miércoles, marzo 31, 2010

En el día de hoy

Inicio la que debe ser mi última crónica como quiosquero. Hace unas semanas recibí la carta del Ministerio de Trabajo e Inmigración por la que se me declara INÚTIL TOTAL y me envían a clases pasivas. Si esta carta hubiese llegado tres años antes, hoy los huesos me chirriarían bastante menos; si hubiese llegado tres años después, los huesos no me chirriarían nada porque ya no habría huesos. He de admitir, entonces, que la carta llegó en el momento oportuno.

Han sido 57 años, 8 meses y 20 días de lucha despiadada contra la adversidad, a la que le hemos ido ganando la batalla día a día aunque en cada escaramuza nos dejásemos un poco de nuestras fuerzas y un mucho de nuestros ánimos, de tal modo que, en los últimos tiempos, caminábamos hacia una derrota irremisible. En adelante, y hasta que se presente la batalla final, esa que todos los seres vivos acabamos perdiendo, seguiremos luchando con el ímpetu que nos quede pero, en la mayoría de los casos, con el privilegio de escoger armas y campo de batalla. Procuraremos ponernos el listón a una altura susceptible de superar.

Me he planteado muchas veces este momento y lo he visto como un horizonte despejado donde flotan las ilusiones que están al alcance de nuestra mano y que nunca hemos podido llevar a cabo por falta de tiempo y que ahora, libres de la carga del trabajo diario, podremos disfrutar. Hoy no veo ese horizonte. No concibo que mañana me esté vedado encaramarme a mi quiosco para disfrutar y padecer las anécdotas cotidianas. Tanto es así que nadie, salvo mi familia y Salva (y el Súper), saben que hoy es mi último día. No me gustan las despedidas y no soporto que ninguno de mis personajes habituales me haga emocionar en público. Cuando hayan pasado unos días y empiece a asumir mi nuevo estado, pasaré a saludar después de haberme puesto la coraza de tío duro.

Es posible que estos 5 años hayan sido físicamente los más duros de mi vida pero también los más enriquecedores; los años en los que he aprendido a valorar y querer a la gente, aun a sabiendas que hay mucho bicho suelto y mucha mala leche acumulada. Y los voy a echar en falta; mucho. Me he acostumbrado a las tertulias a vuela periódico, al articulillo dos o tres veces por semana, a los comentarios que loaban o criticaban estos artículos, a las palabras de ánimo de amigos que no conozco en persona y que, quizás, nunca conoceré, al reconocimiento, en fin, a una labor que no sabemos si es o no merecido pero que nos llena de satisfacción y nos ayuda a seguir tirando. Algún día aparecerá por ahí un blog que se titule “Las neuronas de Alzheimer” o “Jóvenes artríticos” y Quiosquero estará detrás intentando revolucionar a los usuarios de los geriátricos porque, como nos suele recordar nuestra amiga Pilar, somos una familia que tenemos la extraña virtud de aglutinar gente.

Nada más. Repito las palabras que dije en Móstoles: gracias a nuestros lectores, que con sus comentarios y palabras de aliento nos han hecho afrontar con alegría unos años complicados, y gracias a nuestros clientes, que con sus divertidas anécdotas han sido, son y serán los verdaderos protagonistas de Pies para quiosquero.
Y, no por repetido menos cierto, esta despedida no es un adiós. Es un hasta luego; un hasta siempre.

En el día de hoy dejo de ser quiosquero.
Mañana…
Mañana empieza otra historia.

lunes, marzo 29, 2010

Barcelona neta (limpia)

Abril de 1998. Praga, 30 años después de la primavera de Praga.
Caminábamos por una de las calles adyacentes a la Plaza de la Ciudad Vieja, a la espalda de la Iglesia de Nuestra Señora de Tyn cuando, procedente de la plaza, apareció un chico que quitaba el envoltorio a un pastel o bocadillo. Con el papel amasó una bola y, al pasar a nuestra altura, la lanzó hacia una de las múltiples papeleras de la calle. Una ráfaga de aire hizo que fallara el enceste y arrastró el papel en la dirección contraria hacia la que el joven caminaba. Se sonrió, volvió sobre sus pasos, alcanzó la bola de papel y, esta vez sin adornos, la echó a la papelera. Debió ver nuestra cara de sorpresa porque nos obsequió con otra sonrisa y un ligero saludo con la cabeza.
Todo el centro histórico de Praga es peatonal. Cada 30 ó 40 metros hay papeleras, que, extrañamente para nosotros, se mantienen impecables en cuanto a conservación. Y el asfalto, adoquín, cemento o cualquier otro material de que esté hecho el piso, está libre de papeles, peladuras y porquerías. Da la sensación de que lo acaban de barrer y fregar. No sé cómo ha sido posible conseguir tal milagro; quizá los años de comunismo y puño cerrado; quizá las multas que impone la guardia urbana; o, quién sabe, quizá la educación de sus habitantes. Lo cierto es que los turistas que procedemos de países más guarros nos atenemos a sus costumbres y nos abstenemos de ensuciar sus calles.

Hemos contado varias veces que, aquí, junto al quiosco, había una papelera en cada esquina hasta que arreglaron los pasos de peatones para poner rampas para minusválidos y otros especímenes incapaces de sortear el bordillo. Nos llegó de oídas que la empresa que preparaba y pulía las piedras para rampas era de no sé que primo de no sé que alcalde o concejal. Fuese lo que fuese, la papelera que quedaba a la derecha del quiosco (según la posición del quiosquero) la hicieron invisible por considerarla innecesaria: para eso estaba el quiosco que, al fin y al cabo, es una concesión del ayuntamiento apta para recoger la mierda de los ciudadanos y pueblerinos que a su vera pasan.
En 5 años nos ha pasado casi de todo en relación con los clientes, llamémosle, curiosos (en su acepción de limpios). Aunque lo normal es que el cliente o no cliente tire su porquería directamente sobre la acera o, haciendo un gran esfuerzo, junto al tronco del árbol más próximo; como los perros cuando mean, pero si levantar la pata.
Claro que la imaginación humana nunca alcanzará su límite rocambolesco. Hace un rato ha aparecido la Señora de la Piedra Equina con una bolsa de plástico ensartada en su bastón.
- Hay que ver lo poco considerada que es la gente; tiran las bolsas sobre la acera sin pensar que si una persona mayor la pisa puede hacerse mucho daño.
Y ha continuado con su andar un tanto renqueante hacia el paso de peatones. Ha sido visto, no visto y visto de nuevo porque enseguida ha vuelto a aparecer con la bolsa en la punta del bastón.
- ¿Se ha fijado en que han quitado la papelera?
- Va para tres años –no recuerdo en qué fecha la quitaron, pero algo tenía que decirle-.
- Cada día estamos peor. Estos del ayuntamiento sólo valen para cobrar impuestos.
Y con las mismas ha encarado la puerta del quiosco.
- Tome, tírela usted porque aquí en medio puede ocasionar una desgracia.
Ha sacudido el bastón hasta desprenderse de la bolsa, que ha caído dentro del quiosco, y ha continuado su paseo.

