jueves, septiembre 25, 2008

Sadibarna y Antoñico López

Siempre me han gustado las historias del tonto del pueblo, sobre todo las que demuestran que el tonto no lo es tanto.
Antoñico López era uno de los tontos de cualquier pueblo vecino a quienes los chistosos aplicaban mil historias hilarantes. Se cuenta que, en una ocasión en que llevó un canasto de tomates a la alhóndiga, Rosendo Garibaldi quiso gastarle una broma.
- Cincuenta kilos a duro, cuarenta duros –dijo tras pesar el canasto.
Antoñico López se quedó pensativo; algo no iba bien. Rosendo reaccionó rápido.
- Espera, espera que parece que me he equivocado… Cincuenta kilos a duro, cuarenta y ocho duros…
- ¡Ya me parecía a mí! –suspiró Antoñico.
Camino de casa y a lomos de su burra cabalgaba junto a la cuneta de la carretera. Rememoraba el suceso.
- Cincuenta kilos a perno, cuarenta y ocho pernos… ¡Tontillo que es el niño! Cincuenta kilos a perno, cincuen… ¡Arre, burra, que Rosendo se ha equivocado!

Antoñico López tenía fama de tonto por no ser un genio de las matemáticas y cometía algún error cuando calculaba de memoria. ¿Qué habría que decir de Sadibarna que se equivoca incluso calculando con ordenador?

Ayer en Barcelona se celebraba el día de la Mercé (Santa Mercedes para los amigos) y los quiosqueros teníamos medio día de fiesta que yo aproveché para descansar unas cuantas facturas atrasadas. Después de comprobar que se me facturaban los albaranes correctos y ajustar los descuadres habituales en devoluciones, seguía habiendo una diferencia de 1,54€, cantidad insuficiente para perder más tiempo pero faltaban tres cuartos de hora para el partido del Betis y me entretuve en buscar el descuadre: albarán REP0007538. Según mi ordenador, 60,36€; según el ordenador de Sadibarna, 61,90. Teniendo en cuenta que recibo los datos directamente del servidor de Logista y que KIOS es un desastre, estaba claro que el error estaba en mi equipo.

Punteé ambos albaranes. Idénticos salvo las líneas correspondientes a ABANIC ARTE. Sospecho que ARTE se refiere a la revista, afectada con un 4% de IVA y un 0,5 de recargo de equivalencia. ABANIC debe referirse al instrumento que, al no ser cultural, está afectado por el 16% de IVA y el 4 de recargo. Bien. Sadibarna me perdona el recargo. El de ABANIC y el de las manecillas de RELOJES HISTÓRICOS. Pero no era ese el error dado que mi albarán adolecía de lo mismo.
Nadie me ha explicado cómo se calcula el precio de coste de una publicación pero, siendo cuatro los datos que intervienen, es muy fácil descubrirlo:
PVP menos IVA y, al resultado, se le aplica el porcentaje de descuento. Precio de coste neto al que habrá que aplicar IVA y recargo de equivalencia.
· PVP. Sadibarna: 6,41. Quiosco: 6,41.
· IVA. Sadibarna: 16%. Quiosco: 16%.
· Descuento. Sadibarna: 25%. Quiosco: 25%.
· Precio Neto. Sadibarna: 4,80. Quiosco: 4,14.
Cálculo manual:
· 6,41 : 1,16 = 5,52
· 5,52 * 0,75 = 4,14

¡Arre, burra, que Sadibarna se ha equivocado!

Nota aclaratoria: Al engendro surgido de la fusión (o lo que sea) de Distribarna y SADE empecé a llamarlo Sadibarna porque no sabía si a este quiosco le tocaría Sade o Distribarna. Despejada la duda utilicé el nombre que correspondía: Sade. Cuando vi el resultado de la fusión volví al nombre originario de Sadibarna porque el Sade que yo conocí no merecía que fuese manchado su nombre.

jueves, septiembre 18, 2008

Un óscar para el porno

Siendo niño me encantaba limpiarme los mocos en la manga de la camisa y odiaba ponerme colorao. La mala costumbre me la quitó mi madre restregando picante en la susodicha; cuando amanecí con la nariz como un pimiento morrón, dejé de hacer marranadas. Lo del sonrojo me duró mucho más. De hecho todavía siento vergüenza (a veces), lo que pasa es que, como uno anda negro, apenas se me nota la subida de color.

