jueves, mayo 26, 2005

Nueva colección en DVD

El domingo empieza una nueva colección en DVD. Después de El País con sus clásicos y más reciéntemente El Periódico con su colección de Hitchcock ahora es El Mundo quien entra en el mercado de los DVDs a 8 euros y pico.


La nueva colección de El Mundo empezó este domingo Posted by Hello

Se trata de la colección La Gran Comedia, 15 películas bastante conocidas para pasar un buen rato en familia. Este domingo harán la promoción inicial con una diferencia interesante. En vez de regalar el primer ejemplar (garantía de que se agotan los periódicos en un par de horas) regalarán la segunda película comprando la primera. El primer número es una de esas joyas de la comedia que no deberían faltar en ninguna videoteca, Ser o no Ser. Además saldrán otros clásicos imprescindibles como El guateque o La fiera de mi niña; alguna más moderna pero también genial como Tootsie y Misterioso asesinato en Manhattan, y por supuesto algún bodrio como Atrapado en el tiempo. Todo este rollo para reiterar que es una lástima que para vender periódicos haya que cambiar de negocio y vender lo que sea, pero que si ha de servir para vender una burrada de mundos cada jueves, pues bienvenido sea. Al menos los DVDs no son de cristal de Bohemia y se pueden amontonar en cualquier sitio.

martes, mayo 24, 2005

Personajes I - Las tres gracias

Por separado, las tres gracias son unas abuelitas adorables. Llegan al quiosco cada mañana, más o menos a la misma hora, y tras regalarnos una cariñosa sonrisa nos saludan afectuosamente. Piden su revista (siempre lo mismo, mejor Hola que Diez Minutos, La Vanguardia antes que El Periódico, algún caramelo pero sin azúcar…) Después comentan cualquier cosilla, aparentemente al azar, y si ven que les sigues la corriente pueden estar hasta veinte minutos explicando sus aventuras en el mercado, su indignación ante el abusivo precio de tal o cual producto, o incluso las penurias de aquellos años en que las cosas no eran tan fáciles como ahora. Descucharlas es normalmente entretenido y casi siempre interesante. Sólo existe un riesgo: que coincidan.

Porque si bien las tres gracias son maravillosas por separado, cuando se juntan producen una reacción catastrófica. Tras saludarse agradablemente y recordar el tiempo que hace que no se ven, empiezan a charlar de las aventuras del mercado, los precios, el pasado y siempre, siempre, siempre, acaban llegando al presente y los horrores que les está tocando soportar a la vejez. Y aquí se lía. Parece como si lo hubieran ensayado. Se van dando pie la una a la otra, sin llegar a atropellarse pero sin que haya silencio ni para respirar. Que si la juventud esto, que si los inmigrantes aquello, que si las mujeres de ahora no saben lo que es trabajar de verdad, que si los hombres de ahora no saben absolutamente nada, y lo que viene, que nosotras ya no lo veremos pero es que con esta juventud que hay ahora la cosa va a peor, y eso si llegan a algo porque con tanto inmigrante…

Está claro que estas señoras saben muy bien cómo están las cosas y cómo arreglarlas. Yo, como soy un simple quiosquero que comercio con el saber sin dejar que me empape, callo, escucho y sigo vendiendo periódicos que es lo que sé hacer.

sábado, mayo 21, 2005

Mi primera mensuación

Te lo han contado mil veces, has oído referencias de amigos, incluso hablan de ello por la tele, pero la primera vez siempre te pilla desprevenido. Mi primera mensuación se ha presentado por sorpresa y enseguida he sabido que ya nunca volveré a ser el mismo. Cada mes, hacía el día 21, salen las revistas mensuales. 5 días en que las distribuidoras te bombardean sin piedad con centenares de publicaciones que se amontonan sin que puedas evitarlo por todos los rincones del quiosco. Y lo peor es que muchas de ellas seguirán ahí, inamovibles, todo el mes.

¿Porque se puede alguien creer que vamos a vender veintitantos ejemplares de una revista de música de nombre impronunciable que no conocen ni en su casa a la hora de comer? Y es que tenemos las de informática, las de música, las de diseño y decoración, labores de todo tipo, las llamadas masculinas (que se reconocen por la tía espectacular de la portada), las llamadas femeninas (para todos los gustos y edades, y que se reconocen por la tía espectacular de la portada, normalmente con algo más de ropa), las llamadas infantiles y juveniles (que se reconocen porque en la portada salen jovencitos y jovencitas que algún día serán portada de las revistas llamadas femeninas y masculinas) e incluso las llamadas “para adultos”, que se reconocen… Bueno también se reconocen. En fin, que cada mes vamos a terminarlo con una avalancha de revistas sin ubicación posible, de difícil catalogación, complicado almacenaje e imposible exhibición. Tela con la mensuación.*

