miércoles, mayo 30, 2007

La Zagrá Familia

Soy un humilde quiosquero que, a su vez, es humilde pero que cada día se siente más contento y orgulloso del dominio que posee sobre la lengua de Chespir. Y es que me entiendo de maravilla con los guiris anglosajones.

No estoy situado en zona turística pero sí ubicado en una encrucijada de calles a tiro de dos o tres piedras del Barrio Gótico, Las Ramblas, La Pedrera o La Sagrada Familia por lo que es habitual que turistas nacionales y extranjeros se pasen por la oficina de información de Pies para quiosquero.

Esta tarde ha venido a visitarme Cabanabona (El Quiosco de Nuestra Vida) y, apenas hacía 10 minutos que se había despedido, cuando ha llegado una pareja de guiris.
- ¿Inglis?
- Ni flouers
- Mmmm… Familia.
- ¿Sagrada Familia?
- Oh, yes.
- To parriba, tres estris. To pa la derecha, siete estris –marco digitalmente los números-.
- Ap, zry –interviene lady-; raih, zeven.
- ¡No, no! –la corto-. Ezo eh la Hirarda y ehtá en Zevilla. La Sagrada Familia es tres parriba y seven a la derecha.
- Ol raih.
- ¡Eso, macho!

PD. Mientras tecleo, suena el teléfono.
- ¿Diga?
- Buenas tardes. Llamo de Santa Lucía para ver si ya tiene cubierto el seguro del piso.
- Que la Santa te conserve la vista.
- ¿Cómo dice?
- Que esto es un quiosco de revistas.
- ¡Ay, perdone! Je, je, je…

martes, mayo 29, 2007

Cuchillos tocapelotas

Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los puertos de Cabra.
Si yo pudiera, mocito,
ese trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Federico

Hay que echarle mucha metáfora para relacionar estos versos con un quiosco pero Federico fue el rey y seguro que él sería capaz de hacerlo. Es cuestión de identificar caballo con quiosco, casa con trabajo decente, cuchillo con promoción y rosas morenas con cartillas. Fácil y evidente.
Y es que cada entrega de la promoción de cuchillos de La Vanguardia se me está convirtiendo en trescientas puñaladas alrededor del esternón y en un enorme mordisco entre cardias y píloro. La promoción se compone de 9 entregas:
- Cuchillo de Chef de 30 cm.
- Cuchillo de pan
- Tacoma (abreviatura de taco madera) y cuchillo multiusos.
- Cuchillo de Chef de 15 cm.
- Cuchillo pelador.
- Cuchillo jamonero.
- Cuchillo chuletero
- Tijeras y
- Afilador.

Echo en falta la navaja capaora y la faca sacamantecas. Con la faca no sabría qué hacer pero con la navaja… Seguro que la mayoría de quiosqueros coincidiríamos en dónde y cómo emplearla.

Primera entrega (es la de prueba). Me traen 46 cuchillos que agoto en un abrir y cerrar de ojos. Acumulo 34 cuponcitos sin cuchillo. Solicitud de cambio de servido: envíen 70 (para no abusar). Pido reposición que me llega a las tres semanas y finiquito según los planes previstos.

Segunda entrega. Parto con una reserva de 54 cuchillos. Llegan 34. Sólo me faltan 20. Intentamos hacer un reparto lógico: compromisos ineludibles (clientes que han reservado toda la promoción y compran cada día el periódico en este quiosco), cartillas entregadas previamente, fulanito, menganita… No llega para todos.
- A este, a este y a este no se los guardamos porque son protestones. A estos otros que no protestan nunca se los guardamos.
- ¡Ni hablar, señor quiosquero! El que está el sábado aquí soy yo y es a mí a quien le echan la bronca.
- Entonces usamos tráfico de influencias: uno pa ti, uno pa mí, cuatro para estos que ya lo han pagado y con el resto haces lo que te dé la gana. Pero a este, a este y a este ni se te ocurra hasta que aprendan a no protestar.
El sábado llevaron a Salva ante el Tribunal de la Inquisición: lo querían quemar vivo. El domingo, los mismos, me reclamaron el cuchillo. Todos, más o menos a regañadientes, aceptaron mis explicaciones. Y es que yo soy un poco menos moreno que Salva. Y, además, el patroncito.

Tercera entrega. Sólo 22 tacos de madera. Solución salomónica pero de verdad. Cajas al almacén ambulante y no repartimos ni uno. Apenas hubo protestas.