Pero me gusta comprobar que no soy el único; que presumimos mucho de sinceridad, de llamar a las cosas por su nombre, de mostrarnos tal cual somos… pero, a la hora de enfrentarse al mostrador de un quiosco, nos escagarruciamos. Sobre todo si se trata de comprar porno. No todo el mundo tiene la pericia del Apocado a la hora de ocultar las pruebas. La cosa se complica más si Quiosquera anda por aquí. El presunto comprador mosconea alrededor del quiosco sin decidirse. Quiosquera interviene:
- ¿Desea algo?
- No, sólo miraba
Y se larga.
O bien me doy cuenta de que el tío está esperando la ocasión y soy yo quien interviene.
- ¿No ibas a tomarte un café?
- ¿Yo? ¡Qué va!
Cuando el cliente emprende la retirada, me pongo el turbante y digo como muy cabreado.
- ¡Cuando digo que te vayas a tomar café, tú te vas a tomar café!
Quiosquera me tiene tanto miedo que a la próxima no se acuerda.

Claro que yo tampoco se lo pongo fácil a los presuntos.
- ¿Tiene películas picantes?
- No.
- ¿Y esas? –señala a la Sex Zone.
- Esas no son picantes; son guarras.
- No, bueno, es igual. Es para pasar un rato de cachondeo con los amigos.
- Hombre, entonces llévese esas que son más baratas y entran dos.
- ¡Ah, bueno! ¿Cuánto valen?
- 11,95
Me da 20 euros para que cobre. Mientras preparo el cambio, hace números.
- La otra son 14,95 ¿verdad? Mire tome 10 euros más y me la pone también.

Esta mañana me han dado una clase magistral de cómo comprar putiferio sin que le salgan a uno los colores.
- ¿Me puede enseñar esa película?
- ¿Cuál?
- Esa, HOT SEXXX. Es que me interesa saber quién es el director.
Se la doy. La película va pegada al cartón y no hay forma de leer los créditos. El interesado la coge y la arranca; medio cartón sigue pegado a la película.
- Póngamela. Como se la he destrozado…

T10

Las tarjetas de metro y bus constituyen uno de los productos más rentables de este negocio. Para la Compañía Metropolitana de Transportes, se entiende. Con un descuento próximo al 1,7%, a una inversión de algo más de 700€ se le saca un beneficio de 12,24. Un quiosquero puede permitirse el lujo de extraviar una tarjeta pero como se le pierdan dos, ha hecho negocio redondo. Los colegas me suelen decir que el negocio no está en la venta de tarjetas sino en los efectos colaterales: ya que vienen en busca de la tarjeta, aprovechan y se llevan un periódico.
- ¡Lo será la tuya! Quiero decir… será en tu quiosco.
Tengo tres tipos de comprador de tarjetas:
• Nómada. Es el que pasa por el quiosco y, al doblar la esquina, se acuerda que va camino del metro y tiene el billete agotado. Compra 10 viajes y se despide a la francesa.
• Habitual. Vecino de toda la vida. Aprovecha que viene a comprar el periódico. O viene directamente.
• Yaya. Que, además, es vecina.
- Hijo, para darle la ganancia a ellos prefiero dársela a usted.

