Aritmética y quioscos
Desde los 10 años, en que aprobé el ingreso en el bachiller, hasta los veintipico, en que accedí al mundo laboral cotizando, dediqué una parte importante de mi vida al estudio de las matemáticas. Antes de los 10 años, en la escuela, estudiábamos aritmética y geometría y era en el bachiller cuando ambas disciplinas quedaban englobadas en una única asignatura. Fueron seis años de Bachiller, uno de Preuniversitario, dos en la Escuela de Ingenieros y cinco en la Universidad, sin contar algún otro que hube de echar por cuestiones agrícolas, es decir, por motivo de melones y calabazas. Afortunadamente, olvidé la mayoría de cosas estudiadas porque en la vida real no me han sido necesarias. Nunca he tenido que resolver integrales, ni ecuaciones diferenciales, ni moverme en espacios de n dimensiones, ni he aplicado la formulas físico-matemáticas de Lagrange, ni siquiera me ha hecho falta abusar de la regla de tres, ya que hoy los resultados estadísticos se dan en ratios y no en porcentaje.
Respecto a matemáticas superiores sólo recuerdo dos casos en que tuve que echar mano a ellas. El primero fue para hacer un programa informático que me había encargado un grupo de arquitectos y que requería desarrollar una matriz cuadrada. El segundo fue un tema de programación lineal que resolví junto a un compañero programador, también licenciado en Exactas, y que trataba de optimizar el corte de una pieza de tela para fabricar el mayor número de bikinis con la mínima pérdida de ropa. Para ser fiel a la verdad tengo que decir que el programa resultante era tan lento que el tío que había hecho esa faena toda su vida, con las piezas del bikini recortadas en cartón hacía el trabajo en mucho menos tiempo que el ordenador y sólo salían dos o tres bikinis menos.
Luego sólo he aplicado la aritmética cada vez que he solicitado un préstamo, simplemente para comprobar que en la amortización resultante el banco no me engañaba. Y un verano que hice una escapada a Lanjarón y me encontré con el Calelillo. Tenía un terrero de forma irregular y necesitaba saber el área conociendo únicamente las dimensiones de los lados. A golpe de los Teoremas de Thales y Pitágoras pudimos obtener un área bastante aproximada.
Si traigo esto a colación no es por presumir de sapiencia matemática. Al contrario; tantos años de estudio deberían haberme dado unos conocimientos más que suficientes para tener claros los números del quiosco y no es así. O yo no estoy aplicando las fórmulas adecuadas o alguien se me chotea. Me explico.
Durante los días que me tomé de descanso en Semana Santa, mientras contemplaba el verdor del “Desierto de Almería”, admiraba la frondosa vegetación de la Alpujarra o veía brotar las aguas del deshielo de Sierra Nevada por las cortadas de Vélez Benaudalla, eché a andar la maquinilla y a hacer cálculos mentales y algo no me cuadraba. Ya había comprobado en varias ocasiones la desproporción que había entre las publicaciones recibidas y las que realmente se venden, pero, aun así, las ganancias reales no estaban en consonancia con las ventas. Hay una serie de productos de los llamados atípicos que siempre he pensado que los tenemos porque somos imbéciles. Me refiero a las tarjetas de autobús, a las recargas telefónicas y a la loto. Incluso, apurando, podríamos incluir el tabaco que, creo, no ha subido para el quiosquero desde la implantación del euro. Pero tal y como está la situación es difícil prescindir de cualquier ingreso por pequeño que este sea. He leído varias veces cómo nuestros lectores diferenciaban entre quiosqueros y vendedores de prensa y he querido averiguar qué somos en realidad.
Estudio el primer trimestre de 2009 a partir de las facturas de los proveedores de diarios y revistas. Y aplico la siguiente fórmula:
VENTA=(COSTE*100)/(100-DTO)
COSTE es el valor de las publicaciones, IVA incluido
DTO es el porcentaje de descuento del proveedor
GANANCIA=VENTA–COSTE–RECARGO EQUIVALENCIA–PORTES-PÉRDIDAS
Primera observación. Durante el trimestre he devuelto el 49,49% de las publicaciones recibidas (hablando siempre en dinero). Dicho de otra manera: la mitad del esfuerzo que Salva y yo hacemos no sirve para una puñetera mierda.
Pero la cosa se agrava al observar que sólo devolvemos el 33-35% de diarios, mientras SADE sufre una devolución del 65 y SGEL bate el record con algo más del 71%. Repito: 71%.
