Descubra España

En el post “Grandes Genios” dudábamos entre si había sido Marina Press o El Mundo de Catalunya el inventor del precio negativo para una promoción. Este fin de semana ha quedado aclarada la duda. Los genios son los súbditos del Señor Conde.
Hoy, domingo, acompañaba a La Vanguardia la promoción “Descubra España”. Gratis, indica la campaña publicitaria. A los quiosqueros, el albarán le marca que el P.V.P. del producto es de –0,10€ y no se aplica ningún descuento. En roman paladino esto significa que, por cada ejemplar suministrado a un cliente, el vendedor de prensa le habrá de pagar (al cliente) 10 centimitos por haberle hecho el favor de quitarle semejante muerto de encima. A menos que PVP no signifique Precio Venta Público.

Decíamos que este sistema favorece el que el quiosquero poco escrupuloso reparta libros sin ton ni son y los sobrantes los mande al cubo de la basura para que así no le “cobren” la devolución. ¡Pues vaya! En tiempos del Antiguo Testamento me habrían nombrado profeta oficial del reino porque, ayer mismo, mi amigo Yavés vino a recoger el libro que regalaba La Vanguardia.
- Es mañana, compadre.
- En mi barrio lo están repartiendo todos los quiosqueros.
- Pues yo tenía entendido que se repartía el domingo.
- Y además da lo mismo el diario que compres. El libro lo dan con cualquiera.

Normal. Lo que no es normal es la apostilla: “Gratis hasta finalizar existencias”. Hoy he vendido más de 100 Vanguardias. Me habían traído 40 ejemplares de la promoción, ejemplares que se han llevado los 40 primeros clientes. Los sesenta y tantos siguientes se han quedado sin libro y, alguno de ellos, era de los que suelen apuntarse a colecciones de este tipo, colección que, faltándoles el primer número, no harán. ¡Hay que ser imbécil (alelado, falto de razón) para tomar determinaciones de tal índole!

Para colmo, El Periódico salía hoy con idéntica promoción de la que no me ha mandado ni un solo ejemplar, Y la gente lo reclamaba. Supongo que los genios de Logística de Medios habrán pensado que La Vanguardia nos mandaría suficientes y los quiosqueros haríamos el cambalache. He remitido a los clientes a las oficinas del Periódico. Mañana lo mismo me paso por allí para contemplar el chou.

Pero lo mejor es la deferencia de La Vanguardia con sus suscriptores. Como ahora promociona que las promociones las lleva completitas a casa del suscriptor, no les ha mandado el número gratis. Uno de ellos (uno que antes recogía su Vanguardia en mi quiosco y que después de los cierres y castigos últimos se dejó convencer para recibirla a domicilio) ha venido con el recorte de portada para que yo le dé el libro porque no le ha llegado.
- Lo siento, sólo he recibido ejemplares para mis clientes (como soy cobardica no le he dicho lo que pensaba: “Ahora te jodes y se lo reclamas a tu proveedor”).