Viernes 16. Tengo un día con la agenda muy apretada: lo normal para un quiosquero en situación de baja médica, más sesión de fisioterapia, visita al traumatólogo y cita vespertina con el técnico que ha de solucionar los problemas del ordenador de casa que se me queda catatónico cada vez que le mando hacer algo.
Después de la paliza fisioterapéutica, me paso por el quiosco y encuentro a Salva más nervioso de lo normal.
- Señor quiosquero –me suelta nada vez echarme la vista de encima-, ¡mire usted lo que nos manda Logística! Y el repartidor me ha pegado una bronca porque dice que cómo se nos ocurre enviar esto…
Son seis o siete Periódicos en catalán. Los mismos cuya devolución había reclamado porque no figuraban en la factura. Salva les da la vuelta y observo el código de barras: todos llevan un pegote de tinta que los invalida.
- El repartidor dice que estos periódicos son de regalo y que nosotros los hemos devuelto como si fueran buenos. No me fijé cuando los trajeron pero nadie los ha tocado delante de mí y yo no he puesto ninguno que viniera de otro sitio.
Le recuerdo la racha de robos que tuvimos en verano y que pienso que deben ser los mismos que ahora cambian diarios buenos por otros chorizados en polideportivos y otras instituciones. Parece que se queda tranquilo pero a mí la jugada me deja mosqueado, así que le echo el teléfono a mi inspector de Logística. Le cuento más o menos lo que ha pasado…
- … y lo que más me jode no es que pueda quedar como un chorizo, que ya me molesta bastante; lo que más me jode es quedar como un idiota, porque habría de ser idiota para vender los diarios buenos y pretender que me abonen los “gratuitos”.
Lo entiende. Creo que en Logística, por esta vez, no quedaré marcado como quiosquero imbécil con pretensiones de pícaro.
Las 11,34 me pillan en el ascensor subiendo a casa en busca de las radiografías y otras yerbas que he de llevar al médico. Suena el móvil; es la musiquilla de “tiene usted un mensaje” y no le hago caso hasta haber traspasado el umbral. Dos llamadas perdidas desde el mismo el teléfono. Devuelvo la llamada pero no está disponible. A las 11,43 vuelve a sonar el móvil: es el mismo número de las llamadas anteriores. El comunicante es miembro de la actual Junta Directiva de la Asociación y me cita para entrevistarnos esa misma tarde. Tengo bastantes cosas que hacer pero quedo con él en vernos sobre las seis.
Llego a la cita sobre las 18,15. Me reciben Miguel Gutiérrez y Carmen Prada. Van directos al grano.
- Ayer la Junta decidió convocar elecciones y queremos presentar una candidatura lo más representativa posible. Sabemos que hay mucha gente que te sigue (me lee) y consideramos que tú tienes que formar parte de esa candidatura.
Me sonrío. Esperaba que me pidiesen colaboración para sacar adelante el tema del programa informático pero no la propuesta que me acaban de hacer. Y mucho menos que se hubiesen convocado elecciones.
- Hay al menos dos razones por las que debo decir que no. La primera es mi vinculación con ACAD y la segunda es que todo el mundo pensará que he utilizado el blog como plataforma para conseguir esto que ahora me ofrecéis.
- Tú situación en ACAD ya la conocemos –es Miguel- y claro que mucha gente pensará lo que dices pero ser criticado va implícito en el cargo.
- No es lo mismo que yo esté afiliado a todas las asociaciones que ser miembro de dos juntas distintas –Carmen asiente-. Además creo que me sobrevaloráis: no es lo mismo predicar que dar trigo. Desde el blog yo puedo pensar lo que escribo, dejarlo para otro rato cuando esté más inspirado o simplemente callarme la boca. Para ser miembro de una Junta hay que ser rápido de reflejos, negociador hábil y saber un güevo y no tengo ninguna de las tres cualidades.
Fueron casi 40 minutos de charla para, al final, quedar en que lo pensaría durante el fin de semana aunque yo tenía muy clara la respuesta.
Quiosquera es de igual opinión, si bien sus razones son distintas. Le preocupa más mi salud y el cuadre de mis facturas que los problemas del resto de quiosqueros y, además, me conoce. Sabe que me implico en los temas y teme que no ponga la atención debida a los problemas propios; y sabe que soy confiado en exceso.
Dalr, en cambio, me sorprende.
- Habrás dicho que sí…
- He dicho que no.
- No puedes.
- ¿Por qué?
- Te quejas de ineficacia, te quejas de la multitud de problemas que hay, te quejas de que las asociaciones no se hablen entre sí… Y tienes un montón de gente que te lee, que pide que la informes y hasta han escrito Quiosquero for president. Moralmente tienes la obligación de aceptar y ser la voz de tus lectores en la Junta.
- Dalr, no tengo puñetera idea de cómo se mueve este mundillo, no tengo contactos, todo el mundo dice que se hace lo que marca el núcleo duro de la Junta, no…
- Mira –me corta-, una de las cosas que siempre has criticado en Sant Pau es la falta de un medio de información eficaz al quiosquero. Ahí ya tienes un tema que requiere tiempo y dedicación; no genera dinero para el quiosco pero puede evitar errores innecesarios. Y en el quiosco los errores se traducen en pérdidas.