¡Barrendeeerooo!
Si yo tuviera una escoba…

domingo, marzo 28, 2010

Set de maquillaje

En mi próxima vida seré bibliotecario. Me atrae la idea de tocarle las pelotillas al personal jugando con los códigos de barras.
MUN. MOUNT. BIKE ha recuperado su ISSN original y espero que en breve sea COMER Y BEBER quien regrese al redil de los codibarrados. Esta semana ha sido DVD LOS SIMPSON-LA VANGUARDIA quienes se han convertido en la entrega 18 de DVD CINE PLATINUM III –LA VANGUARDIA. Esta última promoción es de la que a mí me gustan: variada para que no nos aburramos. Voy a intentar explicar su mecánica; si alguien la entiende, le ruego que me lo diga: apenas conozco personas superdotadas intelectualmente y me hace ilusión.

La promoción DVD CINE PLATINUM III –LA VANGUARDIA no es una promoción; son dos promociones: DVD CINE PLATINUM III –LA VANGUARDIA y DVD CINE PLATINUM III CLASIC –LA VANGUARDIA. PLATINUM normal se distribuye el sábado; PLATINUM CLASIC, el domingo. Ambas promociones tienen el mismo ISSN, o sea, pertenecen a la misma colección y, por tanto, sus números de serie son consecutivos. Esta semana, por ejemplo, tenemos a la venta los números 23 (sábado) y 24 (domingo). Pero la promoción DVD CINE PLATINUM II –LA VANGUARDIA incorporó como propios los primeros números de DVD CINE PLATINUM III –LA VANGUARDIA, concretamente los correspondientes a las entregas 33, 34 y 35 (me parece) por lo que la actual promoción DVD CINE PLATINUM III –LA VANGUARDIA lleva 3 números de adelanto (o retraso según se mire) y a los números de serie 23 y 24 deberían corresponderle los números de entrega 26 y 27. No acaba aquí la historia pues, como ya he dicho, estamos hablando de dos promociones distintas: PLATINUM CLASIC y PLATINUM (a secas). Por tanto, a la hora de hacer la devolución, el albarán de Marina Press nos reclamará el número 14 (digo bien, catorce) para la entrega del sábado (el normal) y el número 13 (trece) para la entrega del domingo (el clásico, que empezó a distribuirse una semana después).
¿Que usted no ha entendido nada del rollo precedente? No se preocupe: yo soy profesional en la materia y tampoco me aclaro.
¿Que usted ha captado la mecánica de la promoción? Hágase rápidamente un test de inteligencia porque, una de dos: o es un genio o tiene la mente tan retorcida que conseguirá trabajo inmediato en Marina BCN.

Y hablando de Marina... Ayer recibí varios juegos de SET DE MAQUILLAJE LA VANGUARDIA con el siguiente texto: ...El resto de unidades son para el canje con cartillas que por alguna circunstancia no tengan reserva. Por tanto, le rogamos que mantenga el producto a la venta hasta que se solicite su recogida. La retribución al vendedor por el canje será de 5,-€ más IVA.
El albarán correspondiente indica que se nos aplica el 14,54% de descuento, considerablemente inferior al 25% habitual, cosa que, valga la rebuznancia, cada día es más habitual cuando se trata de productos que pueden dejar al vendedor un dividendo atractivo. Por pura casualidad ya no me quedan SET DE MAQUILLAJE para canjear por cartillas sin reserva. Por supuesto, no devolveré ningún SET hasta que se me reclame.

Sucede algo parecido con el diario AVUI de los domingos. Ahora el suplemento dominical viene instalado de fábrica, lo que supone la no aplicación del 5% adicional por encarte. Vengo observando que el conjunto adquiere una forma extraña y resbala cuando lo aparco en su espacio habitual. Por eso he decidido darle una ubicación preferente bajo el mostrador.

jueves, marzo 25, 2010

Cuando los hijos crecen

Va a hacer dos años que un reducido grupo de quiosqueros de Barcelona nos reunimos en el altillo del bar Ad Livitum y nos vimos con ánimos para intentar aunar esfuerzos y conseguir plasmar ideas que ayudasen a las asociaciones a elegir nuevos caminos de entendimiento, y nuevas metas que pudieran despejar el oscuro panorama que vislumbrábamos en el futuro del vendedor de prensa. Por motivos varios, principalmente porque no fui capaz de transmitir el entusiasmo que yo sentía por aquel entonces, todos los buenos propósitos quedaron en agua de borrajas y en septiembre no quedaba nada de lo que habíamos intentado. Digo mal. Quedaba un foro, El Vendedor de Prensa, que empezamos alimentando Quiosquero a todos, Calma total, Cris, Dalr y un servidor, y al que pronto se unieron Mon de grafit, Colorines, Xeanpaul, Quiosquero Noubarris y hasta 283 quiosqueros de toda la geografía nacional que han logrado que hoy, a pesar de que los creadores apenas participemos, el foro tenga vida propia con casi 250 argumentos abiertos y más de 1500 mensajes de opinión. Y que sea conocido ampliamente en nuestro sector. Aunque la “culpa” de esto la tienen las plumas ilustres que se asoman a menudo a sus ventanas: chapu, O Cura de Fruime, kioskero, de nuevo Colorines y Quiosquero Noubarris, house30bcn, FEDE, HADDOCK…

Porque uno empieza a estar mayor para demasiados trotes y porque no dispone del tiempo y el empuje necesarios, hemos ido descuidando poco a poco la educación del infante y, al volver, nos hemos encontrado con un mozalbete a punto de obtener la licenciatura y que cuenta entre sus colaboradores con los creadores de opinión más reconocidos en el mundo del quiosco. Es una satisfacción comprobar que los hijos son dueños de su destino y que no necesitan a nadie que los tutele.

Gracias a todos los que habéis contribuido en la educación del chaval.

martes, marzo 23, 2010

Ruta 2003

Hoy ha sido un mal día. Ignoro el orden de los acontecimientos y empiezo por el final. En las últimas semanas mi barrio, el del quiosco, está siendo objetos de múltiples y variados robos, uno de ellos con muertos incluidos. Me ha tocado a mí. Un fulano, con una patilla (de las de la cara) amarilla y la otra negra me ha pedido Alta Gama, la que hablaba del Ferrari modelo no sé qué. Le he enseñado la revista, el individuo ha empezado a hojearla mientras me hablaba de las características del modelo que buscaba. He girado un poco la cabeza, más que nada porque a uno ya le ha pasado casi de todo, y he visto a otro individuo que parecía esperar para pagarme un periódico; cuando iba a dirigirme a él, el de la revista me ha señalado un Especial Ferrari de Alta Gama y entonces lo he visto claro: el del periódico ya estaba trasteando el cajón de los cuartos. He intentado acercarme pero el otro me ha sujetado por detrás. Tengo la cabeza dura y he rematado de coronilla pero no he debido enganchar bien el remate porque no me he hecho daño y, ahora, si me toco no me duele. Ambos han echado a correr y he apreciado rápidamente que eran más veloces que yo. Sólo me han robado unos cuantos billetes de 10€ y todos los que tenía de 5. Lo de menos es la cantidad; lo de más es la mala leche que se te queda.

