Bienestar animal
Estábamos
en el aeropuerto de La Habana esperando el vuelo que nos debía llevar a España.
Durante nuestra estancia en Cuba habíamos coincidido unas cuantas veces con un
matrimonio alicantino (empresarios) y congeniamos con ellos más o menos.
Intentábamos matar el tiempo charlando, como siempre (nunca entendí por qué)
las mujeres por un lado y los hombres por otro. A nosotros nos tocó hablar de
la situación económica y de, si para salir de la crisis, era mejor apoyarse en
la empresa pública o en la privada. Fue entonces cuando mi interlocutor soltó
la filosofada del día:
- Mira, Quiosquero, el mundo lo mueven dos
verbos: comer y follar y cada uno de nosotros quiere comer mejor que nadie y
follar más que los demás. Eso sólo se consigue con la iniciativa privada.
La
verdad es que a mí no se me hubiera ocurrido nunca semejante sentencia, pero
pensándolo bien, mi amigo no iba desencaminado. Hasta la Biblia lo dice.
Andaban
Adán y Eva dando tumbos por el paraíso, aburridos porque no tenían nada que
hacer: ahora me como un melocotoncito, ahora bebo agua cristalina de un
manantial, ahora le pongo nombre a un nuevo bichejo que he visto, ahora me como
una manzanita… Y la liaron. Dios se enfadó un montón (por lo de la manzanita) y
les mandó a un ángel con espada de fuego que los echó del paraíso. Y sentenció:
“creced (comed) y multiplicaos (follad)”. Y ahí empezó la
evolución del mundo.
(Transcripción libre del Génesis)
Uno
de los primeros signos de progreso fue la invención del pastoreo (Abel creo que
se llamaba el inventor), y como había poca gente (todavía) para cuidar el
ganado, los lobos y otros animales carniceros diezmaban su rebaño. Así que echó
perro. Con esto quedaron los animales adscritos al trabajo… hasta ahora.
Los
políticos actuales (ni los de antes) no tienen puñetera idea de cómo resolver
problemas cruciales que tenemos los humanos y se ponen a legislar para los
animales; a veces con buen tino. Pero quieren rizar tanto el rizo que se les va
la pinza. No se conforman con proclamar (por ley) que el gatito o el perrito
forman parte de la familia, sino que ordenan bajo pena de multa la vida sexual
de nuestras mascotas.
Empezaron las chicas de Almas veganas
liquidando los gallos del corral acusados del delito de violación a las
pollitas, y sigue el gobierno multando, dicen, con hasta 50.000€ (si son
reincidentes) a los propietarios de una perrita o gatita que en sus correrías
haya quedado preñada. Es, algo así, como si al papá de una chica que llega a
casa embarazada lo metieran en la cárcel, un suponer.
Cuando
Dios dijo lo de creced y multiplicaos, dotó a los animales, incluido el
hombre, del instinto del hambre y la procreación, y añadió al acto una gran dosis de
placer por si les fallaba el instinto.
La ley de Bienestar animal
condena a sus protegidos (los animales) a renunciar a su vida sexual o, si son
difíciles de controlar, a pasar por el sexador.
No sé si los
ministros o ministras del ramo o de la rama han visto alguna vez a una gata en
celo. En muchos animales la hembra es sexualmente pasiva y es el macho el que
tiene que hacer estupideces para que la hembra le dé el visto bueno, pero en algunos felinos es la hembra la que ACOSA al macho que, dicho sea de paso,
tampoco es que necesite demasiada parafernalia para cumplir con el mandato de
Dios. La gata empieza arrastrando la panza por el suelo, restregando el chisme
por la pared, sigue haciendo cabriolas en el aire y da unos maullidos como si la
estuvieran matando (mi amigo José el de Justo decía que maullaban como si le
estuvieran metiendo una raspa de pescado). Adela, la mujer de Juanico el de Jacoba,
se llevaba unas cuantas piedras a la habitación y, cuando los gatos empezaban
la jarana, salía al balcón y los apedreaba:
- Degraciaò, izù a foyâ
a otro zitio.
Y se iban, pero al rato volvían.
¿Cree
alguien, ministros aparte, que impedir que un gato eche un kiki es bienestar
animal? Y si los capamos, ¿no es eso eugenesia, que ya fue aplicada en USA con
los discapacitados físicos y psíquicos, y con los bandoleros?
Me
lo expliquen.