Y pare usted de contar. No recuerdo haber vendido nunca un periódico por culpa de una tarjeta.
Y entonces ¿por qué las vendo? La respuesta es evidente: porque soy imbécil.
Claro que también les saco partido.
- Una tarjeta de metro.
- No tengo.
- ¿No tiene?
- Sólo me quedan de 5 centímetros. Las de metro no me caben en el quiosco.

martes, septiembre 16, 2008

Exposición preferente

A veces puede parecer que desde estas páginas pretendo sentar cátedra de cómo debe gestionarse un quiosco. No es así. Y no es así porque mi experiencia no da para impartir lecciones y porque sé que cada quiosco es un mundo. Al respecto de los cartones de 1€, que yo me quito alegremente de en medio, una amiga me comentaba que a ella le encanta que le traigan muchas mariposas porque, al ser baratas, las vende en un santiamén. En la disyuntiva entre devolver y vender está claro que la mejor opción es la de mi amiga. Es por esto por lo que quiero resaltar que cada cual debe actuar en función de su buen entender. Aquí contamos nuestra experiencia y nuestros avatares que suceden por ser como somos y estar donde estamos. Nuestra zona es poco propicia a los coleccionables y, baratos o caros, vendemos cuando se empiezan a acabar en otros lugares. Por eso, a la hora de aguantar cartones, es mas rentable aguantar los que tienen un precio superior u ocupan menos espacio.

Eso, de todos modos, interesa poco a las distribuidoras. El otro día me llamaba una de ellas.
- ¿El señor Quiosquero? Llamo de la distribuidora X. ¿Ha recibido Vanity Fair?
- Sí.
- ¿La tiene expuesta en lugar preferente?
- No.
- ¿Por qué?
- Porque mi exposición es limitada y los mejores lugares los reservo para quien más me pague. Vanity Fair no me paga nada.
- Bueno, estamos haciendo una buena campaña en televisión.
- Pues que la exponga televisión que es quien se embolsa los cuartos de la publicidad.

No mentí del todo. Vanity Fair no estaba expuesta ni en lugar preferente ni en ningún otro por la sencilla razón de que se me había acabado. Una revista de nuevo lanzamiento, a 3,5€ ejemplar, se merece un lugar preferente por sí sola y allí había estado. Lo que no voy a hacer es colocar las revistas según me diga el distribuidor siendo así que éste me trata a puntapiés (más o menos).

En ocasiones lo que hago es castigar una revista determinada. Por ejemplo, Hola de esta semana pasada que viene con maxifalda.
En Barcelona hay dos modelos de quiosco. El mío dispone de expositor horizontal (mostrador) donde cabe una revista y sobran 4 dedos, necesarios para el cierre de la persiana. Se le puede acoplar un tablero que amplía el expositor de modo que quepan dos revistas expuestas. De por sí, Hola mide uno o dos dedos más que sus compañeras y la persiana cierra muy justito. Pero cuando viene con maxifalda...
La maxifalda es un invento del TBO. En ocasiones Hola regala otra revista que viene retractilada pero, para que la segunda revista sobresalga y pueda leerse el encabezamiento, se coloca un cartón de tres dedos de ancho (la maxifalda) sobre el que se apoya. En este caso, si se tiene la extensión del mostrador, sólo se puede exponer revista y media y si no hay extensión, Hola cabe justo pero no se puede cerrar la persiana.
Por lo mismo, esta semana Hola ha estado castigada a permanecer fuera de la vista del público. ¿Qué se joda el capitán que no como rancho? No exactamente. Hola es una revista con un público definido. El lector habitual pregunta por ella cuando no la ve y Quiosquero le explica por qué está castigada y lo poco que preocupa a sus editores la tala de árboles y el futuro del planeta. La compran, claro, pero se van del quiosco echando pestes de estos tíos que, encima de que viven de contar chismes, destruyen la naturaleza. Entonces remato.
- Como dice un primo mío, esto es un catálogo de putas.
- Eso, eso.
Y yo me quedo sin vender siete u ocho revistas de los clientes nómadas que no la han visto al pasar. En cambio vendo cuatro o cinco Esquire, revista de la que habitualmente sólo vendo una al mes. O ninguna.

viernes, septiembre 12, 2008

La Diada

A los quiosqueros nos encantan las fiestas. Es emocionante ver cómo los demás se pasan un día a la bartola mientras uno trabaja normalmente. Bien; normalmente, no. Si las ventas de un domingo suelen ser excepcionales, las ventas de un festivo suelen ser excepcionalmente bajas, sobre todo si hay posibilidad de puente. Como el 11 de septiembre.