*Nota del quiosquero: el pareado final es un accidente. El día que nos pongamos a hacer este diario en verso avisaremos previamente. En caso de duda consulte a su distribuidor de prensa.

viernes, mayo 06, 2005

Me llevan al huerto

Apenas llevamos una semana en esto, y ya me ha tocado. No falla. A la que uno empieza a pensarse que está dominando algo nuevo, a la que le va pillando el tranquillo y empieza a disfrutar… Aparece alguien y te la clava. En este caso el alguien ha sido una señora de esas que van con prisa y se impacientan porque el señor que va antes se lo está pensando demasiado (me llevo el As o el Marca…) o tardas en dar con una revista que te han pedido. Cuando le toca, aunque no te ha caído bien de entrada, te alegras porque lo que lleva en la mano tiene pinta de caro. Un libro de unos 7 euros. En la otra mano lleva un billete que te suelta con cara de prisa. Te das la vuelta para buscar la idem (la vuelta…) y cuando ve las monedas te pone una cara rara.

- Te he dado uno de veinte. –dice sin apenas mirar lo que le devuelves.
- ¿No era de diez? –le preguntas inocente.
- ¡Ya estamos! –grita. Y empieza a montar un número como si se enfadara mucho porque le vuelven a sisar en el cambio.

No dudo que se le hayan equivocado alguna vez en el cambio. En mi quiosco, seguro que no. (No porque no nos equivocamos sino porque aún no nos ha dado tiempo y a la señora en cuestión es la primera vez que la vemos). El caso es que le pides perdón, le das diez euros más y le aseguras que no volverá a pasar. Porque no volverá a pasar. Cuando los billetes de diez van al sitio de los billetes de diez y los de veinte al de los de veinte, sabes perfectamente cuándo te has equivocado y cuándo te estás liando. Y si no sueltas el billete en ningún momento no das oportunidad. A mi me han llevado al huerto hoy por primera vez pero a Dios pongo por testigo, que nunca más volverá a pasarme.., si puedo evitarlo.

jueves, mayo 05, 2005

Proveedor listillo

Sonrisas profidentLos proveedores son un grupo interesante. Como los clientes, los repartidores, los familiares o los revisores del autobús, los hay de todo tipo. Unos te caen mejor y otros peor. A unos les compras más y a otros menos. Lo que no me podía imaginar es que alguno fuera tan listillo que perdiera un cliente de un montón de años el primer día.

En nuestro quiosquillo hacemos caso al gremio de odontólogos y vendemos dos conocidas marcas de chicles sin azucar. Como es normal, los comerciales de ambas empresas están a la greña por lograr que le compremos más que al otro. Fruto de este interés, el comercial de la marca A (qué coño, el de Orbit) que vendía menos que el de B (Trident), aprovechó hábilmente la llegada del nuevo quiosquero para ofrecernos gratuitamente un expositor colgante que liberara nuestro abarrotado mostrador. El resultado fue doblemente beneficioso. No sólo nos facilitó los problemas de espacio sino que pasó a vender más que la competencia gracias a la mejor visibilidad de su producto. El vendedor de B se dio cuenta y rápidamente nos propuso traer otro expositor para sus propios productos. También accedimos y el día señalado el que se presentó con el expositor fue un nuevo vendedor que teóricamente haría en adelante nuestra ruta. El señor venía con ayudante para colgar el artilugio.

Chicles OrbitSe ve que le moló más el sitio del proveedor A, porque nos pidió desmontarlo y poner ahí el suyo. Cuando le dijimos que no, dijo que sólo sería un momento, para ver cómo quedaba, y que luego lo dejaría todo como estaba. Como no se puede discutir con alguien que quiere trabajar dos veces le dejamos hacer. Durante la operación al muy patoso se le desmontó el chiringuito y nos esturreó los paquetitos de chicles (curisamente, sólo los de la competencia). Tras recogerlos y colocarlos en su sitio nos mostró orgulloso cómo había quedado todo y se largó.

