Agencia Tributaria
Es 30 de junio, 5 de la mañana. Mientras imprimo mi declaración de renta intento entretenerme un rato. Si me pongo a leer me duermo; probemos si escribiendo puedo mantenerme despierto.
Siempre se ha dicho que los malos estudiantes aguardan a estudiar a última hora. No es verdad. Yo pasaba el curso como podía (en clase; bueno, fuera de ella también), me machacaba las dos últimas semanas que pasaba durmiendo un par de horas diarias y manteniendo el tipo a base de café y, encima, sacaba buenas notas. Pero esta noche voy camino de cosechar una calabaza digna de Polifemo.
Me he currado mi declaración desde que D. Adolfo Suárez se la inventó. Cierto que las primeras eran facilitas pero, a medida que cada Ministro de Economía y/o
Hacienda, ha metido mano, se ha ido haciendo más complicada. Claro que uno recurría a la declaración del año anterior, copiaba lo que permanecía y se inventaba el resto, leyéndose cuidadosamente si había nuevas deducciones que uno se pudiera aplicar. Así desde el 77 (me parece). Y esta noche he pinchado en hueso. Cierto es que nunca fui autónomo y ha sido, por tanto, una chulería por mi parte aguardar hasta última hora. Pero uno es quiosquero, ¡coño!, no licenciado en Económicas (Ana, Word me dice que coño no está en su diccionario; a ver si me enseñas a escribirlo en ruso, sueco o japonés para que Word no se ponga colorao). Una declaración que no está al alcance de cada uno es una mierda pinchá en un palo. Está bien que una empresa de verdad necesite que la declaración se la haga un profesional, pero que un pobre desgraciado tenga que pagar 60 euros para decirle al Estado que las está pasando putas, no es de recibo (Aaaana, Word tampoco ha oído hablar del oficio que dicen ser el más antiguo del mundo), aparte de que el que se inventó la forma de calcular los módulos, de matemáticas puede saber un güevo pero no ha trabajado en su vida. Vayamos al grano
Cuando iniciamos esta profesión nos recomendaron que “fuésemos por módulos” porque era más fácil y se pagaba menos. Dónde y cómo pongo lo que me ha rendido el quiosco. ¡Help! Temas de Ayuda, Buscar.... “módulos”... ¡Voilà!
Definición de términos: epígrafe, personal asalariado, personal no asalariado, consumo de energía, dimensiones del local.... ¿Y en qué página está eso? No lo dice. Repaso del impreso hoja a hoja y no aparece la palabra módulo. Otra vez y ahora más despacio. El único sitio que pide epígrafe está en la página de “estimación objetiva”. Traduzco: a ojo de buen cubero.
Personal asalariado: no hay. Personal no asalariado: 1. Horas anuales de trabajo: stop, hay que calcular. Desde mayo a diciembre hay unos 240 días, menos vacaciones y alguna fiesta, lo dejamos en 200 días que con jornadas de 14 horas ascenderían a un total de 2800 horas... piiiii. “No esta permitido trabajar más de 1800 horas anuales”. ¿Cómo es que el cabrón (Aaana) de mi jefe me las exige? ¿O tendré una inspección de trabajo y me multarán por autoexplotarme?
Bueno, lo dejaremos en 1800 horas...”Rendimiento neto: 19432,56”. Quieto parao. Ya quisiera yo haber ganado esa cantidad. Además la gestora de la asociación calcula los módulos sobre una ganancia de 16000 euros... Probamos con 1200 horas: “Rendimiento neto: 15934,17”. Mejor.O sea, que el Ministro piensa que si yo trabajo 14 horas diarias de lunes a domingo, ambos inclusive, es para ser el muerto más rico del cementerio. ¡Imbécil!. Trabajo 14 horas porque si no es así no me llega.
Ya puestos a probar, probé qué pasará cuando tenga que declarar un empleado. ¡La leche!. Salva se acaba de ganar el despido. En su lugar pondré a un “sin papeles” y si algún día un guardia me solicita su contrato diré que ha entrado al quiosco a robar, que como el sin papeles será moro o negro seguro que el guardia se lo traga.
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¡Mierda! Ya he dado una cabezada. Por la hora que es tendría que salir cagando leches para abrir el quiosco pero el sueño me aconseja que me acueste un rato. Sabés qué. Me voy a dormir y que abra el esclavo. A lo mejor no lo echo porque cuando en la declaración de 2006 me descuente estas horas que estaré durmiendo, con lo que me ahorre lo mismo le pago.














Bien es verdad que, cuando quieras adquirir la cosa más inverosímil inventada por el hombre -y no sepas por dónde empezar a buscar- debes dirigirte al primer quiosco que veas porque allí tienes muchas posibilidades de hallarla. Pero... de eso a que los quiosqueros seamos el "Punto de Información" del transeunte... hay un trecho.








Cuando descubrió estas películas se puso contentísima. Alternaban géneros y artistas, permitiéndole contentar a todos los abueletes. El gordo y el flaco, Buster Keaton o Chaplin para los amantes del cine mudo. El tercer hombre, Cirano de Bergerac (con José Ferrer) o Juan Nadie, para los amantes de los clásicos. Fred y Ginger para hacer las delicias de los locos por el musical. Cada quince días compraba un pack distinto. Hasta que hace dos semanas me dejó dos apartados. "Pasaré a buscarlo, no se preocupen".
Está claro que acababa de pasar. La muchacha llevaba dos semanas preocupada porque no le daban el dinero para poder pasarle sus películas a los viejecitos, preguntándose por qué le costaba tanto a la nueva dirección aprobar un presupuesto de 15 míseros euros para los ancianos... cuando lo que en realidad se estaba cociendo era su despido.
Recuerdo haber sentido algo similar cuando la chica del "no me lo digas con flores" (qué queréis que le haga, el comic japonés se llamaba así) nos vino a decir que no le guardáramos más novelas románticas, que no le renovaban el contrato en la peluquería. Aquel día perdimos a una de nuestras mejores clientas y a una de las sonrisas más encantadoras del barrio. No hemos vuelto a verla.
