Mobiliario urbano I
Barcelona lleva unos cuantos años luchando por vender internacionalmente una imagen de modernidad con el diseño como eje fundamental. Para ello ha explotado, por un lado, las joyas que nos legaron los modernistas, y por otro ha hecho una fuerte apuesta por los diseñadores y arquitectos más innovadores. Un elemento fundamental en toda esta campaña ha sido el llamado "mobiliario urbano", que podríamos definir como el conjunto de elementos que equipan espacios públicos exteriores. No voy a entrar en la polémica sobre la reñida disputa entre modernidad y funcionalidad de los citados elementos, que ya genera suficientes debates públicos en otros foros. Me centraré en algunos aspectos de este debate que nos afectan directamente.
Y es que, además de las marquesinas de los autobuses, las papleras, los bancos y las farolas, los quioscos son también mobiliario urbano. Esto supone, por ejemplo, que todos tengan que ser (más o menos) iguales; que no podamos hacer ningún tipo de modificación externa; que incluso algunas modificaciones internas puedan ser "retiradas" por el Ayuntamiento... El quiosco está en mitad de la calle y es lógico que el Ayuntamiento se preocupe porque haya una cierta uniformidad y porque se evite lo máximo posible dañar la sensibilidad visual del ciudadano o entorpecer su pasear por las calles. Sin embargo hay cosas que molestan más que otras.
Los actuales quioscos de Barcelona se aprobaron hacia el año 92. Se decidió que debían cambiarse todos y, dado que no todos los quiosqueros (casi ninguno) podían permitirse el lujo de pagar un garito nuevo, se optó por buscar un proveedor común que montara los quioscos a coste cero para el quiosquero. Los quioscos se pagarían con los beneficios de la publicidad estática en sus laterales durante una larga serie de años. Pensemos que el quiosco, precisamente por el hecho de estar en mitad de la calle, es un caramelito para los anunciantes (al igual que las marquesinas, los autobuses o incluso los taxis).
Así pues, hemos gozado de los nuevos quioscos todos estos años sin ver un duro de publicidad. Unos años en los que el negocio del quiosco ha cambiado radicalmente. Si antiguamente el quiosquero podía subsistir con lo que dejaban los periódicos y las revistas, la cosa ha ido poniéndose más complicada cada vez. Actualmente estos productos típicos del quiosco en muchos casos apenas llegan para cubrir gastos (especialmente los de personal, dado que el quiosco está abierto unas 14 horas diarias y, legalmente, sólo se pueden trabajar ocho por lo que en teoría han de salir dos sueldos, y medio más para cubrir el fin de semana). La respueta la hemos encontrado precisamente en el hecho de que el quiosco está en mitad de la calle y es un caramelito para los anunciantes. Todas las empresas quieren tener sus productos en el quiosco. Y digo tener, que no vender. Si se venden, mejor, pero con estar es suficiente para que la gente los vea y generar así demanda.
Por ese motivo las marcas de chicles nos dan puntos por producto expuesto y no por producto vendido. Por ese motivo cada día nos llegan más expositores de productos de todo tipo que nada tienen que ver con el quiosco, como juguetes, adornos para el móvil, llaveros, linternas, bufandas, gorras... Por ese motivo, en definitiva, todas las editoriales nos bombardean con cartones para empapelar la ciudad con sus productos. Y, si esta debe ser la nueva política de ventas del quiosco, el model actual se ha quedado obsoleto. Falta espacio de exposición, falta una normativa adaptada a los nuevos tiempos y, sobre todo, falta un sistema de retribución que permita al quiosquero beneficiarse de las ventajas de su negocio.
Nuevo modelo, nueva normativa
La cartoná, por ejemplo, nos obliga a invadir el espacio de los paseantes con cartones y cartones que dificultan el paso de la gente. Las autoridades se muestran benevolentes y no dicen nada, pero es algo ilegal y molesto tanto para el quiosquero como para el cliente o el transeúnte (si le sumamos los que pasan en bici o en moto por el medio metro que queda entre el quiosco y los cartones, las parejitas con el carrito de los gemelos, los abueletes con los perros, los mirones que se detienen a ojear las portadas o los que buscan refugio en los días de lluvia...). Mientras tanto, el mostrador se llena de los objetos más diversos: expositores para chocolatinas, chicles y chupachuses; el zapatófono para hacer las recargas de móviles; el ordenador con su lector de código de barras y la impresora de tickets; la máquina de la loto; la nevera para las bebidas fresquitas; las cajas de cromos y pegatinas; los expositores de las promociones varias que acompañan a diarios y revistas; la puñetera máquina de tabaco... Y lo que no cabe en el mostrador lo colgamos del techo (más chicles, pegatinas y caramelos; tatuajes de quita y pon; adornos para el móvil, llaveros y otros colgajos; mapas turísticos...)Se hace evidente la necesidad de cambiar el modelo de los quioscos para adaptarlos a los nuevos productos.
Con respecto a la normativa, otro ejemplo. Uno de los gremios de quiosqueros (A.C.A.D.) negoció con una empresa la posibilidad de poner en los quioscos pantallas de ordenador con publicidad. La empresa ponía las máquinas y gestionaba la publicidad. El quiosquero sólo tenía que encontrar un espacio visible para la pantalla (que no es fácil) y poner la mano a final de mes para cobrar. E incluso se hablaba de que pudiera vender algún anuncio a las tiendas del barrio o a vecinos que quisieran venderse el coche, por ejemplo. En fin. Que mientras se hacía la prueba piloto, funcionarios del ayuntamiento obligaron a retirar las pantallas por contaminación lumínica.
Estos dos ejemplos, en mi opinión, dejan claro que es necesario repensar los quioscos que queremos (si los queremos). Debemos saber qué podemos y qué no podemos hacer. Pero con unas reglas de juego claras. Si somos un soporte publicitario, explotémoslo. Si somos un punto de venta en mitad de la calle, busquemos un modelo de quiosco que nos permita vender lo que la gente reclama. Y si somos un sitio donde se venden periódicos y revistas, que nos lo digan y nos buscaremos otra cosa, porque en este país, si tienes que vivir de lo que la gente paga por leer, estamos listos.
6 Comments:
Después de lo leído me has convencido ¿Recogeis firmas? Porque como peatona me apunto a quioscos nuevos. Suponiendo que la financiación corra a cargo de organismos oficiales, con competencias relacionadas con la calle, y de los interesados en tener soportes publicitarios.
¿Cuando será la manifestación? Me apunto.
Mua.
ERF
Ese Mua me ha llegado al alma... contigo me manifiesto donde y cuando sea. Gracias por el apoyo!!!
¿Podrían decirme el numero de quioscos que hay en Barcelona?
Pues exáctamente no lo sé, porque cada asociación habla según le convenga del total de quioscos o de sus asociados, y unas veces incluyen sólo los quioscos en la calle y otras también los locales de venta de prensa. La cifra que más he oído es alrededor de 350 puntos de venta, pero creo que se refiere a todos, no sólo quioscos. A ver si alguien tiene información más precisa.
La foto que has utilizado se los bancos es mía, es una foto con todos los derechos reservados, no haces mención de donde la has sacado ni has pedido permiso, así no se hacen las cosas.
El original está aquí http://www.flickr.com/photos/johan14/169165830/
Disculpa Johan. La imagen debería enlazar con la original y no sé por qué no funciona.
La retiro inmediatamente. Siento las molestias y te felicito por la fotografía.
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