Sex Barcelona
A lo largo de la vida uno se va doctorando en muchas cosas pero siempre quedan más por aprender. Una de mis asignaturas pendientes, ni siquiera llegué a matricularme, es el trato con mujeres, digamos, públicas.
Durante las novatadas en el Colegio Mayor donde residía, conocí a Juan el Grande, oriundo de mi comarca natal, quien, tras el bautizo, me introdujo en el trato a las féminas.
- Mira –decía-, tú quedas con una niña, la esperas a la puerta de su casa y, al doblar la primera esquina, le metes mano en el culo. Pueden pasar dos cosas:
a) que no diga nada: camino libre. La niña traga.
b) que te dé una bofetada: es una estrecha. Dignamente la acompañas a su casa y te largas. No merecía la pena.
Fue Juan el Grande quien me llevó por primera vez a una casa de putas. Parece que, unos años antes, era corriente entre los estudiantes ir a preparar los exámenes a los burdeles donde podían calentarse junto a un buen brasero. Juan fue visitante habitual y todavía conservaba buenas amistades. Fuimos a casa de la Bizcocha, de la que sólo quedaba el nombre, a eso de las 5 de la tarde. Nos sentamos a la mesa camilla, sacamos nuestros apuntes y nos pusimos a estudiar mientras que las chicas jugaban una partida de cartas. A eso de las 7 nos sacaron un café con leche y unas galletas y, amablemente, nos indicaron el camino de la puerta. Era hora de empezar a trabajar.
Un año después nos citábamos en el cine. En la ciudad donde residíamos, cada día daban una película por el S.E.U. Me explico. En mis tiempos todos los estudiantes teníamos el carné del Sindicato de Estudiantes Universitarios. Aquél que fundaron, creo, Martín Villa y Barrionuevo. Con el carné por delante, en las oficinas del sindicato vendían unos tiques a peseta. Con una entrada y dos tiques pasábamos dos al patio de butacas. Entonces el cine costaba 25 pts. Pero había un cine, el Gran Vía, que diariamente entraba por el S.E.U., cambiaba de película cada dos días y sólo valía 10 pts. Así que lunes, miércoles y viernes, un amigo mío y yo nos tragábamos la película que fuese por el módico precio de 6 pts. por barba. Siempre íbamos a la primera sesión, la de las 5. A aquella hora los únicos “cinevidentes” éramos nosotros y las putas de la zona, detrás de las cuales solíamos sentarnos. A escuchar sus comentarios sobre la película. Cuando más gracia nos hacía era si en la película salía alguna mala zorra que le quitaba el novio a la chica buena.
- Será puta la tía –comentaban nuestras vecinas-. Conmigo tendría que haber dado.
Si la película tenía tintes dramáticos se pasaban la hora y media llorando a moco tendido. Aprendimos que las putas también eran personas y que, muchas, albergaban un corazón que no les cabía en el pecho.
Y esa fue, más o menos, mi relación con las obreritas del amor.
Por eso, ayer tarde disfruté como un cosaco. Fue un día flojo de ventas y me dediqué a preparar devoluciones. Estaba hasta las narices. Las plantas de los pies me echaban chispas y, cada vez que me agachaba, notaba que necesitaba lavado y engrase. En estas se acercó un tío hablando en protestante. Mi inglés hablado es bueno. Tuve un tío sordomudo y me expreso bien por gestos. Claro que, entenderlo, lo entiendo poco. Me pareció que buscaba algún tipo de diario con teléfonos porque señalaba los periódicos con el móvil en la mano.
-¿Qué tipo de information buscar rostro pálido? –le dije manoteando el aire-.
Hablaba a mil por hora y por los gestos parecía italiano. Pero si hubiera sido italiano no usaría el inglés.
- Yúrnal, telefon. Uan ouer, tú ouer. Casa, no jótel.
- Vale, tío. ¿A quién quieres llamar?
Me señaló el putiferio.
- ¡Ah, coño!
Empecé a buscar entre las revistas porno.
- Naaau., no yúrnal.
Se agarró al aire con las dos manos y empezó a mover el culo de atrás a delante.
- ¡Ya sé yo lo que tú quieeeres! ¡Un poquito de calma!
¡La encontré! Sex Barcelona. Hasta ahora sólo había vendido una que se llevó Botijín y, curioso, le eché en su día un vistazo. Porno duro. Pero al final venían teléfonos de Puti Clubs.
- ¡Ahhhh! –empezó a animarse el tío y se coló en el chiringuito-.
- Son 4,20.
- Naaau.. Telefon. Uan ouer, tú ouer, casa, no jótel, iuro… tú.