Cuarta entrega. Marina había advertido en un comunicado que ya no habría problemas en el suministro. Como pedimos 70 llegaron 40. Los cuchillos se suministrarían por escrupuloso orden de entrega de cartillas. Y cuando se hubieran acabado, quien dejase la cartilla en depósito tendría cuchillo. Unas amigas acababan de decidir que no abrían los domingos y les compré los cuchillos que les sobraron el sábado. A trancas y barrancas casi pude cubrir las demandas, no sin antes tener quince o veinte conversaciones del tipo:
- ¿Cómo que no tiene mi cuchillo si se lo reservé el viernes?
- Mire señora, me han traído menos cuchillos que reservas tenía.
- ¡Hombre, uno sí que me habría podido guardar!
- ¿Y a quién dejo sin él?
- Pues al último que llegue.
- Exacto…

Y así vamos operando desde entonces.

Pero son 15 o 20 personas que se quedaban sin cuchillo cada semana y que han derivado hacia otros quioscos. No es que allí les proporcionen la tan ansiada herramienta pero están disculpados por no ser clientes habituales. Y a mí me ha bajado la venta diaria en las 15 o 20 Vanguardias apuntadas. (Esto no es del todo cierto ya que la migración se ha dado en ambos sentidos: el quiosco de la esquina ha recogido a mis clientes descontentos y yo a los suyos. Todo se compensa salvo las viejecitas cabreadas que ahora tienen que andar 200 metros más por mor de no verme el bigote.)

Queda el control de cartillas. Si llegasen cuchillos suficientes no había problema: cartilla… cuchillo, cartilla… cuchillo. El martes se meten todas las cartillas en la bolsa y se acabó. Pero tal y como estamos hay que aplicar la frase de Salva: nos hacemos una picha con el lío. Y eso que intentamos organizarnos. Como siempre son los mismos clientes, en la cartilla apuntamos su nombre y marcamos si el cuchillo se entregó o no. Menos cuando hay agolpamiento y no nos da tiempo. El martes hay 4 o 5 cartillas que basculan: no sabemos si están servidas o pendientes. Y luego vienen los despistes:
- La cartilla del jamonero ya se la di el otro día.
- No señora. Me dio la del chuletero.
- No, no. Le di las dos.

¿Qué les dices, si hasta puede que tengan razón? Pues les enchufas la herramienta y tiras 6 euros a la basura. Luego, cuando intentas cuadrar cartillas y cuchillos compruebas que te falta alguna y te llevan los demonios. Pero el tiempo de dedicación a tales menesteres se dispara.
El domingo por la tarde empleé una horita en clasificar cartillas. El lunes a mediodía ya no me cuadraban. Entre las nuevas que me habían dado y los cuchillos adquiridos de estraperlo no había forma de aclararse. A la 15,30 de esta tarde llevo invertidas 5 horas y media sólo en la promoción de este fin de semana. Con el siguiente balance económico relativo a las siete entregas efectuadas:
· Cuchillos vendidos: 321 (legales)
· Beneficio: 80,25 €
· Cupones primera entrega: 73 de 80.
· Pérdida: 10,5 €
· Cartillas resto entregas: 219 de 241
· Pérdida: 102,4 €
· Rendimiento global: -32,65 €

Y encima, el cliente cabreado.

No sé si el único quiosquero gilipollas soy yo pero como averigüe que hay muchos, me monto una distribuidora de promociones. ¡Eso sí que es negocio!

lunes, mayo 28, 2007

Los Ayuntamientos de Distrito no tienen teléfono

Aunque parezca mentira, eso es lo que me han respondido esta mañana cuando trataba de preguntar por una solicitud que cursé hace exactamente 1 año, 1 mes , 2 días, 2 horas y 51 minutos.

Pues sí, parece ser que les han retirado los teléfonos al público. Por lo visto, las líneas internas sí que funcionan, pero no tienen contacto directo con el exterior.

Mi primer paso había sido llamar al teléfono general del Ayuntamiento para pedir el de nuestro distrito porque en la copia que me dieron sellada y registrada, tras la solicitud, no aparece. Cuál no ha sido mi sorpresa cuando, tras decirme que no tienen, me han derivado hacia el 010. Yo, obediente, he llamado a dicho número de atención al ciudadano y ellos me han ratificado lo anterior. No obstante, me han dado un 902 en el que me han dicho que posiblemente pudieran conectarme con la sección pertinente. He llamado al número que me habían dado y ellos me han remitido de nuevo al teléfono general. He vuelto a llamar, ya sin demasiadas esperanzas y han vuelto a decirme lo anteriormente dicho, añadiendo que hace alrededor de dos meses que los quitaron. Total: círculo cerrado. De ahí no se sale.