Y de mala leche ya llevamos semana y media. Servidor pertenecía a la ruta 2001 de SGEL y cada poco tenía un nuevo repartidor. La última vez que hablé con el inspector de mi zona, me dijo que ya no iban a producir tantos cambios dado que el personal era más estable. No me han cambiado de persona. Me han cambiado de ruta y ahora estoy en la 2003. También ha cambiado el horario: las publicaciones antes llegaban a las 8 de la mañana o antes, ahora me llegan a las 12 y media o después.
Acababa de recibir el nuevo número de atención al cliente: 932616996 (Arantxa). Marqué y al segundo pitido descolgaban.
- Me está llegando el género muy tarde.
- ¿A qué hora le llegaba antes?
- A las 8 de mañana.
- ¿Ya hora?
- Entre 11 y media y 2.
- Debe ser que usted es el último de la ruta. Paso nota.

Y la pasó, supongo. Pero a mí me siguieron entregando mis revistas a la misma hora. El viernes 19 mandé el primer email:
Enviado: viernes, 19 de marzo de 2010 14:23
Para: SGEL
Asunto: Hora de reparto
Buenas tardes.
Las 14:21 Y SERENO.
Acaba de llegar el reparto de SGEL.
¿Hasta cuándo?
Saludos.

Sin respuesta.
Hoy he llegado con el tiempo justo de comerme un bocata antes de relevar a Salva. Lo he visto colocando las revistas de SGEL.
- ¿A qué hora han llegado hoy?
- A las 11 y media (creo que me ha dicho esa hora pero no estoy seguro) pero faltan revistas de este albarán.
Me ha comentado algo más y me ha dejado toreando. Faltaban AD, Interiores, Muy Interesante + Geo y algunas otras. No me ha dado tiempo a cabrearme porque enseguida ha llegado el resto del envío. Salva se va a las 14 horas. Después ha llegado SGEL e inmediatamente, Mamá Chispa que me suele entretener un rato. A continuación her mandado el segundo email.
Enviado: martes, 23 de marzo de 2010 14:24
Para: SGEL
Copia: Susana Joven
Asunto: Horario de reparto.
Buenas tardes:
Son las 2 de la tarde y acaba de llegarme el reparto de SGEL. Esta es la tónica habitual desde que me cambiaron el repartidor y la ruta. Mi empleado me comenta que el repartidor le ha dicho que llega tarde porque ha de empezar la ruta por arriba que es donde tiene su quiosco el presidente del gremio. ¿Esto es así? ¿Hay alguna forma de que las revistas, sobre todo las semanales, me lleguen a las 8 de la mañana como antes? Todas las Hola, Semana, Lecturas, Diez Minutos, etc. que vendía el miércoles por la mañana ya no las vendo y yo no he cambiado las condiciones de reparto.
En espera de sus noticias.
Saludos.

Antes de que afilen las cuchillas afirmo:
· No sé al presidente de qué gremio se refiere el repartidor
· No sé si en la ruta 2003 de SGEL está el presidente de algún gremio
· Hace unos días unos quiosqueros me decían que el presidente del gremio tiene el quiosco cerrado
· De lo anterior se deduce que una de las afirmaciones (por lo menos) es mentira. Probablemente las dos.
· Me importa un comino que primero le lleven las publicaciones a todos los presidentes de todos los gremios. Lo que yo quiero es que me dejen como estaba, es decir, quiero tener las revistas en el mostrador a las 8 de la mañana.

Por si fuera poco, la devolución semanal, que antes me la retiraban el lunes, todavía reposa bajo el mostrador de mi quiosco por falta de espacio en la furgoneta. ¿Acaso el presidente del gremio ha devuelto hoy masivamente sus excedentes?
Señora Susana Joven, usted tiene la palabra y el poder de decisión.

Otro día hablaremos del comunicado que ayer me mandó Logística de Medios.

sábado, marzo 20, 2010

En Europa cuecen habas (también)

En clase de historia me enseñaron que los íberos tenían una organización bastante tribal, característica que se nos presentaba como una virtud, dado que fue uno de los motivos por el que los romanos tardaron tanto tiempo en someter a los pueblos peninsulares. No nos dijeron que, para ir dominando tribus, los romanos se aliaban con los vecinos los cuales no dudaban en apoyar al invasor en contra de sus paisanos.

El sentimiento tribal, que imperaba desde los Pirineos hasta Tarifa, también caló hondo entre los musulmanes de Al-Andalus que, a la caída del Califato de Córdoba, se escindieron en taifas y tampoco dudaron en aliarse con los cristianos del norte para cascarles a otros vecinos árabes. Por su parte, los godo-hispano-romanos habían instaurado unos cuantos reinos que se entretenían en pelearse entre sí.
Mientras tanto, los europeos, los del Sacro Imperio Romano Germánico, se fueron de cruzadas a los Santos Lugares porque aquí se aburrían ya que no tenían suficientes guerras que llevar a sus espadas; buscando a Dios daban la sensación de tener unas miras tan altas que traspasaba sus fronteras.

Este tejemaneje, el enfrentamiento entre las tribus hispanas y la solidaridad entre los pueblos europeos, ha llegado hasta nuestros días de tal modo que, aquí, nuestro máximo enemigo es el que pertenece a la tribu vecina. Y como somos ligeramente extremistas, hemos inventado la tribu individual: todos los españoles son idiotas menos yo; y el más idiota de todos es el vecino de la puerta de al lado, o mi hermano mayor…
Al mismo tiempo enaltecemos las virtudes del resto de pueblos allende los Pirineos que, esos sí, son personas como Dios manda y hacen las cosas honradamente y en beneficio de la comunidad.

La primera vez que salí de España fue en el viaje de fin de estudios (de bachiller). Fuimos a Italia y, escasos de presupuesto, acudimos a la OJE para que nos organizase la ruta. La ruta, el autocar, la pensión y las visitas turísticas. Un falangista joven vino a darnos las normas que regirían durante el viaje. Nos insistió sobre todo en que no mangásemos postales ni chorradas varias ya que eso ayudaría a aumentar la leyenda que había sobre los españoles, poco considerados en Europa; llegó a decirnos que los escaparates franceses no tenían vidrio pues a ningún ciudadano se le ocurriría robar a otro compatriota. No deja de ser una anécdota, pero nos paramos a cenar a la salida de Marsella y alguno de mis compañeros intentó llevarse el pequeño cenicero de lata que había en nuestra mesa. No pudo; estaba clavado al tablero.