Había chicles por colocar y al ir a dejarlos en su sitio vimos que... que no cabían. ¿Pero si hace cinco minutos estaban ahí expuestos? Resulta que faltaba un estante en el expositor. El estante en cuestión apareció enseguida.., en la papelera de al lado. No sabemos si el muy cabrón lo hizo queriendo o a propósito. El caso es que nos tocó mucho las narices. Una semana después apareció el antiguo vendedor y cuando le digimos que se largara se asustó. La historia del cabrón de su colega no pareció sorprenderle mucho. El caso es que prometió que no volvería a ocurrir y que se aseguraría que el susodicho no aparecería más por nuestro quiosco (más por protegerlo a él de un garrotazo que por otra cosa). Me joden los listillos y mucho más cuando son tan tontos. Ahora siempre recomendamos a la competencia (Orbit, orbit, orbit) y venden mucho menos. Y el día que necesitemos espacio para exponer otra cosa, los chicles trident van a desaparecer del mostrador. Y al que no le guste, que busque vendedores menos listos.

miércoles, mayo 04, 2005

La pulserita de Maria Isabel

Las famosas pulseritasSe ve que se han puesto de moda unas pulseritas de plástico llamadas power rings. No sé de donde viene la cosa pero el caso es que los críos van como locos por estos pedazos de plástico de colorines que se venden a un euro. Las más solicitadas son las Power Rings, aunque hay de todo tipo. Algunas solidarias, otras no se sabe muy bien qué. Incluso las hay de equipos de fútbol. Sport sacó unas del Barça que se agotaron en minutos. Marca otras sobre Madrid 2012 que tampoco duraron mucho. Ya puestos, ahora están sacando las de todos los equipos de la liega (As) o las de los jugadores del Barça (Mundo Deportivo) que no se venden ni a tiros.

Maria IsabelPara acabar con el cachondeo acaban de llegarnos las pulseras oficiales de Maria Isabel, la de antes muerta que sinsilla, ay que sinsilla. No se está vendiendo ni una, pero es una buena excusa para sacar el tema de la intérprete de "No me toques las palmas que me conozco". Una megaestrella que es portada en cuatro o cinco revistas infantiles. Pofale.

Página de Maria Isabel

Power Rings de Panini

martes, mayo 03, 2005

El cuponcito

El quiosquero, como el sastre, no puede vivir alejado de sus tijeras. La mayoría de los objetos imprescindibles que traje en mi Kit de kioskero siguen en la bolsa. Sin embargo las tijeras no dejan de usarse. Y lo que es peor. De perderse. Si las dejas en una punta del quiosco las necesitas en el otro. Si repartes varias por los mostradores, cuando las necesitas no encuentras ninguna. Si te las metes en el bolsillo corres el riesgo de rebanarte la femoral.
No hay una ubicación perfecta para las tijeras. Su sitio suele ser el mostrador, a mano y a la vista. Pero se usan por todas partes. A primera hora para abrir paquetes (creo que ya he hablado de eso ;-) y a lo largo del día para seguir abriendo paquetes y, sobre todo, para recortar cupones. Y es que ahora empiezo a apreciar las horas dedicadas en la guardería a recortar por la línea de puntos. Claro que entonces usaba unas tijeritas de punta redondeada y las que uso ahora son un arma blanca en toda regla con una punta asesina que se clava por todas partes.
El tema de los cuponcitos me tiene hasta las narices. Los periódicos parecen haber asumido que a la gente no le interesa lo que cuentan y, en vez de contar otras cosas, han optado por convertir el diario en un engorroso montón de papel que te regalan al comprar cualquier cosa: libros, películas, discos... Hasta ahí bien. El problema está cuando amplían horizontes y te traen pulseras, banderas, cristalerías, biciletas... Todo vale para vender periódicos. Y a mi ya me parecería bien si se limitaran a regalar o vender cosas con el periódico. El problema es que, conscientes de que mucha gente compraría sólo el regalo y dejaría el diario, se han inventado lo del cuponcito.
El cuponcito sirve para asegurarse de que con el regalo vendemos también el periódico. No basta con decir que hay que venderlos conjuntamente (cosa que a mi ya me va bien porque vendo dos por uno). Tienen que asegurarse obligándonos a cortar un cacho del diario como prueba de que se lo han llevado junto al regalo. Me suena a las películas de mafiosos en que mandan una oreja del secuestrado para que no haya dudas. Y por este motivo nos pasamos el día recortando y recortando, acumulando cuponcitos cuyo valor en el mercado es 0 pero que, si los perdemos, nos cuestan un euro. Digo yo que podrían dejarse de tonterías, sumar el euro al precio del "regalo" y regalar el periódico. Así a lo mejor podrían pedir una subvención al ministerio de cultura por promover la lectura con la venta de vajillas y nos permitirían vivir alejados de las tijeras. Y si me las cuelgo con una cinta al cuello...

lunes, mayo 02, 2005

El debut

Hay que pillarle el tranquillo. Como a todo. Supongo que dentro de unos meses leeré esté mensaje y me partiré de risa. Cuando lo haya hecho 100 o 200 veces me parecerá que no había para tanto, pero de momento esto de abrir es bastante más complicado de lo que parecía cuando lo hacían otros.