Cuando Quiosquera y yo llegamos al quiosco, aún no han puesto las aceras aunque acaban de apagar las farolas siendo así que todavía no se ven tres en un burro. Los periódicos de Marina Press no han llegado y, cómo no, todo el mundo quiere un diario de los que están por venir.

Pasan unas cuantas familias portando señeras camino del monumento a Rafael de Casanovas.
- El Periódico en catalino.
El 11 de septiembre no es un buen día para hacer chistes sobre los valores patrios y miro alrededor. No hay un alma, salvo el individuo que me mira con 20 euros en la mano y sonrisa de pajarillo picarón. Me recuerda a Dani de Vito pero más delgado.
- Aquí uno de Vera de Almería que lleva 43 años en la cárcel.
- ¡Mierda! ¿Y qué haces en la calle? ¿No estarás de puente?
- Caballero, un amigo. En la cárcel tengo la misión de educar reclusos.
- O sea, que les enseñas lo que no habían aprendido en la calle para que cuando salgan sean delincuentes perfectos…

No se espera la contestación y, mientras gana tiempo, se pone firme, estira el cuello y esboza la sonrisa de pajarillo. Estirado y todo apenas me llega a la oreja y eso que yo soy bastante enanete.
- Negativo. Yo cojo la carroña humana, la enseño a leer y escribir y le doy clase de ética y moral. Cuando salen son personas de provecho para la sociedad.
- ¿Para la sociedad o para la suciedad?
- Ya veo que usted madruga para trabajar y por tanto ha de ser buena persona.
- ¡Quieto parao! Yo madrugo porque no tengo quien me haga el trabajo.
- A mí me encanta trabajar. El trabajo es salud.
- Pues aquí tiene un hospital completo.
- Verá usted. Yo vivía en Hospitalet. En el patio de la casa sepultamos a mi hermanito porque no había dinero para el entierro. Dejé el colegio el día que me ofrecieron unas perras por hacer un mandado y ya no he parado de trabajar. Mi padre era un idealista, de la CNT…
- ¡Joder!
- Pero no se metía con nadie. En la plaza San Jaime ¿sabe usted?, aquí el Ayuntamiento, aquí la Generalidad y por esta calle… Señora, tápese los oídos… Por esta calle, las putas. Y a mí me cogió el padre Rodolfo, de un convento de por allí, y me decía: “Vente conmigo que vamos a rescatar putas”. Íbamos por los burdeles y tocábamos a la puerta… Señora, dése la vuelta. ¡Salían unas tías…! Vestidas, a medio vestir, desnudas… El padre Rodolfo las trataba bien y era claro. “Si a ti te gusta lo que haces –les decía-, no me hagas caso; pero si estás aquí por necesidad me lo dices y yo te busco un trabajo honrado”. Mire si hace tiempo y todavía nos escribimos con algunas: “Padre, en aquel trabajo conocí a un chico y me casé. Ya no soy puta ni nada”.
- ¿Y cómo has venido a recalar a Barcelona teniendo tan cerca la cárcel del Acebuche?
- Mi padre tenía cinco hijos…, seis contando al que está enterrado en el patio y que era gemelo mío, y andaba muerto de hambre. Cogió un barco para Italia; hicieron escala en Barcelona. Mi padre se bajó y como oyó hablar raro creyó que ya había llegado.
- ¿Por qué fuiste a parar a la cárcel?
- El padre Rodolfo… Me buscó allí un empleo. Pero yo tenía una espina clavada… no sabía de letra. Cuando mi hija estudiaba COU le dije que quería aprender…
- Y la cogió de profesora…
Vuelve a tomar la posición de firmes y a poner cara de pajarillo.
- No, mejor. Me fui a ver a sus profesores y les dije: “Si me permiten asistir a sus clases prometo que no molestaré en absoluto”. Al acabar el curso aprobé las pruebas de acceso a mayores de 25 años. Ahora estudio en la Rovira Virgili.
Me enseña el carné de facultad.
- Estudio tercero de pedagogía y, cuando acabe, estudiaré psicología.
- ¡Joder con los cojones del tío! Usted –empecé a hablarle con respeto- ha dedicado toda su vida al trabajo y al estudio.
- Efectivamente. Ni fumo, ni bebo…
- ¿Ni ná, ni ná?
- Señora, tápese los oídos… Yo llegué virgen al matrimonio y tengo 5 hijos. Mire, esta es mi Remedios –me enseña una foto en el móvil-. Le he sido fiel durante más de 30 años.
- Cualquiera no. Es el doble que tú.
- No, qué va. Es pequeñita, a mi medida. Señora, tápese los oídos y dése la vuelta. Lo que pasa es que las mujeres tienen un jardincito que hay que regar y yo he regado el mío cada día.
- Y regando, regando, le han salido 5 capullos…
- Veo que tiene usted sentido del humor. Le doy las gracias por aguantar la paliza que le he dado y como veo que el bar está cerrado le dejaré pagado un café.
- ¡Ole la grasia! Le mandas al Super un euro por giro telegráfico.