Lo cierto es que los españoles somos los que más criticamos a los españoles y alabamos a los europeos. No es que yo sea muy patriota pero, en alguna ocasión, he estallado cuando se nos estaba poniendo a parir. Recuerdo una conversación con un conocido, a raíz de un festorro que se montó en un pueblo de Jaén cuando el primer alcalde demócrata había descubierto que le tenían declarada la guerra a Dinamarca. A la fiesta acudió como invitado de honor el embajador danés que hizo la pantomima de firmar la paz con el pueblo giennense. Mi conocido estaba poniendo a caer de un burro a los españoles, en general, y a los andaluces, en particular, por festejar semejante chorrada. No pude más y salté.
- Hombre, que unos palurdos de Jaén monten una fiesta puede ser criticable pero, usando el mismo rasero, lo que no tiene perdón es que los daneses participaran en el jolgorio.
- No –me contestó-, eran de Dinamarca.
- Bueno, pues los dinamarqueses.
El resto de la conversación fue un poco tensa.

Llevo algunas semanas metiéndome con D. Pedro de la Jota porque el código de barras de Yo Dona no coincide con el número de la revista, y con MC Ediciones porque en el mes de marzo ha sacado tres revistas, que yo sepa, con el mismo código. Hace unos días me puse contento. Al introducir la revista The Economist, el ordenador no era capaz de localizarla por el código. La busqué por el nombre y añadí el nuevo número; después me fijé en los códigos.
Hasta la semana 10, el código único de la revista (ISSN) era 9770013061190.

El código de la semana 11 había cambiado a 4198489005503.


El ISSN (International Standard Serial Number, Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas) es un número internacional que permite identificar de manera única una colección, evitando el trabajo y posibles errores de transcribir el título o la información bibliográfica pertinente (Wikipedia).

O sea, los europeos también la cagan.

martes, marzo 16, 2010

¿Para qué sirve la ley?

No me gusta dármelas de demócrata; es más, a veces pienso que la democracia es antinatural. Véase si no el funcionamiento de los partidos democráticos, probablemente lo menos democrático en los estados que han elegido la democracia como forma de gobierno. Es el líder el que dicta las ponencias del congreso del partido, el que elige los candidatos a unas elecciones, el que determina los giros ideológicos que se han de tomar y, ahí es nada, hasta deciden quién habrá de sucederlos. Los que no estén de acuerdo son libres de expresar su opinión contraria pero, lo tienen claro, o ganan el congreso o se van a la p… calle.
Los gobiernos están más preocupados en cómo se mueve la intención de voto que en tomar medidas eficaces, aunque esta ambición a veces nos beneficia; o beneficia a grupos marginales. A todos nos agrada oír el pitido que emiten los semáforos, cuando se ponen en verde, para avisar a los ciegos de que tienen vía libre. O comprobar que en una oficina pública han instalado un ascensor o una rampa para facilitar el acceso a quienes van en silla de ruedas. Hasta olvidamos que la democracia se basa en la defensa de los derechos individuales y exigimos la prohibición de determinadas conductas que consideramos inadecuadas. Parece igual, pero no es lo mismo, prohibir matar a las personas que defender el derecho a la vida. Aunque el resultado final sea similar, los principios en que se basan son distintos.
Cuando se redacta una ley hay, al menos, tres apartados básicos: la definición del derecho, los requisitos que se han de cumplir para poder disfrutarlo y el castigo que se pondrá a quienes impidan el ejercicio de este derecho. Y ahí está el truco.

Soy un verdadero despiste. Para que el lector se haga una idea de hasta dónde puede llegar mi falta de atención, cuento casi siempre el mismo suceso. Mi hermana mayor tenía una buena amiga a la que me había presentado en varias ocasiones. Supongo que, al tener más años que yo, la había descartado como posible ligue y no había manera de quedarme con su cara. Un día estaba yo tomando el sol a la puerta del Colegio Mayor de San Bartolomé y Santiago de Granada, cuando pasó una chica, la mar de mona, que miró hacia mí y saludó mostrando una amplia sonrisa. Miré hacia atrás a ver quien era el afortunado; no había nadie. Días después mi hermana me comunicaba que su amiga le había dicho que yo era un estúpido: me había saludado y le había vuelto la cara. Lo bueno que tengo siendo un despistado es que lo sé y, más o menos, voy preparado para afrontar o mitigar sus consecuencias.

Unamos los planteamientos previos.
Al quiosco puedo venir con el Ferrari (Quad), el Almamóvil o el C3 de Dalr. Normalmente traigo el Ferrari. Por dos cuestiones: lo que fardo con los niños y la posibilidad de aparcarlo en cualquier esquinilla sin estorbar a las furgonetas que usan la zona de carga y descarga. Si el día está feo o he de despejar de material el quiosco, suelo traer el C3, que estorba más que el Ferrari pero menos que el Almamóvil, y aparco lo más cerca posible de la esquina, incluso jugándome una multa por colocarlo pisando ya la línea amarilla. Sólo cuando se da la circunstancia anterior y Dalr necesita su coche, vengo con el mastodonte.
Lo de la tarjeta de permisividad de aparcamiento es uno de los castigos a que me somete mi habitual despiste. Siempre la dejo en el vehículo equivocado o, si la llevo encima, se queda en el bolso o bolsillo de la chaqueta. He hecho una copia por vehículo, indicando que es una copia para utilizar con una matrícula concreta; y me estaba funcionando bien. Las copias van en el salpicadero de cada coche; si me acuerdo, pongo el original y guardo la copia; si no me acuerdo, la copia queda para información del guardia urbano.

Para el viaje a Móstoles cogí el bolso de etiqueta y, a la vuelta, olvidé trasladar su contenido al bolso de diario. Como consecuencia, el miércoles aparqué el Almamóvil en la esquinilla de la zona de carga y descarga; con el duplicado de la tarjeta, por supuesto. Fue la muda quien me avisó.
- Pa pa paaá pa… –me dijo mientras se tocaba la manga con dos dedos-.
- La autoridad… -fui traduciendo-.
- Paaá paaá pa… -trazaba letras en el aire-.
- …está escribiendo…
- Paaá paaá paaá, bruuum –simuló manejar un volante-.
- … al lado de tu coche.
Salí del quiosco en el momento en que la autoridad competente sujetaba la receta al limpia. Me vio venir; cogió la receta y la rompió.
- De todos modos está multado –me dijo, señalando la máquina portátil de multar-.
- ¿Y por qué no me deja el papelillo?
- Esto sólo vale para avisar cuando el conductor está ausente.
- Ya…
- Lo he sancionado por dos motivos: la tarjeta no se ve completamente y, además, es una copia.
Era verdad. Los cabroncetes de los coreanos han diseñado el salpicadero con una pendiente excesiva hacia el parabrisas que, también hay que echarle güevos, está inscrito en una línea negra. La tarjeta se veía casi completa pero quedaba oculta la parte importante de la misma: TITULAR CONDUCTOR y Modelo de la comunidad europea.
Abrí la puerta del coche e intenté poner la tarjeta un poco más arriba; faena inútil: volvía a resbalar hasta alcanzar la posición original. La parte del copiloto es más plana y, en aplicación estricta de la ley, no es ahí donde se espera que pongamos el distintivo, pero al guardia no pareció importarle.
- De todos modos no voy a quitarle la sanción.
- ¡Hombre, ahora ya me ha visto!
- Sí, pero la tarjeta sigue siendo una fotocopia –me pareció apreciar un cierto retintín que sonaba a “¡y a mí me la vas a pegar!”.
Me remangué el pantalón y puse la pata sobre el capó.
- ¿Esto también es fotocopia? –no pude evitar que se filtrara la mala leche contenida-.
Di media vuelta y me dirigí al quiosco donde ya empezaba a acumularse gente.
- ¡¡¡Oiga!!!
El grito no admitía interpretaciones. Me volví.
- Dígame, señor agente.
- Estas tarjetas las están vendiendo en los Encantes y nos han dado la orden de ser muy estrictos en el cumplimento de la ley; y la ley dice cómo deben colocarse y que han de ser los originales.
- He oído decir muchas veces a quienes se declaran padres de la patria, que hay que distinguir entre el espíritu de la ley y la letra de la ley. El espíritu de esta ley dice que la gente con problemas de movilidad puede aparcar en lugares donde los demás también pueden aparcar pero con limitaciones de tiempo o dinero. Y como no hay un agente cada 10 metros que compruebe que no hay trampa ni cartón, se emiten unas tarjetas que identifiquen al que aparca en zonas con limitaciones. Usted me ha visto y comprobado que no hay trampa. Un buen juez es el que aplica la ley según su espíritu. Una mala persona, mírelo en el diccionario, es el que se acoge a la parte punitiva de la letra. Usted simplemente está aplicando la ley según la entiende.