Paso nervioso el fin de semana sin saber a qué atenerme. El lunes hablo con el presidente de ACAD, Pedro Medina, que ni me calienta ni me enfría, la decisión debo tomarla yo. Deja en el aire la disyuntiva de “o mucho han cambiado las cosas en San Pablo o Quiosquero tendrá poco que hacer”. Me tomo la tarde de reflexión y esbozo una serie de condicionantes (no condiciones) cuya discusión sería necesaria antes de dar un sí definitivo; es evidente que no se trata de un programa de gobierno sino, más bien, de una lista de temas relacionados con el quiosco en los que creo poder aportar algo; en primer lugar, por supuesto, mi gran sueño: ver sentados en la misma mesa a representantes de todas las asociaciones buscando puntos en común en vez de hablar de divergencias. Continúo con las dudas: ¿cambio o más de lo mismo? Entre quienes me leen hay gente encuadrada en ambos grupos y yo no sé quién tiene razón. Siempre he creído que vale más bueno por conocer que malo conocido pero no sé si es el caso.
Y en estas se precipitan las cosas…
Los que creen en mí me animan a que presente una candidatura propia y, a la vez, aparece una alternativa que me pide que me ponga en contacto con ellos. En el ojo del huracán sólo tengo clara una cosa: no puedo liderar una candidatura porque, además de mis limitaciones, no conozco a 15 ó 20 quiosqueros que sean de mi confianza. Pero tampoco conozco a la totalidad de los que van en las listas que se están formando.
Confío mis cuitas a Superwaiter y me da los mismos consejos que me he dado a mí mismo.
- … pero como eres burro y acabarás arrimando el hombro, si quieres mantener una cierta independencia, cuando te ofrezcan un sobre no lo cojas.
- Hombre, depende de lo que haya dentro ¿no?
- ¡Ahí, ahí…!
Han sido 11 días de reflexión; 11 días de contactos con ambas candidaturas y con los dirigentes de las otras asociaciones; 11 días en los que he pasado de ser el Obama Quiosquero a “Obama” bin Laden.
Y al final…
Al final, un problema “técnico” me impide formar parte de ninguna candidatura y en consecuencia no estaré ni en la próxima Junta Directiva ni en la oposición.
Agradezco, desde aquí, a Miguel Gutiérrez-Carmen Prada y a Jordi Rizo su ofrecimiento para que formase parte de sus respectivas candidaturas. Agradezco a los responsables de ADI y ACAD sus consejos y sus intenciones de colaboración siempre que se cumpliesen unas condiciones mínimas de representación y transparencia. Y agradezco a todos los que creyeron en mí que me hicieran llegar sus muestras de apoyo y confianza. Y, desde este momento, ofrezco mi colaboración a la Junta que salga elegida el día 15 de febrero en todos aquellos temas donde Quiosquero tenga algo que aportar.
Y ahora, me tomo la libertad de hacer unas cuantas reflexiones.
Hace poco más de un año, cuando ofrecí estas páginas a la Junta Directiva de Sant Pau como medio de comunicación entre quiosqueros, fui aplaudido, elogiado y santificado. Aquella acción me puso en el punto de mira de las distribuidoras que me han puteado insistentemente hasta hacerme pasar por el aro. Pero a fuerza de ir con la verdad por delante hoy se me respeta en todas ellas y saben que puedo equivocarme pero que JAMÁS intentaré engañarlas (tampoco se dejarían).
Aprovechando el tirón del blog, mes y medio más tarde, concretamente el 6 de marzo publiqué “
Política y debates” donde me confesaba públicamente y manifestaba mi intención de abrir un foro donde recoger las inquietudes de los quiosqueros con la idea de presentar un dossier a las asociaciones para que lo utilizaran según su saber hacer. Este foro está en marcha y tiene vida propia, es decir, avanza sin mí que, por las circunstancias de salud por todos conocidas, le estoy haciendo poco caso. Paradójicamente en el foro participan menos miembros afiliados a asociaciones de Barcelona que de fuera. Quizá por eso mismo la vida asociativa de otras provincias es más intensa. La publicación de mis señas de identidad hizo que las cañas se volvieran lanzas: se me demonizó, se me tildó de traidor y se me acusó de engañar a los quiosqueros. Me preguntaba entonces en qué momento los engañé. ¿Quizá cuando dejé de vender determinadas publicaciones? ¿Quizá cuando cerré en protesta por el corte de servicio a otros colegas? ¿Quizá cuando puse el blog y mi cara a disposición de los quiosqueros, cara (la mía) que vieron las distribuidoras y tomaron buena nota de ella?...
Estoy harto de ser humilde e ir por la vida asegurando a cada paso que no estoy en posesión de la verdad. Estoy harto de la modestia que trato de trasmitir en cada uno de mis escritos. Estoy harto de que quiosqueros que jamás se han mojado el culo me digan qué he de hacer y dónde debo estar. Estoy harto de que componentes de anteriores Juntas o allegados me digan que me he vendido; ¿saben ellos, quizá, a cuánto se paga la venta? Estoy harto de que se me juzgue por lo que la gente piensa que debo hacer y no se me juzgue por lo que realmente hago. Estoy harto de que se me insulte desde el anonimato mientras mi cara está a la vista de todos. Y estoy harto de que cada vez que tomo postura, una u otra facción me lapide.
Muchos que los que aquí tenéis acogida aunque sólo sepáis vomitar estiércol, jamás le llegaréis a Quiosquero a la suela de los zapatos en cuanto a ética. Ha bastado una convocatoria de elecciones para que TODOS, repito, TODOS (candidatura “oficial”, candidatura alternativa, ADI, ACAD y el sursum corda) hayan llamado a Quiosquero para arrimarlo a su sardina. Algo tendrá el agua cuando la bendicen. Y pacte con Dios o pacte con el Diablo, Antonio Linares (Quiosquero) siempre será un Señor.
No, I can’t.
Yes, you can.