Mientras tanto han llegado el resto de periódicos, los hemos colocado y hasta hemos vendido una parte. Hasta AVUI. Sólo que, con el rollo, no hemos observado que el precio de AVUI es 2,20€ en lugar del euro que estamos cobrando. Debe ser para pagar las flores que depositan en el monumento a Casanovas. Y nos han traído tres veces más ejemplares (de AVUI) que lo habitual. Jamás vendí un número similar; ni siquiera cuando Tarradellas aterrizó en Barcelona.

miércoles, septiembre 10, 2008

Desmariconando gueis

He dicho muchas veces que en mi pueblo éramos muy borricos. Borricos y palurdos. Nos lo creíamos todo y lo exagerábamos hasta llegar al límite de lo que la razón podía soportar. Los críos no éramos menos y, en nuestras tertulias, también hacíamos de las nuestras.

Recuerdo que un atardecer de otoño, cuando el frío empezaba a notarse en el rebalaje, nos refugiamos tras la casa de Dulcica y acabamos hablando de maricones. No sé si Juanillo era el que más sabía o el más embustero, el caso es que tomó la palabra y nos aclaró cómo los comunistas (rojos) trataban sicológicamente a sus afeminados.
- Los ponen en una sala oscura en pelota viva y les enganchan un cable en la punta, vamos en el capullo, y entonces les pasan una película. En una escena sale un tío en pelota y cuando el marica empieza a empalmarse, ¡zas! le pegan un calambrazo. Entonces sale una tía buena y por el cable le pasan una corriente suavita que le da gustirrinín. Y así lo tienen hasta que el tío asocia inconscientemente macho con descarga eléctrica y hembra con gustirrinín.
Y todos coincidíamos en que los rojos eran la hostia.

Ni estamos en mi pueblo ni los tiempos son los mismos pero hace unos días asistí a una lección similar. Me visitaba Anyelina, una chica que intenta suministrarme chicles, maní y caramelos con escasa suerte pero que debe haberme tomado cariño porque cada dos meses aparece montando su bicicleta, descabalga y toma posesión del quiosco. Anyelina no es Marilín Monroe pero resulta. Un poco apretadita de ropa, consigue que los bultos sobresalgan lo suficiente para llamar la atención. Atacaba ella (comercialmente, se entiende) cuando un cliente nómada me compró un chicle. Lo vio de refilón cuando ya había emprendido la retirada.
- ¡Hostia que tío más bueno! –de un salto se plantó en la calle al tiempo que se le salían las bolillas de los ojos-.
- Tranquila, es maricón –le solté con mala leche-.
- ¿Maricón? No puede ser con lo bueno que está.
- Todo lo bueno que quieras pero es maricón –insistí-.
Al tío es la segunda vez que lo veo y nada me indica, hasta ahora, que sea de la otra acera; es sólo por tocarle las narices a Marilín. Pone los brazos en jarras, sube la pechera y sentencia.
- Es igual. A este lo agarro yo un rato y lo arreglo.