No tengo claro si entendió o no lo que le dije. De lo que estoy seguro es que ni siquiera imaginó que lo estaba llamando hijoputa.

sábado, marzo 13, 2010

Facturas y chorizos frescos

Cuando el lector echa un vistazo rápido a las páginas de Pies para quiosquero, puede llegar a la conclusión de que sólo tratamos temas en que la labor de los demás es sometida a una crítica destructiva, y es probable que tenga razón. Nuestra labor principal es meramente la de contar las anécdotas que acaecen alrededor del quiosco y divertirnos e intentar divertir con ellas. Además nos hemos fijado le tarea de denunciar el maltrato a que son sometidos muchos quiosqueros con la pretensión de mejorar sus condiciones de trabajo o facilitar de alguna manera su lucha diaria por sobrevivir (como vendedores de prensa y revistas). Por eso, y sólo por eso, abundan las críticas ácidas y escasean los elogios. Pero no perdemos de vista, y valoramos, las buenas acciones de los otros actores de esta tragicomedia que se representa diariamente en los escenarios del quiosco.

El pasado lunes, a las siete menos cuarto de la mañana, Salva me telefoneó para felicitarme porque hubiese concluido satisfactoriamente mi viaje a Móstoles.
- ¡Jefe, acaba de llegar el repartidor de Logística a recoger la devolución y dice que ya nos había dejado los periódicos, pero no hay ni uno!
- O sea, que nos han vuelto a chorizar la mercancía.
- Eso dice, ¿qué hago?
- Llama a Logística y diles que te manden lo que puedan.
- ¿Al 902 que dice "incidencias"?
- Al teléfono que te dé la gana que no sea un 902.
- Es que en el albarán de ayer no hay otro.
- Espera.
Saqué las patas (y el resto del cuerpo) de debajo de las mantas y comprobé que el cuervo volaba bajo. Busqué la PDA y, a tientas casi, localicé el teléfono de socorro. Se lo dicté a Salva y me esmeré en dormir un rato más. Vano intento. Mi madre había olido movimiento y giró la manivela que echa mi casa a funcionar. A las siete y cinco empezó a preguntarme a qué hora daban el desayuno en el cole y eso significa que me puedo permitir el lujo de estar una hora sentado en una butaca esperando a que lleguen las nueve, pero vestidito y maqueado, y listo para coger el camino a una hora en que no peligre la manduca matutina.

Luego vino la nevada que, según he leído y oído, fue una maniobra política de Montilla y Hereu para dar por saco a los catalanes en general y a los barceloneses en particular. A las 10 y media de la noche me llamó Dalr.
- Papá, ya estoy en casa.
- ¿Y qué tiene eso de particular?
- Pues que salí de Sabadell a las cuatro y he llegado ahora.
Andando, a una velocidad de 5 km/h, hubiese llegado antes. Sólo a Montilla y Hereu se les puede ocurrir no tener preparadas máquinas quitanieves para hacer frente a un temporal que se presenta por estos lares cada 30 ó 40 años.

Hasta el jueves no caí en la cuenta de que esta semana no había recibido la factura de Logística de Medios. Recordé que tal factura me suele llegar con los periódicos del lunes y deduje que los chorizos se la habían llevado para hacerme el favor de pagarla en mi nombre. Para asegurarme mandé un email a “atención al cliente”.
El pasado lunes 8 me robaron los diarios y sospecho que en el paquete iba la factura de la semana. Les ruego que me envíen copia de la misma”.
Este correo lo mandé antes de que llegase Salva, o sea que debió llegar a las oficinas de la distribuidora entre 4 y 5 de la tarde del jueves. El viernes 12, junto al albarán del día, estaba la copia solicitada; a eso le llamo yo “servicio rápido y esmerado”. Al menos por esta vez, Logística de Medios me ha tratado como hace cualquier empresa con sus clientes. Es un detalle que valoramos y agradecemos.

Para que conste.

miércoles, marzo 10, 2010

Salón Náutico

Continúo con el jet lag; el jet lag y la puñetera nevada que nos cayó el lunes. Cuando llegué a las 2 de la tarde a relevar a Salva, caían los primeros copos. Casi daba risa verlos descender bamboleados por el viento y posándose sobre la acera con timidez, casi acariciándola. Siempre había oído que, mientras nieva, el frío es menos intenso; cuestión de no sé qué principio térmico. Es mentira. Al menos en el quiosco. Es imposible que nadie pueda explicar cómo en un espacio tan pequeño quepa tamaña cantidad de frío. Además, los pocos taxis que circulaban no daban abasto y, cuando fui al “cole” a recoger a la abuela, me tocó hacer reparto de yayos. Llegué a casa con los pies cantando coplas, sintonicé Canal Sur para entretener a mi madre y puse los pies encima del radiador; creo que hubiera acertado si los meto en la tostadora.

En estos días, Salva había tenido algún problemilla con una clienta, suscriptora de La Vanguardia, porque Vanguardia decía que había mandado los vales de suscripción a mi quiosco y la clienta los reclamaba. Es verdad que el último trimestre lo recibimos aquí y tuvimos problemas, por lo que le dijimos a la señora que, en adelante, le mandasen los vales a su casa. Como Salva se pone bastante nervioso cuando lo acosan, el martes llame a Suscripciones Vanguardia: 902481482.
Es bueno.
- ¡Ring, ring, ring… clic!
- Benvingut a suscripsións la Vanguardia. Si vusté desitcha que us atenguem en catalá, premeu l’u. Si usted quiere que le atendamos en castellano, pulse el 2 –las comas las he puesto yo; la señorita se las saltó todas cuando hizo la grabación-.
- Pí –apreté el 2-.
- Le informamos que para su seguridad, la conversación será grabada.
- Piií, piií, piií.
- Vanguardia. L’atend la Nuria. Digui.
Bueno, saqué en claro que el último envío había sido de los vales de enero, febrero y marzo y los habían mandado a casa de la señora. No era problema mío. O eso creía, porque no mucho después, la señora se presentó en el quiosco armando bulla y Salva hizo el correspondiente desvío de llamada.
Le conté lo que acababan de decirme.
- ¡No, no, no! A mí me han mandado los vales desde enero hasta el 15 de marzo. Me faltan a partir del día 15 y el trimestre siguiente.
- A mí no me han hablado de otro trimestre.
- No si ya he hablado con ellos y me han dicho que mandarán un duplicado pero ¿sabe qué le digo? Que no quiero volver a tener tratos ni con La Vanguardia ni con usted.
Pues vale.