En un principio, he creído que habíamos dado un paso atrás y estábamos volviendo a lo del centralismo, es decir, que todo tenía que pasar primero por “la central” y que, desde allí, nos derivarían a la persona o área correspondiente. Pero no. La realidad es otra. Lo que me han dicho exactamente es que tenía que personarme en mi distrito porque por teléfono no me podían atender ya que no disponen de línea abierta al exterior. He dicho que no lo entendía pero que necesitaba contactar con ellos ya. Entonces me han ofrecido una dirección de correo electrónico. Esto me ha traído a la memoria el chiste del gitano que dice aquello de “ahora que he aprendido a decir frugoneta, le llaman monogolumen” ¿Será que al descubrir la red, se han olvidado de que el teléfono siempre ofreció un modo rápido y directo de comunicación y acercamiento a los demás?

En fin, pura anécdota

Pensareis quizás que se me ha ido la pinza porque lo que acabo de contaros no parece guardar relación con el quiosco pero, si creéis eso, estáis equivocados. La solicitud presentada en su día fue para pedir que vinieran a recolocar una valla de protección metálica, cuyo fin es impedir que cualquier conductor temerario (como el que la derribó anteriormente), arremeta contra el quiosco y nos encaste en la fachada de enfrente. La aseguradora del quiosco no quería cambiarnos el cristal roto hasta que el Ayuntamiento nos arreglara la valla, alegando que, de hacerlo así, no duraría más de una semana, tal y como fue.

Paradójicamente, del tubo metálico ya no queda más que un trocito. Suponemos que los chatarreros que circulan por la zona en busca de algo que revender habrán hecho sus centimillos a costa de la lenta gestión de nuestro Ayuntamiento.

El e-mail está mandado y el resultado de la gestión os la comentaré cuando se produzca.

miércoles, mayo 23, 2007

Ver los toros desde la barrera

Casi siempre, el trabajo más difícil de este mundo es el que nos traemos entre manos. Casi siempre, lo que hacen los demás es fácil y si se complica es porque el currante no está capacitado.
Me incluyo.

El trabajo del quiosco me pareció cómodo: un periódico, un euro. Hasta que me puse detrás del mostrador y vi que no tenía ni idea y los clientes se me iban por mi falta de preparación. Como no era cuestión de renunciar (a la fuerza ahorcan) puse medios. Contraté a Margarita, más de 50 años de experiencia, y puse un ordenador. Entre lo que ella me enseñó (muchísimo) y el chivato me he ido defendiendo y algo he aprendido. Ahora me molesta que algún cliente trate de enseñarme cómo he de hacer mi trabajo. Menos mal que me lo tomo con filosofía y humor, sobre todo cuando en días casi consecutivos te dan una solución y la contraria.

Me parece que Quiosquera escribía (¡es que no leo el blog, oiga!) hace poco que un cliente, enfadado porque no quedaban cuchillos de cocina de La Vanguardia, le decía que la culpa de estas faltas la tenemos los quiosqueros porque no estamos preparados; a estas alturas de siglo lo que teníamos que hacer es poner un ordenador y llevar las cosas en condiciones. Cuando Quiosquera le mostró nuestro aparatito, comentó algo así: “Es que además hay que saber manejarlo”. “Treinta años de experiencia. Algo sabrá, digo yo”. No pareció convencido pero el mensaje era claro: para que los quioscos funcionen se han de informatizar.

El contrapunto nos vino unos días después. Otro señor se impacientaba con el euro en la mano mientras yo pasaba por el escáner un montón de revistas que se llevaba una señora para la sala de espera de su negocio. Y encima quería ticket (vamos, lo normal pa un despacho). El buen señor no se pudo contener.
- ¡Joder! Para llevar un quiosco no hace falta tanto ordenador ni tanta leche. Se coge el periódico, se paga y uno se va. Ni que fuera esto una empresa.
- Tiene usted toda la razón –le dije con la mejor sonrisa que pude poner-. Lo que pasa es que uno es novato en el oficio y todavía necesita ayuda. Claro que, en 300 metros a la redonda y en poco tiempo, han cerrado dos quioscos y yo, no sólo aguanto, sino que puedo permitirme el lujo de tener un mariachi que me eche una mano. Si no fuera por el ordenador…
- Claro, claro. Si lo mira usted así…

Pues eso. Yo lo miro así.

martes, mayo 22, 2007

En todos los quioscos se cuecen habas

Cuando crees haberlo visto ya todo, si la gente se lo propone, te hace cambiar de opinión.

Hace un par de semanas fui testigo de una situación rayando lo indecible. Fue en el mismo escenario en que hoy he vivido otra experiencia inolvidable tras la actuación magistral de una de esas personas con más morro que cara.