- Entendido, macho, pero qué pregunto.
En estas llegó un joven preguntando por la parada de metro.
- ¿Yu espiquinglis?
- A lítol.
Lo trincó de un brazo y lo metió dentro. Ya éramos tres. Acerqué sigilosamente la mano hacia la empuñadura del bate de béisbol que guardo bajo el mostrador.
El extranjero le metió un rollo de tres minutos. El chaval me miraba un tanto despistado.
- El tío va quemado y me parece que busca rollo –le dije-.
Al final parecieron aclararse.
- Dice que usted llame a uno de esos teléfonos y pregunte cuanto cuesta una o dos horas en casa.
El chico se excusó diciendo que llevaba prisa y tomó las de Villadiego.
El salido tomó su móvil, marcó *43 y me lo dio para que llamase. “Al menos me enteraré de dónde eres”.
Evidentemente, con el 43 delante, el móvil no pitaba. Marqué por mi cuenta.
- Puticlub el Polvo Atómico, dígame.
- Señorita tengo aquí un extranjero que quiere desempolvarse y desearía saber a cuánto le saldría la hora y si visitan a domicilio.
- No, no. Ese servicio no lo hacemos.
- ¿Y si él va a su casa?
- Un completo le sale por 130 € y dura una hora aproximadamente.
Mientras tanto el buen hombre, al que no perdía de ojo, iba atendiendo a los dos o tres clientes que llegaron. El precio le pareció demasiado. Buscaba algo que no superase los 100 €. Dimos con él: 100 € media hora. De precio estaba bien pero de tiempo no.
Se me volvió a enrollar. Ahora quería saber si yo conocía algún sitio más barato. ¡El barrio chino!
Le indiqué donde estaba y se empeñó en que lo acompañara. Con gestos me dijo que cerrara el quiosco y nos fuéramos.
- Tío, no. En tú ouer, mi mucho money.
Me señalaba el reloj. Deduje que estaba dispuesto a esperar a que cerrase.
- Taxi… Yo iuro. Anoder taxi… Yo iuro.
- ¡Coño, que no! Que me tengo que levantar a las 4,30 y si a ti te da por las tú ouer, mi despertar jodido.
Lo entendió.
- Zenquiu very mach.
Entre unas cosas y otras se nos fue media hora pero disfruté. Era la primera vez que hablaba por teléfono no con una sino con varias putas. Claro que me ha quedado una duda… ¿Qué coño será un completo?
10 Comments:
Querido Quiosquero,
Donde yo suelo dar rienda suelta a mis bajas pasiones, un completo consta de hamburguesa con queso, lechuga, tomate, cebolla, huevo frito y mayonesa, acompañado por patatas fritas y Coca Cola (light, para compensar). Y por 130 euros tienes barra libre, no una hora, sino un mes enterito.
Ahora, lo que me ha molado muchísimo es tu nivel de inglés que desconocía totalmente. You got it, man.
Por cierto, has pensado en cobrar a los turistas por echar un par de horillas en el quiosco descubirendo por qué Spain is different?
Juas, apúntate Matrícula de Honor colega ;-).
¡Jope, quiosquero! Sabia yo que no te podía dejar solo en la calle. Mañana mismo pido un par de años de excedencia y me convierto en tu sombra. Sólo por protegerte de las malas mujeres y las tentaciones, no creas que es por nada más...;-).
Según el google:
PROSTITUCION (Servicio): Completo... Consiste en un coito que comienza con una mamada.
Muchísimas gracias, uncnoun, me has quitado un peso de encima. Yo que voy por ahí de enteradillo, resulta que soy un inculto en temas de tanta transcendencia.
Así que, Quiosquero, por fin puedes decir con conocimiento de causa que "las has pasado putas en el quiosco" ;)
Más o menos, godzy. Lo peor es que parece que el tío se ha aposentado por aquí y ya ha pasado esta mañana diciendo que ha encontrado un periódico con muchas direcciones y que me las traerá para que le busque rollo.
Vaya... Pues ya podrás añadir al curriculum:
- Relaciones internacionales.
- Gestión de contactos eróticos.
- Englis spoken.
Cualquier día puedes diversificar el negocio. Puedes ir pidiendo presupuesto de neones de colores para el quiosco.... :)
Salu2!
plas plas plas plas
gracias por alegrarme las mañanas....
ME PARTO!!!!!!!
Joer quiosquero, lo que no te pase a tí, eres como una ONG ciudadana de ayuda al desesperado. me alegra mucho volverte a leer.
Un saludo.
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