Coche Ferrari El País
Leemos en las páginas de AVECOMA y el foro El Vendedor de Prensa que la promoción del Coche Ferrari patrocinada por los diarios El País y AS se librará en los quioscos con un porcentaje de descuento del 15%. Una vez más las empresas editoras se chotean de los vendedores y consideran que el que un quiosquero supere los 5€ de ganancia en una sola venta puede ser perjudicial para su salud.
Los paquetes de cigarrillos advierten que el tabaco perjudica la salud del fumador activo y pasivo. Pasivo… Es una palabra que me encantó mientras fui fumador. Ya que yo pagaba unos impuestos exorbitantes que benficiaban a todos los españoles, es de justicia que también se repartan el humo; es decir, si soy yo quien paga y todos se benefician, no es justo que sea menda el único afectado por el cáncer de pulmón. Aquí, de joderse, nos jodemos todos.
Desde el punto de vista del no fumador, él, que no participa en el placer del cigarrillo o en el placer de molestar a los demás con el cigarrillo, tiene derecho a preservar sus pulmones. Y en esta disyuntiva, el gobierno, que no tiene güevos de prohibir la venta de un veneno de toxicidad demostrada, saca una norma, más populista que efectiva, según la cual al fumador se le limitan los espacios en los que se les permite dar por saco al prójimo. Y para compensar el ingreso que deberían proporcionarle los cigarrillos no fumados, sube los impuestos del tabaco. O sea, el fumador activo tendrá que pagar más y joder menos.
Yo, Quiosquero, ciudadano libre en teoría, puedo decidir y decido que a ese precio no me juego mi salud, tanto más cuando se reduce sensiblemente mi capacidad de socavar la salud de los demás, y dejo de comprar tabaco.
Pues con la promoción del Coche Ferrari debería de ser lo mismo. Los sexudos (por lo que tocan los cojines) expertos financieros del Grupo Prisa han llegado a la conclusión que aplicar el 25% de rigor a la promoción mencionada perjudica la salud de los vendedores.
Yo, quiosquero, ciudadano esclavizado en la práctica, no puedo decidir si a ese precio me merece la pena trapichear con el producto. Y esto no es una teoría. Cuando algunos quiosqueros de Barcelona nos negamos a vender dos o tres publicaciones para forzar una negociación sobre unos portes abusivos, todas las distribuidoras a una, y con la connivencia de las empresas editoras, nos cortaron el servicio y las alas; mantuvieron los portes en límites cuasi insoportables y retrocedieron un año los derechos conquistados (léase cartillas).
Lo que ninguna distribuidora ni editorial puede impedirme es que convenza a mis clientes (si los tuviera, que ya no es el caso) de que no les interesa rellenar la cartillita de la promoción porque si tienen algún problema yo no voy a hacer nada por solucionárselo dado que no me pagan lo suficiente.
Y no dudemos de que si alguien no pincha la muñeca, sólo joderán los de siempre.
Los paquetes de cigarrillos advierten que el tabaco perjudica la salud del fumador activo y pasivo. Pasivo… Es una palabra que me encantó mientras fui fumador. Ya que yo pagaba unos impuestos exorbitantes que benficiaban a todos los españoles, es de justicia que también se repartan el humo; es decir, si soy yo quien paga y todos se benefician, no es justo que sea menda el único afectado por el cáncer de pulmón. Aquí, de joderse, nos jodemos todos.
Desde el punto de vista del no fumador, él, que no participa en el placer del cigarrillo o en el placer de molestar a los demás con el cigarrillo, tiene derecho a preservar sus pulmones. Y en esta disyuntiva, el gobierno, que no tiene güevos de prohibir la venta de un veneno de toxicidad demostrada, saca una norma, más populista que efectiva, según la cual al fumador se le limitan los espacios en los que se les permite dar por saco al prójimo. Y para compensar el ingreso que deberían proporcionarle los cigarrillos no fumados, sube los impuestos del tabaco. O sea, el fumador activo tendrá que pagar más y joder menos.
Yo, Quiosquero, ciudadano libre en teoría, puedo decidir y decido que a ese precio no me juego mi salud, tanto más cuando se reduce sensiblemente mi capacidad de socavar la salud de los demás, y dejo de comprar tabaco.
Pues con la promoción del Coche Ferrari debería de ser lo mismo. Los sexudos (por lo que tocan los cojines) expertos financieros del Grupo Prisa han llegado a la conclusión que aplicar el 25% de rigor a la promoción mencionada perjudica la salud de los vendedores.
Yo, quiosquero, ciudadano esclavizado en la práctica, no puedo decidir si a ese precio me merece la pena trapichear con el producto. Y esto no es una teoría. Cuando algunos quiosqueros de Barcelona nos negamos a vender dos o tres publicaciones para forzar una negociación sobre unos portes abusivos, todas las distribuidoras a una, y con la connivencia de las empresas editoras, nos cortaron el servicio y las alas; mantuvieron los portes en límites cuasi insoportables y retrocedieron un año los derechos conquistados (léase cartillas).
Lo que ninguna distribuidora ni editorial puede impedirme es que convenza a mis clientes (si los tuviera, que ya no es el caso) de que no les interesa rellenar la cartillita de la promoción porque si tienen algún problema yo no voy a hacer nada por solucionárselo dado que no me pagan lo suficiente.
Y no dudemos de que si alguien no pincha la muñeca, sólo joderán los de siempre.
3 Comments:
Completamente de acuerdo.
Se me ocurre que tambien podemos comunicar a los clientes que este tipo de promociones llevan unos "gastos extra de manipulación" que completen el % adecuado.
Por ejemplo...
Por ejemplo, mismo....
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