viernes, junio 26, 2009

Hay que engañar al estado…


Por su tema, debería escribir este comentario en Decúbito Supino dado que nada tiene que ver con el quiosco, pero enlaza perfectamente con la racha que inicié ayer y no he podido resistir la tentación de incluirlo en Pies.

Creo que era en la película “La gran evasión” donde el comandante alemán del campo de prisioneros indicaba a su colega británico que, si no intentaban fugas, la vida allí podía serles placentera.
- La obligación de todo prisionero es intentar la huída para tener entretenidos a sus guardianes –fue, más o menos, la respuesta del inglés-.

Y eso es lo que debemos hacer los ciudadanos de bien: intentar engañar al estado todo lo que podamos porque, en el momento en que ellos anden relajados, se las inventan para chorizarte los euros por los cuatro costados. Legalmente, claro.
Cuando uno contrata un inmigrante por una pequeña temporada, lo que debe hacer es no darlo de alta en ningún lado, tratarlo a puntapiés y pagarle lo justito para que no se muera hasta que acabe su faena. Eso es lo que yo debí hacer el año pasado al emplear a una boliviana para que cuidase de mi madre durante tres meses; pero quise ir de legalista y le hice un contrato a la vez que la daba de alta en la Seguridad Social. Hubo un problema: no la podía dar de alta porque ella se estaba pagando los autónomos. Fue fácil resolver la cuestión; ella me enseñó su recibo y yo le incrementaba cada mes sus estipendios en la cantidad que ella empleaba en derechos sociales. Y así durante tres meses hasta finalizar el contrato.
Al cabo de unas semanas, la boliviana nos llamó; estaba sin trabajo y no le iba bien pagar la Seguridad Social pero, cuando fue a darse de baja, no pudo hacerlo ya que constaba que era yo quien la había dado de alta. Hice la gestión oportuna y me olvidé del tema aunque el funcionario de turno no fue capaz de aclararme en base a qué documento aquella inmigrante fue dada de alta como mi empleada.
Justo un año después he recibido un DOCUMENTO DE PAGO DE PROVIDENCIA DE APREMIO por la cantidad de 185,62€ en concepto de cuotas no pagadas por empleada de hogar en régimen de contrato fijo. Eso en un mes en que la empleada de hogar ya no estaba empleada. No acaba aquí la cosa: el mes que viene recibiré otro documento de similares características.
O sea, que cada vez que hicimos una gestión en el Ministerio y nos dijeron que no podía ser, fue. Y como no debería haber sido, nadie hizo la corrección oportuna y ahora me toca pagar 185,62X2 euros. Y agradecido, porque si algún funcionario no hubiese puesto límite de tiempo…

La cuestión es que, aclarado el asunto con el estado, esta mañana he ido al Banco de Santander a pagar la cuota distraída. El banco no lo he elegido yo, sino el ministerio. La sucursal que hay cerca de mi quiosco es a prueba de ladrones; hay una puerta grandota que da a un recibidor mediano, separado de las oficinas por una doble puerta: para que la primera se abra, la segunda debe estar cerrada y para poder abrir la segunda, se ha de esperar a que la primera se bloquee. En medio queda un espacio que, por mi capacidad torácica y anchura de hombros, es similar al de un ataúd puesto de pie. La primera puerta la he pasado sin ningún problema; la segunda se abrió suavemente respondiendo a la tracción de mi mano izquierda. He esperado a que la puerta se cerrara y, entonces, he empujado el último obstáculo que me separaba del mostrador. Creo que digo mal porque el empujón ha quedado en el intento y la puerta ha permanecido impávida. Una voz me hablaba desde arriba y no era Dios.
- Lleva demasiado material metálico. Salga al vestíbulo, deje el material sobrante y vuelva a entrar.
Repaso mentalmente los objetos metálicos de los que puedo prescindir.
· Gafas: No pude ser; si me las quito no veo tres en un burro.
· Una cadena con una cruz, regalo de mi madre: Madre no hay más que una y la sucursal da a la calle; tampoco.
· Las llaves de casa y las del Ferrari: Puedo prescindir de ellas pero hacen poco bulto.
· El aparato ortopédico: Lo llaman bitutor. El bi debe ser porque lleva dos barras metálicas más o menos rectas, unidas entre sí por otras barras metálicas más o menos curvas. Lo de tutor no sé de dónde viene. Imprescindible.
· Dos bastones metálicos con empuñadura de plástico por aquello de que por tres puntos sólo pasa un plano y, por tanto, contribuyen a la estabilidad del tutor.

Total que he golpeado con uno de los bastones sobre el vidrio de la puerta hasta que la chica del mostrador ha mirado; ha sido una mirada intensa. La misma que cuando uno lleva prisa y quiere pedir un café en el bar de la esquina: el camarero mira pero no ve. O si se quiere pagar un periódico con el precio justo y el quiosquero parece afectado de cataratas. Al final he levantado un bastón lo más alto que podía mientras golpeaba con el otro. Gracias a Dios que la puerta admitía la opción manual y he podido pasar.

Cuando he terminado la operación (ajustar cuentas CON el estado) y tomado el camino de salida, iba nervioso. ¿Y si la puerta no se abre y me quedo como José Luís López Vázquez en la cabina? No ha habido problema. Lo jodido para un ladrón es entrar en el banco. Al salir no le controlan la calderilla.