entre bonachona y picaruela-.
- Uno veinte.
- Me ponga también El Periódico.
- ¿Castellano o catalán?
- ¡Catellanooó!
Quiosquera no es curiosa pero le gusta saber.
- ¿De dónde es usted?
- Maño, señora. Y me ponga también dos papeletas de lotería. Mi padre era minero en el pueblo –si la Gallega habla a velocidad de bmeuve, éste va en Ferrari pero en el de Chumaquer- y mis hermanos y yo cuidábamos de los animales: gallinas, conejos, cerdos… pa comer porque los corderos los vendíamos pa poder manejar unas pesetillas. Cuando cumplí 14 años dijo mi padre “¡Mecagondiós! La mina está cada día peor y no quiero más mineros en la familia, así que haces el petate y te largas”. Y me mandó a Cataluña. ¡33 años llevo aquí! Ganaba 35 pesetas, bueno, el sueldo era de 50 pesetas al día pero yo estaba aprendiendo ¡mecagonlaleche! Que cuando parábamos a las 10 para almorzar ya llevaba una jornada de trabajo. En Matadepera entraba a las 4. Y por la tarde todavía me queaba otra jornada porque había que matar los animales ¡si habré matao yo cochinos y corderos…! 110 horas a la semana trabajaba. Los domingos también porque venían a comprar carne esos que van pol monte: a 110 pesetas la sin güeso y 35 la más malica. Un año estuve con 38 y 39 de fiebre y me daban pastillas por un tubo. Digo yo queso no podía ser “infeción”. Con la cantidad de “medecinas” que tomaba se m’habría quitao. Tenía que ser un bicho. Me fui pal pueblo y mi padre me mandó al boticario que sabía más que un médico y llegué a mi casa con una talega de pastillas que cuando mi padre las vio dijo “¡Cagonlaleche, mecagondiós! Si con esas pastillas tenemos para curar a tos los cerdos”. Y semborrachó. Pascribir un libro tengo yo, señora.

Nuevos clientes requieren nuestra atención. Mientras el maño hojea la revista y el periódico.
- ¡Ridiez la Pantoja! ¡Mire que ir a arrejuntarse con el Julián ese questá en la cárcel! Y eso que la tía me gusta. Y anda que lo dice éste… Que no hay prisa pa arreglar la Constitución. Lo que pasa es que si larreglan el Felipe pierde sus derechos y entonces nos tocal Marichalar que menúo es. El rey es el que tiene que hacerse cargo que pa eso le pagamos. Pa quejerza la autoridad. Un puñetazo encima la mesa y aquí s’hace esto porque lo digo yo que soy el que manda. Y que ponga orden.

Se ha agrupado mucha gente y yo tengo un oído en lo que dice el maño y el otro a lo que caiga. Pero el hombre se da cuenta de que la audiencia ha bajado y le van a cerrar el programa.
- Condiós, señores. Quel libro lo van a escribir ustyedes con lo que les he contao.

Ahora si puedo ir a inyectarme el café por vía intravenosa pero lo hubiera cambiado por otra media de monólogo.

4 Comments:

At 5/12/06 16:05, Anonymous Anónimo said...

Que entretenidos os tiene la clientela... y como me entretengo yo. Je, je
ERF

 
At 6/12/06 19:10, Blogger quiosquera said...

Hola, ERF.
Aquí cada día es una historia por sí misma.
Luego, si tengo tiempo, cuento una de lluvia.

 
At 7/12/06 12:39, Blogger Unknown said...

Trabajar de cara al público debe de ser una cosa extraña... Y encima en vuestro trabajo más ya que te puedes encontrar con un tip@ que va a comprar la razón, otr@ que va a comprar pornografía dura, dura y otr@ que quiere un chicle. Todo tipo de gente pasa por un quiosco alguna vez.

 
At 8/12/06 20:53, Blogger dalr said...

Pues sí Juan. Y eso es probablemente lo que hace que este trabajo merezca la pena (a veces). Por aquí pasa gente de todo tipo y, en ocasiones, nos deleitan con fragmentos de sus vidas. Se aprende mucho.

 

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