Como se me amontona el trabajo (léase anécdotas) empiezo por la de esta mañana. Más adelante os contaré la otra.

A la hora del desayuno (mis 20 minutos de expansión en la mañana) me he acercado al quiosco de la esquina. Lo regentan dos jóvenes -cuñadas entre sí- que son una verdadera delicia. Ellas nos asesoraron antes de adquirir nuestro quiosco y todavía siguen asesorándonos de vez en cuando. Llevan más de 4 años en el negocio y aquello de que la experiencia es un grado, lo han demostrado con creces.

Pues bien, tal como os decía, esta mañana me he acercado un momentito a ese quiosco para hacer un intercambio de cuchillos y cartillas de la promoción de La Vanguardia porque, aunque parezca mentira, a ellas les sirven cuchillos de más, y a nosotros nos traen de menos ¡las distribuidoras son un enigma que jamás entenderé!

Estábamos en ello cuando se ha acercado un fornido joven (alrededor de los 40 años) y le ha pedido un paquete de tabaco. Eva ha accionado la máquina expendedora y acto seguido se lo ha cobrado. El hombre ha sacado allí mismo un cigarrillo y le ha pedido fuego a la quiosquera quien, amablemente, le ha dejado un mechero. Encendido ya el pitillo y sin cortarse un pelo le dice “¿podría dejarme unas tijeritas? es que tengo una uña mal y me voy enganchando con todo” . Tras semejante petición, la chica, perpleja, le ha contestado que más que tijeritas tenía tijeras y le ha alargado unas que no miden menos de los 24 centímetros y que van atadas a una especie de cadena para amarrar los barcos de lo más aparatosa (luego me ha aclarado que las cuelgan porque antes siempre se les perdían). El hombre ha soltado una exclamación un tanto ordinaria pero las ha cogido.

Viendo el morro que le echaba a las cosas he intuido lo que se nos avecinaba mientras pensaba “éste es capaz de hacerse la manicura sobre las revistas y encima, luego, le va a pedir que le eche el envoltorio de la cajetilla a la papelera”. Acto seguido, y mirando siempre en dirección hacia el quiosco, ha cortado un trozo considerable de la uña de un pulgar (negra como el azabache, supuestamente por algún golpe) con tanta fuerza que ha salido disparada directamente hacia las “gradas”. Yo creí que Eva iba a soltar algún improperio pero supongo que la impresión ha sido tal, que se ha quedado sin habla. El susodicho ha seguido “retocando” la uña hasta dejarla en su punto, después de lo cual, ha devuelto las tijeras y le ha pedido que le tirase el envoltorio a la papelera ¿cómo no? A continuación se ha marchado tan campante.

Cuando por fin hemos vuelto a la realidad, han empezado las carcajadas. No podíamos parar. Ella seguía sujetando las tijeras por la cadena y repetía sin cesar ¡pero qué asco, pero qué asco, voy a buscar alcohol!

Visto lo de hoy, no creo que ya me puedan sorprender muchas cosas. Hasta ayer creía que los quioscos dábamos un servicio esmerado y diligente al ciudadano de a pie. A partir de hoy ya no sé qué pensar. Lo que sí creo es que si me llego a encontrar yo en esta situación en mi quiosco, hubiera intentado sacarle los colores al pájaro este.
Lo cierto es que a nosotros, en el quiosco, nos han pasado cosas curiosas pero TODAVÍA no han venido a asearse a nuestra puerta. Voy a contárselo ahora mismo a quiosquero a ver si le pongo los dientes largos. Estoy segura que si le llega a pasar a él, o salimos en los periódicos (página de sucesos), o a estas horas ya habría afilado el lápiz para sacarle jugo al post. Lo dicho, que en todos los quioscos se cuecen habas!

domingo, mayo 20, 2007

La Vanguardia ¿me da una bolsa?

