Dies abominabilis
El de ayer fue lo que en términos amables y en buenas palabras podríamos llamar un día de mierda. No porque no los haya habido peores, que probablemente los ha habido, ni porque pasara nada excepcional, que no pasó. Quizás el problema esté precisamente ahí. Que no pasó nada excepcional. Que empieza a parecer normal lo que está ocurriendo.
Desde el regreso de las vacaciones estivales venimos viviendo una escalada de barbaridades en forma de entregas de género cada vez más atroces. Al principio lo atribuimos a los estragos de la cartoná y nos culpamos de no haber sido capaces de asimilar lo aprendido el pasado septiembre y haber repetido los mismos errores. El hecho es que en cuantito empezó septiembre estábamos desbordados: las estanterías del quiosco, que habíamos vaciado y limpiado durante agosto, volvían a estar repletas de género mal colocado; las cajas en las que desde hace meses separábamos el material a devolver por distribuidoras habían rebosado y las revistas de uno y otro repartidor se amontonaban por el suelo del quiosco; los espacios que habíamos acondicionado para colocar las revistas mensuales (esas que traen regalos cada vez más grandes e inútiles únicamente protegidos por un papel de celofán de una micra de grosor) estaban llenas de cartones que ya no cabían en los altillos que les teníamos reservados...
El problema es que la peor fase de la cartoná se ha acabado y no sólo no hemos recuperado el buen ritmo sino que estamos peor que en septiembre. Para colmo de males las ventas no acaban de arrancar y las cuentas no salen. ¿Por qué? Pues porque continúan trayendo una cantidad de género absurda que no nos da tiempo a gestionar.
Si devolvemos material por valor de 1.000 euros nos sirven 2.000. Si de un producto vendemos 1 ejemplar y devolvemos 5, la siguiente vez traen 10. Si de algo nos traen 2 y nos piden 4, en la siguiente entrega con suerte recibimos un ejemplar y nos vemos obligados a hacer un pedido. Los clientes preguntan cada día por sus reservas hasta tres veces. En la distribuidora no cogen el teléfono y nos pasamos mañanas enteras llamando. Enviamos diez o doce faxes al día solicitando género que no han servido. Para colmo de males, el software que utilizamos para gestionar el quiosco falla más que una escopeta de ferias y da más trabajo del que quita...
Las consecuencias de tanto desbarajuste son fáciles de prever:
- El cúmulo de género inútil hace que irremediablemente se pierdan revistas, ya sea por desaparición espontánea (?) o porque acaban en el rincón o paquete equivocado y no pueden devolverse a tiempo.
- Por la misma regla de tres se pierden ventas al no poder encontrar un ejemplar que sin duda tenemos, con el consiguiente cabreo del cliente y el quiosquero.
- La cuenta del quiosco recibe unos sablazos brutales debido al coste de la cantidad de material que sirven, mientras que los ingresos son bajos dado que casi todo el género sigue en stock y no hay manera de devolver al ritmo que nos sirven.
Así las cosas, ha pasado lo que tenía que pasar. El Quiosquero está de los nervios y se ha buscado la excusa de no sé qué gestiones en su pueblo para desaparecer una semanita, y Salva ha pagado el esfuerzo físico de cargar muchos paquetes y descansar poco con una lumbalgia de agárrate y, sobre todo, no te menees.
Conocido el contexto, paso a relatar la anécdota de ayer por la mañana.
Salva había llamado desde el hospital para decirnos que, lógicamente, no podría ir al quiosco. El quiosquero y yo iniciamos la rutina diaria de abrir y colocar los periódicos que habían llegado a primera hora. Junto a ellos ya nos esperaba un primer montón de revistas de una de las distribuidoras (SGEL). Mientras colocábamos los periódicos un repartidor de Logística nos dejó un ataud (no me atrevo a llamar simplemente caja a un mamotreto de un metro de largo por ochenta centímetros de ancho y sesenta de alto) en mitad de la calle. Al ver nuestra cara nos dio una explicación.
- Ésta -empezó avergonzad)-, es la primera entrega que os hacemos del especial 30 aniversario que se regala el lunes con El Periódico. Son los ejemplares en castellano. Los de catalán os los traeremos mañana.
El quiosquero y yo nos mirábamos atónitos. Nos traían un montón de libros para repartir gratis el lunes.., ¡un jueves! ¡Y aquello era sólo la mitad del envío!
Antes de poder acordarnos de su madre vi que a mi lado, de nuevo en mitad de la calle, había una columna de un metro de revistas. El repartidor de SADE que acababa de dejarlas me preguntó si habíamos visto el primer envío que había dejado en un portal cercano. Mientras se largaba volando añadió que en un par de horas nos traería una tercera entrega de revistas.