Y es que la democracia utiliza medios menos traumáticos pero igualmente expeditivos.
* * *
Pedro Jota ha reaccionado con rapidez y anuncia que el diario del domingo 7 se facturará al precio que aparecía en portada, es decir, a 2€ en lugar de los 2,20 del albarán.

domingo, septiembre 07, 2008

Precio recomendado

Creo en Dios pero para nada creo en milagros y para casi nada en casualidades.

A primeros de año Haddock formuló sus postulados para la salvación del quiosco:
· Primer postulado: Vender cada publicación 10 cts por encima del precio fijado.
· Segundo postulado: Romper la baraja y que fuesen los quiosqueros quienes fijasen el precio de venta de sus productos.

Desde entonces acá hemos debatido estos postulados, la mayoría desde la crítica y oposición a la idea y, salvo honrosas excepciones, sin dar ningún argumento tangible. El argumento más sólido entre los esgrimidos determina la ruina del quiosco en base a que muchos quiosqueros no entrarían en el juego y venderían más barato que sus vecinos para robarle los clientes.
Homo homini lupus.

En los días previos a la implantación del muelle coronario, un domingo amaneció lluvioso. Eso significa que la gente no se va a la playa y que en el quiosco suele haber más movimiento. A media mañana apareció la mujer de Mardoqueo que dio un repaso a las revistas de decoración.
- ¿Qué precio tiene ésta? –señalaba ART DECORATION-.
- Tres euros.
- ¿Tres euros? No puede ser.
- Bueno, es que las de decoración son un poco más caras.
- Ya, ya. Por eso lo digo. Tres euros me parece barato.
- Mira, aquí está el precio: tres euros…
- ¡Caramba! A ti te compro los periódicos cada día pero las revistas las compro los fines de semana en Port de la Selva y te aseguro que allí por esta revista me cobran sobre los 7 euros. Eso sí, el precio lo llevan marcado en una etiqueta autoadhesiva.

No tengo por qué dudar de la señora Mardoqueo por lo que deduzco que en Port de la Selva aplican el Segundo Postulado Haddock y no pasa nada. Y como todos salen beneficiados, los quiosqueros no se putean entre ellos modificando precios a la baja.

Y mientras, en Barcelona lo único que nos sigue preocupando es la procedencia de la moto de Fulano y del reloj de Mengano. Los editores aprovechan y trabajan y como, por encima de todo, son empresarios actúan en su provecho.
Una de las quejas de los vendedores es que diarios y revistas llevan mucho tiempo con el mismo precio. De un plumazo se cargan el argumento: los diarios han subido el 10% los fines de semana y alguna revista aumentó su precio en 10 cts. No es mucho, pero menos da una piedra. Objetivo empresarial cumplido: misil bajo la línea de flotación del Primer Postulado Haddock.

Últimamente Dalr ha observado que alguna publicación (DVDs) aparece con el titulillo “PRECIO RECOMENDADO”. No sé si se trata de una broma, una concesión a Haddock o un desafío al quiosquero. Me inclino por lo último: “Ahí tienen ustedes su precio libre. Veamos hasta donde llega su valentía”. Obviamente, si yo fuera de ADI, adquiriría unas etiquetas y pondría el precio que me pareciese conveniente. Como no soy de ADI, he adquirido unas etiquetas y he puesto el precio que me ha parecido conveniente. Veremos.

* * *

Ayer sábado recibí una nota de Marina Press.
Le comunicamos que hemos recibido su devolución del 5 de septiembre. Una vez contabilizada y controlada su devolución le informamos que en el albarán 20330996 apunta que devuelve 7 PULSERAS DEL MUNDO-LA VANGUARDIA nº 8 y físicamente hay 6 ejemplares”.

