Si lo sé, no me levanto
En realidad fue ayer cuando no debí levantarme. Llovía y, con las manos ocupadas con las garrotillas, llegué mojado al garaje. En el quiosco me esperaban sorpresas; El Periódico regala un mamotreto de celebración de su trigésimo aniversario y Salva me hace partícipe de que hoy, miércoles, debe pasar la ITV de alguno de sus varios males. Yo también tengo cita con mi médico y, por supuesto, coincide con el horario de una de las pruebas de Salva. Pero, ya se sabe, donde manda patrón… A las 10 de la noche me conectaba a www.gencat.cat y anulaba la visita; al fin y al cabo mis males pueden esperar.
Me levanto con un ligero cabreo pero con los nervios atemperados y la mente despejada. No me doy cuenta de que echo la ropa interior en el cubo de la basura pero detecto de inmediato que estoy intentando calentar el zumo de naranja, lo que me hace rebobinar y subsanar a tiempo el incidente de la ropa sucia.
Llego al quiosco en medio de un aguacero apañadete. Salva se me ha adelantado y está montando el chiringuito. Observo cambios: los diarios de menor tirada no ocupan su lugar habitual (hablaremos de ello) y Logística no ha retirado el sobrante de su tocho “30 anys”.
- ¿Qué hace esto aquí? –pregunto mientras señalo el montón de libracos-.
- El chaval ha dicho que no hace falta devolverlos.
- A nosotros no nos pagan por tirarlos, así que a la noche planto el paquete en mitad de la calle y veremos qué pasa.
Si de aquí a la noche se me ha pasado el mal humor, tiraré los libros al reciclaje pero si me dura la mala leche… si me dura. Me han dicho que el librote está bien pero yo no soy el Conseller de Ecología ni el repartidor de Logística. Soy el quiosquero y lo que me toca hacer es el paquete de devolución y ponerlo junto al quiosco para que la distribuidora se lo lleve. A partir de ahí no debería ser mi problema.
Mientras, estoy de pie en la entrada del quiosco. Es, justamente, el lugar donde se para todo el mundo y, quizá por el peso, está un poco hundido. Si añadimos que llueve… ¡charco! Pues ahí estaba yo. Calzo bota de suela basta y cuero grueso pero lo mismo da: tenía los calcetines chorreando. Al darme cuenta, noto frío y me largo a que el Super me inyecte un café calentito. Discute con un taxista y otro parroquiano madrugador.
- Ahora os lo explicará éste –dice al verme entrar- que tiene un lenguaje más académico.
- ¿Qué pasa? –pregunto.
- Que hace seis meses estos se reían cuando yo hablaba de crisis y ahora están acojonados. ¿Cuándo te enteraste tú?
- Cuando todo el mundo. Bueno, todo el mundo menos Zapatero y Solbes.
- ¡Veis, veis!
- De todos modos, con la lluvia los taxistas estaréis contentos.
- ¡Qué va! Cuando llueve es peor.
- ¿Y por qué cuando llueve yo no encuentro un taxi así me maten?
- Porque no salen. Con lluvia es muy fácil darse un trastazo y luego te tienes que pasar días sin trabajar.
- ¡Caño, cloro! -¡Mierda! Además de estar helado se me traba la lengua.
Vuelvo al quiosco y despacho a Salva mientras ataco los albaranes de SGEL que hoy vienen con un buen surtido de revistas del corazón. Últimamente Lecturas viene en dos versiones: la clásica y Lecturas + CSI (5ª temporada). Ésta última se presentaba con su correspondiente cartón y, por tanto, recibía el castigo de desaparecer de la vista. Me pongo contento cuando la veo bien empaquetada ocupando exactamente el espacio de una revista, pero… Lecturas incorpora unas recetas de Karlos Arguiñano (o me sobra la K o me sobra la Ñ; las dos juntas… como que no) grapadas en la revista a modo de solapilla. Y bajo la solapa, el código de barras para que no se enfríe. La versión Lecturas + CSI viene retractilada; más que nada para que el DVD no se caiga. El retráctil no se debe romper y, por ende, impide que la solapa se levante. No sé si los señores editores querrían decirme cómo puedo leer entonces el código de barras.
Según el albarán, recibo las publicaciones ULTIMATE HEROES y FANTASTIC FOUR. Yo, sin embargo, tengo en mis manos CAPTAIN BRITAIN y THE AGE OF THE SENTRY. En letras de dos dedos de altura. Tras darle varias vueltas, junto al código de barras y en tamaño de no más de 4 milímetros, encuentro el nombre original. ¡Cómo echo de menos EL JABATO, EL CAPITAN TRUENO o PANTERA NEGRA, cuyas cabeceras ocupaban medio tebeo!