Segunda observación. Vuelvo a utilizar la denominación SADE. Este trimestre ha vuelto a ser la de antes. Ni un solo euro de diferencia entre mis números y sus facturas y las reclamaciones efectuadas se han resuelto con celeridad y a satisfación.
Tercera observación. En total sólo hay 62,49 euros que no puedo justificar y que corresponden a publicaciones que me han robado (el ordenador dice que hay stock y es mentira), no han llegado, han sido devueltas fuera de plazo o no se ha aceptado mi reclamación. Tal como están las cosas, 10.000 pts. es bastante dinero pero, tal como estaban las cosas, es una minucia. Por tanto, en lo que a mí respecta, el funcionamiento de las distribuidoras ha mejorado ostensiblemente; unas veces porque la persona que ha accedido a determinados puestos directivos ha cambiado el rumbo de funcionamiento de la empresa en su conjunto, otras veces porque la persona que me ha tocado en suerte como contacto es profesional y, en consecuencia, trabaja bien y otras, en fin, porque me he bajado un poco los pantalones y actúo ante las distribuidoras con mas humildad. Lo único malo es que llegar a esta situación me ha costado casi cuatro años de cabreos, cuando lo normal es que hubiera sido así desde el principio.
Cuarta observación. Los porcentajes teóricos de descuento que yo tengo con las distribuidoras son del 20 y 25, según se trate de diarios o revistas. Después de quitar recargo de equivalencia, portes y pérdidas, me quedan los siguientes porcentajes reales:
Logística de medios: 13,94 sobre 20 en diarios y 25 en promociones
Marina Press: 17,78 sobre 20 en diarios y 25 en promociones
Sade: 13,19 sobre 25
Sgel: 20,96 sobre 25 (no me cobra portes)
Quinta observación. Repercusión de los portes en el beneficio. Marina Press se lleva el 6,83% del importe de lo que gano vendiendo sus productos. Logística de Medios, más modesta, sólo se lleva el 20,39%. Finalmente, Sade se conforma con rebañarme el 38,82% de los beneficios brutos que me reporta. Dicho en plata: si Marina Press me aplicase el mismo baremo que Logística, sus portes ascenderían a 767,98 al trimestre en lugar de los 232,36 que me ha cobrado. Y si aplicamos el baremo de Sade, Marina habría de cobrarme ¡1495,74€! Es decir, que las cosas todavía podrían ir peor.
Sexta observación. El 75% de las ganancias totales derivadas de la venta de diarios y revistas se destinó a pagar gastos fijos como luz, teléfono, seguridad social, etc.; el 25% restante apenas llega para pagarle el sueldo a Salva. Por tanto, Salva es vendedor de prensa pero yo soy simplemente quiosquero porque vivo de los atípicos que no me suministran las empresas distribuidoras, y de la publicidad.
Séptima observación. Si yo prescindiese de las distribuidoras menos rentables, Sade y Logística, mis ganancias disminuirían en un 22,27% mientras que el ahorro de esfuerzo ascendería al 32,58. Pero si dejase de vender revistas y cartones, un descenso de ingresos del 27,28% quedaría reflejado en un ahorro de esfuerzo del 43,36% en dinero, pero el ahorro es mucho mayor en cuando a esfuerzo físico; y además me podría ahorrar a Salva, con lo que se reducen los gastos de seguridad social, sueldos y módulos, quedando un remanente que me permitiría cobrar un sueldo más alto con casi el mismo esfuerzo físico por mi parte. Es decir, en teoría no dependo de las revistas para subsistir. Incluso podría permitirme el lujo de comprar a mis vecinos unos cuantos ejemplares de las revistas más solicitadas para no perder los clientes que, además del periódico, compran alguna que otra cosa. Y en el espacio sobrante podría ampliar la oferta de atípicos y hasta montar un puticlub.
Octava observación. Marina Press me proporciona el 56,78 de las ganancias derivadas de la venta de periódicos y revistas, todo ello por la módica cantidad de 18,92 € + IVA semanales en concepto de servicios auxiliares.
Por tanto, donde dije digo, digo Diego. Señor Conde de la Marina Press y Grande de España, solicito humildemente su perdón por haberle hecho responsable de mis desdichas. Hay detalles que podríamos mejorar y seguiremos insistiendo en ello pero, mientras tanto, le trasmito mi reconocimiento a la labor positiva que hace su empresa en el sostenimiento de mi quiosco.