La idea era sencilla: madrugamos (más de lo habitual, que ya es decir); antes de que lleguen los periódicos nos organizamos bien (las devoluciones en su sitio, el cambio preparado, sello, tijeras, bolígrafo, cutter y demás utensilios a mano...); abrimos y lo dejamos todo listo para que en el mismo momento que lleguen los periódicos podamos colocarlos y... ¡a vender!

Nada más abrir la puerta ¡CROCK! Primer imprevisto en forma de contusión en la espinilla (Anotación prioritaria en el cuaderno de bitácora: hay que ordenar las cosas). Sorteamos un sinfín de cacharros hasta encontrar acomodo dentro del cubículo. Conectamos la luz y vemos con nuestros propios ojos ese desorden caótico que deberemos, a base de mucho esfuerzo, convertir en caos ordenado. Hacemos un primer análisis de la situación. La máquina de la loto está encendida y habrá que iniciar sesión cuando toda la prensa esté colocada. En aquella esquina es donde irá el tabaco cuando lo saque de los paquetes justo antes de abrir la persiana. En ese hueco debajo del mostrador que ahora está lleno de cajas de cartón es donde habrá que colocar las devoluciones por lo que a lo largo del día habrá que irlo despejando y aaaa.... aaaaaaa... aaaaa... aaa... aaa... aaaaaa... ¡ACHUÁAAAAAAAAAAAAAS!!!! (Anotación muy prioritaria en el cuaderno de bitácora: hay que limpiar el polvo) Empezamos a preparar el cambio. Cada monedita en su sitio. Los paquetes sobrantes, a mano pero escondidos. Hay que sacar las cajetillas de cigarrillos de los paquetes y colocarlos en... ¿Qué es eso? ¡Mierda! Parece que ya están dejando las primeras entregas de periódicos. ¿Esta hora es ya?¡Y aún no hemos abierto!. No nos pongamos nerviosos. Aún es temprano. Abriremos la persiana para controlar los paquetes, no vaya a ser que vuelen. Quitamos las baldas de seguridad y le damos al botón.
¡¡¡CATACRÁS!!!
(Anotación extremadamente prioritaria en el cuaderno de bitácora: hay que quitar los candados de la calle antes de darle al botón) Una vez ha empezado a subir la persiana el quiosco está oficialmente abierto. Los periódicos no están colocados (ni siquiera hemos abierto la trampilla donde se colocan) y menos aún las revistas, cartones y extras varios, ni se han abierto los laterales, ni el toldo, ni... pero una vez la persiana va para arriba, cualquiera que pasa se ve capacitado para empezar a pedir cosas. Suerte que es temprano y no habrá nad... (Anotación desesperada en el cuaderno de bitácora: ¿¿¿se puede saber qué hace la gente levantada a estas horas???) Un caballero ha pedido una cajetilla de Marlboro Light que, por supuesto, no he colocado aún en su sitio. Mientras busco la bolsa donde están los paquetes de tabaco, pensando en mi primera venta de nada más y nada menos que 2,90 €, otro señor pregunta por La Vanguardia. Su cara me suena, así que debe ser cliente habitual. Corro hacia los paquetes de periódicos para poder darle el suyo. La montonera de diarios se levanta en dos columnas de más de un metro cada una. Cada una de una distribuidora. ¿Quién leches trae La Vanguardia? Es Marina Press. Debí suponerlo cuando vi que el paquete que tenía más a mano era el de Logística y empecé a revolverlo. El señor del Marlboro sólo deja de mirarme para clavar la vista en su reloj. Intuyo que tiene prisa. Al de La Vanguardia no le gusta nada que esté dando tirones de su periódico para sacarlo del paquete. Además acabo de arrancar media portada. Sería más fácil si cortara los precintos del paquete pero esto ya se ha convertido en un tema de honor. ¡O el periódico o yo! Un último tirón y... ¡RAAAAAAASSSSS! He ganado yo. El periódico ha muerto despedazado (invendible) y yo, vencido, voy en busca de las tijeras. El señor del Marlboro se ha ido (casi 3 € perdidos, maldita sea mi estampa...) Por si fuera poco, alguien ha estado trasteando mis cosas porque las tijeras no están donde debían estar. Busco y busco y mientras busco caigo en que no he llegado a ponerlas en su sitio. Siguen en la bolsa con el resto de cachivaches imprescindibles para el día a día del quiosquero: grapadora, desgrapadora, tippex, cel·lo, post it, pegamento, blue tac, pegatinas de colores, clips, pinzas... El señor de La Vanguardia me mira con mala cara. "Primer día, ¿eh?", pregunta con retintín el muy cabrón. Lo mandaría a hacer compañía al del Marlboro, pero recuerdo a tiempo que una tradición de los comerciantes judíos dice que si el primer cliente en entrar en tu tienda no compra ese día será ruinoso. Aunque no soy judío siempre he sido muy respetuoso con las tradiciones ajenas así que, convenciéndome de que el señor de La Vanguardia había llegado medio segundo antes que el del Marlboro, me dirijo tijeras en mano a descerrajar el paquete y hacer mi primera venta del día. Doblando con parsimonia el dichoso diario (que ya podían hacerlo más pequeñín y manejable, digo yo), armo mi sonrisa más amable, extiendo la mano y digo: un eur.... El señor se larga sin más. ¿Estará intentando robarme en las narices? Va demasiado tranquilo para eso, pero lo que está claro es que no ha pagado. Pienso saltar sobre él y exigir mi euro cuando, a tiempo, recuerdo de qué me sonaba su cara. Es suscriptor. Una extraña sensación recorre mi cuerpo. Acabo de empezar, no he hecho ni una venta y ya estoy hecho pedazos. Tendría que cerrar y volver a intentarlo mañana pero no pienso abandonar tan pronto. Menudo diita me espera....