A las 2, encontré a Salva jurando en arameo.
- ¿Y a ti que te pasa?
- Que he vendido una Muntan Baic y el lector no reconoce el código.
- ¡Trae pacá, coño!
Piií
Naútica (Español)
Comer y Beber
¡Olé los cohones de MC EDICIONES! Han vuelto a mandar al tonto a buscar los códigos al almacén y ha cogido otra vez las barras de Náutica.


Yo pensaba que los códigos de barras se usaban para facilitar la identificación y venta de los productos pero se ve que no. Es como si media provincia tuviese el mismo carné de identidad; era cuestión de hacer fotocopias para todos y ahorrarse el plástico. Claro que, si cada ciudadano puede reconocerse por su cara o su nombre, las revistas que distribuye SGEL sólo se distinguen por su cara; el nombre es nemotécnico.

Cuando la informática aún no era lo que es ahora, no existían las letras proporcionales. Siguiendo el sistema de las máquinas de escribir, todas las letras ocupaban el mismo espacio independientemente de su anchura real; quiero decir que una “m” tenía la misma anchura que una “i”. Igual que si utilizásemos Courier new. Y como los ordenadores los inventaron los americanos, el grado de compactación de las líneas se medía en cpi (caracteres por pulgada, o sea, inch). Lo habitual era 10cpi.
Los instrumentos de un programador eran lápiz, goma, hojas de programación, plantilla de símbolos para crear organigramas y la regla de posiciones. No existían campos de longitud variable y había el acuerdo no escrito de que la mayoría de campos alfanuméricos fuesen de 30 caracteres (salvo aquellos, claro, que nunca llegarían a esa extensión). Cuenta la leyenda urbana que un programador creo el campo “población” con una longitud de 20 caracteres y se dio el caso de emitir cartas a VILLAFRANCA DEL PENE.
Pues bien, SGEL da nombre a las publicaciones que distribuye en función del diseño de su albarán que, esta mañana lo he comprobado con la regla de posiciones que aún conservo, tiene una longitud de 16 caracteres. Localizar una publicación por su nombre depende del santo a que el quiosquero se encomiende y la capacidad de hacer milagros del susodicho. El nombre real de la revista Muntan Baic es El Mundo de la Mountain Bike. Salva no, pero yo conozco a los Mojinos Escocíos y me sé parte del estribillo que dice:
Como un día me pique,
es que me compro una Muntan bique.

En el buscador de publicaciones escribí BIKE (porque sé de la actual tendencia a utilizar la K) y apareció: MUN. MOUNT. BIKE. Claro como el agua. Y comprobé el código de barras:

8414090101615; por supuesto, el que siempre lleva impreso NAUTICA (ESPAÑOL) y que ahora también aparece en el último número de COMER Y BEBER y MUN. MOUNT. BIKE. La pequeña dificultad ya está superada, dado que las tres publicaciones van por números de serie diferentes. Pero cuando el lector no engancha bien el número de serie, en pantalla aparecen las tres. Con un poco de buena voluntad leemos: Vamos COMER Y BEBER al Salón NÁUTICO en la MUN. MOUNT. BIKE.

Que aproveche.

martes, marzo 09, 2010

III Edición de Premios AVECOMA

Pies para quiosquero es, valga la comparanza, como la Santísima Trinidad: un solo blog y tres personas distintas. Claro está, con marcadas diferencias. En la Santísima Trinidad de las Escrituras el Padre es el creador y envía a su Hijo a la tierra para redimir a los hombres; el Espíritu Santo es una especie de embajador que adelanta las buenas nuevas e ilumina a los pensantes para que acierten en sus decisiones. En Pies para quiosquero el creador es el hijo que envía a su padre a Internet a redimir o condenar sin remisión a los vendedores de prensa y revistas; el espíritu santo queda en una especie de limbo intentando poner un poco de cordura.

El 8 de febrero recibí un email de la Asociación de Vendedores de Prensa de la Comunidad de Madrid (que no leí hasta pasados cuatro o cinco días), donde su presidente me invitaba a la III Edición de Premios de AVECOMA. A mí, que me gusta un fiestrorro más que a un tonto un gorra a cuadros, se me hizo un nudo en el estómago porque lo tenía muy complicado para desplazarme a Móstoles. De momento, lo dejé correr.
Días más tarde, recibí otro email: MENSAJE PARA QUIOSQUERO… Es por lo que me atrevo a invitaros a la reunión que se celebrará en Móstoles (Madrid) el 7 de Marzo de 2010, a las 11 de la mañana a la que se ha invitado a todas las Asociaciones de España de las que tengo conocimiento y por supuesto también al acto de entrega de la III Edición de los Premios AVECOMA y la posterior Cena de Hermandad que se celebrará el sábado 6 de Marzo.
¡Contra! Ya no sólo era la fiestecilla, era la posibilidad de poner cara a los seudónimos de plumas (o teclados) tan ilustres como O Cura de Fruime, Colorines, Kioskero. Haddock… Pero seguía siendo complicado. No era fácil conseguir canguro para la abuela y a Dalr lo hemos puteado tanto que no me atrevía a pedírselo. Apuré el tiempo.

Finalmente, el 26 de febrero me senté ante el teléfono para llamar a Rafael Artacho y disculparme por no poder asistir. Antes, volví a leer el primer mensaje y abrí el archivo adjunto Pies para quiosquero.doc.
"La Asamblea General de nuestra Asociación, a propuesta de la Junta directiva, ha acordado por unanimidad conceder el Premio Avecoma 2010 a Pies para Quiosquero, un veterano blog del que usted es miembro y que ha logrado recrear con acierto el mundo del quiosco de prensa y se ha convertido en una referencia para todo el sector, no sólo por su calidad literaria sino también por su calidad humana".
¡Dios mío! Estas cosas sólo pasan una vez en la vida y yo me lo iba a perder. Levanté el teléfono pero no llamé a Rafael; llamé a Quiosquera.
- Oye, que me he acordado que tengo una empanadilla haciendo la mili en Móstoles… ¡A ver, que nos vamos a los Premios Avecoma!
- ¿Y qué hacemos con tu madre?
- La empaqueto y la añado a la devolución de SGEL.
No hizo falta. Presté voluntario a Dalr para que cuidara de su abuela durante el fin de semana e hice un trato con Salva para que me cambiase el domingo por el sábado siguiente. Y llamé a Rafael Artacho para decirle que contase conmigo.

