Comer y rascar...
Hace ya una semana que recobré la libertad aunque me lo estoy tomando con calma, mucha calma. Lo de estar malito, que los demás te traten con la consideración que se da a un enfermo, es agradable. Sobre todo si el doliente se encuentra d.p.m. Pero os estáis pasando: me gachoneáis en demasía y eso no es bueno para mi pobre corazón. Ni para mi desgastado cerebro.
Uno, que es débil frente al halago, se siente tentado a repetir peripecias para despertar entre sus amigos los deseos de transmitir ánimo al paciente. Y en esas estamos.
Después de 5 días con el muelle (stent) coronario puesto y desayunando a golpe de pastillas (colores: naranja, amarillo, blanco... formas: redondas, cuadradas, imitación corazón, balón de rugby...), el martes me levanté con un ligero picorcillo que se ubicaba por encima de la tetilla derecha. Me di tres rascones y no le hice caso. A media mañana, la urticaria me ocupaba toda la parte alta del pecho, los hombros y el inicio de la espalda. Y picaba...
Por la noche, la urticaria “picaminosa” se extendía hasta la cintura y amenazaba con seguir bajando. Me desperté pasando el dedo gordo sobre los ijares sin poder parar. Si conociese suficientemente el idioma, me luciría describiendo mis sensaciones. Tengo que conformarme con decir que, una vez empezado el proceso, es imposible parar. Da la sensación de que se entra en la recta final que precede al orgasmo pero que, al llegar al punto álgido, se escapara. Y a empezar de nuevo: rascar con más ahínco. Sólo que cada nuevo intento produce menos placer y más dolor.
Cuán presto se va el placer,
cómo después de acabado
da dolor.
Cómo a nuestro parescer
el precedente rascado
fue mejor.
Por la mañana ya tenía contaminados los muslos y los güevecicos despellejados. Las yemas habían desaparecido y únicamente permanecía el escroto en carne viva. No me quedó más remedio que buscar ayuda médica.
- Seguramente que esto es una reacción alérgica a los beta bloqueantes, a los anticoagulantes o a los medicamentos que le regulan la presión arterial.
- ¿Y?
- Tómese estas pastillas y, si en cuatro o cinco días no se le va, acuda a urgencias.
Me fui a ver a la doctora que me había tratado en la clínica.
- Le puedo cambiar el beta bloqueante pero los demás medicamentos es mejor no tocarlos.
- ¿No tienen alternativa?
- Sí tienen pero la alternativa no es muy buena. Vamos a intentar resistir; lo mismo su organismo se acostumbra. Si en cuatro o cinco días no remite el picor llámeme.
El picor va remitiendo, pero de forma curiosa. A medida que me baja por las piernas va desapareciendo del pecho y espalda. Debe ser que baja por efecto de la ley de gravedad. Paso bastante rato al día paseando por el pasillo de mi casa. Intuyo que, estando de pie, la caída libre del sarpullido será más rápida. La urticaria está ubicada ahora a la altura de los tobillos y sigue bajando. Sólo falta un pie para que llegue al dedo gordo y desaparezca.
Uno, que es débil frente al halago, se siente tentado a repetir peripecias para despertar entre sus amigos los deseos de transmitir ánimo al paciente. Y en esas estamos.
Después de 5 días con el muelle (stent) coronario puesto y desayunando a golpe de pastillas (colores: naranja, amarillo, blanco... formas: redondas, cuadradas, imitación corazón, balón de rugby...), el martes me levanté con un ligero picorcillo que se ubicaba por encima de la tetilla derecha. Me di tres rascones y no le hice caso. A media mañana, la urticaria me ocupaba toda la parte alta del pecho, los hombros y el inicio de la espalda. Y picaba...
Por la noche, la urticaria “picaminosa” se extendía hasta la cintura y amenazaba con seguir bajando. Me desperté pasando el dedo gordo sobre los ijares sin poder parar. Si conociese suficientemente el idioma, me luciría describiendo mis sensaciones. Tengo que conformarme con decir que, una vez empezado el proceso, es imposible parar. Da la sensación de que se entra en la recta final que precede al orgasmo pero que, al llegar al punto álgido, se escapara. Y a empezar de nuevo: rascar con más ahínco. Sólo que cada nuevo intento produce menos placer y más dolor.
Cuán presto se va el placer,
cómo después de acabado
da dolor.
Cómo a nuestro parescer
el precedente rascado
fue mejor.
Por la mañana ya tenía contaminados los muslos y los güevecicos despellejados. Las yemas habían desaparecido y únicamente permanecía el escroto en carne viva. No me quedó más remedio que buscar ayuda médica.
- Seguramente que esto es una reacción alérgica a los beta bloqueantes, a los anticoagulantes o a los medicamentos que le regulan la presión arterial.
- ¿Y?
- Tómese estas pastillas y, si en cuatro o cinco días no se le va, acuda a urgencias.
Me fui a ver a la doctora que me había tratado en la clínica.
- Le puedo cambiar el beta bloqueante pero los demás medicamentos es mejor no tocarlos.
- ¿No tienen alternativa?
- Sí tienen pero la alternativa no es muy buena. Vamos a intentar resistir; lo mismo su organismo se acostumbra. Si en cuatro o cinco días no remite el picor llámeme.
El picor va remitiendo, pero de forma curiosa. A medida que me baja por las piernas va desapareciendo del pecho y espalda. Debe ser que baja por efecto de la ley de gravedad. Paso bastante rato al día paseando por el pasillo de mi casa. Intuyo que, estando de pie, la caída libre del sarpullido será más rápida. La urticaria está ubicada ahora a la altura de los tobillos y sigue bajando. Sólo falta un pie para que llegue al dedo gordo y desaparezca.
Por lo demás, estoy estupendo. Tengo las constante vitales químicamente perfectas. Mejor que cuando tenía 18 años. Y desde el suceso tan sólo me he fumado un puro. Volvía de no sé donde y lo encendí. Enseguida me dije: "Serás capullo. Fúmatelo después de comer que le sacarás más partido". Y busqué un lugar donde apagarlo. Mientras, Quiosquera me despertó.
P.D. Quiero agradeceros a todos, a los que aquí habéis escrito y a los que en el quiosco se han interesado por mi salud, las muestras de ánimo que me habéis transmitido. Esa medicina también cura.
P.D. Quiero agradeceros a todos, a los que aquí habéis escrito y a los que en el quiosco se han interesado por mi salud, las muestras de ánimo que me habéis transmitido. Esa medicina también cura.