Respecto a matemáticas superiores sólo recuerdo dos casos en que tuve que echar mano a ellas. El primero fue para hacer un programa informático que me había encargado un grupo de arquitectos y que requería desarrollar una matriz cuadrada. El segundo fue un tema de programación lineal que resolví junto a un compañero programador, también licenciado en Exactas, y que trataba de optimizar el corte de una pieza de tela para fabricar el mayor número de bikinis con la mínima pérdida de ropa. Para ser fiel a la verdad tengo que decir que el programa resultante era tan lento que el tío que había hecho esa faena toda su vida, con las piezas del bikini recortadas en cartón hacía el trabajo en mucho menos tiempo que el ordenador y sólo salían dos o tres bikinis menos.
Luego sólo he aplicado la aritmética cada vez que he solicitado un préstamo, simplemente para comprobar que en la amortización resultante el banco no me engañaba. Y un verano que hice una escapada a Lanjarón y me encontré con el Calelillo. Tenía un terrero de forma irregular y necesitaba saber el área conociendo únicamente las dimensiones de los lados. A golpe de los Teoremas de Thales y Pitágoras pudimos obtener un área bastante aproximada.
Si traigo esto a colación no es por presumir de sapiencia matemática. Al contrario; tantos años de estudio deberían haberme dado unos conocimientos más que suficientes para tener claros los números del quiosco y no es así. O yo no estoy aplicando las fórmulas adecuadas o alguien se me chotea. Me explico.
Durante los días que me tomé de descanso en Semana Santa, mientras contemplaba el verdor del “Desierto de Almería”, admiraba la frondosa vegetación de la Alpujarra o veía brotar las aguas del deshielo de Sierra Nevada por las cortadas de Vélez Benaudalla, eché a andar la maquinilla y a hacer cálculos mentales y algo no me cuadraba. Ya había comprobado en varias ocasiones la desproporción que había entre las publicaciones recibidas y las que realmente se venden, pero, aun así, las ganancias reales no estaban en consonancia con las ventas. Hay una serie de productos de los llamados atípicos que siempre he pensado que los tenemos porque somos imbéciles. Me refiero a las tarjetas de autobús, a las recargas telefónicas y a la loto. Incluso, apurando, podríamos incluir el tabaco que, creo, no ha subido para el quiosquero desde la implantación del euro. Pero tal y como está la situación es difícil prescindir de cualquier ingreso por pequeño que este sea. He leído varias veces cómo nuestros lectores diferenciaban entre quiosqueros y vendedores de prensa y he querido averiguar qué somos en realidad.
Estudio el primer trimestre de 2009 a partir de las facturas de los proveedores de diarios y revistas. Y aplico la siguiente fórmula:
VENTA=(COSTE*100)/(100-DTO)
COSTE es el valor de las publicaciones, IVA incluido
DTO es el porcentaje de descuento del proveedor
GANANCIA=VENTA–COSTE–RECARGO EQUIVALENCIA–PORTES-PÉRDIDAS
Primera observación. Durante el trimestre he devuelto el 49,49% de las publicaciones recibidas (hablando siempre en dinero). Dicho de otra manera: la mitad del esfuerzo que Salva y yo hacemos no sirve para una puñetera mierda.
Pero la cosa se agrava al observar que sólo devolvemos el 33-35% de diarios, mientras SADE sufre una devolución del 65 y SGEL bate el record con algo más del 71%. Repito: 71%.
Segunda observación. Vuelvo a utilizar la denominación SADE. Este trimestre ha vuelto a ser la de antes. Ni un solo euro de diferencia entre mis números y sus facturas y las reclamaciones efectuadas se han resuelto con celeridad y a satisfación.
Tercera observación. En total sólo hay 62,49 euros que no puedo justificar y que corresponden a publicaciones que me han robado (el ordenador dice que hay stock y es mentira), no han llegado, han sido devueltas fuera de plazo o no se ha aceptado mi reclamación. Tal como están las cosas, 10.000 pts. es bastante dinero pero, tal como estaban las cosas, es una minucia. Por tanto, en lo que a mí respecta, el funcionamiento de las distribuidoras ha mejorado ostensiblemente; unas veces porque la persona que ha accedido a determinados puestos directivos ha cambiado el rumbo de funcionamiento de la empresa en su conjunto, otras veces porque la persona que me ha tocado en suerte como contacto es profesional y, en consecuencia, trabaja bien y otras, en fin, porque me he bajado un poco los pantalones y actúo ante las distribuidoras con mas humildad. Lo único malo es que llegar a esta situación me ha costado casi cuatro años de cabreos, cuando lo normal es que hubiera sido así desde el principio.