- Ya empezamos –pensé-.
Recuerdo perfectamente la devolución del día 5, que yo preparé el día 4.
Pulseras del Mundo. Stock, 8. Reservas, 1. A devolver, 7.
Localizo las pulseras. Ocho. En una de ellas una etiqueta indica que está apartada para Carlos. Tomo las 7 restantes, las meto en el envoltorio de bombollicas de aire, las lioteo con papel trasparente de pegar e introduzco el conjunto en otra bolsa de propaganda. No hay error posible. Por si acaso, busco la pulsera de Carlos y encuentro 2. Marina Press lleva razón y he mandado una pulsera de menos. La enviaré el martes junto a la reservada porque Carlos me dice que ya se había llevado la suya.
Es una buena noticia. Marina Press comprueba el género devuelto y lo cuadra con el albarán. No entiendo cómo se le pasaron por alto casi 1.400 € cuando yo generaba mi propio albarán de devolución. Si fuese valiente, que no lo soy, enviaría una nota a Marina Press:
Contrastada su nota con los datos que figuran en nuestro ordenador, procedemos a aceptar su reclamación que se subsanará en nuestra próxima devolución”.
Me abstengo, no se lo vayan a tomar a mal.

* * *

Domingo, 7 de septiembre. Mientras me hago una transfusión de café, un cliente se acerca al quiosco.
- El Mundo de Catalunya.
- Dos veinte.
- Perdone, señora, aquí dice que el precio del diario son 2 euros.
En efecto. Por una parte el diario marca 2 euros, por otra parte el albarán dice que 2,20.
- Coño, Quiosquera, ante la duda, la más tetuda. O sea, 2,20.
- Hombre, cuando yo voy al supermercado y un producto está etiquetado me lo tienen que vender a ese precio y si se han equivocado es su problema.
Visto así...
¿Quién me engaña? ¿Pedro Jota o el Señor Conde de la Marina Press? Y si un cliente puede exigirme que le venda el diario a 2 euros ¿puedo yo pedirle a Pedro Jota que me lo facture al mismo precio?.

jueves, septiembre 04, 2008

Los precios del número uno

Estamos en la tercera semana de la cartoná y continúo con Salva de vacaciones. Entre queja y queja del lumbago, reflexiono.

De mi primera cartoná me quedan amargos recuerdos. También la pasé solo y convencido de que sería una locura en ventas; vamos, como las rebajas del Corte Inglés. Y esa era la sensación de cada día al acercarme al contenedor a depositar la cosecha de cartones. Dentro del quiosco, entre coleccionables y desechos, no me podía regullir y la acera quedaba impracticable para los peatones que intentaban sortear los fascículos. Los números, sin embargo, no salían; no había concordancia entre la cantidad y peso de desechables y los cuatro billetillos enjutos que descansaban en la caja. Al hacer balance mensual corroboré lo que ya sospechaba: doble de trabajo, 75% de rendimiento.

Mi segundo septiembre me sirvió para reafirmar sospechas, esta vez con los números que me proporcionaba el ordenador. Y decidí que no me volvería a pasar. En efecto, la última cartoná fue mucho más suave; los cartones de menos de 2,50€ eran devueltos a origen en el momento de su recepción, así como los que tenían un tamaño desproporcionado. El quiosco estuvo mucho más despejado, la calle estuvo mucho más despejada y, por supuesto, vendí muchos menos cartones pero vendí los más caros y, como el resto de publicaciones estaban menos tapadas, también vendí más revistas. El balance mensual arrojó como resultado un mes en que se había trabajado un poco más con un rendimiento próximo al 100% de la media. Estaba claro. Dado que, según el señor Lara, la red de distribución de coleccionables falla por el quiosco y los editores van a tener que buscar vías alternativas donde pescar con caña, este quiosco deja de hacer publicidad gratuita y se limita a exponer y vender lo que me interesa a MÍ, no lo que interesa a los editores. Y está claro que el vendedor puede influir notablemente en los artículos que se venden.

Este año, mire usted por donde, la cartoná ha cambiado un poco bastante. Sigue habiendo cartones a 1€ pero el precio medio ha subido y muchos números uno salen de 2,95 para arriba.
Sospecho que esta temporada sí voy a mantener una buena exposición de cartones.