Pues sí, que en un quiosco se oye de todo.
Aunque parezca mentira que puedan atreverse a pedirte una bolsa de plástico para llevar La Vanguardia del sábado (en un día soleado), es cierto. La semana pasada, sin ir más lejos, un señor, después de darme 1 euro por la prensa, me dice: deme una bolsa “para llevarla”. Había cola en el quiosco y yo, con santa resignación y casi sin mirarlo, le alargué una a la par que le decía: tenga, es reciclada pero para el caso vale. Es la que nos han dado esta mañana en el estanco al comprar el tabaco.
El buen señor, con muy poca educación y con muy malos modos me soltó: ¿y no puede Vd. darme una nueva? porque lo del tabaco lo dice usted, pero yo no me lo creo. A lo mejor ha metido en ella sus zapatos sucios y huele mal. Me quedé tan parada que no supe reaccionar. Simplemente lo miré con cara de pocos amigos y le dije que lo sentía pero que era la única que tenía. Por lo visto, no le gustó mi respuestas y tiró la bolsa sobre los montones de periódicos. Se fue jurando en hebreo calle abajo.
Nadie hizo ni un comentario. La gente no suele “mojarse” en estos (ni en otros casos, pero eso es otra historia que leeréis algún día). Tras un silencio mortal, todos intentamos seguir como si nada hubiera sucedido.
Quiero aclararos que yo salgo siempre voluntaria a ofrecer bolsa a quienes considero que la necesitan. O sea, a aquellas personas mayores que van con bastón o que ya están torpes de manos y me da pena que se les caiga y se tengan que agachar para recoger el periódico, a padres con bebés en los brazos, a los que se nos acercan en bici o a los que nos compran varias cosas con la intención de facilitarles su transporte; pero vamos, de eso a que le demos una bolsa por periódico (al precio que nos salen éstas y teniendo en cuenta el margen bruto que nos deja un periódico... pues va a ser que no.

viernes, mayo 18, 2007

Diálogo para besugos

Son las 10 y pico de la mañana. Salva ha ido a soplarse un bocata y una manzanilla mientras acabo de introducir los albaranes de SGEL.
- ¿Tienes pa baco?
- Pa… ¿qué?
Junta los dedos anular e índice y se los lleva a los labios.
- Pa humar.
- Sí.
- Dame uno.
- ¿De cuál?
- Del mas barato
- ¿Rubio o negro?
- El rubio es más caro ¿no?
- No.
- ¿Por qué?
- Porque este rubio vale 2,35 y este negro 2,55.
- Dame el de 2 euros.
- No tengo
- Pues el rubio.
- Son 2,35.
- Tome –me da una moneda de 1 euro y dos de 50 céntimos-. ¿Cuánto sobra?
- No sobra. Faltan 35 céntimos.
Vuelve a meterse la mano en el bolsillo y saca un chorro de monedas. Coge calderilla y me la da.
- Ahora sí sobra ¿no?
- No. Faltan 10 céntimos.
- No tengo más.
- Sí tiene. Lleva 4 ó 5 euros.
- Pero no tengo cambio.
- Yo sí.
- Es que no quiero cambiar.
- …
- ¿No me puede hacer una rebajilla?
- No.
- ¿Y cómo lo hacemos?
- Vaya usted al estanco. Hay uno en la misma calle.
- ¿Queda muy lejos?
- Cien metros.
- ¿Cuánto es eso?
- Cien metros más o menos.
- ¿Tirando parriba? –señala en dirección sur y hacia donde la pendiente de la calle desciende.
- No. Tirando pabajo -digo extendiendo el brazo en la misma dirección.
- ¡Ah, pabajo! –y señala al norte.

Se aleja en la dirección correcta.

martes, mayo 15, 2007

Lupita

Hace apenas un año que llegó a España y, poco a poco, está cambiando mi vida. Es una muñequita de peluche que robó el corazón de Salva y no entiendo cómo porque Salva tiene un corazón que, en tamaño, es como un motor de 6 cilindros en V y 24 válvulas.
Nada más llegar empezó a hacer de las suyas. Salva andaba preocupado y aparecía cada mañana zombi perdido.
- ¿Qué te pasa, tío?
- Es que Lupita se ha pasado la noche vomitando y no he pegado ojo.
- ¡A que está preñada!
- No, señor Quiosquero. No puede ser.
Sigo con el cachondeo.
- ¡Joder, tío! Eres peligroso: donde pones el pito, pones la bala. ¿Te lo montaste en el asiento de atrás de la bici? – le digo recordando los 600 de mi época.
Se ríe.

Cuando al mediodía se prepara para irse a casa a comer, me dice.
- Le llevo Pronto a Lupita para que se entretenga.
- ¿Pronto? Lo que has de hacer es llevarle Embarazo Sano.

Quiosquera me riñe. Teme que el chico se lo tome a mal.
Por supuesto, Lupita no está embarazada. Cuestión de nervios por el cambio de ambiente y nada más. Pero va asentando sus reales. Antes, de vez en cuando nos tomábamos una cerveza después de cerrar el quiosco. Ya no. Salva sale zumbando nada más cerrar.

Lupita me va ganando terreno. Claro que, alguna vez, al coger el teléfono oigo que me dicen:
- ¿Cómo te encuentras mi amor?
Y eso es algo que no estoy acostumbrado a oír. Con mala cara alargo el teléfono.
- Es para ti, mi amor.