Cuarta observación. Los porcentajes teóricos de descuento que yo tengo con las distribuidoras son del 20 y 25, según se trate de diarios o revistas. Después de quitar recargo de equivalencia, portes y pérdidas, me quedan los siguientes porcentajes reales:
Logística de medios: 13,94 sobre 20 en diarios y 25 en promociones
Marina Press: 17,78 sobre 20 en diarios y 25 en promociones
Sade: 13,19 sobre 25
Sgel: 20,96 sobre 25 (no me cobra portes)
Quinta observación. Repercusión de los portes en el beneficio. Marina Press se lleva el 6,83% del importe de lo que gano vendiendo sus productos. Logística de Medios, más modesta, sólo se lleva el 20,39%. Finalmente, Sade se conforma con rebañarme el 38,82% de los beneficios brutos que me reporta. Dicho en plata: si Marina Press me aplicase el mismo baremo que Logística, sus portes ascenderían a 767,98 al trimestre en lugar de los 232,36 que me ha cobrado. Y si aplicamos el baremo de Sade, Marina habría de cobrarme ¡1495,74€! Es decir, que las cosas todavía podrían ir peor.
Sexta observación. El 75% de las ganancias totales derivadas de la venta de diarios y revistas se destinó a pagar gastos fijos como luz, teléfono, seguridad social, etc.; el 25% restante apenas llega para pagarle el sueldo a Salva. Por tanto, Salva es vendedor de prensa pero yo soy simplemente quiosquero porque vivo de los atípicos que no me suministran las empresas distribuidoras, y de la publicidad.
Séptima observación. Si yo prescindiese de las distribuidoras menos rentables, Sade y Logística, mis ganancias disminuirían en un 22,27% mientras que el ahorro de esfuerzo ascendería al 32,58. Pero si dejase de vender revistas y cartones, un descenso de ingresos del 27,28% quedaría reflejado en un ahorro de esfuerzo del 43,36% en dinero, pero el ahorro es mucho mayor en cuando a esfuerzo físico; y además me podría ahorrar a Salva, con lo que se reducen los gastos de seguridad social, sueldos y módulos, quedando un remanente que me permitiría cobrar un sueldo más alto con casi el mismo esfuerzo físico por mi parte. Es decir, en teoría no dependo de las revistas para subsistir. Incluso podría permitirme el lujo de comprar a mis vecinos unos cuantos ejemplares de las revistas más solicitadas para no perder los clientes que, además del periódico, compran alguna que otra cosa. Y en el espacio sobrante podría ampliar la oferta de atípicos y hasta montar un puticlub.
Octava observación. Marina Press me proporciona el 56,78 de las ganancias derivadas de la venta de periódicos y revistas, todo ello por la módica cantidad de 18,92 € + IVA semanales en concepto de servicios auxiliares.
Por tanto, donde dije digo, digo Diego. Señor Conde de la Marina Press y Grande de España, solicito humildemente su perdón por haberle hecho responsable de mis desdichas. Hay detalles que podríamos mejorar y seguiremos insistiendo en ello pero, mientras tanto, le trasmito mi reconocimiento a la labor positiva que hace su empresa en el sostenimiento de mi quiosco.
4 Comments:
Tomo nota de lo del Puticlub eso si que deja Margen y ademas no paga portes podiamos ampliar un poco el altillo y asi nos quedaban dos estancias bastante aceptables ademas con el calorcillo de los florescentes no haria falta calefaccion.
Me alegro de que te hayas recuperado quiosquero
Una vez más queda demostrado que a la mayoría de quiosqueros les interesan más las habladurías de unos y otros que el intentar saber por qué va mal su negocio.
Cuando quiosquero hace referencia al por qué los números "no salen" nadie hace eco de sus palabras. En fin... tal vez las cosas no estén tan mal para muchos y...los que cierran... quizás es porque se han ido de vacaciones y no les apetece abrir a la vuelta.
Lo dicho: tenemos lo que nos merecemos!!!
Completamente de acuerdo con tus palabras, quiosquera.
Creo que esto pasa(y por eso estamos de esta manera)por que el porcentaje de los que "gestionan"con mayor o menor acierto su microempresa, es minusculo en comparación con los que no actuan con una mentalidad empresarial.
Un saludo.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Publicar un comentario
<< Home