La economía del cartón
Estoy viviendo mi quinta cartoná, algunas colecciones ya han sacado a la luz la entrega número 3 y, sin embargo, todavía no he dicho esta boca es mía. Algo pasa.
Los cartones son los de siempre, es decir, no hay nada nuevo bajo el sol y D. José Manuel Lara continúa sacando como primicia, por poner un ejemplo, el Curso de Inglés Nuevo (Sexta edición), que encargó a los chinos hace 12 ó 14 años y que exhibe septiembre sí, septiembre no.
Las novedades se pueden contar con los dedos de la mano manca del asesino de la mujer del Fugitivo y la imaginación de los editores es equiparable a los que componemos el último eslabón de la cadena (eslabón perdido en un futuro próximo).
Hablando de quiosqueros y quioscos… Hace pocos días, Gepetto se acercó a comprar su periódico y estuvimos comentando lo lejos que quedan las vacaciones.
- ¿Se ha fijado usted en los quioscos de Granada?
- No. Hace tiempo que a Granada sólo voy al aeropuerto y antes no me fijaba en detalles.
- Lo tienen todo a mano sin necesidad de invadir la acera.
Los constructores de los quioscos de Granada son los que crearon Kioskator en Almería y los quioscos estándar de la misma ciudad. Es de suponer que hayan aplicado técnicas similares para conseguir un puesto de venta que sea cómodo para los vendedores y sus clientes en vez de ser, ni cómodo ni incómodo (les importa un pimiento), hecho sólo a satisfacción de los que negocian alrededor del quiosco, excluido el titular. Aunque he de decir que este verano he sufrido una enorme decepción: el sueño de mi vida, mi palacio de diarios y revistas ocupaba con sus cajas casi 3 metros de la anchura de la acera del Paseo de Almería. En su interior se ubicaban ingentes contenedores de helados, refrescos, tabaco y cualquier producto vendible en lata o paquete. Del techo colgaban 3000 bolsos/as, cubos y palas de plástico para que los niños disfruten en la playa y otros utensilios que, con suerte, se le puedan endilgar a los veraneantes. Si ese es el futuro de Kioskator, mal lo tenemos.
Volviendo a la cartoná. Después de sudar la gorda y las estrecheces propias de la falta de espacio en mis dos primeras temporadas, se sucedieron otras dos temporadas benévolas y de una cierta rentabilidad. Uno presume de modestia pero estuve seguro de haber inventado la pólvora por el hecho de devolver precipitadamente los números de poco valor y haber acertado en cercenar con buen ojo los excesos de otras entregas. Ya entrados en octubre, Salva me sacó de mi error.
- Señor Quiosquero. Estuve hablando con el chaval de SADE y me comentó que la cartoná empieza a ir de baja. Cuando ha visto que suspiraba aliviado me ha dicho: “Ustedes no se pueden quejar. Como no han cerrado por vacaciones, le mandan el género normal. A los que han cerrado, como devolvieron todo antes de irse, ahora tienen que compensar las cuentas y le mandan género a porrillo para compensar lo antes posible el coste de las devoluciones”.
O sea, las distribuidoras mandan los cartones en función del saldo de la cuenta que mantienen con cada punto de venta. Si aplicásemos ese método a rajatabla, cuanto menos venda un quiosco, más género le mandarán y viceversa. Que tomen ejemplo Zapatero y su Ministra de Economía o que fichen al que maneja las finanzas de las distribuidoras.
Aunque, quizás, Salva interpretó mal.
Los cartones son los de siempre, es decir, no hay nada nuevo bajo el sol y D. José Manuel Lara continúa sacando como primicia, por poner un ejemplo, el Curso de Inglés Nuevo (Sexta edición), que encargó a los chinos hace 12 ó 14 años y que exhibe septiembre sí, septiembre no.
Las novedades se pueden contar con los dedos de la mano manca del asesino de la mujer del Fugitivo y la imaginación de los editores es equiparable a los que componemos el último eslabón de la cadena (eslabón perdido en un futuro próximo).
Hablando de quiosqueros y quioscos… Hace pocos días, Gepetto se acercó a comprar su periódico y estuvimos comentando lo lejos que quedan las vacaciones.
- ¿Se ha fijado usted en los quioscos de Granada?
- No. Hace tiempo que a Granada sólo voy al aeropuerto y antes no me fijaba en detalles.
- Lo tienen todo a mano sin necesidad de invadir la acera.
Los constructores de los quioscos de Granada son los que crearon Kioskator en Almería y los quioscos estándar de la misma ciudad. Es de suponer que hayan aplicado técnicas similares para conseguir un puesto de venta que sea cómodo para los vendedores y sus clientes en vez de ser, ni cómodo ni incómodo (les importa un pimiento), hecho sólo a satisfacción de los que negocian alrededor del quiosco, excluido el titular. Aunque he de decir que este verano he sufrido una enorme decepción: el sueño de mi vida, mi palacio de diarios y revistas ocupaba con sus cajas casi 3 metros de la anchura de la acera del Paseo de Almería. En su interior se ubicaban ingentes contenedores de helados, refrescos, tabaco y cualquier producto vendible en lata o paquete. Del techo colgaban 3000 bolsos/as, cubos y palas de plástico para que los niños disfruten en la playa y otros utensilios que, con suerte, se le puedan endilgar a los veraneantes. Si ese es el futuro de Kioskator, mal lo tenemos.
Volviendo a la cartoná. Después de sudar la gorda y las estrecheces propias de la falta de espacio en mis dos primeras temporadas, se sucedieron otras dos temporadas benévolas y de una cierta rentabilidad. Uno presume de modestia pero estuve seguro de haber inventado la pólvora por el hecho de devolver precipitadamente los números de poco valor y haber acertado en cercenar con buen ojo los excesos de otras entregas. Ya entrados en octubre, Salva me sacó de mi error.
- Señor Quiosquero. Estuve hablando con el chaval de SADE y me comentó que la cartoná empieza a ir de baja. Cuando ha visto que suspiraba aliviado me ha dicho: “Ustedes no se pueden quejar. Como no han cerrado por vacaciones, le mandan el género normal. A los que han cerrado, como devolvieron todo antes de irse, ahora tienen que compensar las cuentas y le mandan género a porrillo para compensar lo antes posible el coste de las devoluciones”.
O sea, las distribuidoras mandan los cartones en función del saldo de la cuenta que mantienen con cada punto de venta. Si aplicásemos ese método a rajatabla, cuanto menos venda un quiosco, más género le mandarán y viceversa. Que tomen ejemplo Zapatero y su Ministra de Economía o que fichen al que maneja las finanzas de las distribuidoras.
Aunque, quizás, Salva interpretó mal.