Emérito
Cuando un individuo nace en una aldea perdida, unos
Y, sobre todo, cuando abrían la boca.
La quintaesencia del palurdo: volumen adecuado para que su voz llegue con
claridad a quienes barcinan en la hondonada, acento acorde con la idiosincrasia
de cada comarca, y vocabulario selecto, escogido y académico.
Tomé conciencia a muy temprana edad de mis limitaciones de comunicación. Si
no recuerdo mal fue un día en que mi hermana mayor volvía de la catequesis; la
habían enseñado a hacer frases pronunciando las sílabas al revés: CHAPITÚ DE
BARATILLO fue la frase que aprendió y, cuando, por fin, fui capaz de darle la
vuelta, nos reímos un montón. Tanta fue la gracia que nos hizo, que durante varios días no
hacíamos otra cosa que ponernos a prueba el uno al otro. Yo era más pequeño y,
por tanto, tenía dificultad para darle la vuelta a una frase entera, así que me
limitaba a proponer palabras. Hasta que un día entró en juego mi padre: YO
CHICU, nos dijo. No fui capaz de acertar el envite; mi hermana sí.
- CU… CHI… LLO. Cuchillo, pero está
mal. Se dice guchillo.
Porque guchillo es como se decía faca en fino. Entonces mi padre nos dio una
lección de gramática: los catetos no sabemos hablar bien; decimos guñuelo,
moniato, papas y caramal, cuando en realidad deberíamos decir buñuelo, boniato,
patata o calamar; intercambiamos letras o sílabas y decimos estógamo, pediórico
o daleao en lugar de estómago, periódico o ladeado; o utilizamos anacronismos como
arruñar o nadie; por si fuera poco empleamos palabras malsonantes como culo,
cagar o mear y hay palabras más finas y respetuosas para decir lo mismo. Nos
dejó jodidos (palabra que tampoco debía pronunciarse delante de las personas
finas) y no se le ocurrió otra cosa que comprarnos un diccionario y enseñarnos
a manejarlo.
Creo que la lección valió para que, tanto mi hermana como yo, tomásemos
conciencia del significado de las palabras y su correcta pronunciación. Bien es
verdad que, cuando uno está enfrascado en una lectura interesante, ya se trate
de un tebeo del Guerrero del Antifaz o una novela de Miguel de Unamuno (por
poner un ejemplo), si encuentra una palabra desconocida, no interrumpe la
lectura para buscarla en el diccionario, y hay veces que, tras tropezar con
ella varias veces, le asigna un significado que a menudo no concuerda
exactamente con lo que realmente quiere decir. A mí me paso eso con la palabra
emérito. Tuve conocimiento de su existencia cuando leí algo sobre el arzobispo
emérito de Granada (o el obispo emérito de Guadix, vaya usted a saber). Recordé
lo de Emerita Augusta y le asigné el significado de importante o meritorio y así
la he venido interpretando durante años.
Hasta que dimitió el Papa Ratzinger y se convirtió en el Papa Emérito; y
cuando el Rey Juan Carlos se convirtió en el Rey Emérito. Fue entonces cuando
busque la palabra en el diccionario:
Dicho de una persona: Que se ha
retirado de un empleo o cargo y disfruta algún premio por sus buenos servicios.
¡Coño! ¡Como yo! Retirado del empleo de quiosquero, disfrutando de una
paguilla por mis buenos servicios a las arcas de la seguridad social y otras
arcas públicas o impúdicas.
Antonio Linares, quiosquero. En adelante Quiosquero emérito.
3 Comments:
Oye amigo mio, "arresulta ser" que yo también soy "prensero" emérito.
Saludos.
Ya vamos siendo más en tan emérita dignidad.
Envidia me dais.
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