Y lo que tenía que pasar pasó. El 9 de julio Salva y Lupita se casan. ¡Y yo seré el compadre!
Pero me están surgiendo dudas.
· Es de suponer que Salva quiera asistir a su boda.
· El 9 de julio es lunes y, por tanto, un día duro. Yo estoy de boda y el quiosco no se puede cerrar. Lo lógico es que abra Salva que para eso tiene contrato.

¡Coño! Las cosas hay que hacerlas bien. Que se case por poderes y yo lo represento. A cambio dejaré que al día siguiente entre un cuarto de hora más tarde.
Y así… todos contentos.

lunes, mayo 14, 2007

La presentación

Tras tantas semanas de espera, por fin pudimos presentar el libro del blog. El acto tuvo lugar en Villabragas y allí acudió una nutrida representación de la gran familia de "Pies para quiosquero".

Firmando librosTras una breve visita al quiosco, con parada obligada en el almacén ambulante y breve charla con Salva, iniciamos el acto con una presentación de lo que han significado para nosotros estos dos años de blog y quiosco. A continuación leímos tres fragmentos del libro para acabar con una sesión de firmas que ni El Corte Inglés el día de Sant Jordi, mientras atacábamos unos platillos de ibéricos acompañados por el tradicional "pa amb tomàquet". Con los brazos doloridos por tanta firma, los más valientes acabamos en un Pub cercano comentando la jugada y tomando unas cervecillas.

Entre los lectores asistentes al encuentro no faltaron algunos quiosqueros, clientes del quiosco, familiares, blogueros de pro, representantes del club de las noches en vela, del club del Akelarre, del Xantro... amigos que no quisieron perderse un día tan especial para nosotros. En total, más de 30 compañeros de viaje por estas redes de Dios.

Merece una mención especial nuestro amigo alvarhillo, que se trenetransportó desde Alicante para no perderse la fiesta.

No entraré en detalles para no poner los dientes largos a quienes no pudieron venir. Sólo constatar lo bien que nos lo pasamos y, muy especialmente, agradeceros a todos el apoyo que nos dais constantemente. Muchísimas gracias.


miércoles, mayo 09, 2007

Comunicado de APVPBP

Hoy mismo recibo también el comunicado de la Asociación de Vendedores de Prensa de Barcelona y Provincia, sin ruego de que lo publique pero que pongo a disposición de mis lectores porque lo conjsidero apropiado.


Asamblea ASVPL'H y ACAD

Me pasan la siguiente convocatoria con el ruego de que la publique en mi blog.


martes, mayo 08, 2007

¿Vanguardia o Marina? Tanto monta

Dalr dice que una de las cosas que nos diferencian es que él tarda tres segundos más que yo en explotar. He esperado al tercer día antes de decidirme a escribir.

El fin de semana pasado, Quiosquera se empeñó en que nos tomásemos un día de asueto. Ha sido día y medio. El domingo llegamos al quiosco a las 11 de la mañana después de sortear la maratón de la madre que parió a los organizadores, que no sé cómo se lo montan pero que siempre se las arreglan para dejarme aislado: o bien no puedo salir de casa, o bien no puedo volver a ella.

La primera visión fue dantesca: un enorme montón de Vanguardias perfectamente empaquetadas y que yo sabía que no iba a ser necesario desempaquetar. Al entrar en el chiringuito el alma acabó de bajárseme a los pies: los magazines de dicho diario ocupaban más de la mitad del espacio disponible.
Cogí los albaranes para comprobar la inteligencia de los programadores que programan en base a los sondeos.
- La Vanguardia 153 ejemplares con sus respectivos suplementos que, esta semana, incluyen un peazo libro de ½ kilo de peso.

Analizo los 5 últimos domingos. Media de ventas: 90 ejemplares. No falla. He devolver 63 ejemplares. Será casualidad pero el domingo devolví 60 y hoy, si el tiempo lo permite, devolveré 3 más. Y eso que, entre ayer y hoy, he vendido diez o doce que me reservé por si acaso. Claro que, la preclara mente de los programadores no tuvo en cuenta que la gente empieza a irse a la playa. El librito adjunto sólo se repartió en Barcelona ciudad y, alguno de los que no pillaron un cabreo monumental, me ha comprado el magazine y me ha dicho de La Vanguardia se la mande a La Vanguardia y que se la metan en semejante sitio.

Entre unas cosas y otras, la devolución del domingo constaba de 11 paquetes, a saber: 3 paquetes de Vanguardias, 6 paquetes de suplementos y 2 paquetes más por el resto de diarios. Ayudó a que el sábado llegaron 16 ejemplares de Expansión de los que sólo se devolvieron 16 y, el domingo, 12 de Le Monde (los resultados de las elecciones francesas han salido hoy) de los que se devolvieron 11. Ojo clínico. ¿Por qué en vez de pagar a inútiles, La Vanguardia simplemente se dedicara a tratarnos medianamente bien a los quiosqueros y a preguntarnos amablemente cuántos periódicos queremos que nos traigan? Pero los quiosqueros somos unos zopencos que de esto no sabemos nada.