Sigo teniendo frío y me apetece un café y un cigarrillo. Echo un euro al cajón, me como un Kinder Bueno y huelo el paquete de Reig 15. Mientras mastico observo la disposición de los periódicos, que se mantienen secos. Reflexiono. Mi quiosco es del modelo de mostrador fijo (en Barcelona hay otro modelo en que, para cerrar, el mostrador se empuja hacia dentro). Bajando el frontal queda una plataforma que es donde yo pongo los diarios. Le he añadido una banqueta (sin salir de los límites del espacio establecido por el ayuntamiento) que me permite poner los periódicos en dos filas. Ayer llovía. La primera fila de periódicos, la más cercana a la calle, estaba chorreando. La segunda fila estaba húmeda. La primera fila de revistas, un espacio más atrás y 50 cm. más arriba, también estaba mojada. Hoy, Salva, no ha desplegado las revistas de arriba ni ha puesto periódicos en la banqueta. Los que correspondían a ésta están en el lugar de las revistas. Voy repasando el panorama. Los periódicos que están en el lugar que ocupaban las revistas mojadas, aparecen impecables. Los periódicos que ayer estaban húmedos, aparecen impecables. La banqueta, que ayer contenía los periódicos chorreando, aparece con gotas de agua dispersas. Hoy llueve más que ayer… ¿Dónde está el milagro? He hecho un máster en una mañana para llegar a la conclusión que ya sabía: los quioscos de Barcelona están fabricados a prueba de agua pero no de clientes. Los periódicos se mojan utilizando solamente el agua que chorrea de los paraguas.
El descubrimiento no hace que se me pase el frío pero da tiempo a que llegue Sadibarna. Mandan un albarán de rectificación con un escueto “POR ERROR EN EL CALCULO DEL DESCUENTO, ESTE ALBARAN ANULA AL ANTERIOR”. ¡Venga, quiosqueros, busquen las 7 diferencias! Es cuestión de ABANICARTE. Dos meses, dos, han tardado en arreglar un disparate (es casi imposible que sea error). Y para que les agradezcamos el detalle, a mí me ha llegado el paquete de O.K. perfectamente barajado: una parriba y otra pabajo de modo que cuando se venda la que está de cara se quede a la vista el culo de la otra.
- ¿Oiga, el metro de Girona?
- Primera a la derecha, siguiente esquina.
- ¿Seguro?
- No.
- ¿Entonces?
- Usted haga lo que quiera pero si quiere coger el metro: primera a la derecha, siguiente esquina.
Tengo frío.
Me levanto con un ligero cabreo pero con los nervios atemperados y la mente despejada. No me doy cuenta de que echo la ropa interior en el cubo de la basura pero detecto de inmediato que estoy intentando calentar el zumo de naranja, lo que me hace rebobinar y subsanar a tiempo el incidente de la ropa sucia.
Llego al quiosco en medio de un aguacero apañadete. Salva se me ha adelantado y está montando el chiringuito. Observo cambios: los diarios de menor tirada no ocupan su lugar habitual (hablaremos de ello) y Logística no ha retirado el sobrante de su tocho “30 anys”.
- ¿Qué hace esto aquí? –pregunto mientras señalo el montón de libracos-.
- El chaval ha dicho que no hace falta devolverlos.
- A nosotros no nos pagan por tirarlos, así que a la noche planto el paquete en mitad de la calle y veremos qué pasa.
Si de aquí a la noche se me ha pasado el mal humor, tiraré los libros al reciclaje pero si me dura la mala leche… si me dura. Me han dicho que el librote está bien pero yo no soy el Conseller de Ecología ni el repartidor de Logística. Soy el quiosquero y lo que me toca hacer es el paquete de devolución y ponerlo junto al quiosco para que la distribuidora se lo lleve. A partir de ahí no debería ser mi problema.
Mientras, estoy de pie en la entrada del quiosco. Es, justamente, el lugar donde se para todo el mundo y, quizá por el peso, está un poco hundido. Si añadimos que llueve… ¡charco! Pues ahí estaba yo. Calzo bota de suela basta y cuero grueso pero lo mismo da: tenía los calcetines chorreando. Al darme cuenta, noto frío y me largo a que el Super me inyecte un café calentito. Discute con un taxista y otro parroquiano madrugador.
- Ahora os lo explicará éste –dice al verme entrar- que tiene un lenguaje más académico.
- ¿Qué pasa? –pregunto.
- Que hace seis meses estos se reían cuando yo hablaba de crisis y ahora están acojonados. ¿Cuándo te enteraste tú?