Pies para quiosquero

Si hace unos meses alguien me hubiera dicho que un servidor iba a levantarse seis días a la semana a las cinco y media de la mañana, me hubiera partido de risa. Nunca me ha gustado madrugar (creía que, simplemente, mi cuerpo no estaba preparado para eso) y mucho menos madrugar para trabajar. Sin embargo aquí me tenéis. Levantándome a esas horas en que aún no han puesto las calles, metiendo la cabeza debajo del grifo para despejarme algo, poniéndome lo primero que encuentro, echándome al estómago lo primero que pillo y saliendo, pies para que os quiero, hacia un cubículo juanto al que ya me esperan unos cuantos quilos de periódicos que han dejado ya un par de distribuidores (lo sé, siempre hay alguien que se levanta antes que tú...).

Lo cierto es que esto del quiosco no está tan mal. Sería mejor si no hubiera que madrugar; si los paquetes de diarios no pesaran tanto; si a media mañana no se te agolparan cuarenta cajas con tropecientasmil revistas que no sabes cómo han llegado hasta allí; si tuvieras un par de metros cuadrados más para moverte; si fuera posible colocar todas las revistas de forma que se vieran; si no te volvieras loco a la hora de preparar las devoluciones (¿qué distribuidora dijiste que traía ESTO?); si los clientes no se pusieran de acuerdo para pedir la loto todos a la misma hora; si los niños no pidieran veintisietemil tipos de caramelos distintos; si tuviera algo más de tiempo para sentarme y descansar estos pies, ay, que me están matando. Los pies...

Lo bueno del asunto, eso sí, es que el día da para multitud de anecdotillas. Historias cotidianas que sólo pueden descubrirse en la calle y que, qué diablos, hacen que la vida sea más interesante. Porque la vida no se agolpa solo en los nutridos estantes del quiosco, impreso en papel satinado. Pasa por delante y está a la vista de todo el que quiera verla.

domingo, mayo 01, 2005

Normas de funcionamiento del blog

Pies para quiosquero es un blog personal en el que una familia de quiosqueros de Barcelona narra, en clave de humor, las anécdotas que acumulan en su día a día.

El espacio se creó con la finalidad de mostrar, de un modo desenfadado, las cuitas de un colectivo cuya labor no siempre es conocida por la mayoría de los ciudadanos que diariamente acuden al quiosco a comprar la prensa. Asimismo, pretende ser un lugar de encuentro para que los vendedores de prensa puedan compartir sus experiencias y debatir sobre los retos de su profesión.

Las anécdotas que se cuentan son reales aunque los nombres y algunas situaciones pueden modificarse para preservar el anonimato de los implicados o para amenizar la lectura.

Para añadir comentarios en el blog es necesario contar con una cuenta de blogger o de OpenID. Los comentarios están moderados por lo que pueden tardar en aparecer.

Los autores del blog no se hacen responsables de las opiniones vertidas por los lectores y se reservan el derecho a eliminar aquellos comentarios que, en su opinión, puedan resultar ofensivos, desvirtúen el debate, se desvíen de las temáticas del blog, sean repetitivos o en general no aporten nada nuevo a la discusión.