No acaba aquí el chou. Promoción especias. El sábado tocaba la latita de Laurel y el domingo la de Orégano. Servicio: 78 y 20 respectivamente. Hay que rayar en estulticia supina (nada que ver con decúbito) para pensar que el sábado venderé 78 latas y el domingo 20. Y para rematar la faena, los dichosos cuchillos. En la cuarta entrega debía de normalizarse el servicio. Tengo pedidos a la distribuidora 70 cuchillos y me trajeron 40. Veintitantas personas que me llamarán el nombre del puerco por haberlos dejado una vez más sin la faca correspondiente. Menos mal que en un quiosco conocido le habían sobrado cuchillos por un tubo y me vendió un montón. Pero aún así…

Realmente no sé si Marina o la Vanguardia, que tanto monta, me han tomado por el pito del sereno o por el coño de la Bernarda porque si a todos los quiosqueros nos han hecho lo mismo retiro lo dicho, pido disculpas y tengo que reconocer entonces que los realmente idiotas somos nosotros.

¿Se le ha ocurrido a alguien pensar la cantidad de cosas que se podrían hacer en el tiempo que perdemos cortando cuponcitos, clasificando cartillas e intentando cuadrar todo esto con las ventas? Porque, encima, el listado de publicaciones y otras zarandajas que debemos devolver está clasificado en el mismo orden alfabético que los güevos de Mahoma.

viernes, mayo 04, 2007

Ya tenemos fecha oficial

Parece que los de la imprenta nos hubieran leído. Esta mañana me han llamado para informarme de que los libros ya estaban acabaditos y que salían hacia Barcelona esta tarde, así que ya podemos poner fecha a la presentación.

Será el próximo viernes, 11 de mayo, en una cafetería del Eixample. Concretamente en el De café, en la calle Bruc, 80, esquina con Consejo de Ciento (ver mapa), a partir de las 19:00.

La idea es que, dado que todos los asistentes somos amiguetes, sea una cosa muy informal y modestita. Lo importante es que con esta excusa muchos vamos a poder conocernos y pasar un rato agradable. Esperamos que la cosa no se alargue hasta más allá de las 20:30, pero si hay ganas de más podemos improvisar alguna cervecilla extra por los alrededores.

Muchas gracias por la paciencia y el interés que habéis mostrado y, si puede ser, avisad los que podáis venir para asegurarnos de que habrá sitio para todos.

¡Nos vemos!

jueves, mayo 03, 2007

El librito de marras

Como anunciamos la semana pasada, en breve tendremos en nuestras manos el libro de la primera temporada del blog. Desgraciadamente aún no lo hemos recibido y en la imprenta no nos saben decir cuándo llegará. Había alguna posibilidad de que llegara el 20 o el 23 de abril, luego el 25, luego a finales de la semana pasada y finalmente a finales de esta. Mañana se acaba la semana y na de na. Pero vaya, que en cuantito llegue o tengamos una fecha real, avisamos y nos vemos todos.

miércoles, mayo 02, 2007

Promociones y sondeos

Muchos de mis colegas desconfían de los programas informáticos para quioscos, patrocinados por editoras o distribuidoras, porque piensan que lo único que éstas persiguen es tener sondeos al día. Me resbala (lo de los sondeos). Lo que me pregunto es si los sondeos valen para algo.

Soy colaboracionista. Lo he sido siempre. A veces, incluso en contra de mis propios intereses. Por eso respondía a las preguntas de I.M. Market (para La Vanguardia) tres veces por semana. Como me llamaban a horas de mucho tráfico, les pregunté si podía contestar por email. No, en vivo y en directo. Es igual, seguí colaborando. Pura tontería porque lo que yo les contestaba lo tenían ellos horas después plasmado en la hoja de devolución, amén de que, cuando la chica de turno me llamaba, yo le daba los datos actuales y, en cuanto a promociones, estos varían ostensiblemente a lo largo de la semana. Pero es su dinero y lo gastan como quieren.