Mientras me veía rodeado de aquellos montones de cajas y revistas que impedían totalmente la circulación de peatones y el acceso al quiosco, veo que un repartidor de Marina Press está recogiendo los periódicos devueltos del día anterior pero no las cajas con las promociones (enciclopedias, deuvedés y demás chorradas que se reparten con los periódicos el fin de semana). Con toda la pachorra del mundo me dice:
- Esto ya lo recogeré mañana que no me cabe en la furgoneta.
Y se va.
(me he tomado un tiempo para morderme la lengua)
¡Cómo se puede ser tan hijodeputa! ¿Que no le cabe en la furgoneta? ¿Y dónde se supone que me tiene que caber a mi? Debo interpretar que si no paran de jodernos es precisamente para ayudarnos a hacer un hueco donde meter las devoluciones que no les caben en la furgoneta, probablemente porque todo el espacio lo ocupan esos huevos que hay que tener para tomarnos el pelo de esta manera.
Un quiosco es un punto de venta, no un almacén. Si pagamos portes todos los días no es sólo para que nos traigan material sino para que se lleven lo que sobra. Y si además dieran un servicio decente sería la leche. Estoy cabreado. Muy cabreado. Pero no con las distribuidoras ni los repartidores. Ellos hacen las cosas así porque los quiosqueros les dejamos. Ha llegado el momento de que hagamos algo y si no mueven ficha en alguno de los gremios y demuestran que sirven para algo, la moveré yo.
9 Comments:
Dalr, comprate una grapadora neumática y cuando se agache a recoger los diarios le grapas los suplementos a la chepa, donde no llegue para que no tenga más cojones que llevarselos. Animo, tienes todo mi apoyo que aunque sirva de poco es lo que puedo ofrecer.
Un saludo.
Sirve, sirve. El apoyo y la idea. Una grapadora neumática... ¡Me gusta!
Veo, con cierto alivio, que en todas partes cuecen habas. Pensaba yo que estas cosas solo me pasaban a mí, y he aquí que al otro lado de esta España los quiosqueros sufrimos de lo mismo.
Un abrazo desde Vigo.
http://www.quioscoduran.com
Pues sí, amigo. Por eso no estaría mal que buscáramos la forma de hacer algo para cambiar las cosas. No sé cómo andarán las cosas por allí, pero aquí tenemos varias asociaciones de vendedores enfrentadas entre ellas. Si alguien propone algo el otro la boicotea. Así no hay manera de hacer nada y cada semana hay más quioscos a la venta en Barcelona que nadie compra.
Por cierto, fantástico quiosco el tuyo. Pero caben 5 como el mío dentro ;-)
Lo malo de tener un local grande es que al final los beneficios se van en pagar el alquiler, así que no todo es como parece. Eso sí, al menos disfrutas de un poco más de comodidad a la hora de colocar las cosas.
En Galicia tenemos dos asociaciones fuertes, la de Pontevedra -a su web puedes acceder desde la mía, aunque está todavía en paños menores- y la de La Coruña. Por suerte se llevan bien y las dos están asociadas a CONADIPE. En Lugo no hay asociación y en Ourense está creándose una, aunque todavía anda empezando.
De todas maneras, la tiranía de las distribuidoras es la misma en todas partes y ni con asociación se les puede frenar, aunque al menos conseguimos que nos oigan y de vez en cuando den un pasito atrás.
He puesto un enlace a tu blog desde la web de la asociación. Para lo que querais, ya sabeis donde estamos.
Un abrazo,
Alfonso J. Garrido
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Muchas gracias! Espero que sigamos en contacto. Yo tengo previsto mover un par de asuntos con las asociaciones de aquí y, si la cosa no chuta, empezar a moverme por mi cuenta. Os mantendré informados.
Dalr! seguía este blog sobretodo al inicio, luego le perdí la pista un rato y ahora regreso y veo que ya estás organizando una revolución quiosquera que, por lo que cuentas, hace más que falta... ¡bieeeeen!
Y nada, un saludo desde México...
mnk!!!! Qué ilusión volver a saber de ti, y por este canal (te leo en xantro pero a veces me da miedo contestar visto el nivelón que padecemos estos días...)
Efectivamente estamos de revolución, así que no me vendrían mal unos consejillos de una revolucionaria nata como tú. Abajo las distribuidoras, que viva zapata y que viva México, cabrones!
Publicar un comentario
<< Home