Catachín
Siempre creí que las prisas iban en función de la trascendencia del asunto que nos llevábamos entre manos, que las más elementales normas de convivencia nos hacían guardar un orden cuando varios individuos deseábamos la misma cosa y que cuando se solicita un favor… eso, se solicita.
El mundo no es así. La trascendencia de las cosas no depende del objeto sino del sujeto; lo que a mí me pase es trascendente; lo que pasa a los demás puede esperar. Si varios sujetos necesitamos la misma cosa, lo mejor es lo de “maricón el último” y dar las tarascadas necesarias para llegar al primero de la fila y entonces exigir orden. Y cuando uno necesita un favor lo mejor es exigirlo, fuéramos a leches.
Y este mundo solidario se observa de maravilla desde un quiosco. Quiosco donde todo lo que vendemos es prescindible. Uno podría entender que alguien tratase de colarse en urgencias de un hospital (cuestión de salud física) o en el Nou Camp (cuestión de salud mental) pero para comprar un periódico… Hombre, 200 metros más abajo hay otro quiosco o una boca de metro donde los dan gratis.
La reacción de los afectados suele ir en función del tamaño propio pero, sobre todo, en función del tamaño del trasgresor. Cuanto más grande es el bicho, más educaditos somos los demás. Salvo cuando el que se cuela sólo pregunta, en cuyo caso la mayoría nos ofrecemos a echarle una mano (lo normal es que el pobre pregunte por la Sagrada Familia y lo acabemos mandando a Nazaret pero la intención es buena).
- Caretasió.
Son dos chinetes (Beijing) que se han acercado mientras valido 7 papeletas 7 de Loto 6/49. Encima hace como 6 meses que no he limpiado el lector y tengo que pasar cada boleto dos o tres veces. Se me ha hecho una cola kilométrica y no hago puñetero caso a los chinos, que insisten.
- Caretasió.
Al segundo de la fila, que lleva 5 minutos con la mano tiesa y el euro entre los dedos, se le pasan las prisas.
- ¿Buscas la estasió del metro?
- No metrro. Caretasió.
- Será la Estación del Norte. ¿Autobús?
- No, no. Caretasió.
Las pesquisas se generalizaron pero al chino no lo sacaban de su frase. Cuando un chino no tiene ni puta idea de lo que se le está diciendo, hace una ligera reverencia y ríe. Éste tenía una mala leche dibujada en el rostro que daba miedo verlo. Emprendió la retirada.
- ¡Eh, Fumanchú! ¿Qué buscas? Dímelo des-pa-ci-to.
- Caré Tasió.
- ¿Carré Diputasió?
La raja de los ojos le dio la vuelta y las comisuras de los labios le sobrepasaron las orejas.
- La primera pabajo –le dije al tiempo que hacía la señal de tiempo en baloncesto-.
- Sie, sie –me dijo mientras me obsequiaba con unas cuantas reverencias y emprendía el camino.
- Anda que si no es porque yo sé chino hubiera encontrado éste la calle...
- No hablaba chino –me dice el del euro en la mano-, lo estaba diciendo en catalán.
- Pues usted que sabe catalán no se había enterado y yo, que sólo chapurreo chino, lo he entendido a la primera.
El mundo no es así. La trascendencia de las cosas no depende del objeto sino del sujeto; lo que a mí me pase es trascendente; lo que pasa a los demás puede esperar. Si varios sujetos necesitamos la misma cosa, lo mejor es lo de “maricón el último” y dar las tarascadas necesarias para llegar al primero de la fila y entonces exigir orden. Y cuando uno necesita un favor lo mejor es exigirlo, fuéramos a leches.
Y este mundo solidario se observa de maravilla desde un quiosco. Quiosco donde todo lo que vendemos es prescindible. Uno podría entender que alguien tratase de colarse en urgencias de un hospital (cuestión de salud física) o en el Nou Camp (cuestión de salud mental) pero para comprar un periódico… Hombre, 200 metros más abajo hay otro quiosco o una boca de metro donde los dan gratis.
La reacción de los afectados suele ir en función del tamaño propio pero, sobre todo, en función del tamaño del trasgresor. Cuanto más grande es el bicho, más educaditos somos los demás. Salvo cuando el que se cuela sólo pregunta, en cuyo caso la mayoría nos ofrecemos a echarle una mano (lo normal es que el pobre pregunte por la Sagrada Familia y lo acabemos mandando a Nazaret pero la intención es buena).