Mi barrio, ése que tanto le gusta a Quiosquera, no es muy dado a engancharse a las promociones pero, miren ustedes por donde, les ha molado lo de Utensilios de cocina y Cuchillos de la Vanguardia. Como a muchos otros lectores del diario.
Ya tuvimos problemas con los utensilios, que me llegaban justitos para atender las reservas. Me enviaban sobre los 50 y hacía corto. De vez en cuando rebajaban la cifra a 32 y esa semana iba mal: tenía 46 reservas y había que hacer un sorteo para elegir a los que se quedaban sin cacharro. Al final me fueron llegando las unidades atrasadas y ahora tengo un arsenal que no sé donde colocar porque muchos clientes no han pasado a recoger su artilugio.

Ahora La Vanguardia ha lanzado su promoción de cuchillos. No hace falta ser muy experto para prever que tendrían la misma aceptación que los utensilios. Pues no. Los expertos han calculado mal. Para la primera entrega me trajeron 46. Tengo pedidas unas 40 facas más. La segunda entrega fue de 23. Ese fin de semana no me quemaron el quiosco por pura casualidad y eso que tenía colgada la carta que me envió La Vanguardia explicando por qué habían reducido el número. Incluso un señor le pegó un chorreo a Quiosquera. La falta de cuchillos es culpa de los quiosqueros ya que La Vanguardia es una empresa seria. A la tercera entrega, la del fin de semana pasado, decidí que no entregaba ninguno y así se quedaban todos esperando. Tabla rasa. Los clientes protestaron pero la mayoría entendió el mensaje y están a la espera de que lleguen los dichosos cuchillos.

Vinculamos promociones y sondeos. También la Vanguardia promociona los potecitos de especias (sábados y domingos). Primera entrega: 72 latas de pimentón. Devueltas: 41 en primera instancia (me quedé unas cuantas por si hay algún rezagado). Segunda entrega: 66 latas de canela y otras 66 de eneldo. Ya he devuelto 48 de cada una. Y las latitas valen 20 céntimos.

Conclusión. He perdido un montón de ventas de Vanguardias por no tener los cuchillos (volverán o no, nunca se sabe). No volveré a contestar las llamadas de I.M. Market. Tengo 22 tacos de madera debajo de mi cama. Por cada cupón de especias que pierda, La Vanguardia puede cobrarme el diario correspondiente (1 € el sábado y 2€ el domingo). Negocio redondo.

¿Se le ocurre a alguien un calificativo que defina este proceder y que no conlleve corte de servicio?
A mí, no.

A propósito. Hoy hace 2 años que nos incorporamos al servicio.

martes, mayo 01, 2007

¡Me gusta mi barrio!

En varias ocasiones, tanto Quiosquero como yo, hemos hablado de la zona en donde está enclavado el quiosco y de las gentes que habitan en los alrededores. Hoy voy a volver a hacerlo para hablaros de “los famosos” que por allí viven.
Como ya en alguna ocasión hemos comentado, la gente de la zona (la misma en donde hace ya 30 años que vivimos) pertenece a una clase media-alta. Un porcentaje considerable de los vecinos rebasan los 65 años y, aunque hay matrimonios jóvenes con niños, son minoría.
Pues bien. Algunos de nuestros vecinos han resultado ser gentes del mundo del teatro, de la literatura, de la política, periodistas que escriben con frecuencia en la prensa más vendidos, gente de la TV y hasta un juez en edad de estar jubilado, pero que continúa activo. Una vez más, tengo que decir que, en su mayoría, los vecinos son un encanto: gente mayor que lee la prensa diariamente, que está al corriente de todo cuanto acontece en este mundo bien sea en lo político, en los avances tecnológicos, o en la moda que se va a llevar la próxima temporada. La mayoría son abiertos. Les gusta expresar su opinión y no se cortan al decir qué sienten o qué piensan.
Hoy quiero comentaros que he tenido una agradable charla (de unos 70 segundos para no hacerme pesada) con uno de los integrantes del grupo “Tricicle”. Se trata de Carles Sans: el “optimista” como quiosquero lo tiene catalogado. Nos encanta el grupo y hemos visto bastantes de sus obras aunque, sin duda, la que dejó huella en mí fue “Terrríific” (por aquello del tenedor rascando el plato... brrrrrr todavía se me eriza el vello).
Como os decía, hemos cruzado tan sólo unas palabras. Apenas un saludo y una felicitación por sus éxitos (que ha acogido con una gran profesionalidad regalándonos una sonrisa a la par que nos daba las gracias). Es persona de aspecto normalísimo; que se mueve con naturalidad; capaz de pasar inadvertido; de sonrisa afable y mirada franca.
Desde aquí, pues, mi saludo a todos los famosos del barrio y también al resto de clientes que nos hacen día a día la vida un poco más agradable con sus sonrisas, sus comentarios y su paciencia cuando el ordenador “se nos cuelga”.
En nuestro barrio hay gente de la buena.