Viajamos en el almamóvil. Hacía tiempo que Quiosquera y yo no teníamos una conversación tan prolongada. Fueron 6 horas de trayecto hasta la M506 y 1 hora y ¾ dándole vueltas a Móstoles. Desde nuestro viaje por el norte, Mari Pili se ha empeñado en localizar el objetivo en un meridiano desplazado unos 150 m. del destino real.
Nuestra entrada en el Hotel La Princesa fue apoteósica: llegamos en el momento en que acababa una reunión de las altas esferas de CONADIPE y fuimos recibidos por los presidentes de las Asociaciones de la Comunidad de Madrid, Alicante, Galicia, Logroño, Navarra y Valladolid. El presidente de CONADIPE nos hizo los honores apresuradamente pero le prometí que no contaría que lo pillamos con una urgencia fisiológica; vamos, algo así como cuando tuvieron que esperar a Aznar para hacerse la foto con sus colegas de la U.E.

Pasamos la tarde descansando del viaje. Acertamos: a partir de las 8,30 todo sucedió con rapidez. En la antesala de la sala donde se entregaron los premios volvimos a departir con la plana mayor. El presidente de la Asociación de Galicia nos comunicó la ausencia de O Cura de Fruime por problemas de agenda: le tocaba abrir el quiosco sábado y domingo; como el lunes, el martes, el miércoles… Lamentamos su ausencia y le mandamos un abrazo con su presidente como recadero.
Apenas tuvimos tiempo de saludar a Pedro Collado porque tocaron a zafarrancho de entrega. Estaba nervioso. Aunque muchas veces, por unas cosas o por otras, he estado en el punto de mira de un grupo de personas, era la primera vez que subía al estrado sin conocer prácticamente a nadie; sin escolta. Rafael Artacho, presidente de AVECOMA, tomó la palabra y, a partir de ahí empecé a ver el acto a través de una lente, como si estuviese fuera del mismo. No recuerdo las palabras que Rafael nos dedicó pero me parecieron muchas y buenas; cuando despierte, las escucharé de nuevo. Al subir al estrado me acordé del interruptor de mi cuarto de baño y del taburete que hay a su vera; superé los dos escalones sin problemas pero noté las piernas temblonas. Y entendí por qué los locutores temen quedarse “sin retorno”; oírme a través de los altavoces me descolocó y, aunque sabía qué quería decir al auditorio, no tengo ni idea de lo que realmente dije. Sí recuerdo, más o menos, la frase “era lógico suponer que un blog que empezó a publicarse un 2 de mayo, alcanzase su culminación en Móstoles”, pero no debió sonar como yo quería ya que no noté ninguna reacción.

(Foto: http://www.ayto-mostoles.es/)

Fue al finalizar el acto cuando se me presentó Kioskero. A los tres minutos de conversación tuve claro que él tenía muy claro hacia dónde va nuestro “negocio” y hacia dónde debería ir. Y que va a defender sus ideas con la misma fuerza de las olas del mar que rompen en las cantábricas peñas.
Me dio un encargo: "dile a Bandolera que siga con sus sainetillos y que los publique".

La cena fue agradable. Compartimos mesa con los presidentes de las asociaciones de Alicante, Galicia, Logroño y Valladolid, con mi tocayo Kioskero (nombre artístico) y mi tocayo Sande (nombre de pila). Es probable que no fuésemos la mesa donde más se comió pero estoy seguro que sí ocupamos la mesa en la que se rió con más ganas.

Cuando recupere la lucidez, quizá recuerde detalles que merezcan volver a hablar de la fiesta. Mientras tanto, así queda.

miércoles, marzo 03, 2010

N.ROMANTICA C.N

Éramos pocos…
Salva ha cesado temporalmente en el servicio; el médico dice que tiene gastroenteritis. “Gastro” no lo acabo de entender pero la “enteritis” está clara: “itis” significa inflamación, luego lo que Salva tiene es inflamación entera, o sea, que está todo él hinchado. También le han dicho que ahora hay muchos casos; es lo que en Cataluña se llama una pasa. Y lo que “pasa” es que, probablemente, haya metido en el gastro más de lo que es capaz de digerir en una sentada y eso haya derivado en enteritis.
La cuestión es que vuelvo a hacer jornada intensiva: de seis a ocho. Seis am, ocho pm, se entiende. Más o menos a 3,25€ la hora. Barro el quiosco dos veces al día porque he oído que las señoras de la limpieza cobran del orden de 10€ la hora; a ver si me ve el quiosquero y me sube el sueldo.

Como no hay mal que por mal no venga, he vuelto a entrar en contacto con la cartonaílla, que este año estaba pasando desapercibida; hasta ahora sólo me había fijado en la figura de Napoleón haciendo de rey blanco de un nuevo ajedrez. Es encomiable el interés de los cartonistas porque en España florezca este juego tan intelectual, pero ya podemos vaticinar que son esfuerzos baldíos; desde Arturito Pomar no hemos vuelto a tener una joven promesa de talla internacional que siguiera siendo joven promesa toda su vida.
Me he fijado que para este invierno se llevan otra vez los libros. Las colecciones de libros tienen dos ventajas. La primera es que, cuando se apoyan en la pared de enfrente, son resistentes al viento; la segunda, que si la colección perdura, los dos o tres ejemplares que nos mandan son perfectamente apilables. Hay un inconveniente gravísimo en las primeras entregas: el pegamento. Nunca sabré si los cartonistas tienen la mala leche a espuertas o si son tontos del culo; me inclino por la primera acepción.
Si el adminículo que acompaña al cartón, y que es justamente por lo que el cliente paga, es frágil y poco pesado, viene pegado con Loctite; en cambio, si el coleccionable pesa como un muerto (sea o no frágil), lo adhieren al cartón con una gota de pegamento Imedio. En estos casos, Salva hace pasar los cartones por la enfermería y les cruza un par de esparadrapos (cinta de embalar, potente y pegajosa) que los hace aguantar cualquier manipulación; como el tiempo no sobra en los quioscos, la intervención en quirófano sólo llega al ejemplar de exposición que, por descontado, es el que quiere llevarse el cliente. Lo normal es que se lo cambiemos por otro que siga en su estado original; pero, a veces, con las prisas, no tenemos tiempo de buscar y el cliente se lleva el modelo del esparadrapo y pide que le quitemos el cartón: hay que acudir al bisturí eléctrico porque aquello no hay quien lo despegue.