- Caretasió.
Son dos chinetes (Beijing) que se han acercado mientras valido 7 papeletas 7 de Loto 6/49. Encima hace como 6 meses que no he limpiado el lector y tengo que pasar cada boleto dos o tres veces. Se me ha hecho una cola kilométrica y no hago puñetero caso a los chinos, que insisten.
- Caretasió.
Al segundo de la fila, que lleva 5 minutos con la mano tiesa y el euro entre los dedos, se le pasan las prisas.
- ¿Buscas la estasió del metro?
- No metrro. Caretasió.
- Será la Estación del Norte. ¿Autobús?
- No, no. Caretasió.
Las pesquisas se generalizaron pero al chino no lo sacaban de su frase. Cuando un chino no tiene ni puta idea de lo que se le está diciendo, hace una ligera reverencia y ríe. Éste tenía una mala leche dibujada en el rostro que daba miedo verlo. Emprendió la retirada.
- ¡Eh, Fumanchú! ¿Qué buscas? Dímelo des-pa-ci-to.
- Caré Tasió.
- ¿Carré Diputasió?
La raja de los ojos le dio la vuelta y las comisuras de los labios le sobrepasaron las orejas.
- La primera pabajo –le dije al tiempo que hacía la señal de tiempo en baloncesto-.
- Sie, sie –me dijo mientras me obsequiaba con unas cuantas reverencias y emprendía el camino.
- Anda que si no es porque yo sé chino hubiera encontrado éste la calle...
- No hablaba chino –me dice el del euro en la mano-, lo estaba diciendo en catalán.
- Pues usted que sabe catalán no se había enterado y yo, que sólo chapurreo chino, lo he entendido a la primera.
9 Comments:
Estás hecho todo un políglota, quiosquero... Mira que entender a los chinos es difícil. Claro que si lo hablan con acento polaco-catalán, la cosa se simplifica...
Lo malo es que vengan un día y te pregunten por la muralla... Aunque estoy seguro que te sabrías explicar. Un día vendrán y te darán una medalla, en cuantito que a tropecientos de los ganadores de los JJ.OO. se las quiten por doping, que creo que va a haber unos cuantos...
Un abrazo.
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PUTEO POR PUTEO
JOSE
Ni hao, venerable quiosquer!
Vols dir que no eren japonesos o koreans, els teus clients, potser? Aquí a Beijing de somriures als desconeguts, més aviat pocs, i de reverències de debò que mai no n'he vist cap, com a molt es fa un senyal curt d'haver entés l'interlocutor tot i acotxant el cap. Molts xinesos de fora de Beijing no parlen ni un borrall de xinès-mandarí, l'única llengua oficial a la nostra "comunitat autònoma", i tot i així es fan entendre prou bé com per a trobar feina a la construcció i fins i tot a l'hostaleria...
Huí tóu jiàn!
Ostia, Judit. Ens has deixat bocabadats!!!
Quisquera
Judith,m'ha gustao lo de venerable.
No eran japoneses, que esos los conozco de las películas americanas y tienen más mala leche, aunque seguramente tampoco serían de Beijing donde con tanto chino junto apenas queda espacio para la reverencia.
Saludos.
Sí que és veritat que a Beijing hi ha molta gent i malauradament cada cop massa vehicles al carrer, però tinc la impressió que al capdavall a BCN el ritme de vida és molt més ràpid i agitat que no pas aquí.
A Beijing els parcs són nombrosos i molt grans, la gent, sobretot la gent gran, quan fa bon temps s'hi està moltes hores fent exercici, ballant o participant en concursos de cant d'ocells ensinistrats. Tot plegat relaxa molt i té un gran encant. A propòsit, els xinesos solen ajudar els "laowei" (estrangers europeus) de molt bon grat quan es perden o no saben en quina parada han de baixar de l'autobús..els "hanzi" (signes ideogràfics) no són gens fàcils de desxifrar. Ja ho veieu, tard o d'hora tots anem pel món ben despistats, talment un "xinès" enmig de BCN.
fins una altra, gào cí le
不愉快的意外停在每天的方式如何将这些作为你的?
问候。
(traducción)
no dejas de sorprenderme gratamente en el dia a dia, por cierto ¿como estas de lo tuyo? saludos.
(google hace milagros)
Coño, Josep, yo sé hablar chino pero tú lo escribes que ni Confucio.
La salud física parece que va bastante bien, la moral anda mucho más jodida.
Saludos.
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