Aveprenco: una asociación de vendedores
Acampamos varios días en la Sierra de Cazorla y, desde allí, nos acercamos a la capital del Califato. Instalamos nuestra tienda de campaña en la Cerca del Lagartijo y nos fuimos a visitar la ciudad. Eran las 14,10. En la puerta de la Mezquita rezaba un cartel: “Cerrado de 14 a 16 (o 17, no recuerdo)”. Era cuestión de aprovechar el receso para tomar un refrigerio mientras llegaba la hora de apertura. Por los alrededores no había ni un puñetero bar abierto. En una sombra, junto a la Mezquita, un cochero dormitaba.
- ¿Sabría decirnos dónde hay un bar abierto por aquí cerca?
- ¡Hombre de Dioh! Con la que cae a ehta hora, hahta lah lagartihah ehtán echando la siehta. Lo mehoh que podéih haseh ustedeh eh asercase ar Prica.
Y allí fuimos. Media hora antes de que abriesen las puertas estábamos de nuevo junto a la Mezquita. El cochero seguía en el mismo sitio.
- Si ustedeh queréih les doy una vuelta por la ciudad.
Vi que Dalr abría los ojos encantado y decidí darle el capricho. Anduvimos por la Plaza de la Corredera, Cristo de los Faroles, Plaza de Tendilla (allí donde Pepete de Albondón amenazó con tirarse al vacío si no le daban una oportunidad), hasta entrar por una calleja estrecha. Tras nosotros entraron un par de automóviles. El cochero se lo tomaba con calma mientras yo miraba de reojo a los que venían detrás.
- ¡Sooo! Aquí la casa donde nasió (o vivió) Manolete. Podéih bajase a echar unah fotoh.
- Es que vienen coches.
- Uhté tranquilo que ellos se ehperan.
Bajamos deprisa, hicimos un par de fotos y subimos cagando leches. En cualquier momento empezarían a sonar las bocinas. Arrancamos y con nosotros la caravanilla que se había formado. Ni un solo pitido.
Quedé maravillado de la paciencia y civismo de los cordobeses. Aunque me quedó el regomello de pensar que aquello podría no ser producto del civismo sino de la indolencia que siempre se nos ha achacado a los andaluces.
He vuelto otras veces a Córdoba pero ya nada es igual: la Mezquita no cierra a la hora de la siesta, los guiris casi te impiden caminar y hay bares y restaurantes abiertos por todos sitios. A pesar de su indolencia, los andaluces caminan.
Viene esto a propósito de un mail que he recibido y del que me tomo la libertad de publicar un extracto.
... fuí llamado para actuar como conejillo de indias de un proyecto informatico... fuimos testeando y moldeando el programa a nuestro antojo... Por supuesto a nosotros la distribuidora nos envia nuestros ficheros personalizados el día anterior a recibir la mercancia, desde estos mismos ficheros puedes hacer las reclamaciones, modificar servicios, pedir atrasados etc , pero además de venir personalizados se te informa en ellos de publiaciones que has dejado de recibir y que han vuelto a publicarse así como de todas las publicaciones que se han publicado en ese día independientemente de que tengamos servicio o no... Desde la asociación colocamos de forma gratuita equipos informáticos y programas gratuitos en todos los quioscos... además de impartir cursos etc.