El cartonista www.rbacoleccionables.com no tiene puñetera idea de cómo se pega un libro a un cartón y, en esta edición de la cartonaílla, ha lanzado al mercado las mismas colecciones de siempre con los mismos libros de siempre; aunque haya cambiado algún nombre. Me ha llamado la atención N.ROMANTICA C.N (el mérito de las abreviaturas se ha de adjudicar a la distribuidora) que, tras mucho pensar y leer el título impreso en el cartón, he deducido que significa Novela Romántica Criaturas de la Noche; ¡casi ná! Pues, ¡coño! (perdón), junto a El Mundo es Matemático (¡anda, como yo!) está teniendo éxito en sus primeros números y cada día caen varios ejemplares. El verbo “caer” está utilizado en su doble significado de venta y desplome. No hace mucho rato, una señora quería llevarse el ejemplar de N.ROMANTICA C.N tratado médicamente por Salva; el del esparadrapo, vamos.
- Señora, si tiene la amabilidad, deje ése en su sitio y yo le daré otro que no haya sufrido las inclemencias del tiempo.
Y es que, como he vendido varios, los tengo a mano. En el altillo, justo frente a mi cabeza. Sólo es cuestión de estirar el brazo… el puñetero se escurre hacia atrás, logro agarrarlo con la punta de los dedos y, con suavidad, que uno ya es experto en las leyes de Newton, tiro de él; la gota de pegamento Imedio cede... El libro se titula “El Beso de Medianoche”. Pues eso, siguiendo la trayectoria de caída libre, me besa en medio de la frente, un poco ladeado hacia la izquierda; justo sobre el filillo de mis gafas de titanio y cristal orgánico. El cristal del ojo izquierdo va a dar con el órgano sobre el teclado del ordenador, y la montura, de metal duradero pero maleable, se malea y entre la patilla que se ha engurruñido y la cuenca del ojo, vacía de cristal, apunta hacia el símbolo del infinito. Las he enderezado todo lo que he podido pero, en estos momentos, las tengo sobre la cabeza igual que los chuletas hacen con las gafas de sol, y es que, si me las pongo, un cristal apunta recto mientras el otro se desvía un ángulo de 10º al sur y 30º al oeste. Cuando pase Yavés, les dará un repaso y para esta noche habré recuperado la vista.

Claro que podía haber sido peor. Si la señora se hubiera encaprichado de GRANDES OBRAS DE LA CULTURA, cuyo título en venta es Historia de la Literatura Universal con un peso próximo a los dos kilos y unas tapas duras y puntiagudas, tendría una nota de sobresaliente por la cantidad de puntos que habrían adornado mi ceja.

lunes, marzo 01, 2010

Yo Dona, tú Náutica

Los humanos somos bichos raros; bueno, yo, humano, soy un bicho raro. Hay domingos que encontramos un esturreo de diarios por la acera y, mientras Quiosquera reza la letanía, yo me lo tomo a pitorreo y me hace gracia que me hayan dejado un paquete de Vanguardias en la azotea del quiosco o el grueso de El País haya ido a reposar en uno de los portales de la manzana de arriba. Otros domingos, sin embargo, me molesta encontrarme cada diario en sitio ya que así no tengo excusa para sacar el cabreo que llevo a cuestas. Ayer fue uno de esos días. Sólo había un paquete de dominicales en la acera y faltaba únicamente una Vanguardia (seamos francos: también eché en falta un País y un Avui).

Los días que amanezco guerrero se me agudiza el campo del entendimiento. No es que me vuelva más listo, es que la neurona parece como si hubiera tomado vitaminas y localiza los fallos con una habilidad pasmosa.
Hemos hablado alguna vez del sistema que utiliza Pedro Jota con el Yo Dona. Primero la revista acompaña al diario del sábado, que pasa a costar 1,50€. El albarán factura el diario a 1,20 y la revista, que recibe el nombre de YO DONA-EL MUNDO DE CATALUNYA, a 30 cts. Cuando se abonan los ejemplares devueltos, en albarán aparte también se abona la revista. Dos semanas después, Pedro Jota cobra (a 1,50€) nuevamente todos los ejemplares de la revista, que ahora pasa a denominarse REVISTA YO DONA, y abona los ejemplares que se vendieron junto al diario. Como ya hemos devuelto el sobrante de Yo Dona (normalmente, todo lo que no se vendió en su día), también se abona la correspondiente devolución. Sea como sea, el stock ha de quedar a cero. Hasta que un día se me ocurrió mirar...; tropecientos números con stock positivo. O sea, que me he gastado en Yo Donas más pasta que si me hubiera ido de Yo Guarras, es decir, de pelanduscas.
Ahora he cambiado el sistema. Cada domingo genero el albarán de la Revista Yo Dona a imagen y semejanza de la distribuidora, y la devolución de los números vendidos junto al Mundo a imagen y semejanza de la distribuidora. Y como Salva devuelve los sobrantes justo cuando toca, es fácil de detectar los fallos de facturación. ¿Me siguen? Yo tampoco. Pero así es como funciona.

Ayer, como digo, estaba inspirado. Busqué los sobrantes de la revista y creé el albarán ficticio: código 8423793994493 00247. Mi ordenador, que es bastante cabroncete, se quejó: "Número anterior al último entrado". Miré los números entrados y el último era el 251, luego tocaba el 252. Me acordé de Salva, de su madre, de su abuela y de todos los habitantes del istmo de Panamá; el número 247 estaba obsoleto y yo me iba a comer otros 4 ejemplares de Yo Dona. Otras 1000 pesetillas.
Y empecé a buscar el susodicho número 252 que no aparecía por parte alguna. A medida que iba subiendo el cabreo, se me iba despejando la mente. Atrapé la revista y le puse la lupa encima. Y esto es lo que vi:

Primera aproximación:



Segunda aproximación:



Tercera aproximación:


Última aproximación:



Por entre los agarrotados dedos de la modelo se filtraba un 252, precedido de la fecha: 27 de octubre.
Pedí perdón a Salva, a su madre, a su abuela y a todos los habitantes del istmo de Panamá. El diseñador de la portada del Yo Dona de Pedro Jota, con una semana de tiempo y todos los medios a su disposición, la había cagado en el número de entrega de la revista.

Como seguía de mala leche, observé que la caja destinada a albergar temporalmente las devoluciones de SGEL estaba a rebosar. Me acordé de Salva, de su madre, de su abuela y de todos los habitantes del istmo de Panamá. Y me puse a hacer devoluciones; en domingo, el día menos apropiado para esa faena. Y, mientras, Quiosquera buscaba revistas candidatas a devolución. Encontró un montoncito en que el ejemplar que desfilaba delante aparecía arrugado y ligeramente guarro. Me dio la revista para que localizase su fecha de entrada. Comer y Beber; código 8414090101615 00471. Mi ordenador, que es bastante cabroncete, se quejó:
- Número no correlativo al último entrado ¿quiere darlo de alta?
- Bueno - le dije-.
- Se ha añadido el número 471 a la publicación Náutica (Español) –fue su contestación definitiva.

Eché un vistazo a la revista.



E hice zoom al código.



Pedí perdón a Salva, a su madre, a su abuela y a todos los habitantes, presentes y pasados, del istmo de Panamá.
Para no meter la pata, consulté el histórico de publicaciones; todos los números de Náutica que han pasado últimamente por mi quiosco tiene por código de barras el 8414090101615. Todos los números de Comer y Beber que han pasado últimamente por mi quiosco tienen por código de barras el 8414090251211. Menos el 471 que, sigilosamente, ha usurpado el distintivo de Náutica. Y esta vez no pertenece al Ministerio de Marina.

¿A que es entretenido eso de ser quiosquero?