- Cuando todo el mundo. Bueno, todo el mundo menos Zapatero y Solbes.
- ¡Veis, veis!
- De todos modos, con la lluvia los taxistas estaréis contentos.
- ¡Qué va! Cuando llueve es peor.
- ¿Y por qué cuando llueve yo no encuentro un taxi así me maten?
- Porque no salen. Con lluvia es muy fácil darse un trastazo y luego te tienes que pasar días sin trabajar.
- ¡Caño, cloro! -¡Mierda! Además de estar helado se me traba la lengua.
Vuelvo al quiosco y despacho a Salva mientras ataco los albaranes de SGEL que hoy vienen con un buen surtido de revistas del corazón. Últimamente Lecturas viene en dos versiones: la clásica y Lecturas + CSI (5ª temporada). Ésta última se presentaba con su correspondiente cartón y, por tanto, recibía el castigo de desaparecer de la vista. Me pongo contento cuando la veo bien empaquetada ocupando exactamente el espacio de una revista, pero… Lecturas incorpora unas recetas de Karlos Arguiñano (o me sobra la K o me sobra la Ñ; las dos juntas… como que no) grapadas en la revista a modo de solapilla. Y bajo la solapa, el código de barras para que no se enfríe. La versión Lecturas + CSI viene retractilada; más que nada para que el DVD no se caiga. El retráctil no se debe romper y, por ende, impide que la solapa se levante. No sé si los señores editores querrían decirme cómo puedo leer entonces el código de barras.
Según el albarán, recibo las publicaciones ULTIMATE HEROES y FANTASTIC FOUR. Yo, sin embargo, tengo en mis manos CAPTAIN BRITAIN y THE AGE OF THE SENTRY. En letras de dos dedos de altura. Tras darle varias vueltas, junto al código de barras y en tamaño de no más de 4 milímetros, encuentro el nombre original. ¡Cómo echo de menos EL JABATO, EL CAPITAN TRUENO o PANTERA NEGRA, cuyas cabeceras ocupaban medio tebeo!
Sigo teniendo frío y me apetece un café y un cigarrillo. Echo un euro al cajón, me como un Kinder Bueno y huelo el paquete de Reig 15. Mientras mastico observo la disposición de los periódicos, que se mantienen secos. Reflexiono. Mi quiosco es del modelo de mostrador fijo (en Barcelona hay otro modelo en que, para cerrar, el mostrador se empuja hacia dentro). Bajando el frontal queda una plataforma que es donde yo pongo los diarios. Le he añadido una banqueta (sin salir de los límites del espacio establecido por el ayuntamiento) que me permite poner los periódicos en dos filas. Ayer llovía. La primera fila de periódicos, la más cercana a la calle, estaba chorreando. La segunda fila estaba húmeda. La primera fila de revistas, un espacio más atrás y 50 cm. más arriba, también estaba mojada. Hoy, Salva, no ha desplegado las revistas de arriba ni ha puesto periódicos en la banqueta. Los que correspondían a ésta están en el lugar de las revistas. Voy repasando el panorama. Los periódicos que están en el lugar que ocupaban las revistas mojadas, aparecen impecables. Los periódicos que ayer estaban húmedos, aparecen impecables. La banqueta, que ayer contenía los periódicos chorreando, aparece con gotas de agua dispersas. Hoy llueve más que ayer… ¿Dónde está el milagro? He hecho un máster en una mañana para llegar a la conclusión que ya sabía: los quioscos de Barcelona están fabricados a prueba de agua pero no de clientes. Los periódicos se mojan utilizando solamente el agua que chorrea de los paraguas.
El descubrimiento no hace que se me pase el frío pero da tiempo a que llegue Sadibarna. Mandan un albarán de rectificación con un escueto “POR ERROR EN EL CALCULO DEL DESCUENTO, ESTE ALBARAN ANULA AL ANTERIOR”. ¡Venga, quiosqueros, busquen las 7 diferencias! Es cuestión de ABANICARTE. Dos meses, dos, han tardado en arreglar un disparate (es casi imposible que sea error). Y para que les agradezcamos el detalle, a mí me ha llegado el paquete de O.K. perfectamente barajado: una parriba y otra pabajo de modo que cuando se venda la que está de cara se quede a la vista el culo de la otra.
- ¿Oiga, el metro de Girona?
- Primera a la derecha, siguiente esquina.
- ¿Seguro?
- No.
- ¿Entonces?
- Usted haga lo que quiera pero si quiere coger el metro: primera a la derecha, siguiente esquina.
Tengo frío.